A veces el miedo nos paraliza. Nos bloquea y nos impide hacer las cosas que de verdad queremos hacer. Sin embargo, hay personas a las que parece que no el miedo no les afecta. Que no importa el tamaño del desafío, se enfrentan a él con decisión y en la mayoría de los casos salen airosos. Esas personas que viven al máximo.
¿Cuál es su secreto?
Recientemente, dedicí hacerle esta pregunta a varias personas a las que admiro:
¿Qué creencia o experiencia te permitió superar tus miedos y atreverte a crear la vida que querías vivir?
Sus respuestas me impresionaron, me inspiraron e hicieron que me pusiese a trabajar todavía con más ganas. Espero que causen ese mismo efecto en tí.
Algunos de los hombres y mujeres que aparecen a continuación ganan cientos de miles de euros, mientras que otros viven mes a mes. Algunos son estrellas de Internet; otros son completos desconocidos. Sin embargo, hay una cosa que todos comparten: llevan la vida que ellos han elegido conscientemente.
Vivir al máximo y hacer algo que merezca la pena da miedo. Es mucho más fácil no pensar y llevar una vida por defecto. Sin embargo, una pequeña minoría decidimos no conformarnos y formar parte de ese grupo de personas que viven y vivirán al máximo durante toda su vida.
Si estás leyendo esto es porque tu tampoco quieres conformarte.
Todos tenemos momentos que nos cambian. Situaciones en las que el miedo y la incertiumbre nos miran a los ojos. Experiencias que nos impactan profundamente y definen quienes somos. Yo los llamo momentos decisivos, y hoy tengo el honor de compartir contigo los de algunos de los grandes.
***
Bernardo Hernández – Emprendedor y business angel. Director de Flickr
David Bonilla – Embajador de Atlassian en España y co-fundador de Milán Dopico y Otogami
Raimon Samsó – Escritor, coach y conferenciante. Autor de El código del dinero
“Lo que me decidió a dimitir en el banco fue un miedo mayor al miedo a perder mis ingresos: y fue perder la razón, la salud. Resulta que el medico del banco me diagnostico depresión (por mi falta de coherencia) y me asusté tanto que decidí salvar mi vida, dimitiendo. No fue valor, hui, fue un miedo mayor lo que me salvo y fue el miedo a morir, a ser un muerto viviente, un zombie.”
José Picó – Arquitecto y emprendedor
“Te comentaría muchas cosas, que se resumen en una: ‘La vida son cuatro días, y no estoy dispuesto a desperdiciar ninguno'.
Pero empecemos por el principio.
Si ves mi bio en el perfil de twitter, dice: “Arquitecto de Profesión. Emprendedor por afición y disfrutador para todo lo demás”. Pues bien, ejerzo principalmente de esto último, pues incluso la arquitectura y el emprendimiento lo practico disfrutando un 200%.
Si bien es cierto, creo que el secreto está en que un día, hace ya muchos años (tenia 12 por aquel entonces) y apoyado por unos grandes padres, por una maravillosa familia, encontré cual era mi PASIÓN (LA ARQUITECTURA), y dio la casualidad que coincidía con una de mis capacidades (MI “INTELIGENCIA ESPACIAL”, o capacidad de trasladar las dos dimensiones en tres dimensiones, o incluso en 4 dimensiones si contemplamos la variable tiempo). Por este motivo estoy tan involucrado en los proyectos de INICIADOR KIDS y PROMETE, dedicado a ayudar a que los niños encuentren cuento antes sus verdaderas pasiones, y puedan aprender a vivir de ellas (decía Confucio: ‘Si disfrutas haciendo lo que haces para ganarte la vida, nunca trabajaras'). Te adjunto un video al respecto.
Por lo demás, te diría que CONFÍO en el ser humano, en las PERSONAS, por encima de todas las cosas, y creo que:
- Hay que dar siempre más de lo que se recibe. Vivimos un tiempo en que es muy necesario reivindicar la GENEROSIDAD. Hacer felices a los demás es la más increíble de las sensaciones humanas (Y sin olvidar que para hacer felices a los demás, lo primero que se requiere es ser feliz uno mismo. Así que, aunque no lo parezca, soy un absoluto egoísta que busco mi propia felicidad, y así poder CONTAGIAR y COMPARTIR dicha felicidad).
- Hay que “Sumar Sumando”, ayudar a los demás de manera proactiva, creando comunidad, creando redes, creando sociedad, creando ciudad.
- Hay que “Hacer Haciendo”. Nada de hablar, hablar y hablar… Es hora de ponerse manos a la obra y hacer, hacer y hacer.
- Hay que trabajar mucho e ignorar al cansancio. CONSTANCIA y ESFUERZO son dos grandes palabras, y dos grandes puentes hacia el éxito personal y social.
- Hay que ser conscientes que si cada uno aportamos un poco, conseguiremos un mundo mejor (una playa se forma a partir de miles de millones de pequeños granitos de arena).
- Hay que huir de los “vampiros de energía”, aquellas personas negativas que siempre ven problemas en lo que haces, que intentan convencerte de que pares, de que dejes de emprender, de probar, de investigar, de luchar…
- Hay que rodearse siempre de personas más inteligentes y sabias que nosotros, para aprender de ellas.
- Hay que relativizar palabras como “sentido común” o “fracaso”. El sentido común es el gran enemigo de la creatividad y la innovación. El fracaso no es más que el medio más perfecto (y doloroso) de aprendizaje. ¡Nunca aprendí de mis éxitos, solo de mis fracasos!. Me encanta pensar que “EL ÉXITO NO ES MÁS QUE EL FRACASO DEL FRACASO, O SEA, FRACASO² ”.
Y por último, y quizás por ello lo más importante, tengo la enorme fortuna de estar rodeado y acompañada de muchos amigos a los que intento CUIDAR. Y tengo una increíble FAMILIA, mis hijos ALBA y ALEJANDRO, y mi chica LOURDES, que me aportan PAZ y son enormemente generosos conmigo, permitiendo que un tiempo que les corresponde a ellos lo comparta con muchas otras personas.
Y seguramente habrá mucho más, pero eso ya será otro día…”
Berto Pena – Escritor y formador de productividad personal
“En mi caso no hubo ni un momento ni acontecimiento concreto. Sino una serie de ellos y sobre todo una sensación de hartazgo. Me cansé de estar dirigido por mi calendario y mi trabajo. Me dije a mí mismo que si había otras personas que eran capaces de combinar trabajo y vida personal, ¿por qué no iba yo a ser capaz de lo mismo? No sin mucho esfuerzo empecé a ver la mejora pronto. Aún sigo en ello pero todo ese esfuerzo se ha multiplicado por mil en beneficios.”
Alex Navarro – Experto en SEO y negocios online. Co-fundador de Quondos
“Si te levantas todas las mañanas y cuando te miras al espejo te das cuenta que esta no es la vida que quieres vivir, te llega un momento en el cual estás obligado a tomar una decisión. Yo decidí cerrar los ojos y saltar. Estaba quemado con mi trabajo y necesitaba hacer algo por mi cuenta. No sabes el acojone que da al principio, pero mirando hacia atrás, puedo asegurar que ha sido la mejor decisión que he tomado en toda mi vida.”
Hana Kanjaa – Acróbata de la vida, coach y conferenciante
“En Abril de 2011 estaba viviendo uno de los peores momentos de mi vida. Llevaba años buscando incesantemente una alternativa a los trabajos de oficina porque intuía que yo valía para mucho más. Sin embargo, no hacía más que dar palos de ciego, tomar decisiones erróneas, intentando muchas cosas pero sin llegar a comprometerme nunca con nada; y cada vez iba a peor… me sentía, como dicen los ingleses, como un pollo sin cabeza. ¿Por qué? Porque no confiaba en mi misma, porque tenía miedo, porque estaba tremendamente confundida…no sabia ni quien era ni qué quería. Había intentado recuperar mi autoestima practicando deportes de alto riesgo como el paracaidismo o el salto base pero de nada sirvieron. En Abril de 2011 estaba a punto de tirar la toalla pero el destino me tenía una carta reservada: una experiencia trascendental; un accidente de salto base que me ha transformado hasta los mismísimos cimientos y le ha dado una vuelta de 180º a mi vida.
Mi vida no cambió de la noche a la mañana, pero a raíz de ese accidente y, poco a poco, me he ido convirtiendo en la mejor versión de mi misma; cambiando radicalmente mi concepción sobre la vida, el mundo y las personas, eliminando el miedo y las dudas por completo y conociendo con claridad cual es mi misión en esta vida, dedicándome a ella a tiempo completo.”
Rafael Fernández “ezcritor” – Blogger y escritor. Autor de Diarios secretos de sexo y libertad
“Llevaba un año trabajando en la sección de librería de “El corte Inglés”. El contrato terminaba y me citaron en un despacho, para que ellos me dijeran que si querían que renovara o adiós. Estaba esperando, el 100% de los empleados a los que habían citado era para decirles que no se habían ganado la renovación. De verdad que salían del despacho llorando o con caras de muertos, super tristes. Me tocó a mí, me senté en aquel despacho y el tipo de recursos humanos me dijo que me renovaban, por dos años. Firmé el contrato. Salí con cara de muerto, tristísimo. Se me acercó un compañero “A ti también te echaron” -me dijo. “No” contesté. “¿Entonces por qué estás tan triste?”. No me atreví a contestarle por respeto a su sufrimiento y porque lo que estaba pensando por dentro me parecía que estaba mal. Pero me puse tan triste porque supe qué iba ser de mí los dos próximos años de mi vida, cuanto iba a aburrirme, cuanto iba a dejar de estar viviendo, que aquello me quitaba unas 10 horas de mi vida al día, que se suponía que debía estar agradecido por tener un trabajo estable pero que mi vida, de ese modo era una MIERDA. Que esa vida no era la que yo quería. Pero si firmé era porque, por aquel entonces, yo no sabía qué vida quería. Entonces empecé a buscarla.”
Luís Tejedor “Egoland” – Director de Egoland Seducción, co-director de la compañía de teatro Alacrá y compositor
“Creo que lo más importante no es plantearse como superar los miedos sino como aprender a convivir con ellos. Es lo que te asegura que hagas aquello q te propones. La industria de la autoayuda y seducción vende el cambio constante como superación para estar constantemente vendiendo productos. Yo enseño y practico la convivencia con los miedos y utilizarlos a favor, y como consecuencia bajan de intensidad. Pero hay que ser realistas: mejor acostumbrarse a ellos como algo que va contigo en las situaciones estresantes y que no te impiden hacer cosas.”
Luís Clausín – Fundador y webmaster de ZapatillasRunning y MueveteBasket
“Tuve la suerte de tener poco perder, ya que la empresa en la que trabajaba cerró. Aunque los comienzos no fueron fáciles (nunca suelen serlo), ¿qué podría ser lo peor que me podría ocurrir? Si la “aventura” del autoempleo no funcionaba y tenía que buscar un trabajo por cuenta ajena, todos los conocimientos adquiridos durante esa etapa se vendrían conmigo.”
Javier Malonda – Experto en PNL e hipnosis
“Más que una creencia o experiencia en particular, pienso que se trató de un proceso gradual (con algunas experiencias muy muy intensas como la que describí en este artículo) en el que cambié todo un conjunto vital de creencias. En pocas palabras, lo que hice fue cambiar el marco dentro del que pensaba mi vida, algo que resultó tremendamente poderoso y revelador.
Me explico más.
Una de las cosas por las que me siento especialmente afortunado es por haber nacido en un momento de la historia en el que puedo acceder a ideas muy diferentes a las mías desde cualquier lugar. Puedo encender una computadora y acceder a la mente de otra persona, conocer lo que piensa e inspirarme, contrastar mis ideas y conocer otras maneras de pensar. Por ejemplo, puedo acceder a tu página y leer lo que tú piensas sobre ciertos temas en particular. En ocasiones se trata de algo que desconozco, o sobre algo que quiero mejorar, como mi relación con el dinero. Así que puedo conocer tus pensamientos al respecto, tal vez llenar algunos huecos en mi mente y construir nuevas ideas. Después las pruebo durante unas semanas para saber cómo me funcionan. Me gusta pensar de manera práctica, y entiendo las ideas como programas que puedo poner y quitar de mi mente. Instalo una nueva creencia, la pruebo y evalúo su continuación o las posibles mejoras que puedo introducir. Para mí, mi mente es un ordenador que opera con programas. Si me proporcionan los resultados que quiero, entonces el programa continúa. Si no, retiro el programa. Yo elijo. Mi mente es un campo que siembro, cultivo y cuido con paciencia y cariño.
Y fue precisamente en ese tiempo en el que empecé a pensar sobre lo que pensaba y a aprender algunas de las ideas que he descrito antes.
Hasta ese momento, el funcionamiento de mi mente pasaba inescrutado para mí. Ni siquiera era consciente de que pensaba, así que lo que pensaba era apenas una nube amorfa, un velo espeso y continuo que me acompañaba a cualquier lugar. Pensar estaba tan integrado en mi día a día, era tan cotidiano y natural, que ni siquiera me había dado cuenta de que era un proceso, y mucho menos de que pudiera tener algún control sobre el mismo. Mi mente, además de funcionar en piloto automático, lo hacía a toda velocidad y de manera caótica. Me sentía completamente a merced de mis procesos mentales. El resultado era ansiedad, nerviosismo, incapacidad para detenerme y pensar con claridad y malestar generalizado.
Yo llevaba ya casi una década sumido en una profunda depresión. En mis momentos de desesperación, había recurrido a las soluciones farmacéuticas que me proponían los médicos y, tras una breve mejoría, pronto regresaba al estado anterior y además me encontraba con que estaba tomando pastillas. Aquello era un “no-go” para mí, así que resolví que dejaría las pastillas y que saldría adelante como fuera. Fue un momento de total rendición, de “lo que tenga que ser, será”.
Fue entonces cuando empecé a interesarme por el desarrollo personal, y llegué a la página de Steve Pavlina. Disfrutaba mucho sus artículos, y cada uno de sus podcasts suponía una gran alegría para mí, y uno de ellos captó poderosamente mi atención: The true nature of reality.
Por entonces yo estaba trabajando en Alemania. Podía ir al trabajo en moto, en bici o en autobús, y empecé a ir cada día andando, una hora de ida y otra de vuelta, para poder escuchar el podcast dos veces cada día. Nunca había caminado tanto.
Este podcast contenía una idea que consideraba por primera vez: la idea de una realidad subjetiva. Estaba desgranada con detalle, y aunque al principio me pareció una locura, poco a poco fue calando en mí.
Hasta entonces yo había creído que la realidad era objetiva. El resultado, en pocas palabras, había sido una mierda. Cuando me revisé, encontré que dependía completamente de referencias externas para tomar mis decisiones. Descubrí que mi propia visión del mundo era una compilación de las visiones de otros. Dependía del humor de quienes me rodeaban, dependía de las circunstancias, dependía de cientos de cosas que estaban más allá de mi control, y me sentía como una hoja flotando en un enorme océano a merced de las corrientes del día. Estaba bien jodido, tan bien jodido que ya no tenía nada que perder, así que estaba realmente dispuesto a considerar una idea opuesta a lo que yo creía, especialmente si tenía el potencial de sacudir los cimientos de mi propia realidad.
Hacía poco que había aprendido que podía creer y dejar de creer cosas en mi mente, así que comencé a practicar la idea de que la realidad era subjetiva, de que el mundo en el que vivo es algo así como un sueño, en el que todo es una proyección de mí mismo, incluidos los otros seres de ese mundo. Una locura, pero también algo nuevo que probar.
Y comencé…
Pensar diferente hizo que me empezara a comportar diferente, y hacer diferente me condujo a experiencias que rompieron, literal y figuradamente, la comprensión del mundo que albergaba en mi mente. Por todas partes surgían fisuras, y mis viejas creencias se venían abajo más rápidamente de lo que mi mente podía generar nuevas. En el punto álgido de este proceso, mis propios cimientos se tambalearon y algunas partes se vinieron abajo.
De respente, me sentí como si tuviera tres años y estuviera de pie sobre mis piernas por primera vez. Sentía la misma fascinación que siente un niño muy pequeño que comienza a caminar y descubre un nuevo mundo lleno de posibilidades, sólo que yo era un adulto y ya sabía correr, saltar y hacer otras muchas cosas. Me sentí libre de hacer cualquier cosa e ir a cualquier lugar, y esa era una sensación nueva para mí. Me sentí poderoso sobre mi vida más allá de lo que hubiera pensado antes, más allá de lo que hubiera creído y todavía más allá de lo que hubiera imaginado. Las dimensiones de mi mundo se multiplicaron, y tuve que aprender a manejarme en un mundo nuevo, infinitamente más amplio y rico y desbordantemente lleno de posibilidades.
Sólo puedo decir que no fue fácil.
En cuanto al trabajo, cuando me marché a Alemania tenía algunos objetivos en mente. Quería aprender alemán, vivir la experiencia de habitar en el extranjero y trabajar en una gran empresa como ingeniero. Me disgustaba la ingeniería, pero había dedicado casi diez años para obtener el título y quería aprovecharlo.
Ahora, cinco años después de eso, puedo escribir el párrafo anterior del tirón, sucintamente y de una manera precisa. Cuando me marché de España todo esto eran cosas vagas que me decía mientras caminaba por la calle, me daba una ducha o compraba en el supermercado. Estaba decidiendo mi futuro y lo ignoraba, y decisiones importantes se mezclaban con quehaceres cotidianos. A día de hoy, me gusta sentarme para pensar, y hacerlo en tranquilidad. Me gusta abrir un procesador de textos y poner mis ideas, mis objetivos y mis motivaciones, en blanco sobre negro. Me gusta crear mi futuro deliberada y conscientemente. Escrutar mi mente y conocer cómo funciona. En pocas palabras: darme cuenta de lo que estoy haciendo mientras lo hago. Me gusta vivir mi vida conscientemente.
Y estas son cosas que aprendí en ese tiempo tan agitado y tan intenso.
En el trabajo, pasaba el día deseando marcharme. Desde que entraba por la puerta estaba esperando el momento de salir de allí. Incluso así, pienso que mis jefes estaban contentos con mi trabajo, que rendía bien y que cumplía. Cuando dije que me marchaba me ofrecieron más dinero, y cuando lo rechacé incluso me ofrecieron trabajar desde casa. Aparentemente yo era un buen empleado en una gran empresa. Para mí, yo estaba detentando mi puesto de trabajo porque estaba dando el 2% de lo que sabía que podía dar. El 98% restante lo empleaba pensando en lo que haría al salir de allí.
Iba cada día y hacía mi trabajo, pero carecía de pasión, y eso me impedía entregarme completamente al proceso. Mi cuerpo estaba allí pero mi mente estaba en otro lugar, y mi espíritu clamaba por volar de allí.
Veo esto por todas partes. Lo vi en Alemania y lo veo en España, y todavía se me encoje el alma. Veo personas haciendo lo que yo hice: emplear su vida y su valioso tiempo en tareas que detestan y que llevan a cabo principalemente como respuesta al miedo que les suscita la pregunta “¿Qué sucedería si no lo hago?”, en lugar de actuar de acuerdo al amor que evoca la pregunta “¿Qué sucedería si tomo la decisión de tomar mi pasión, mis habilidades y mis talentos y los empleo de la manera en que más los disfruto?”.
No se trata sólo del trabajo. El trabajo es una parte importante de la vida, y como tal, es un reflejo de una actitud ante la vida. Pienso que como haces una cosa, haces todas las demás, y si haces lo que detestas en tu trabajo, estás sentando las bases para extender esa miseria a otras áreas de tu vida, como la manera en que te relacionas con otras personas o la manera en que vives el resto de tu vida fuera del trabajo. Si aceptas la mierda en el trabajo, invitas esa mierda al resto de tus áreas vitales. Y si aceptas mierda, te estás faltando al respeto, te estás amando mucho menos de lo que puedes y mereces, y este es un fabuloso momento para empezar a pensar en hacer algo al respecto.
Yo me pregunto: ¿Cómo sería un mundo en el que las personas trabajaran en lo que les apasiona, en lo que les despierta por las mañanas, en lo que no pueden parar de pensar? ¿Cómo sería una empresa fundada sobre las mismas motivaciones de sus trabajadores? ¿Cómo sería el mundo si todos nos levantáramos por la mañana deseando el momento de empezar a trabajar? ¿No sería el mundo acaso mucho más feliz y satisfecho?
Yo empecé a hacer mi parte, y comencé a actuar de acuerdo a esta visión.
Mientras tanto, en Alemania, en un momento, hicieron algunas remodelaciones en el departamento y me cambiaron de lugar. Yo estaba trabajando como consultor externo, y la nueva política de la empresa era separar a los internos de los trabajadores externos, así que movieron mi puesto de trabajo y me encontré sentado solo viendo una pared gris metálica tras la pantalla de mi monitor.
Una tarde, después de comer, me senté en la silla y noté que el edificio entero se iba a desmoronar de un momento a otro, atrapándome a mí entre los escombros. El techo se hundía sobre mí tan sólo en mi mente, pero realmente lo sentí.
Me faltó el aire. Me ahogué. Sentado allí, frente al monitor y a la pared gris metálica, fui a inspirar y nada entró.
Iba a morir y una buena parte de todo lo que tenía era una vida plagada de días de mierda, consecuencia de muy malas decisiones, y la primera y peor de todas ellas… haberlo tolerado… día tras día.
Con el corazón desbocado, apagué el ordenador, tomé mi mochila y me marché de allí a las dos del mediodía. Cuando pisé la calle aspiré profundamente y sentí que me había salvado a mí mismo de una gran catástrofe.
Sí, dejé mi trabajo. Dejé a mi novia. Dejé a mis amigos y me volví a España para hacer otra cosa. Para empezar de cero si fuera necesario.
Algunas personas me dijeron que admiraban mi valor, que ellos no se atrevían a hacer lo que yo había hecho. Para mí fue mi única opción y, por una vez, sentí que mi cabeza, mi corazón y mis tripas estaban de acuerdo entre sí y actuaron como una unidad imparable.
Si cada día voy a un lugar que odio a hacer algo que me repugna… al final… ¿en quién me convierto? ¡¿Qué me estoy haciendo?!
Había convertido la tierra en mi propio infierno. Había creado la jaula y me había arrojado dentro con presteza.
Si estoy escuchando la radio y suena una canción que me disgusta, cambio de emisora. Si la basura huele, la saco. Si algo es diferente a como yo lo quiero, lo cambio. Pero había estado, durante muchos años, haciendo sistemática y diariamente algo que me desagradaba. Desde la universidad hasta mi vida laboral, había estado tolerando e incluso haciendo crecer mi propio sufrimiento. Estaba viviendo una vida desagradable… y lo estaba haciendo yo. Cada una de los cientos de decisiones que tomaba cada día, en mi propia ignorancia, estaba sosteniendo y promoviendo mi agonía. Yo me había puesto la soga alrededor del cuello y yo mismo estaba tirando del extremo y asfixiándome. Y aunque ignoraba que lo estaba haciendo, me estaba saliendo realmente bien.
¡Cuando dejé de creer que la vida era objetiva, que objetivamente tenía un buen trabajo, que objetivamente estaba ganando mucho dinero, que objetivamente mi vida era magnífica, que objetivamente… comencé a creer en una realidad subjetiva y empecé a ver el mundo a través de mis ojos, a oírlo a través de mis oídos, a sentirlo a través de mí mismo, y a tomar las decisiones de acuerdo a toda esa información, conmigo en el centro.
Al principio sentí vértigo. Me encontré perdido. En mi mente estaba todo por decidir. De pronto había creado un mundo que giraba a mi alrededor. Y era el momento de aprender a manejarme en ese mundo.
Me había acostumbrado a dejarme llevar por la vida, por las opiniones de otros, haciendo caso a las palabras que salieran de sus bocas. Apenas tomaba algunas decisiones, y cuando lo hacía, estaba distraído pesando unos plátanos en el supermercado o sentado en la taza del váter. Se trataba de un proceso en la parte de atrás de mi mente. Incluso ignoraba qué era lo que tenía en cuenta para elegir, qué valoraba. Poco a poco, con mucho trabajo y pasando mucho tiempo conmigo mismo, fui reconstruyendo mi mente de una manera modular, flexible y expandible. En cierto modo, empecé a construirme a mí mismo, eligiendo cuidadosa y deliberadamente.
Vivimos en un sistema. Es un sistema que ya está en marcha y que funciona. Y tiene una inercia. Cuando cambié, tuve que enfrentarme también a eso.
Yo había cambiado, y había cambiado mucho y muy rápido, con algunas fases más rápidas y otras más lentas. Me sentí como si me hubieran sacado de mi cuerpo, me hubieran reprogramado y me hubieran “re-flasheado” de nuevo en mí. Sin embargo, todo lo demás seguía igual, y todos los demás seguían igual. Ahora comprendo este hecho y el proceso que implica, porque lo viví, pero entonces ignoraba todo esto, y eso lo hizo más difícil de lo que me resultaría ahora si lo acometiera de nuevo, pero pienso que eso es cierto para cualquier otra cosa que aprendo. Además entonces sostenía la idea de que el cambio implicaba dolor y sufrimiento, y eso hizo el proceso mucho más duro para mí.
Tú cambias, pero los demás te tratan igual. Esperan que hagas las mismas cosas, que te comportes como lo hacías, que mantengas las mismas conversaciones, que vayas a los mismos lugares. Después de todo, sigues siendo tú.
Sentí una presión enorme. Todo mi entorno me empujó desde todas las direcciones para hacerme volver a mi estado anterior. Me resistí, regresé muy cerca. Volví de nuevo con más fuerza. Incluso hoy, cinco años más tarde, en ocasiones todavía siento esa presión. Pero está bien, porque sé que me encuentro ante una magnífica oportunidad para aprender algo nuevo. Con la práctica estoy aprendiendo maneras más sutiles y efectivas de hacer mi voluntad y de vivir mi vida como yo quiero y de acuerdo a mis propias reglas. Pasé de no saber qué quería a decidirlo. Después descubrí que, entre lo que quería, existían todavía miles de matices sobre los que decidir de nuevo, pero ahora me encuentro eligiendo entre lo mejor, entre lo que más me gusta, en lugar de escoger entre lo peor y lo que menos me disgusta, como hacía entonces.
En la actualidad dedico una buena parte de mi tiempo a aprender a gestionar mi atención, a elegir dónde la pongo, cuánto me enfoco y cómo la mantengo. Para ello medito más de una hora diaria, y considero que es un tiempo muy bien invertido.
Hace cinco años, cuando tomé la decisión de considerar una idea que me resultaba aberrante, abrí la puerta a una profunda transformación que cambiaría, para siempre, mi comprensión sobre el mundo que habito y la manera en que lo hago, así como el modo en el que pienso sobre las cosas. Fue, literal y figuradamente, como morir para renacer en un mundo nuevo. Sentí terror. Sentí pánico. Me sentí solo y desasosegado. Perdí un mundo entero para ganarme a mí mismo.
Pero todavía hoy, cinco años después, sigo disfrutando de los beneficios de aquella decisión.
Como leí a Pablo Olóndriz en el relato de su encuentro con lo que recuerdo como un maestro zen:
‘Felicidad… ¿para siempre?'
‘Para siempre'
En algunos momentos pensé que no me podía sentir más feliz. Pensé que la felicidad era como la gasolina de un depósito, que si la consumía demasiado rápido o en demasiada cantidad, se terminaría rápidamente o me sentaría mal. A veces me sentí tan feliz que creí que iba morir. Pensé que no sólo era desaconsejable sentirse tan feliz, sino también poco conveniente. Pensé muchas otras cosas pobres sobre la felicidad. Hoy sé que la felicidad es un lugar dentro de mí y que es infinito, y depende de mí la manera en que decido explorar y explotar su infinitud. Realmente creo que hay felicidad para todos y que, cuanta más hagamos, más habrá.
Y yo hago mi parte.
Como dijo Buda: ‘La felicidad no depende de quién eres o de lo que tienes. Depende enteramente de lo que piensas'.
Atravesé todo un calvario para descubrirlo. Me sentiría honrado si el relato de mi experiencia pudiera ahorrarte gran parte del sufrimiento, del malestar y de las dificultades que viví.
Yo lo hice así. Tu puedes hacerlo mejor.”
Juan Sebastián Celis – Blogger y emprendedor
“Desde pequeño siempre veía en televisión o en revistas, personas exitosas, millonarias o poderosas. Y lo que siempre pensaba era ¿Cómo podría yo convertirme en una de ellas? Me emocionaba con sólo pensarlo. La decisión de ser una de esas personas, la tomé en mi adolescencia, cuando me di cuenta que muchas de las personas más exitosas, no tenían un empleo y por el contrario, habían creado medios para contribuir con valor a otros (de paso, haciéndose ricos). Fue desde entonces que me planteé seriamente hacer que mucha gente lograra el éxito, pues sólo así, es que se puede alcanzar la verdadera grandeza. Todos estuvieron en mi contra al principio, y ciertamente no ha sido un camino fácil, pero de que ha valido la pena, no me queda ninguna duda”.
Miguel Pálmez – Co-fundador del pub granadino Deltoya
“El momento clave, fueron los meses antes de venir. Estaba entrando en una depresión, dentro de mí sabía que mi vida necesitaba un cambio real, pero para ello tenía primero que INDEPENDIZARME. Lo sabía y llevaba años queriendo hacerlo. Tenía que descubrir si podía sobrevivir sin pedir ayuda. Montar cosas en casa con la seguridad de la familia y con la influencia de mi entorno me limitaba. Lo peor que podía pasarme era que tuviera que volver a la vida que llevaba, y esa ya la había probado; me gustaba pero necesitaba algo más. Entonces el plan era el siguiente: sobrevivir y luego ver que pasaba. Vendí todo lo que pude, conseguí 768 Euros y me planté en Granada.”
Laura García – Ex-abogada y viajera
“Pues el asunto tiene mucho que ver con una estancia de 4 meses en Ámsterdam, un año sabático frustrado y la crisis.
Daniel y yo teníamos el despacho de abogados más prestigioso de la Comunidad Valenciana en materia de extranjería. Era un despacho especializado. Teníamos 5 trabajadores. En junio de 2008 habíamos facturado 25.000 euros. Hacía unos 8 años que no habíamos parado de crecer como empresa. Pero estábamos convencidos de que eso no era todo. Faltaba o sobraba algo.
Decidimos iniciar un año sabático viajando por el mundo. Teníamos el dinero y el despacho andaba solo porque los trabajadores eran de plena confianza (amigos y familia). Empezamos por Ámsterdam. Nos llevamos a Olivia y fueron los cuatro meses intelectualmente más productivos de toda nuestra vida juntos (17 años) porque habíamos logrado hacer EXACTAMENTE LO QUE QUERÍAMOS en cada minuto. Eso es imposible cuando diriges una empresa con 5 trabajadores. Ahí nació el proyecto de la web de Daniel.
El caso es que en febrero de 2009 tuvimos que volver precipitadamente a España porque la crisis lo arrasaba todo. Ahí empezó un auténtico calvario. Daniel ya no volvió a trabajar de abogado. Decidió apostar por sus proyectos creativos y desde entonces está en eso. Lo mío era algo más complicado porque uno de los trabajadores del despacho era mi propio hermano y otro el hermano de Daniel. Tenía que aguantar la empresa pero yo no podía seguir. Ejercer de abogada me torturaba. Así que decidí hacer lo que realmente me gustaba, que era investigar y dar formación. Presenté un proyecto a la Consejería de Inmigración y me contrataron como asesora externa.
Al no estar Daniel y yo al frente de la empresa los beneficios fueron cayendo. Los trabajadores sabían nuestro planteamiento y sabían que eso no podía durar mucho. Algunos entendieron perfectamente nuestras motivaciones y otros no. El caso es que eran muy conscientes de que nosotros habíamos decidido no luchar por un proyecto que no nos llenaba. A final de 2010 gastamos todo lo que teníamos ahorrado en indemnizaciones laborales y cerramos el despacho.
Empezamos literalmente de cero, por lo que tuvimos que vender un piso que habíamos comprado. Yo decidí dedicarme exclusivamente a lo que me gustaba, independientemente de si ganaba dinero o no. Eso era lo de menos. Me fui buscando la vida y sigo en ello. Por eso estoy estudiando el doctorado, porque me abrirá las puertas para ser profesora de Universidad on-line, que es exactamente lo que quiero ser !!!!!PARA PODER SEGUIR VIAJANDOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Muchas veces leo post de bloggers que animan a los jóvenes y no tan jóvenes a ser emprendedores, a iniciar negocios y empresas para no tener que depender de un jefe, lo cual está muy bien. Pero cuidado, porque no hay nada más horroroso que tener personas que dependen de tu trabajo, de tus ideas, de tu prestigio profesional y de tu constancia. No hay nada más horrible que tener que dejar a gente sin trabajo. Y eso es lo que puede pasarte cuando has sido un emprendedor de éxito y de repente descubres que lo que haces no es exactamente lo que te llena.
Sergio Marín – Cantante y guitarrista de Mares
“En mi caso la afición por la música me viene desde muy pequeño por infuencia familiar. Me ví con 15 años tocando de oído canciones de mis grupos preferidos hasta que un día le eché valor e intenté componer yo una. Te puedes imaginar el resultado al principio… Pero a mi me encantaba y me sentía muy bien al expresar todo lo que tenía dentro a través de las canciones, así que con el tiempo fuí componiendo mas temas hasta que un día probé a formar mi propia banda un poco como experimento y así han pasado varios años hasta el dia de hoy.
Actualmente tener un grupo de música y querer vivir aunque sea humildemente de ello es un acto heroíco, además en el momento en el que tu entorno te ve muy convencido de querer hacer de la música tu oficio te van a llenar de razones para que cambies de idea y ahí es donde se ve quien ama este oficio de verdad. Yo cada día tengo más claro que lo mío es la música, aquello que se me da mejor, que mas me apasiona… y voy a hacer música siempre porque es lo que tengo que hacer, si el día de mañana consigo vivir solo de mis canciones y tener una audiencia considerable que me lo reconozca pues tan bien pero mientras eso llega (o no) no me queda otra que estar haciendo cábalas con mi tiempo para poder dedicarle todos los dias un rato a tocar, componer…”
Pablo Olóndriz – Blogger, viajero y autor de Vivir bien con 300€ al mes
“Lo que me permitió irme fue un ‘saber' interno, una profunda convicción. La convicción de que toda vida es perfecta y de que no hemos nacido para sufrir, sino para disfrutar, amar y experimentar. Si alguien ha conseguido algo alguna vez, yo también puedo, sea quien sea, venga de donde venga y tenga lo que tenga. Quería experimentar lo que se siente viajando así. Sólo tenía que empezar a hacer cosas para llegar a ello. Pero sabía que el cambio que quería ver en el exterior tenía que forjarse primero en mi mente y mis creencias para luego pasar a la acción tranquilamente. Me quité todos los miedos precisamente yendo directo hacia ellos, con una confianza ciega. ¡Por encima de todo siempre tiene que haber confianza!”
David Sánchez – Autor de la novela Diferente
“Aunque no estaba mal en mi trabajo de la pizzería, en la que pronto llevaría una década, sabía que yo podía vivir de otras cosas que me motivaban más. Había preparado una novela y la publiqué, sabía que iba a gustar por los ingredientes de que consta, pero lo que no sabía era que me iba a atrever a abandonar el trabajo aún sin tener los beneficios que me daría después la novela. Muchos pensarían que fue una auténtica locura, yo mismo me juzgué una vez dado el paso ya, pero fui coherente conmigo mismo y di el paso. Sabía que cuando persigues tu felicidad, estás cada vez más cerca de conseguirla. A veces la trampa está en hacer caso a las opiniones de los demás, que puedes ser muy bienintencionadas, desde luego, pero que no tienen la visión que tú. Mi consejo para todos aquellos que tienen un sueño es que se guíen por sí mismos, que tu perspectiva sólo es tuya, que los demás pueden o no estar de acuerdo contigo, pero tú tienes la última palabra.”
Yo siempre he tenido claro que era una de esas personas que, por el motivo que sea, tenían en la vida todo lo que deseaban (aunque eso no me haya eximido de lucha muchas veces, claro), pero desde que descubrí la Ley de la Atracción sí que supe cómo materializar en mi vida todo cuanto deseo.
Andando e indagando entre todos los libros que he podido leer sobre ese tema, en alguno se dice que si sigues aquello que te hace feliz, se te abren puertas insospechadas donde antes sólo había paredes, lo cual yo supe traducir a mi situación. Estaba en una pizzería que sí, me daba algún dinero para ir sobreviviendo, pero me quemaba moralmente.
Yo tenía ya una novela escrita, y muchas otras a medio o en proyecto, y quería dar el paso de darla a conocer. Supe entonces lo de la Ley de la Atracción, y ésta dice que “un objeto atrae la esencia de lo que es igual a él”. Cuando estás triste estás invitando a más circunstancias o pensamientos que te van a hacer seguir estando triste, pero esa misma fórmula sucede si estás alegre. Entonces me dije: “¿Cómo me sentiría si mi novela fuera todo un éxito?” Me lo imaginé hasta sentirlo. Me visualicé hablando de ella ante muchas personas, que se convertía en todo un éxito de ventas; me lo tomé como un trabajo y comencé a dedicarme todos los días unos minutos para mí, para imaginarme lo que yo quería tener en mi vida, sin importarme el cómo o cuándo me iba a venir. Comprendí que si me preguntaba “¿cómo es posible que venga esto a mí con las circunstancias que tengo en la actualidad?” estaba dudando, y si dudaba, emitía una vibración de duda, lo cual sería captado por la Ley de la Atracción y me daría lo que yo diera: más motivos para seguir dudando. Así que evité esa pregunta.
Todo esto, como decía, es un trabajo y de los serios, porque es bastante difícil no dudar, pues nos hemos pasado la vida haciéndolo, sólo porque no tenemos en el aquí y ahora la respuesta de la pregunta que nos surge según nuestro entorno.
Eliminé el “Cómo” y me otorgué el privilegio de la confianza, algo que todos podemos hacer y que sin embargo nos restamos a nuestro poder con la duda.
Entonces empezó a cobrar vida en mi cabeza una idea que día tras día cobraba más fuerza, ésta me decía que me dejase el trabajo y que confiase, porque a finales de mayo iba a suceder algo por lo que mi novela iba a ser mucho más conocida. Me costó mucho dar ese paso, lo reconozco, pero ya me había comprometido conmigo mismo y tuve que ser coherente con lo que explicaba tan entusiasmado a los demás. Dejé el trabajo y temí. Pero mi voz interna me seguía insistiendo en que así iba a ser. Y así fue. El 31 de mayo, último día de ese mes, recibí la llamada de una presentadora de un programa de televisión que me invitaba a ir el siguiente lunes a hablar sobre mi novela. Y fui y hablé de mi novela.
Resulta que el programa se emite mucho y hay gente que me dice “Te he visto esta mañana en la tele”, “Te vi ayer por la tarde”… en fin, que Diferente está siendo conocido por mucha más gente, tal y como mi voz interna me dijo. Yo cumplí mi parte del “trato” y salté al vacío. Dios mío, qué milagroso es dejarse caer al abismo, eso es ayudar al Universo a que te dé todo lo que le has estado pidiendo durante mucho tiempo, o en otras palabras, superar tus miedos y dejarse arrastrar por la Corriente de la Vida, fluyendo, y eliminando toda resistencia, es CONFIAR, sin duda lo único que de verdad necesita la persona para que se materialicen sus sueños.
Finalmente, como si fuese por arte de magia, todo lo que había deseado empezó a materializarse, una cosa tras otra en mi vida. Siempre alucina, la verdad, pero esos inicios fueron ¡¡impresionantes!! Ahí me di cuenta de que, como bien dijo Einstein, la imaginación es el avance de lo que viene después, y lo entendí mejor que nunca. Ahora sabía que sólo podía suceder lo que yo pensase.
Hay gente que me dice que por mucho que se empeña en pensar en una cosa no la consigue. El pensamiento es el que provoca la emoción, y ésta la vibración, que es a lo que responde la Ley de la Atracción. Ahora entiendo que todo se rige por esto. Lo que quiero decir es, que tú puedes pensar mucho en que te toque la lotería, pero si lo que estás sintiendo es que quieres eso, pero te sientes mal porque no te está pasando, ese sentimiento es el que provocará que atraigas la carencia del premio de la lotería. Y esto es uno de los millones de ejemplos que podría poner.
Siempre vivimos en un constante residuo de lo que pensamos antes. Digamos que hoy surge la flor de la semilla que plantaste ayer, pero a veces recogemos una rosa amarilla cuando la queríamos roja, por ejemplo. Pues bien, en mis charlas sobre el tema siempre digo: “Lo que debemos hacer es tener claro qué semilla estamos plantando, de qué color es la rosa que queremos recoger mañana, pues planta hoy la semilla de ese color”.
Y para concluir, diré que Diferente sigue ampliándose fronteras, hace seis meses que salió a la luz y ahora, en septiembre, entra en la Universidad de mi ciudad, Murcia, como libro recomendado, y hay bastantes institutos interesados en tenerlo como libro, tanto de lengua como de filosofía. En los herbolarios se vende como libro terapéutico por sus beneficios: rezuma optimismo.
Diferente nació para triunfar, pero esto no sucedió por casualidad, sino porque ya tenía trazado el camino desde antes de salir al mercado. Yo, cuando observo todo este maremágnum de éxitos y triunfos me digo “Es lógico”.”
***
¡Gracias a todos por vuestras respuestas!
Vuestras vidas nos asombran. Vuestras historias nos inspiran. Hacéis posible lo imposible, y vuestro trabajo es un ejemplo para muchos.
Ahora te toca a tí…
¿Qué creencia o experiencia ha marcado tu vida? ¿Cuál ha sido el momento máximo de tu vida que te ha hecho superar tus miedos y vivir la vida que quieres?
Por favor, compártela en los comentarios. Incluso si sólo son un par de frases, tu contribución tiene un valor tremendo para el resto de la comunidad.
¿Alguna de las historias anteriores te ha inspirado? Si es así, por favor comparte este post con alquien que también pueda benificiarse utilizando los botones de Facebook, Twitter y Google Plus que hay a contiuación. ¡Muchas gracias!