Hace un par de días, una amiga –a la que llamaremos Natasha en honor a este fantástico sobre mí– me preguntaba lo siguiente:
Tengo trabajo en un hotel como camarera. No estoy explotada ni mucho menos, es más, cobro bastante bien porque hago pocas horas muy bien pagadas. Soy de mis amigos de las pocas que tiene trabajo y en muchas cosas noto que eso marca una diferencia. O sea, que no tener trabajo es una mierda.
Hay un programa en EEUU para ser asistente de español en un colegio bilingüe. Yo viviría en una familia con los gastos de alojamiento y manutención pagados y trabajaría 25 horas semanales en el cole ayudando al profe titular de español.
Me apetece muchísimo, no el programa en sí, sino la experiencia de irme a vivir a EEUU que es algo que siempre he querido hacer. Y por una parte digo: «¡Venga que lo hago!» Pero por otra digo: «¿Y a la vuelta que?» Porque siendo realistas, tu blog es la leche pero en cierto modo hay cosas utópicas y no quiero que a la vuelta la situación sea «dejé mi trabajo y ahora me arrepiento».
Quiero decir, yo no tengo ni ahorros, ni una cabeza brillante como para asegurarme un proyecto del copón a la vuelta, y con más o menos probabilidad, no tendría nada al volver.
Pero sé que el hotel no es mi futuro. Quiero dejar mi trabajo y sé que lo tengo que dejar, pero nunca encuentro la excusa o el momento exacto. Entonces no sé qué hacer. No sé si elegir esto es un error o un acierto, o qué narices hacer. No sé si esperar o lanzarme a la piscina.
Como pienso que el caso de Natasha es bastante común y que quizá tú estés o hayas estado en una situación similar, he decidido contestarla públicamente en el blog por si a alguien más le resulta útil mi opinión.
Fiel a mi estilo, no le diré a Natasha lo que tiene que hacer porque yo no soy nadie para vivir por ella. En vez de eso, le daré algunas ideas que le hagan reflexionar y le ayuden a tomar su propia decisión.
1. Relee tu mensaje
Cuando estuve en casa de Javier Malonda aprendí que el lenguaje que utilizamos dice mucho de nosotros. No es lo mismo decir que «vas a intentar escribir todos los días» que decir que «vas a escribir todos los días.»
Muchas veces nuestro inconsciente tiene la respuesta que buscamos, así que empieza por analizar lo que tu misma has escrito.
Fíjate en algunas de tus frases:
- «…irme a vivir a EEUU que es algo que siempre he querido hacer»
- «…sé que el hotel no es mi futuro»
- «…sé que lo tengo que dejar y que nunca encuentro la excusa o el momento exacto»
La impresión que me llevo es que tienes muy claro que quieres dejar tu trabajo de camarera e irte a Estados Unidos y que realmente el tema de «no sé si dejar mi trabajo» no es el verdadero motivo de este email. Simplemente necesitas que alguien valide tu decisión.
¿Tengo razón?
2. Tómate un tiempo para pensar en qué quieres hacer con tu vida
Es curioso, pero la mayoría de gente que conozco se pasa más tiempo planeando sus vacaciones de verano que planeando su futuro.
Dices que el hotel no es tu futuro… ¿Pero sabes cuál es?
Te recomiendo que te tomes unas horas este fin de semana para irte tu sola a un lugar tranquilo a reflexionar. Llévate papel y boli y describe cómo sería tu día perfecto:
- ¿En qué ciudad vivirías?
- ¿Cómo sería tu casa?
- ¿A qué hora te despertarías?
- ¿En qué trabajarías?
- ¿En qué usarías tu tiempo?
- ¿Quiénes serían tus amigos?
Cuantos más detalles utilices, mejor. Indica cómo irías vestida, qué desayunarías, qué tiempo haría… Todo lo que se te ocurra.
Cuando hayas acabado, relee lo que has escrito y hazte las siguientes preguntas:
- ¿Están mi trabajo de camarera y mi vida actual en sintonía con mi vida perfecta?
- ¿Y el programa en los Estados Unidos?
- ¿Cuál de los dos caminos es más probable que me lleve a donde quiero llegar?
3. En caso de duda, elige lo que más te entusiasme
Incluso si haces el ejercicio anterior, lo más normal es que sigas sin tener del todo claro qué es lo que quieres hacer con tu vida. No te agobies por ello: el que de pronto se te encienda una bombilla y descubras «tu pasión» sólo ocurre en las películas de Hollywood (mi parte favorita son los 30 segundos a cámara rápida en los que el protagonista hace todo el trabajo duro).
Cuando uno no tiene claro lo que quiere hacer es el momento de salir a explorar y probar cosas nuevas. Porque por mucho que lo intentes, es imposible descubrir que es lo que te gusta desde el sofá de tu casa.
Haz una lista con actividades que te entusiasmen sólo de pensar en ellas y empieza por ahí. ¿En qué posición está el programa en Estados Unidos (no el vivir en Estados Unidos, el programa completo)? ¿Cuántas de esas actividades son posibles en tu situación actual?
4. Existen otras maneras de lograr lo que te propones
Siempre suele haber varias maneras de conseguir un objetivo. En tu caso particular, si lo único que quieres es irte a vivir a Estados Unidos, recuerda que existen más opciones que el programa de que me hablas. Por eso es muy importante que el resto del pack también te interese.
¿Vas a disfrutar de esas 25 horas a la semana en el colegio bilingüe? ¿Te va a servir a conseguir el futuro que tienes en mente?
En caso de que tu respuesta sea NO, aprovecha que tienes tiempo de sobra para buscar una alternativa mejor.
5. La vida es incierta. No asumas nada
Por mucho que te empeñes, es imposible predecir el futuro. La vida es incierta y lo único seguro es que todos nos vamos a morir. ¡Pero no veas esto como algo negativo! Todo lo contrario: esa incertidumbre, ese no saber lo que va a pasar es precisamente lo que hace que vivir sea tan divertido.
Imagínate que te ofreciese un libro súper gordo en el que estuviese escrito todo lo que te va a ocurrir de aquí hasta el final de tus días. ¿Te gustaría leerlo? A mí no. Creo que le quitaría toda la emoción a la vida.
Lo que quiero decirte es que no asumas que si te quedas en Madrid todo va a seguir igual. Puede que dentro de un mes el hotel atraviese un mal momento económico y tenga que echar a algunos empleados, o que cambien al jefe del restaurante y tu trabajo se convierta en un infierno.
De igual manera, no asumas que a la vuelta no vas a encontrar nada; es más, ¡no asumas ni que va a haber una vuelta! (pero considéralo como una opción posible) . ¿Y si le caes bien al director del cole y acaba contratándote? ¿Y si alguien que conoces en Estados Unidos te abre algunas puertas que antes tenías cerradas? ¿Has preguntado en el hotel que si te contratarían a la vuelta en caso de que te marchases unos meses? ¿Es posible que a la vuelta el saber te permitiese acceder a otros puestos de trabajo mejores que el actual? Las posibilidades son infinitas.
6. ¿Qué es lo peor que te puede pasar?
Cuando todavía estaba dudando entre dejar mi trabajo o seguir en Microsoft, una de las cosas que más me ayudó a decidirme fue el hacer dos listas: una con lo peor que me podría pasar y otra con lo mejor que me podría pasar. Luego puse un número del 1 al 10 al lado de cada punto que indicaba la probabilidad de que ocurriese eso. Me quedó algo así:
Lo peor que me puede pasar
- Me gasto todo el dinero en una noche en el casino (1/10)
- Descubro que viajar no me gusta tanto como creía (1/10)
- Fracaso en mis proyectos personales y tengo que volver a España a buscar trabajo (3/10)
Lo mejor que me puede pasar
- Vivo una experiencia inolvidable (9/10)
- Durante el viaje conozco a personas y se me ocurren ideas que me abren puertas que hasta entonces habían estado cerradas (9/10)
- Mis proyectos tienen éxito y consigo vivir por mí mismo trabajando por Internet (7/10)
Es decir, que en el peor de los casos lo más terrible que me podría ocurrir sería volverme a casa de mis padres y tener que buscar trabajo; sin embargo, en caso de irme bien las recompensas serían considerables. Creo que ya sabes qué decisión tomé.
Te recomiendo que tú también hagas estas dos listas. Te ayudarán a poner las cosas en perspectiva.
7. Recuerda que no vas a vivir eternamente
Esta noche antes de acostarte di en voz alta: «Hoy es un día irremplazable que ya nunca más volveré a vivir.»
¿Cómo te sientes? ¿Estás satisfecha con la manera en que has vivido este día único e irremplazable?
No olvides que tarde o temprano te vas a morir, así que si hay algo que de verdad quieres hacer no tienes tiempo que perder.
Si decides quedarte, ¿vivirías arrepentida por no haber hecho el programa o te daría igual y te olvidarías a los dos días? Más vale intentarlo y fracasar que arrepentirse por no haberlo intentado.
8. Haz las cosas con cabeza
Desconozco tu situación económica o si el programa que quieres hacer cuesta dinero, pero si decides hacerlo asegúrate primero que has ahorrado lo suficiente como para permitírtelo sin necesidad de préstamos ni de que tus padres lo pasen mal por ayudarte. Si no es el caso, primero ahorra y luego hazlo.
Yo me preocuparía más de eso que de lo que pueda pasar a la vuelta. Nadie sabe lo que va a pasar a la vuelta y parece que tienes claro ya que no vas a trabajar de camarera toda tu vida, así que mejor aprovechar esta oportunidad ahora que la tienes y no posponer el problema porque eso no va a solucionar nada.
Conclusiones
Salvo la duda que me queda de si te convence la parte de vivir con una familia y trabajar en la escuela, mi opinión (y creo que la tuya también) es que deberías lanzarte a la piscina. Hace calor, el agua está buena y tu cerebro te manda el mensaje de «quiero dejar mi trabajo» de una forma bastante clara.
Está claro que 1) no quieres ser camarera toda tu vida y 2) la experiencia en Estados Unidos te va a aportar mucho más tanto personal como profesionalmente que el quedarte en Madrid, así que no hay mucho más que decir.
Por supuesto, esto es únicamente mi manera de ver las cosas. Ya sabes que yo te animo a que decidas por ti misma y hagas lo que te dé la gana 🙂
¡Un fuerte abrazo y mucha suerte elijas lo que elijas!
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Y tú, ¿qué le recomendarías a mi amiga Natasha o a otra persona que se encuentre en una situación similar? ¿Cómo saber qué opción es la correcta?
La foto es con el Golden Gate Bridge en San Francisco, una ciudad que le recomiendo a Natasha aunque sé que ya la conoce 🙂