El otro día, analizando las respuestas a una encuesta sobre el curso que voy a lanzar a principios del 2014, vi que muchas personas no se atreven a empezar su blog porque –y cito textualmente– «nunca me parece suficientemente bueno lo que escribo».
Yo también he pasado por esa fase y sé que es una situación bastante común, así que he decidido escribir unas líneas al respecto.
Si estás a punto o acabas de empezar cualquier trabajo creativo, lo que te voy a contar a continuación te interesa.
Mi experiencia personal
Antes de empezar Vivir al Máximo decidí hacer una pequeña prueba para ver si estaba preparado. La idea de tener un blog me resultaba muy atractiva y se me ocurrían mil temas para posts, pero como sé por experiencia que muchas veces lo que nos imaginamos no se corresponde con la dura realidad del día a día, quise experimentar en mi propia piel lo que significa de verdad ser blogger antes de lanzarme a la piscina.
Lo que hice fue simplemente sentarme a escribir; a poner en palabras todos esos artículos que tenía en la cabeza.
El resultado fue desesperanzador. Yo quería que mis posts fuesen tan buenos como los de Chris Guillebeau o Pat Flynn, como los de David Cantone o Franck Scipion, como los de Marina o El Guardián entre el Centeno. Pero mis posts eran malos, o como mucho mediocres siendo generosos.
Para mí todo esto era muy frustrante. A veces me pasaba cuatro horas delante del portátil y al acabar sólo había redactado un párrafo, que encima no me convencía del todo. Estaba toda la tarde borrando lo que escribía porque no cumplía con mis estándares de calidad, estándares que había desarrollado leyendo a los grandes.
Más de una vez pensé en tirar la toalla, en aceptar que yo no valía para escribir. Hasta que un día entendí que lo que me estaba pasando era perfectamente normal.
No pretendas ser Rafa Nadal
Quizá esta historia te resulte familiar:
Estás viendo un partido de Rafa Nadal. Es uno de sus partidos míticos, contra Djokovic o Federer, súper emocionante y lleno de golpes imposibles. Tras remontar un 4-0 se lleva la victoria. Tú, que te has tragado los 5 sets, estás tan motivado que llamas a un colega para echar un tenis en la ciudad deportiva. Después de ver el espectáculo por la tele estás convencido de que no puede ser tan difícil: sólo hay darle fuerte a la pelota y apuntar a los lados.
Llegas a la pista, sacas la raqueta y le pides a tu amigo que te tire una bola. Aprietas los dientes y te concentras. Quieres ponerla en la esquinita, como has visto tantas veces hacer a Rafa. Te colocas, preparas el brazo, le das con todas tus fuerzas… y lo que haces es un homerun.
¿Te ha pasado alguna vez? Porque es exactamente la misma situación que con la escritura. Admiras a los grandes, quieres hacerlo tan bien como ellos, pero no tienes la habilidad necesaria. Tu paladar está más entrenado que tus artes culinarias o, lo que es lo mismo, existe una gran distancia entre lo que te gustaría hacer y lo que eres capaz de hacer.
Ira Glass, el presentador de This American Life, uno de los programas más famosos de la radio americana, lo explica perfectamente:
«Todos los que hacemos cualquier tipo de trabajo creativo lo hacemos porque tenemos buen gusto. Pero existe una distancia. Durante los dos primeros años haces cosas, pero no son buenas. Intentan ser buenas, tienen potencial, pero no lo son. Pero tu sentido del gusto, ese ‘algo' que te hizo meterte en esto, sigue siendo excepcional. Y es precisamente por tu sentido del gusto por lo que tus resultados te decepcionan.
Mucha gente nunca supera esta etapa, abandonan. La mayoría de personas que conozco que hacen algo creativo e interesante estuvieron varios años así. Sabemos que nuestro trabajo no tiene ese toque especial que nos gustaría que tuviese.
Todos pasamos por esto. Si acabas de empezar o estás todavía en esta fase, tienes que saber que es normal, y que lo mejor que puedes hacer en tu situación es producir mucho. Ponte una fecha límite para que cada semana termines una historia. Sólo si te enfrentas a un volumen de trabajo lo suficientemente grande conseguirás eliminar esa distancia y tus resultados serán tan buenos como los que ambicionas. A mí me costó darme cuenta de esto más que a cualquier otra persona. Te va a llevar un tiempo. Es normal que te lleve un tiempo. Simplemente tienes que abrirte paso luchando.»
Imprime estos tres párrafos y pégalos en la pared, porque es esencial que aceptes cuanto antes que…
En tus inicios vas a dar pena
Es así. Te puede gustar más o menos, pero vas a dar pena. Da igual que sea jugando al tenis, escribiendo, creando una página de afiliados, dibujando o bailando flamenco: al principio no vas a hacerlo tan bien como te gustaría. Es más, ni siquiera vas a hacerlo bien. ¿Pero sabes qué? Es normal.
Solo tienes que saberlo antes de comenzar a hacer algo para no desmotivarte. Si crees que vas a ser el nuevo Rafa Nadal antes de haber pisado una pista de tenis o el nuevo Tim Ferriss antes de ni siquiera instalar WordPress, te auguro un oscuro futuro.
En general por ahí sólo te venden el lado bueno de la historia. Te dicen que dejes tu trabajo, montes un negocio pasivo y te vayas a beber daiquiris en una playa del Caribe. Que empieces un blog, te posiciones como un experto en tu nicho y vendas millones. Que abandones tu carrera y te ganes la vida haciendo lo que te apasiona. Lo que nadie te cuenta es que empezar de cero en cualquier campo es jodido. Muy jodido. Porque los primeros años –no meses, años– tus resultados van a dejar mucho que desear y eso no es divertido. Y es que a nadie le gusta perder los partidos 6-0, 6-0 ni publicar algo que no le interesa a nadie, pero es lo que hay. Como decía Raúl, mi antiguo profesor de ajedrez: «Ángel, para ganar mucho primero hay que perder mucho.»
Así que a ti que dices que no te parece suficientemente bueno lo que escribes, yo te pregunto: ¿comparado con qué? Porque si lo comparas con los artículos de los blogueros consagrados a los que lees todos los días y que llevan años dedicándose a esto, ¡lo raro sería que estuvieses a su nivel! Pero déjame que te cuente un secreto: ellos también fueron principiantes en su momento, como tú lo eres ahora o como lo soy yo. Sus posts no siempre fueron así de brillantes. Y si no me crees, ve al archivo y lee lo que escribieron en sus inicios.
Por eso, lo mejor que puedes hacer es aceptar tu nivel actual y centrarte en acortar la distancia que existe entre donde estás ahora y donde te gustaría estar.
El camino a la excelencia
La pregunta que te deberías hacer antes de empezar un blog no es si eres lo suficientemente bueno, sino si vas a ser capaz de dedicarte a ello durante al menos cinco años. Si vas a tener la constancia y fuerza de voluntad necesaria para estar varios meses publicando nuevos artículos cada semana a sabiendas de que sólo los lee tu madre y tres amigos. Porque, como dice Ira Glass, la única manera de conseguir que tus posts tengan ese toque especial que marca la diferencia es escribiendo muchos posts.
Permíteme que comparta contigo una de mis historias favoritas sobre este tema sacada del libro Art and Fear:
«El primer día de clase, un profesor de alfarería anunció que iba a dividir a sus alumnos en dos grupos. A todos los que estaban en el lado izquierdo del taller, dijo, los evaluaría únicamente en función de la cantidad de trabajo que produjesen, y a todos los que estaban en el lado derecho únicamente en función de la calidad del mismo. Su método era simple: el último día de clase traería una balanza y pesaría el trabajo del grupo de «cantidad»: 20 kilos de vasijas equivaldría a un sobresaliente, 15 kilos a un notable, etc. Por el contrario, el grupo que iba a ser evaluado en base a la calidad de su trabajo sólo necesitaba presentar una vasija, pero tenía que ser perfecta para sacar un sobresaliente.
Cuando llegó el día de la evaluación sucedió algo curioso: el grupo al que se le puntuaba en función de la cantidad también había sido el que había producido las mejores vasijas. Mientras que el «grupo de la cantidad» había estado ocupado enfrentándose a una gran carga de trabajo -y aprendiendo de sus errores-, el «grupo de la calidad» había estado teorizando sobre la vasija perfecta, y al final lo único que tenían para mostrar eran unas cuantas teorías y un montón de arcilla sin forma.»
Mi recomendación si estás empezando, por tanto, es que te marques una rutina semanal con la que te sientas cómodo y que la cumplas escrupulosamente:
- Publicar 2 posts a la semana
- Hacer 500 saques a la semana
- Ir a bailar salsa 3 noches a la semana
Te reto a que escribas 500 posts y sean todos malos. A que crees 10 cursos y no tengas ningún alumno. A que juegues 1000 partidos de tenis y los pierdas todos.
Haz el trabajo y te aseguro que verás resultados.
La mentalidad adecuada
Para terminar, me gustaría compartir contigo algunas ideas que siempre tengo presentes y que me han ayudado en mi camino:
- Date permiso para equivocarte. Si a un amigo que está empezando y lo hace mal nunca se te ocurriría gritarle que es un inútil o que no vale para eso, tampoco te lo grites a ti mismo. Escribe siempre lo mejor que puedas, pero al mismo tiempo sé paciente y compasivo.
- Busca siempre la utilidad, no la perfección. En vez de tratar que lo que escribas sea perfecto, intenta que sea útil. Si un post entretiene, inspira o resuelve un problema es un buen post. La perfección irá llegando con el tiempo.
- No te rindas. Piensa en un niño pequeño que está aprendiendo andar. ¿Te imaginas que después de caerse tres veces dijese «esto de ponerse de pie no es para mí, voy a gatear toda mi vida»? Tú también tienes que ser capaz de levantarte después de cada caída. Al igual que esas caídas cuando eras un bebé, a la hora de empezar algo nuevo son los errores los que te enseñan a vivir la realidad y superarte.
¡Mucho ánimo con tu blog! Nadie dijo que fuese fácil, pero puedes estar seguro de que merece la pena 🙂
###
Y tú, ¿cómo fueron tus inicios en algo que ahora se te da muy bien? ¿Qué consejo le darías a los aprendices como yo?
La foto es de la primera vez que fui a hacer curling, el mejor deporte del mundo mundial. El 90% de las piedras se me quedaron a media pista o dieron contra el tope que hay al final.
¡Ya estoy en Nueva Delhi! Afortunadamente aquí no hace tanto frío como en España 😉