Este es el último post de la mini-serie sobre modelos de la realidad y creencias.
Si recuerdas, en el primer artículo vimos cómo tu modelo de la realidad (tu hardware) determina los sistemas que puedes utilizar en tu vida (tu software), y por lo tanto tus resultados.
En el segundo artículo te expliqué para qué sirve tu modelo de la realidad, cómo has ido creándolo desde pequeñito y por qué, sin darte cuenta, durante ese proceso de creación has ido adoptando algunas creencias erróneas o incompletas que ahora te limitan. Además, te di algunos consejos para que de aquí en adelante filtres mejor las hipótesis sobre la realidad que tomas como ciertas.
Por último, en este tercer artículo, te voy a hablar de la importancia de tener un buen modelo de la realidad y de cómo puedes cambiar unas creencias por otras para conseguirlo.
¡Espero que te sea útil!
El origen de todas tus acciones
Tu modelo de la realidad es tu esquema de cómo funciona el mundo, y cada día recurres a él para realizar tres tareas críticas:
1. Identificar causas. Cuando analizas cualquier evento o situación, revisas tu modelo de la realidad para identificar la causa del mismo, y en función de cuál crees que es esa causa actúas de una manera u otra.
Ejemplo: imagínate que estás en el paro y no encuentras trabajo. Si crees que la causa de tu situación son las políticas del gobierno te comportarás de una manera muy diferente a si crees que el problema está en que no estás ofreciendo suficiente valor al mercado.
2. Hacer predicciones. Antes de realizar cualquier acción, utilizas tu modelo de la realidad para predecir el resultado de la misma, y sólo actúas si crees que lo que estás considerando hacer va a generar los resultados que te interesa conseguir.
Ejemplo: si ves a una chica desconocida que te gusta pero estás convencido de que si hablas con ella te va a rechazar, no le dirás nada; por el contrario, si crees que la chica va a reaccionar bien si te acercas a charlar con ella, entonces intentarás conquistarla.
3. Interpretar hechos. La mayoría de hechos son objetivos y no significan nada. Eres tú quien les da un sentido de acuerdo a tu modelo de la realidad.
Ejemplo: el que te echen del trabajo es un hecho objetivo, te han echado de tu trabajo y punto. Sin embargo, el que tú lo veas como una desgracia o como una oportunidad para encontrar algo mejor, determinará tus sentimientos al respecto y las acciones que tomes a continuación.
Como puedes ver, según cual sea tu modelo de la realidad actuarás de una manera u otra, y según como actúes obtendrás unos resultados u otros.
Si tu modelo de la realidad es bueno, tomarás decisiones acertadas y conseguirás lo que quieres.
Si tu modelo de la realidad es malo, tomarás decisiones equivocadas, y acabarás frustrado porque todo te sale al revés.
Por ese motivo, es fundamental que estés continuamente trabajando para mejorar tu modelo de la realidad. Porque cuanto mejor sea ese modelo, mejores serán tus resultados.
La pregunta es: ¿qué es exactamente un buen modelo de la realidad?
La verdad está sobrevalorada
Mucha gente piensa que su modelo de la realidad será mejor cuanto más fiel sea a la realidad objetiva, a la verdad. Sin embargo, este enfoque tiene dos problemas:
- No siempre es fácil saber cuál es la verdad
- La verdad no siempre conduce a las mejores acciones y resultados
Por eso, yo opino que la verdad está sobrevalorada, y que un buen modelo de la realidad es el que te hace tomar aquellas acciones que te van a traer mejores resultados.
Déjame ponerte algunos ejemplos para que entiendas por qué.
Ejemplo 1 – ¿Eres guapo?
Esta es una pregunta difícil de responder, ya que la belleza es una cualidad subjetiva. Aun así, podrías tratar de determinar cómo de guapo eres en base a los cánones de belleza actuales, a las opiniones de los demás y a tus experiencias personales.
En cualquier caso, incluso si “objetivamente” no fueses guapo, creer que lo eres va a traerte muchos más beneficios que “ser realista”.
No sólo vas a sentirte mejor cuando te mires al espejo, sino que vas a comportarte con más confianza, algo que va a ser muy atractivo a los ojos de los demás y que va a producir unos resultados muy similares a los que tendrías si “de verdad” fueses guapo.
Ejemplo 2 – ¿Hay vida después de la muerte?
Podríamos debatir sobre esto durante horas, pero en el fondo da igual lo que pase cuando nos muramos. Lo importante es el efecto que tiene en tu vida el creer que hay algo después de la muerte o que no lo hay.
Hace poco mi amiga Deb contaba en su newsletter que ella es atea, y que siempre había creído que cuando nos morimos termina todo, pero que este verano su padre había estado enfermo y eso le había hecho reflexionar sobre el tema.
La idea de que después de la muerte no hubiese nada más la había deprimido tanto que acabó yendo a la biblioteca a buscar libros sobre la existencia de otra vida para intentar cambiar esa creencia y poder sentirse mejor.
La experiencia de Deborah demuestra que, en casos como este, la verdad o “tener razón” son irrelevantes. Lo importante es sentirse bien, sufrir lo menos posible y poder continuar con tu vida con normalidad.
Ejemplo 3 – ¿Eres el único responsable de tu situación actual?
Hace tiempo publiqué un artículo bastante duro titulado Nadie va a venir a salvarte en el que decía que no tienes derecho a echarle la culpa a los demás de tu situación, porque han sido tus acciones las que te han llevado ahí y por lo tanto estás justamente donde te mereces estar.
¿Es esa la realidad?
Por supuesto que no.
Nuestras acciones son importantes, pero el azar también juega un papel crítico en nuestras vidas.
Sin embargo, considero que la creencia de que nadie va a venir a salvarte y que tú eres el único responsable de tu vida va a hacer que consigas mejores resultados que el creer que eres una víctima de las circunstancias y que no puedes hacer nada para cambiar tu situación. Por eso escribí aquel post.
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Espero que mis argumentos te hayan convencido de la importancia de ser pragmático y construir un modelo de la realidad que genere exactamente los resultados que quieres, no uno que sea lo más objetivo posible.
Más adelante voy a explicarte cómo puedes cambiar tu modelo de la realidad para que esté alineado con tus metas, pero antes de eso necesitas entender cómo está estructurado ese modelo.
Los cimientos de tu modelo de la realidad
Aunque todos vivimos en la misma realidad, existen hipótesis muy diferentes sobre su funcionamiento.
Por ejemplo, existen una gran multitud de opiniones sobre si comer carne es sano:
- Hay quien cree que no hay ningún problema en comer todo tipo de carne, porque es un alimento muy completo que hemos consumido durante millones de años
- Están los que dicen que sólo deberíamos comer carne blanca como pollo o pavo, porque la carne roja es perjudicial
- Tenemos a los partidarios de que necesitamos comer carne, pero siempre con moderación
- Otros afirman que no deberíamos consumir ningún tipo de carne porque existe una fuerte correlación entre el cáncer y la cantidad de proteína animal consumida
Y así, un largo etcétera.
De entre todas esas hipótesis sobre cómo funciona la realidad, siempre habrá algunas que consideres más acertadas que las demás.
Esas hipótesis ganadoras son lo que llamamos creencias, y son las piezas que forman tu modelo de la realidad.
Desgraciadamente, elegir tus creencias no es algo que puedas hacer a tu antojo. No puedes levantarte una mañana y decidir que vas a creer que los cerdos vuelan porque a ti te da la gana.
Es un proceso automático que realiza tu mente, y está diseñado para aceptar como verdaderas aquellas hipótesis para las que tengas un mayor número de pruebas de que son ciertas.
Esas pruebas reciben el nombre de referencias, y son los cimientos sobre los que se sostiene tu modelo de la realidad.
Volvamos al caso anterior de si comer carne es sano… ¿Qué es lo que hace que te decantes por una hipótesis o por otra?
Pues muy sencillo.
A lo largo de tu vida has ido acumulando información sobre si la carne es buena o mala a través de tus propias experiencias y de lo que te han ido comunicando los demás (socialización).
Por ejemplo, puede que en casa comieseis mucha carne, y que tu madre te dijese que para crecer alto y fuerte hay que zamparse muchos filetes. O que un día te hicieses un análisis de sangre, te saliese el colesterol alto y el médico te recomendase reducir tu consumo de carne roja. O quizá una vez leíste un artículo sobre la dieta paleo que afirmaba que los seres humanos estamos adaptados a comer carne porque hemos sido cazadores durante millones de años.
Toda esa información son tus referencias sobre si comer carne es sano, y funcionan como votos para apoyar una u otra hipótesis.
Tu mente evalúa las distintas referencias, cuenta los votos a favor y en contra de cada hipótesis y selecciona la que tiene mejor puntuación, que es la que pasa a formar parte de tu modelo de la realidad.
¡Ojo! No todas las referencias tienen la misma importancia, sino que algunas son más determinantes que otras.
En general, cuanto más fiable consideres la fuente de una referencia, más impacto tendrá en el recuento final, siendo las experiencias de primera mano las más influyentes. Y cuanto más emocional sea la referencia (más placentera o más dolorosa), más fuerza tendrá a la hora de respaldar una determinada hipótesis. Por eso las crisis suelen desencadenar cambios profundos en nuestro modelo de la realidad.
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Como ves, las referencias encierran el secreto para cambiar tus creencias, y con ello tu modelo de la realidad. Sin embargo, ese cambio no suele ser sencillo. Veamos por qué.
Por qué es tan difícil cambiar de creencias
Tu modelo de la realidad es un esquema dinámico, que se va re-computando en tiempo real en base a tres factores:
- Las hipótesis que consideras posibles. Para que una hipótesis se convierta en creencia primero tienes que considerarla una posibilidad. Si no estás abierto a que el mundo pueda funcionar de una determinada manera, nunca podrás creer en ello.
- Las referencias que hayas acumulado. A lo largo de tu vida vas acumulando información sobre cómo funciona el mundo, y tu mente utiliza esa información para determinar qué hipótesis sobre la realidad son ciertas y cuáles no.
- La manera en que interpretas esas referencias. La información sobre el funcionamiento del mundo que has ido acumulando desde pequeñito puede tener distintas interpretaciones. Una misma referencia puede servirte para apoyar dos hipótesis diferentes según cómo la interpretes.
Eso quiere decir que es posible cambiar tu modelo de la realidad instantemente modificando cualquiera de los tres puntos anteriores. Por ejemplo, acumulando nuevas referencias que demuestran la veracidad de una hipótesis diferente a la que crees actualmente, o reinterpretando tus referencias existentes para que formen nuevas creencias.
Visto así, podría parecer que es sencillo cambiar la forma en la que ves la realidad. Sin embargo, en la práctica rara vez cambiamos lo que creemos.
Esto ocurre porque estamos programados para mantener nuestro modelo de la realidad a toda costa.
A tu mente no le interesa que lo que ahora consideras cierto cambie, ya que eso significaría tener que adaptarse a una nueva realidad todavía desconocida y aceptar que estabas equivocado, así que se encarga de que interpretes tus referencias y te comportes de una manera que confirme tus creencias actuales.
Este fenómeno se conoce como sesgo de confirmación, y es el culpable de que proceses el pasado de forma selectiva y de que sólo recuerdes aquellos hechos que respaldan las hipótesis que ya consideras verdaderas.
También es el causante de que, a la hora de buscar nuevas referencias, acudas siempre a fuentes que sabes de antemano que están alineadas con tu modelo de la realidad, y de que siempre te comportes de tal manera que tus acciones produzcan exactamente los resultados que esperas.
Por eso cuando defendemos un argumento sólo recordamos aquellos ejemplos que demuestran que llevamos razón. Por eso siempre leemos el periódico afín a nuestra ideología política. Y por eso cuando creemos que algo nos va a salir mal nos suele salir mal.
Esa necesidad de que nuestro modelo de la realidad permanezca estable nos empuja a entrar en un ciclo que hace que nuestras creencias se vayan reforzando a sí mismas a lo largo del tiempo:
Cuanto más creemos en algo, más acciones tomamos para generar nuevas referencias que refuercen esa creencia, y así hasta el infinito.
No es fácil salir de este círculo, y de ahí que nos resulte tan complicado modificar nuestro modelo de la realidad, pero por fortuna tampoco es imposible.
A continuación voy a contarte exactamente cómo hacerlo.
Cómo cambiar una creencia, paso a paso
Antes de compartir contigo los pasos para cambiar una creencia, es importante que entiendas un par de cosas.
La primera es que el proceso de cambio de creencias es, casi siempre, un proceso de sustitución.
Es decir, que no se elimina una creencia ni se añade otra nueva, sino que simplemente se sustituye una por otra.
Esto es así porque, a estas alturas de tu vida, tu modelo de la realidad ya está completo. Ya tienes creencias sobre cómo funcionan todos los aspectos del mundo.
Incluso si nunca has ido a Mongolia, tienes una idea en tu cabeza de cómo es el país y sus habitantes. Sí, es una creencia muy débil porque apenas tiene referencias, y por lo tanto será muy fácil de sustituir, pero está ahí.
Lo segundo que tienes que entender es que, a pesar de que en el artículo utilice los términos creencia y modelo de la realidad, en nuestro día a día no pensamos así. Nadie se levanta y dice «hmmm, que poco me gusta esta creencia limitante, voy a cambiarla por esta otra».
Normalmente lo que queremos es cambiar un comportamiento o una sensación desagradable, o simplemente entender algo que nos ha ocurrido y a lo que no le encontramos sentido, y eso acaba desencadenado el cambio de creencias sin darnos cuenta. En ningún caso funciona como un cambio de lavavajillas, donde primero eliges el nuevo modelo en un catálogo y luego haces la sustitución.
Ahora que tienes claro estos pequeños detalles, vamos al lío.
Sin más dilación: los 3 pasos para cambiar una creencia.
Paso 1: Estar dispuesto a cambiar
Sé que suena cliché, pero el primer paso para cambiar una creencia es estar abierto a ese cambio.
Piensa que no todo el mundo quiere cambiar.
Hay gente que está contenta con su modelo de la realidad actual porque ya les está produciendo los resultados que quieren, y no tienen ningún interés en modificarlo. Y no hay nada de malo en ello.
Normalmente, lo que nos empuja a buscar un cambio de creencias es el dolor.
Cuando los resultados que estamos obteniendo en algún área de nuestra vida no nos satisfacen, empezamos a considerar la posibilidad de que haya algo que estamos haciendo mal o que se nos está escapando.
Esa insatisfacción hace que entremos en un estado en el que estamos abiertos a nuevas posibilidades o en el que incluso empezamos a buscarlas activamente, y ahí es cuando es posible el cambio.
En mi caso, para cambiar mis hábitos de alimentación y ejercicio primero tuve que sentirme débil y sin energía durante meses y tener una mala experiencia jugando al racquetball.
Y para poder encontrar La semana laboral de 4 horas, primero tuve que llegar a un punto en el que tenía la vida resuelta y aun así no era feliz.
Esas situaciones fueron las que me hicieron entrar en un estado en el que estaba dispuesto a escuchar y probar otras alternativas, y si examinas tu vida seguramente descubras algo parecido.
Sin embargo, aunque la mayoría de cambios de creencias tienen su origen en momentos de insatisfacción, no tiene por qué ser siempre así.
No es necesario pasarlo mal ni que el universo te dé una bofetada para poder cambiar tu modelo de la realidad.
Puedes estar permanentemente preparado para cambiar… si cultivas la mentalidad adecuada.
El secreto está en ser humilde y recordar en todo momento que tus creencias no son verdades absolutas e inamovibles, sino hipótesis sobre como tú crees que funciona la realidad, y que el mundo es un lugar tan complejo que lo más probable es que no sean perfectas.
Debes estar siempre abierto a la posibilidad de que algo no sea como tú pensabas, y cuando eso ocurra, no avergonzarte de haber estado equivocado durante años, sino sentirte afortunado de poder corregir tu modelo de la realidad, porque eso va a tener un impacto muy positivo en tu vida.
Tener esa actitud hace que estés en un estado de cambio continuo, buscando en todo momento nuevas creencias para actualizar tu modelo de la realidad y de esta manera mejorar tus resultados.
A todas las personas que conozco que piensan así les suele ir muy bien, así que si sólo aplicas una idea de este artículo, que sea esta.
Paso 2: Encontrar una nueva hipótesis
Una vez que estás abierto a cambiar, el siguiente paso es definir en qué va a consistir ese cambio.
Para ello, tienes que encontrar una hipótesis que no sea parte de tu modelo de la realidad y que te haga plantearte lo siguiente:
«Oye, ¿y si el mundo funciona de esta manera en vez de como había creído que funcionaba hasta ahora? ¿Y si las cosas son de esta manera en vez de esta otra?»
Esta hipótesis alternativa puede surgir de muchos lugares…
- De una experiencia que vivas de primera mano
- De una historia que leas en un libro
- De un consejo que te dé otra persona
- De un patrón que hayas observado
- De una conclusión a la que hayas llegado por tu cuenta
Sin embargo, para que la consideres como una hipótesis factible, debe cumplir dos condiciones.
La primera es prometer mejores resultados que los que estabas consiguiendo hasta ese momento, porque si no creyeses que la nueva hipótesis es más acertada que la actual y que va a traerte más placer y menos dolor, no tendría sentido integrarla en tu modelo de la realidad.
La segunda es ser compatible con tu pasado. Es decir, que la nueva hipótesis te permita interpretar todo lo que te ha ocurrido años atrás de una manera que tenga sentido. Y a ser posible, que te ayude a entender por qué tus acciones anteriores no estaban funcionando.
Veamos un ejemplo para que lo entiendas mejor.
Durante mis años en Microsoft, como tenía algunos ahorros parados en mi cuenta corriente, decidí empezar a invertir en bolsa.
En aquel momento yo creía que invertir en bolsa significaba comprar acciones de una empresa que pensases que iba a subir, así que, siguiendo mi intuición y los consejos de mi compañero de piso, compré participaciones en varias compañías.
Mis primeros experimentos me salieron bien, y gané algo de dinero. El problema es que eso hizo que me viniese arriba y pensase que tenía olfato para invertir, cuando en realidad estaba jugando al casino.
Después del hundimiento de Nokia, y cegado por mis éxitos recientes, compré 10.000 dólares de acciones de la compañía sueca porque «habían bajado mucho y en el futuro tenían que subir sí o sí». Pero no sólo no subieron, sino que cayeron otro 50%.
De un día para otro perdí 5.000 dólares, y eso me dolió tanto que entré en un estado en el que estaba dispuesto a cambiar mis creencias sobre la bolsa y las inversiones.
Eso me llevó a leer un libro llamado I Will Teach You To Be Rich, que explicaba que comprar acciones de una empresa confiando en que suban no es invertir, sino especular, porque es imposible predecir el comportamiento del mercado. También afirmaba que incluso los grandes gestores de bolsa (salvo Warren Buffet y pocos más) eran incapaces de superar el rendimiento del mercado durante varios años consecutivos, y que lo ideal era comprar un fondo gestionado por un ordenador que simule un índice y no tocar tu dinero.
Esta nueva manera de entender el mundo de las inversiones prometía mejores rendimientos y sobre todo no perder pasta, y explicaba perfectamente lo que me había pasado con Nokia, así que era una hipótesis que merecía la pena considerar.
Digo considerar porque, en este punto, esa nueva posibilidad todavía seguía siendo sólo eso: una posibilidad.
Y es que para que una hipótesis se convierta en una creencia y pase a formar parte de tu modelo de la realidad todavía falta un último paso.
Paso 3: Validar la nueva hipótesis
En cualquier área de tu modelo de la realidad, la hipótesis que tomes como cierta será aquella que cuente con más pruebas de que es verdad.
Por eso, para completar un cambio de creencias no sólo necesitas encontrar una nueva hipótesis, sino también acumular suficientes referencias que la apoyen hasta llegar a un punto en el que supere en «votos» a la creencia anterior.
Hay tres maneras de conseguir esto:
1. Comportándote como si la nueva hipótesis fuese cierta
Este método consiste en darle una oportunidad a la hipótesis que estás evaluando y actuar durante un periodo de tiempo como si fuese cierta.
Eso te llevará a realizar acciones diferentes a las que estabas realizando hasta ese momento, que a su vez producirán resultados distintos que te permitirán evaluar si la nueva hipótesis es beneficiosa para ti.
Por ejemplo, cuando descubrí que existía un protocolo de alimentación llamado ayuno intermitente que afirmaba que hacer 2 comidas al día (almuerzo y cena) no sólo no era perjudicial para el organismo, sino que podía ser incluso beneficioso, lo primero que hice fue probarlo.
Aunque los primeros días pasé un poco de hambre, en cuanto me acostumbré al nuevo sistema me di cuenta de que me ahorraba muchísimo tiempo en la cocina, me simplificaba la vida y hacía que no estuviese pensando todo el día en comer. Además, durante esas primeras semanas me sentí más despierto y con más energía que nunca.
Todas esas sensaciones positivas se convirtieron en referencias en favor de la hipótesis de que saltarse comidas de vez en cuando es la forma óptima de alimentarse.
2. Buscando más pruebas sociales de que la hipótesis es correcta
Además de generar nuevas experiencias de primera mano, también puedes recopilar referencias de terceros que apoyen tu hipótesis.
Las dos formas más comunes de hacerlo son:
- Localizar más gente que crea en la hipótesis y que ya estén obteniendo los resultados positivos que tú deseas
- Buscar libros o artículos de expertos que defiendan la hipótesis
En el caso del ayuno intermitente, además de probar el método por mí mismo decidí investigar más sobre el tema.
Al hacerlo descubrí que había más personas que lo respaldaban y que lo practicaban, algunos de ellos culturistas y expertos en nutrición, y que había muchos estudios científicos que demostraban sus efectos beneficiosos en el organismo.
Esas referencias no fueron tan influyentes como mis propias sensaciones, pero también contribuyeron a hacer posible el cambio de creencias.
3. Reevaluando tus experiencias pasadas a la luz de la nueva hipótesis
Por último, la tercera manera de conseguir apoyos para hacer posible el cambio de creencias consiste en analizar todas las referencias que ya tuvieses y que apoyasen la creencia que quieres sustituir, e intentar reinterpretarlas a favor de la nueva hipótesis.
Esto es posible porque una referencia es sólo información, y somos nosotros quienes la interpretamos y le damos un sentido.
En el caso de mi alimentación, una de las referencias que sostenían mi creencia de que había que hacer 6 comidas al día era que cuando había empezado a comer de esa manera en el pasado había bajado de peso.
Sin embargo, después de conocer la existencia del ayuno intermitente, me di cuenta de que no había perdido peso porque hacer 6 comidas diarias acelerase mi metabolismo, sino porque había empezado a comprar alimentos más sanos y a cocinar en casa. Por lo tanto, mientras mantuviese esos hábitos saludables daba igual el número de veces que comiese al día.
Lo que conseguí con esta maniobra fue «robarle votos» a la creencia de la que quería deshacerme y dárselos a la nueva hipótesis.
Si quieres saber más sobre cómo identificar todos esos pensamientos y creencias que tienes arraigados en tu cabeza y cómo empezar a darles la vuelta para que sea más fácil conseguir tus objetivos, no te pierdas esta masterclass gratuita de Patricia Ibañez.
Conclusiones
Tu modelo de la realidad es el origen de todas tus acciones y sentimientos, y cambiarlo a mejor puede tener un gran impacto en tu vida.
En este artículo te he explicado a mi manera, sin coaching ni PNL, cómo realizar ese cambio.
Como has podido comprobar, no es algo sencillo, pero se puede conseguir. Y aunque lleve tiempo y esfuerzo, los resultados merecen la pena.
Para mí, mejorar mi modelo de la realidad es un sinónimo de crecer como persona, de evolucionar. Creo que todo gran avance personal va precedido de un cambio de creencias, y por eso estoy siempre a la busca y captura de nuevas hipótesis más útiles y beneficiosas para mí.
Esa curiosidad por aprender más sobre el mundo y su funcionamiento no sólo ha mejorado mis resultados, sino que ha sido una fuente de satisfacción y felicidad, y espero habértela trasmitido en esta serie de posts.
Para acabar, me gustaría despedirme con una frase de Henry Ford que resume muy bien el poder de las creencias:
«Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto»
¡Un abrazo y buena suerte!
Foto: La vía hacia delante