Este es un post invitado de mi amigo Antonio G. de Inteligencia Viajera
¿De dónde sacas el dinero para viajar tanto?
¿No te aburres siempre solo de un lado para otro?
Ahora que has terminado la carrera, ¿no piensas buscar trabajo o qué?
Estas tres preguntas (y sus derivados) fueron con las que más me acribillaron durante el comienzo del verano de 2014.
Aprobé el proyecto fin de carrera en junio, tras 8 años de idas y venidas por la universidad. Ahora, lo que se esperaba de mi, era convertirme en un becario de cualquier estudio de arquitectura.
Lamer culos un par de años cobrando 300 euros al mes y trabajar de 40 a 60 horas semanales (si, como lo has oído, hasta 60… no sabes como se las gastan los arquitectos cuando tienen concursos que aspiran ganar) no era lo que más me apetecía en ese momento la verdad.
Que se vayan a tomar por c***. No vendo mi tiempo tan barato.
Tú tampoco deberías hacerlo.
Realmente lo que yo quería era ir a un festival, Guča.
Tocar la trompeta durante 15 años y no haber estado allí era un pecado.
Así que cogí una mochila, 300 euros que tenía ahorrados y me fui.
Pero el camino era largo.
Esto fue lo que aprendí en ese viaje.
1. Aprende del mejor, copia a la bestia
Para comenzar me fui desde España a Milán, volé por 3 euros gracias a Air France, así que mi presupuesto seguía intacto.
Desde Milán llegué a Liubliana en Blablacar, y de aquí en bus hasta Zagreb. Allí me encontraba con Nina, una amiga croata que había conocido un año atrás en Granada.
Durante esta primera semana de viaje mi presupuesto se había esfumado en un tercio aproximadamente, por lo que tenía que comenzar a buscar estrategias aún más económicas para desplazarme.
Descubrí que Nina era una experta autoestopista. Así que sin más, le pedí que me enseñara los mejores trucos para hacer autostop y continuar mi ruta por los Balcanes. Al día siguiente, partíamos juntos hacía Novi Sad con este nuevo medio de transporte.
Me fijé en qué palabras usaba y cómo pedía en una gasolinera que nos llevasen. A quien se lo pedía y a quien no. Dónde estaba permitido y dónde prohibido hacer autostop. Cómo estudiaba las matrículas para saber a qué ciudad iban los coches y partir con ventaja en la conversación. Qué gestos hacía para llamar la atención de los conductores, qué ropa llevaba, cada cuánto cambiaba de estrategia si no la llevaban, etc.
En un día, me convertí en un clon de Nina. Ahora yo era una bestia para hacer autostop.
A partir de aquí no me gasté ni un duro en transporte. En cada país, en cada ciudad. Siempre conseguí viajar gratis.
Si eres un lector fiel de este blog, ya habrás oído hablar a Ángel sobre Emilio Duró y esta charla sobre copiar a la bestia. Es magistral.
Esto es aplicable en los demás campos de tu vida: copia al mejor en tu negocio, copia al mejor en desarrollo personal, copia al mejor para ligar.
2. El idioma no es una excusa válida para no viajar. Convierte tus desventajas en oportunidades
Dejé a la experta autostopista en Novi Sad, junto con otros amigos. Tenía que continuar mi marcha hasta el festival.
Antes paré en Belgrado y descubrí las heridas que deja la guerra. Tanto en las personas como en los edificios.
Llegué a Guča acompañado por un serbio, dos lituanos y un turco. Esto ya decía mucho sobre lo que iba a ser el festival: un encuentro multicultural, miles de personas, cientos de trompetistas, cerveza y rakia. Mucho rakia.
Fue increíble. Pero hace tiempo aprendí que el fin en sí mismo no es lo más importante, sino el camino. Así que continué.
Ya que estaba en Serbia, por qué no llegar hasta Bosnia. Sarajevo sonaba bien, así que volví a alzar el dedo.
En la zona central y sur de este país sólo hay montañas y pueblos no demasiado grandes. Hay poca gente que hable inglés.
Esto, lejos de ser una desventaja como yo creía, fue muy divertido. Y una increíble oportunidad de relacionarme con los nativos.
¡Menuda paradoja!
Las personas comenzaron a preocuparse más por mi, a ayudarme incluso sin pedirlo.
Había menos flujo de coches pero se paraban más. Yo me limitaba a enseñar el cartel y a sonreír. Así fui de coche en coche, de pueblo en pueblo, escuchando la lengua serbia, comunicándome con gestos con los conductores.
Entendí que el primer conductor era transportista, que el segundo joven iba a casarse y que el tercer hombre que me recogió tenía 3 hijos: dos varones y una niña.
Pero lo mejor fue cuando aquella mini -furgoneta naranja apareció tras la puesta de sol para rescatarme de la inminente noche en el bosque.
Sin mediar más de dos palabras seguidas que entendiéramos el uno con el otro, llegamos al tema del cine. La conversación a partir de aquí fue algo así:
– Conductor furgoneta naranja: sajkhbfytfytfoids srjkfasdjk Kusturica?
– Antonio: Da Da Kusturica!!! (al menos sabía que da era sí y ne era no)
– Conductor furgoneta naranja: cjocan Kusturica csaxzczgah Mokra Gora!
-Antonio: Mokra Gora?
Conductor furgoneta naranja: szbcxwuy czopxb (y señaló un pueblecito que emergía entre la niebla y las montañas)
Y allí estaba yo, llegando a Mokra Gora, en el entorno donde se rodó La vida es un milagro por uno de los cineastas que más admiro, Emir Kusturica.
Obviamente me quedé a dormir allí y al día siguiente disfruté como un enano.
Dado que en esta zona de Serbia no se hablaba inglés, los nativos pusieron más interés en conocer qué es lo que piensa y qué le gusta a un español. Gracias a esto llegué a un lugar que ni sabía que existía y que fue una gran sorpresa.
De lo que era una desventaja a priori, surgió una oportunidad.
No te quejes de lo que no tienes o no sabes. Aprende a buscar las oportunidades que surgen entre tus defectos.
A todo esto, ya es hora de que inviertas en ti mismo y aprendas inglés.
3. Relacionándote con los nativos aprendes cosas que no están en los libros de historia
Tras cruzar la frontera entre Bosnia y Serbia, finalmente llegué a Sarajevo en un BMW Serie 7 Berlina, aunque esto ya es otra historia.
De la capital me fui a Mostar. Aquí encontré un edificio, mezcla casa de la juventud y de la cultura llamada Okc Abrasevic, donde de vez en cuando, dejaban dormir en la terraza a mochileros que no tenían dinero.
Al llegar la noche y subir a “mi cuarto” encontré a una pareja de polacos que habían acampado allí. Desde que viví un año en Gdansk, me da mucha alegría siempre que me encuentro a un polski.
Me invitaron a cenar y pasamos la noche recordando batallitas viajeras entre cervezas bosnias “high quality”.
Al día siguiente me levanté con el olor del café. Ewelina y Krzysztof estaban sentados junto a Jbro, un hombre de unos cuarenta y muchos o cincuenta y pocos que vivía en un contáiner alojado en la terraza. Ninguno de los 3 nos habíamos percatado de su presencia durante la noche. Sin embargo, nada más despertar, él ya nos estaba preparando el desayuno.
Fue una suerte que Krzyzstof hablara Serbio. Jbro nos contaba sus batallitas mientras él nos las traducía en inglés a su chica y a mi.
En este punto, es donde los 3 aprendimos que si quieres aprender historia, tienes que preguntarle a alguien que la haya vivido.
Jbro, musulmán, nos contó que durante la guerra mataron a sus dos chicos, con 7 y 19 años respectivamente. Su mujer, de religión ortodoxa, tuvo que huir del país ya que los mahometanos la buscaban para asesinarla. Nos relató decenas de historias escalofriantes, que a duras penas pudimos soportar. Lo más aterrador de todo fue descubrir las dos figuritas de tela que colgaban justo a la entrada de su puerta.
Fue un encuentro duro. No puedo describirte todas las sensaciones, no encontraría las palabras adecuadas.
Hay encuentros que te cambian la forma de ver la vida.
No dejes pasar la oportunidad de adentrarte en la historia de un nativo.
Me despedí de Jbro con una sensación amarga. Le prometí que le enviaría una foto de todos nosotros que tomé con mi cámara y nos abrazamos como si no nos volviésemos a ver jamás.
El octubre pasado cumplí mi promesa y le envié esta foto.
4. No risk, no win. Confía en tu instinto, no te traicionará.
Después de unas dos horas con el cartel de Dubrovnik levantado y sonriendo a los conductores, un alemán, Doron, paró su Opel y me llevó hacia la costa de Croacia.
Trabajaba para la Unión Europea en proyectos de cooperación con países que quieren unirse a la comunidad en un futuro. Él era el jefe de la sección de Mostar.
Doron no iba exactamente hacia donde yo me dirigía, sino a Cavtat, una ciudad cercana pero más tranquila.
Algo me dijo: pues si él se dirige allí y te ha parado a ti, será por algo.
Así que decidí irme a Cavtat también.
Al contarle a Doron que me iba a quedar a dormir en la playa porque no tenía dinero me miró con cara de… este chico está regular de la cabeza.
Me ofreció acompañarlo en el apartamento que había alquilado, en el que había una sofá cama que resultó ser como 3 veces más grande que mi cama de Granada. Doron tenía pasta. Mucha pasta.
Al llegar al cuarto, me comentó que había reservado en el restaurante al cual él siempre iba. Y que, por supuesto, yo estaba invitado y no podía decir que no.
La alarma de mi cerebro reptiliano saltó:
¡Tío cuarentón con pasta te invita a dormir con él en su apartamento de lujo y te lleva a cenar! ¡Antonio, este te va a meter de tó’ menos miedo!
A ver, vayamos por pasos.
¿Te sientes incómodo con él? No
¿Ha dicho alguna palabra fuera de tono? No
¿Has sentido algo extraño? No
Vale, cualquier persona normal en dicha circunstancia hubiera opinado como mi cerebro. Sin embargo, una vocecita interior me decía que todo iba a ir bien. Que disfrutara (no pienses mal).
Así que me la jugué.
Resultado:
- Nos bebimos dos botellas de vino de no sé que región (eran la hostia). Media docena de ostras cada uno, un pescado al horno de 2 kilos y pico que habían cogido la misma mañana. Y de postre, tarta.
- Al día siguiente me invitó a desayunar y me pagó un barco (ida y vuelta) que iba a Dubrovnik.
- Esa noche repetimos cena en el mismo sitio. Añadimos carpaccio de pulpo.
- Durante todas las conversaciones aprendí de él. Creo que ha sido una de las personas con más conocimientos que he conocido en mi vida.
- Al día siguiente me acercó a las afueras de la ciudad para que continuara haciendo autostop.
- Palabras fuera de tono: 0
- Insinuaciones: 0
- Momentos incómodos: 0
No eres el único que no se lo creía. Yo me dije a mi mismo, que obviamente, en algún momento de nuestras veladas me insinuaría algo. Era de cajón.
Mi pregunta fue:
¿Por qué no lo hizo?
Con más perspectiva, mis preguntas ahora son:
¿Por qué siempre pensamos mal? ¿Por qué tenemos la creencia que si una persona da algo, siempre espera alguna cosa a cambio?
El que no arriesga, no gana.
Escucha a tu instinto. Evitará los malos momentos y sabrás cuando aprovechar los buenos.
5. Sé flexible. Concédete el don de la improvisación
Apenas me quedaban 40 euros en el bolsillo para dos semanas más de viaje por los Balcanes.
Así que continué haciendo dedo por la costa croata sin pensarlo demasiado.
En Dubrovnik me recogió la primera y última chica que me paró en todo el viaje.
Jana conducía una furgoneta azul. No iba para Split como yo, sin embargo, me podía dejar a mitad del camino, en Makarska.
Decidí dar una vuelta por aquí antes de continuar en la carretera, así podía ver una ciudad más que no estaba en el planning.
Justo al llegar a la plaza principal, me topé con una galería de arte. Entré y me quedé con la boca abierta al ver los cuadros que había allí. Marijeta, la dueña de la galería, sonreía al verme flipando tanto.
Enseguida le di la enhorabuena y le pregunté el precio de un cuadro que me gustaba.
Me miró de arriba abajo y me dijo con un perfecto acento americano:
You can’t afford it.
Y los dos nos reímos a carcajadas.
Esa noche dejé la mochila en su galería y me fui a dormir a una playa que me recomendó Marijeta (junto con una pareja de alemanes que conocí en la misma galería).
Al día siguiente, después de dos horas de conversación con Mare, comencé a trabajar en su galería de arte.
Cambié así los planes de ir a Korcula, Hvar, o el parque nacional Krka por trabajar rodeado de unas pinturas de las que me enamoré.
Durante la semana que estuve allí pude ganar el dinero que necesitaba para poder finalizar mi viaje. Conocí a uno de los mejores pianistas que he escuchado en mi vida (Maro, tiene 18 años). Intercambié unos pantalones de colores por una camiseta de Dalí. Y una chica me revolucionó, Vjera.
Además, me hicieron unos carteles muy molones para mis próximos destinos.
Me salté mi plan a la torera. El ser flexible e improvisar un poco durante el viaje me llevó a estas experiencias de valor incalculable.
Este verano Marijeta y yo hicimos un road trip por España en mi coche. Ahora hablamos casi todas las semanas por skype y tenemos planeado montar una galería de arte juntos en Noruega. Aunque no sabemos cuando…
¿Te acuerdas del cuadro que me gustó pero que no me podía permitir?
Ahora está en mi cuarto junto con la orla. Me lo regaló como muestra de agradecimiento.
6. La gente es buena por naturaleza
En Markarska fue la vez que más esperé haciendo autostop, fueron más de 2 horas y media. Cuando creía que ya nadie me iba a parar…
Sorpresa. Una moto.
Recorrí en dos ruedas la costa de Croacia desde Makarska hasta Split. Así, por la cara.
Si es que lo bueno se hace esperar.
Llegando a Split, Omar me volvió a preguntar lo mismo: ¿Y dónde te quedas a dormir?
Mi respuesta tampoco era nueva: En la playa.
Misma cara que Doron.
Y añadió: bueno, yo conozco un chico que lleva un hostal que siempre me hace el 50%, si hablo con él, seguro que a ti también.
¿Pero cuánto es la noche con ese 50%? Pregunté.
Pues unas 100 kunas (13 euros).
No puedo permitírmelo Omar. Gracias. Estaré bien en la playa, no te preocupes.
Omar, como si no hubiese oído nada, me llevó hasta el hostal. Paró en el banco de la esquina. Me puso en el bolsillo, con un movimiento Ninja, 200 kunas y me dijo que ya tenía reservada la habitación.
No hubo manera de devolverle el dinero.
Me dio un papel con su email. Y se fue con su moto, volvía en ferry hasta Italia.
A la vuelta, le escribí un email de agradecimiento.
Esta fue su respuesta:
¡Genial Antonio! Estoy feliz que llegaras a casa sano y salvo de tu ruta de los balcanes. Lo que hice por ti fue sólo lo que yo recibí en el pasado, es como una cadena de buenas acciones. Te deseo lo mejor para ti y para tu familia también. Omar
Al recibir este correo, se me saltaron las lágrimas.
A partir de entonces, siempre que tengo la oportunidad ayudo a un viajero. Y le digo que continúe con la cadena de buenas acciones.
Hay personas malas y buenas en cualquier lugar del mundo.
Hijos de puta hay muchos, pero personas que te van a ayudar muchas más. Me atrevería a decir que más del 95% de la gente te va a ayudar en lugar de joderte.
Puedo afirmarlo con cada uno de los días que he estado viajando desde hace 5 años.
Y con este viaje, aún más.
No temas a las personas.
7. Viaja solo, al menos una vez en la vida
No podría haber aprendido todas estas vivencias si no hubiera hecho este viaje en solitario.
Incluso estoy pensando en escribir un libro sobre todo lo que me pasó, ya que lo que has leído es sólo una pequeña parte. Creo que no lo he comenzado todavía porque me da miedo que no lo compre nadie.
El viaje a los Balcanes me marcó tanto por el simple hecho de:
- Viajar solo
- Ir con muy poco dinero
- Ser flexible y aprovechar cada oportunidad en el momento
Sin embargo, pocas fueron las horas en las que estuve solo. Cada día conocía a 9 o 10 personas nuevas. Ni si quiera hoy puedo acordarme de todos los nombres de [email protected]
No puedo recordar un momento en que me sintiera solo. No conocí la soledad en este viaje.
Ya deberías saber cómo viajar solo sin quedarte solo y las ventajas que tiene este tipo de viaje.
Tú deberías hacerlo, al menos una vez en tu vida.
Te aseguro que si pruebas, repites.
Bonus track: 7+1. Tú decides
No hago apología del autostop o del viajar sin dinero.
A veces sí que la hago del viajar solo, aunque intento que no lo parezca.
Lo que sí hago siempre es apología del viaje.
En 2010 el irme de Erasmus cambió mi vida por completo. ¿Por qué?
- Aprendí inglés
- Comencé a viajar
Empezar a viajar me salvó la vida.
Por lo tanto, sé muy bien lo que aporta un viaje. Estoy agradecido por ello y con mi proyecto intento eliminar todas las excusas que tengas para que tú también experimentes estos beneficios.
No soy el único consciente de este hecho. Hay cientos de personas que pueden afirmarlo tan rotundo como yo.
Puedes preguntarle a Judith, Pau, Antonio, Aniko, Andrea, Bosco, Franck o al mismo Ángel.
Tú decides si comenzar a actuar ya o dejar que se te pase la vida.
Si quieres viajar, viaja. Si quieres componer una canción, componla. Si quieres escribir, escribe. Si quieres vender tartas de chocolate, véndelas. Pero hazlo ahora, hoy mismo. No procrastines.
No te encierres en un trabajo que no te gusta. Vas a emplear tu mayor tiempo haciendo algo para sobrevivir, para ganar dinero y ayudar a las personas. Entonces haz algo que merezca la pena, para ti y para los demás.
Todos y cada uno de nosotros tiene un talento. Tienes que escucharte, hacerle caso a tu voz interior, a tu instinto. Si aprendes a hacerlo, es imposible que no sepas qué hacer con tu vida.
Aprende inglés. Hoy día tanto a la hora de los negocios como en las relaciones globales, todo es en inglés. De aquí a unos pocos años si no puedes comunicarte o leer en inglés vas a ser el analfabeto del siglo XXI.
No necesitas dinero para viajar, ni tampoco una persona a tu lado. Solo necesitas ganas.
Regalo
Si decides pasar a la acción hoy mismo, te dejo un checklist con todo lo que necesitas llevarte en un viaje para que no dejes nada imprescindible en casa. Viene con consejos para optimizar el peso y el espacio, así como recursos para hacer tu viaje más cómodo y seguro. También te ofrezco un ebook con los 12 pasos y 4 fases que vas a experimentar antes y durante el viaje. Puedes descargarlo todo gratis aquí.
Si tienes preguntas, déjalas en los comentarios. Si no estoy haciendo autostop por ahí y tengo conexión prometo contestarlas 😉
NOTA: Justo el mismo día que se publicó este artículo murió una de las personas cuya influencia ha dejado una profunda huella en mí. Me quedo con los revuelos que causó tu prosa, con las reflexiones a las que me invitaste a desarrollar, yo me quedo, más que con tus palabras, con tus ideas. Esto va por ti, Eduardo.
Vivir (viajar) sin miedo