Hoy quiero empezar una serie de posts sobre un tema tabú para muchos: el dinero.
Si llevo desde el pasado mes de Febrero viajando por Asia es porque tengo suficiente dinero como para permitírmelo. Ese dinero viene de lo que ahorré durante los 4 años que trabajé en Microsoft y lo que gané (y sigo ganando) con mi negocio pasivo online.
El dinero es una pieza fundamental para poder vivir al máximo por una sencilla razón: te permite comprar tu libertad.
A día de hoy, calculo que podría vivir en una ciudad como Chiang Mai durante más de 10 años sin tener que trabajar y sin privarme de nada. Piénsalo: ¡10 años seguidos en los que todos los días son sábado!
Aun así, estoy muy lejos de ser económicamente libre. Mi idea de vivir al máximo conlleva pasar de los 37, crear una familia, tener hijos y visitar más países además de Tailandia, y para eso necesito mucho más dinero del que tengo ahora 🙂
Muchos creen que conseguir una gran cantidad de dinero es suficiente para alcanzar la tan ansiada “libertad económica,” pero esa es sólo una pieza del puzzle. Por eso, las personas que ganan la lotería acaban arruinadas al cabo de unos años en vez de vivir el resto de su vida sin tener que trabajar, y hay compañeros de Microsoft que llevan en la empresa más tiempo del que yo estuve y que viven prácticamente sueldo a sueldo.
Para comprar tu libertad, necesitas cuatro cosas:
- Tener las creencias adecuadas
- Ganar lo suficiente para permitirte el estilo de vida que deseas
- Gastar menos de lo que ingresas
- Invertir tus ahorros adecuadamente
Cada uno de estos puntos es imprescindible en la ecuación, y al mismo tiempo un requisito necesario para el siguiente. Todo esto conlleva a una conclusión que debes tener muy clara: la libertad no tiene precio fijo y depende de cada persona y situación.
Por desgracia, en la escuela no nos enseñan nada sobre dinero, economía o finanzas. En vez de eso, nos obligan a aprendernos los ríos de España y sus afluentes que, por supuesto, es algo mucho más útil. El resultado queda a la vista: gente que sabe dónde desemboca el Miño (en el océano Atlántico) pero que pierde los ahorros de toda una vida en acciones preferentes de Bankia.
En los próximos posts trataré cada uno de estos 4 puntos en detalle pero, antes de eso, me gustaría empezar por el principio: mi relación con el dinero a lo largo de mi vida y las cosas que aprendí en el camino.
Los inicios
La educación financiera empieza siempre en la familia. En función de lo que tus padres te enseñen sobre el dinero y de cómo veas que lo gestionan, adquirirás unos valores y creencias u otros. Como siempre, el primer paso para cambiar esos valores y creencias es identificar cuáles son.
Yo tuve la suerte de nacer en un entorno con una relación muy sana con el dinero. Mi padre es profesor de inglés en un instituto y co-propietario de una pequeña empresa, y mi madre hizo magisterio pero dejó de trabajar cuando yo nací. Aunque nunca me faltó de nada, desde pequeñito aprendí a ahorrar y ser prudente con mis ingresos. Mi sueldo semanal fue siempre igual o menor que el de mis amigos, si quería un capricho primero me lo tenía que ganar, y las propinas de mis tíos y abuelos iban directamente a la hucha.
Todavía recuerdo cuando pedí mi propio ordenador. Por entonces yo utilizaba un Mac muy antiguo que teníamos en casa, pero quería un PC para poder jugar a los mismos juegos que mis vecinos Fran y Miguel. Mi padre me dijo: “Muy bien, quieres un ordenador, pero no va a ser gratis. Por cada clase de inglés que hagas te voy a pagar 1.000 pesetas imaginarias; cuando reúnas 200.000, vamos a Madrid a comprarlo.” Después de más de medio año dando clases de inglés todos los días para conseguir mi Pentium, puedes estar seguro de que lo disfruté MUCHO.
Otra creencia importante que me inculcó mi padre es que se puede tener mucho dinero y al mismo tiempo ser muy pobre. El dinero está para disfrutarlo y de nada sirve tener muchos ceros en tu cuenta corriente si luego te pasas todo el día trabajando.
LECCIONES:
- Las cosas no son gratis
- Ahorrar es importante
- El dinero es para disfrutarlo
- Calidad de vida > dinero
Mi primer trabajo
Creo que es muy importante trabajar durante la adolescencia para darse cuenta de lo mucho que cuesta ganar dinero. Es una experiencia que te enseña a valorar más todo lo que tu familia hace por ti y a ser más prudente a la hora de gastar. Hoy en día, hay muchos jóvenes que viven a costa de sus padres, no han trabajado en su vida y siguen pensando que el dinero crece en los árboles. Lo siento mucho, pero les pronostico un futuro muy negro a todos ellos.
Conseguí mi primer empleo a los 18 años con el objetivo de ganar un dinero extra para uno de mis hobbies: las cartas Magic. Era un trabajo de camarero, sirviendo bodas en un hotel. Solía trabajar viernes y sábados, en ocasiones hasta las 5 o 6 de la mañana si me tocaba quedarme a la barra libre, y me pagaban menos de 7 euros la hora. En un buen día, si hacía dos bodas seguidas, me podía sacar unos 80 euros a cambio de perder todo el fin de semana.
El efecto que trabajar de camarero tuvo en mí fue sutil, pero importantísimo. Poco a poco, empecé a ver el precio de las cosas en tiempo en vez de en euros. Una tundra (una carta Magic) pasó de costar 40 euros a costar “6 horas de trabajo y un sábado sin salir con mis amigos.” De pronto, todo me parecía mucho más caro, así que empecé a ser más prudente a la hora de gastar mi tiempo.
Hoy en día, todavía sigo viendo el dinero de esta manera. 500 euros no son 500 euros, sino 1 mes de libertad en Chiang Mai.
LECCIONES:
- El dinero cuesta tiempo
- El tiempo es el recurso más escaso y valioso que tenemos
Rebeldía e independencia
Al acabar tercero de carrera, decidí que estaba cansado de Cáceres y necesitaba un cambio, así que me monté en un autobús con destino a Madrid para transferir mi matrícula a la Complutense y solicitar varios colegios mayores. Me aceptaron tanto en la universidad como en el Santa María de Europa, pero cuando llegó el momento de pagar el primer plazo para confirmar la solicitud mi padre me lo dejó claro: “Yo no voy a costear tus borracheras en la capital. Si quieres irte a Madrid, tendrás que hacerlo con tu dinero.”
Obviamente, en aquel momento era imposible que pudiese pagarme los estudios en Madrid, así que después de mucho protestar llegué a una solución intermedia con mi padre: me quedaría en Cáceres, pero a cambio recibiría 600 euros al mes para mis gastos, que era menos de lo que costaba al mes el colegio mayor. La única condición era que con ese dinero tenía que pagarme absolutamente todos mis gastos: gasolina, móvil, viajes, restaurantes, fotocopias y libros para la universidad.
Pensaba que 600 euros al mes era mucho dinero y que iba a ahorrar una barbaridad. Sin embargo, de alguna manera, cuando llegaba a fin de mes apenas me quedaba un duro en el banco. Rellenar el depósito del coche un par de veces, un viaje a Madrid, varias noches con los amigos, algún caprichillo y se había ido todo casi sin darme cuenta. 9 meses después, apenas había ahorrado nada.
LECCIONES:
- Mientras no tienes dinero dependes de aquellos que sí lo tienen
- Gastar dinero es más fácil que ganarlo
- Tenemos más gastos de lo que creemos
- Normalmente, no sabemos a dónde va nuestro dinero
De pobre a rico
Mi siguiente lección llegó cuando empecé a trabajar en Microsoft y pasé de tener un sueldo de estudiante a ganar más dinero del que podía gastar.
Acostumbrado a los precios de Cáceres y de Albuquerque, el primer día que fui a un restaurante en Seattle y pedí un plato de 15 dólares (más impuestos y propina) me invadió un profundo sentimiento de culpabilidad. A pesar de que 15 dólares no representaban ni el 0.5% de mi salario, todavía veía los precios con mi antigua mentalidad de estudiante. Me sentía mal pagando tanto por un plato de comida que sabía que no valía más de 3 dólares.
Tuve que empezar a pensar en términos de tiempo en vez de dinero para poder sentirme cómodo con mi nuevo estilo de vida. Realmente, esa comida de 20 dólares en Seattle era más barata que la de 6 euros en Albuquerque, porque la primera costaba 30 minutos y la segunda 1 hora.
LECCIONES:
- El precio de algo es siempre relativo a tu nivel de ingresos
- Pensar en términos de tiempo en vez de dinero pone las cosas en perspectiva
Ángel Buffet
Después de un año trabajando en Microsoft, había ahorrado miles de dólares a pesar de no privarme de nada. Como tenía ese dinero muerto de risa en el banco, decidí invertirlo en bolsa.
Empecé comprando 10.000 dólares en MSFT, que al fin y al cabo era mi empresa. La apuesta salió bien y, unos meses después, vendí mis acciones y saqué un 15% de beneficios. Luego cogí ese dinero y lo metí en ARMH, la empresa que diseña los chips que utilizan las tablets y smartphones. De nuevo, tuve suerte y el precio de las acciones subió como la espuma al poco tiempo. La bolsa era maravillosa, ¡había encontrado una máquina de hacer dinero!
Fue entonces cuando Nokia anunció su apuesta por Windows Phone en vez de por Android y su cotización se desplomó de 28 dólares por acción a 12, y de ahí a 8. Yo, que ya me sentía todo un broker profesional, decidí que era el momento perfecto para comprar 10.000 dólares en NOK. A ese precio, y habiendo probado personalmente Windows Phone 7, estaba convencido de que la empresa finlandesa sólo podía ir hacia arriba. Desgraciadamente, el resto de inversores no pensaban igual que yo porque a los pocos días las acciones de Nokia cayeron hasta los 4 dólares. De un día para otro había perdido la mitad de mi dinero.
Me sentí como un completo imbécil. Durante una semana entera no puede dejar pensar en otra cosa que no fuesen los 5.000 dólares que había tirado a la basura. Sin embargo, además de lamentarme, me hice una promesa a mí mismo: lo que me había pasado no me iba a volver a ocurrir. Iba a aprender a invertir en bolsa sí o sí. Ahí fue cuando compré mis primeros libros de finanzas y empecé a estudiar sobre el tema.
Esos 5.000 dólares que perdí han resultado ser una de las mejores inversiones de mi vida.
LECCIONES:
- Comprar acciones de una compañía concreta pensando en vender a corto plazo no es invertir, es especular
- Especular en bolsa es como jugar en el casino
- Yo soy el único responsable de mi dinero
- Tener una educación financiera básica puede ahorrarte muchos dolores de cabeza
Un e-mail inesperado
Cuando recibí un e-mail de Steve Ballmer explicando que a partir del mes de Septiembre Microsoft incrementaría en un 20% el sueldo de todos sus ingenieros, me puse muy contento. Por aquel entonces estaba buscando piso y las buenas noticias significaban que podría permitirme un apartamento un 20% más caro. Sin embargo, después de mucho pensarlo, tomé una decisión que demostró ser clave a largo plazo. En vez de incrementar el coste de mi estilo de vida –un apartamento un 20% más caro, un coche un 20% más caro, restaurantes un 20% más caros–, lo mantuve exactamente igual.
Me di cuenta de que aunque ganase más no tenía por qué gastar más si ya estaba contento con mi estilo de vida actual. De esa manera, seguí haciendo lo que me daba la gana pero ahorrando un 20% más para, años más tarde, poder comprar mi libertad. 1.000 dólares más al mes significaban 1 mes y medio de vivir sin trabajar.
Gracias a que no seguí el ejemplo de algunos compañeros de trabajo, que aprovecharon el aumento de sueldo para cambiar de coche o mudarse a un apartamento más grande (a pesar de que no era algo especialmente importante para ellos), hoy puedo escribir estas líneas mientras disfruto de una reconfortante taza de té en mi albergue de Shanghai.
LECCIONES:
- Si ganas más no estás obligado a gastar más
- Ten cuidado con lo que compras o, como diría el gran Tyler Durden, “lo que posees acabará poseyéndote”
- Las decisiones económicas que tomes hoy tienen un impacto importante durante el resto de tu vida
Mi situación económica actual
A día de hoy, yo tomo todas las decisiones respecto a mi dinero. No mis padres, ni un asesor fiscal, ni un señor del banco, sino yo.
Todo mi dinero está en dólares en una cuenta de ahorros de ING excepto lo que me ingresa Amazon por la web de los ebooks. Tengo una tarjeta de débito por la que no pago comisiones en ningún cajero del mundo y una tarjeta de crédito sin comisiones en transacciones internacionales, que además me da 2 millas por dólar gastado (millas que luego puedo canjear por vuelos gratis).
Cada 15 días, invierto automáticamente en un fondo índice de Vanguard (VFFVX) que simula el comportamiento del S&P. De esta manera, diversifico tanto en compañías como en tiempo, y no tengo que preocuparme de nada. Desde el que empecé a utilizar esta estrategia el 28 de Abril del 2011 he obtenido una rentabilidad del 13.83%.
En cuanto a la gestión de mi dinero, ahorro al máximo en las cosas que no me importan (ropa, alojamiento) y no reparo en gastos en las cosas que me gustan (viajes, tecnología, café).
Sin embargo, tengo un problema: apenas tengo ingresos. De momento, no he tocado los ahorros de Microsoft porque ComprarEbookYa sigue generando dinero y en el sudeste asiático vivir es muy barato, pero en Australia, por ejemplo, no tendría ni para pipas.
Como puedes ver mi libertad no tiene precio fijo. Si viviera en el sudeste asiático sería uno, pero si decidiera irme a Australia o a otro país más caro no podría mantenerme.
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En los próximos posts hablaré, entre otras cosas, de la relación con el dinero, qué es el dinero para mí, por qué tus creencias sobre el dinero determinan en gran medida tu nivel económico y cuál es la mejor estrategia para ganar mucho dinero en poco tiempo y comprar tu libertad para el resto de tu vida.
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Este post es parte de la serie El precio de la libertad. Continúa en: El precio de la libertad II: Mis creencias sobre el dinero
La foto es de un chino que compró TODAS las cervezas que tenían en el albergue de Yangshuo. Tenía un negocio familiar en Texas que funcionaba bastante bien, así que tenía la libertad de hacerlo 🙂