Han abierto en tu ciudad una nueva heladería. Es la mejor heladería del mundo, con más de 100.000 sabores diferentes y todos ellos con una pinta deliciosa. Podrías pasarte toda la vida –literalmente– probando sabores diferentes y aun así no los habrías probado todos.
Todos los sábados sales a dar una vuelta por el centro y te pasas por la heladería a comprar un helado. Aunque tu favorito es el de chocolate, siempre que llegas al mostrador y ves todas las cremosas opciones que tienes a tu disposición te surge la duda: ¿debería ir a lo seguro y pedirme el helado de chocolate, que ya sé que está muy bueno, o sería mejor arriesgarme y probar un sabor nuevo esta semana, que puede que sea mejor que el de chocolate pero que también puede que sea peor?
Suficientemente bueno
Todos nosotros, en las diferentes áreas de nuestras vidas, nos enfrentamos continuamente al dilema de los helados:
¿Me conformo con lo que conozco, que sé que no está mal, o intento buscar algo mejor a riesgo de perder lo que ya tengo? ¿Cuándo es algo suficientemente bueno?
Existen todo tipo de respuestas, y ninguna de ellas es mejor que las demás. Algunas opciones:
- Probar un sabor nuevo cada semana. Si hay helados de todo tipo y no los pruebas todos, nunca sabrás cuál es el que más te gusta.
- Elegir siempre el helado de chocolate. Me gusta el helado de chocolate de toda la vida y si ya sé que está bueno, ¿para qué arriesgar?
- Probar 10 helados diferentes y a partir de ahí pedir siempre el que más te haya gustado de esos 10.
… y un largo etcétera.
Hoy me gustaría conocer tu opinión sobre este tema y mantener un pequeño debate entre todos.
¿Cómo te enfrentas tú al dilema de los helados? ¿Eres de los que siempre piden el de chocolate o de los que siempre están experimentando con nuevos sabores? ¿Por qué?
No vale decir «Ángel, no me gusta el helado» y no contestar. En primer lugar porque no me creo que no te guste ningún helado y en segundo lugar porque esta situación va mucho más allá de ellos 🙂
¡Cuéntanoslo en los comentarios!
Al final del día desvelaré mi postura y compartiré una historia graciosa relacionada con el dilema de los helados.
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Foto: The Justified Sinner