Curioseando en la comunidad del blog de Tynan me encontré con este hilo sobre libros que te han cambiado la vida (que me he tomado la libertad de adaptar aquí). Me sorprendió ver que varias personas mencionaban Ikigai, libro de Sebastian Marshall. Nunca había oído hablar de ese libro ni del tal Sebastian, pero como sólo costaba $7.77 me lo compré.
Ikigai me enganchó desde el primer minuto. Aunque algunas partes me parecieron un poco repetitivas, me ha hecho reflexionar y ha sido una fuente de inspiración para dar lo mejor de mí mismo de ahora en adelante. A continuación me gustaría compartir con vosotros las ideas que más me impactaron del libro.
La pregunta del millón de dólares
«La pregunta del millón de dólares… ¿Por qué la gente no aprovecha las grandes oportunidades que tienen a su alcance? ¿Por qué no permiten que sus sueños se hagan realidad? Porque significa que el resto del mundo no te entenderá. Y necesitamos que los demás nos entiendan, es algo fundamental, es muy importante para nosotros»
— Sebastian Marshall
Según Sebastian, las vidas de la gente no son tan distintas unas de otras. Sí, hay a quién le gusta el baloncesto y quién prefiere la carpintería, pero es una diferencia mínima. A rasgos generales, todo el mundo vive en una casa o en un apartamento, va a trabajar durante el día y pasa el resto del tiempo con su familia o dedicado a sus hobbies. Pero, ¿qué pasa si te sales del camino establecido? ¿Si decides, por ejemplo, vivir en una auto caravana para no pagar alquiler o no ir a la universidad y aprender por ti mismo? Que la gente deja de entenderte. Renuncias a una vida normal.
Por eso tenemos miedo a seguir nuestros sueños, porque suelen ser muy distintos a una vida normal. Y yo lo he vivido en mis carnes. Cuando le conté a mis padres que iba a dejar Microsoft para irme a viajar por el mundo me dijeron que estaba loco; cuando le dije a mi jefe que me marchaba no era capaz de entenderlo y se pensaba que había tenido algún problema personal; cuando la gente me pregunta que a qué me dedico y les hablo de mi web y de que espero no volver a tener un trabajo de oficina nunca más me miran como si fuese un bicho raro. El precio de seguir tu propio camino es volverte un renegado social, y no todo el mundo está dispuesto a pagarlo.
El peor de los mejores
«Voy a dejar de compararme con la gente de mi edad. Voy a empezar a compararme con las grandes figuras de la humanidad»
— Sebastian Marshall
Si eres joven y te comparas con el resto de gente de tu edad, es muy sencillo estar en el 1% de arriba. Como dice Sebastian, «hoy en día la mayoría de jóvenes no tienen sueños, no tienen ética, no tienen fuerza. No defienden nada, no quieren nada, no hacen nada. Si lo intentas, aunque sólo sea un poquito, acabarás siendo mejor que la mayoría.» AMÉN. Sólo con sacarte la carrera en sus años y leer algún libro en vez de pasar todo tu tiempo libre viendo series y bebiendo alcohol ya estarás en mejor lugar que el 90% de tus compañeros.
Pero… ¿qué pasaría si en vez de compararte con la gente de tu edad te comparases con las grandes figuras de la humanidad? ¿Dónde estarías si te comparases con Confucio, con Artistóteles, con Gandhi, con Benjamin Franklin? Posiblemente también en el 1%… PERO DE ABAJO.
Es muy fácil caer en la auto-complacencia cuando vemos que nos va mejor que a la gente de nuestro alrededor, pero eso es apuntar muy bajo. En vez de eso, vamos a compararnos con la gente que cambió el mundo, que construyeron cosas que todavía perduran a día de hoy. Es un buen toque de atención para que no nos acomodemos y demos lo mejor de nosotros mismos en cada momento.
Aspirar sólo a ser feliz es apuntar demasiado bajo
«¿Por qué no ser hedonista? Porque realmente, ¿a quién le importa tener más serotonina y más dopamina en el cerebro?»
— Sebastian Marshall
¿Qué es la felicidad? No es más que la combinación de varios químicos en el cerebro -serotonina, norepinefrina y dopamina- que hacen que los humanos nos sintamos bien. Sabiendo esto, ¿tiene algún sentido que el fin último de tu vida sea generar la mayor cantidad de estos químicos en tu cabeza? ¿Acaso eso le importa a alguien más que a ti?
Sebastian diferencia entre dos tipos de felicidad:
- Baja felicidad: estar contento, los placeres sensoriales… es decir, todas esas cosas que generan los químicos que nos hacen sentir bien
- Alta felicidad: los sentimientos de triunfo, camaradería, epifanía, sabiduría…
Para él, sólo merece la pena perseguir la alta felicidad porque está alineada con el objetivo principal de su vida: la expansión de la raza humana. Basar su existencia en perseguir la baja felicidad sería malgastar sus capacidades como ser humano. Eso sí, no podemos descuidar nuestros niveles de baja felicidad, ya que es necesario que estén dentro de unos mínimos para poder funcionar correctamente.
Desactiva el piloto automático
«Haz las cosas por algún motivo»
— Sebastian Marshall
¿Alguna vez has hecho algo sin saber por qué? Yo sí. Cuando llevaba dos años viviendo en Seattle me puse a mirar casas con la idea de comprarme una. Si en ese momento me hubieses preguntado por qué lo hacía, te hubiese respondido con alguna frase hecha como «es una buena inversion» o «alquilar es tirar el dinero.» La realidad es que no sabía el motivo por el que quería comprarme una casa y, a pesar de ser la inversión monetaria más grande de mi vida, ni si quiera me había parado un minuto a reflexionar si esos motivos que yo daba por ciertos eran realmente ciertos.
Estoy totalmente de acuerdo con Sebastian en que la mayoría de la gente hace cosas sin saber por qué. ¿No me crees? Hazte algunas preguntas: ¿Por qué has ido a la universidad? ¿Por qué te has comprado una casa? ¿Por qué vas a trabajar todas las mañanas? Todas estas son cosas importantes de tu vida, y posiblemente las hayas hecho sin tener un motivo claro. Te vendrán a la cabeza respuestas como «porque el tener una educación universitaria me ayudara a conseguir un mejor trabajo», pero ¿es eso cierto? ¿Has llegado tú a esa conclusión o la has escuchado por ahí? Sé sincero contigo mismo.
Cuando vayas a hacer algo, pregúntate siempre el motivo por el que lo vas a hacer, asegúrate que de verdad eres tú quién lo ha decidido y que no estás haciendo falsas asunciones.
Cantidad vs. Calidad
«Si quieres crear algo excelente, necesitas crear muchas cosas. Si quieres crear muchas cosas, crearás mucha mierda. Si quieres crear algo excelente, necesitas crear mucha mierda»
— Sebastian Marshall
En un estudio, dividieron a los alumnos de una clase de alfarería en dos grupos. El primer grupo fue evaluado en función de la cantidad de vasijas que hicieron durante el curso; a más peso, más nota. Por el contrario, los alumnos del segundo grupo sólo tuvieron que hacer una vasija durante todo el curso y fueron evaluados en función de la calidad de esa vasija. Al acabar el curso, ¿qué grupo hizo las mejores vasijas?
Párate a pensarlo por un minuto. ¿Ya lo sabes?
Las mejores vasijas las hizo el primer grupo. ¿Por qué? El motivo es muy sencillo. Mientras los del segundo grupo estaban teorizando sobre cómo hacer la vasija perfecta, los del primero estaban manos haciendo vasijas y mejorando sus habilidades.
Muchas veces nos obsesionamos con hacer algo perfecto a la primera. A mí me pasaba mucho con la escritura. Me sentaba a escribir y pensaba: tengo que escribir una obra maestra, un post que impresione a todo el mundo. Dos horas después, había borrado todo lo que había escrito porque no era lo suficientemente bueno y estaba frustrado conmigo mismo por no haber hecho nada en dos horas. Tuvo que venir Marina a decirme que me relajase y me diese permiso para escribir «la mayor mierda del mundo», algo tan malo que me diese vergüenza que alguien que no fuese yo lo leyese, pero que escribiese todos los días.
Esa es la clave. Escribir todos los días. Programar todos los días. Crear todos los días. Porque mientras creas estás mejorando, y por pura probabilidad si creas mucho acabarás creando algo bueno. Crear mucho es la única manera de crear algo bueno.
Deja que el mundo juzgue lo que has creado
«Real artists ship»
— Steve Jobs
Esta cita abre uno de los capítulos de Ikigai. He decidido dejarla en inglés porque no existe en español una buena traducción para el verbo «to ship», que significa sacar un producto al mercado, ponerlo a la venta, compartirlo con el resto del mundo. Steve Jobs dice que los verdaderos artistas no esconden lo que han creado, sino que lo lanzan ahí fuera y dejan que la gente lo juzgue, y Sebastian nos explica el por qué.
Es muy difícil determinar cómo de bueno es un proyecto en el que has trabajado, porque estás emocionalmente ligado a él. Normalmente, cuando creas algo, eres incapaz de predecir cómo reaccionará la gente cuando lo vea/use. Lo que creías que era una obra maestra puede pasar desapercibido, y lo que creías que era normalillo a veces tiene un gran éxito. A mí me paso recientemente con este post, que había escrito para mí y no consideraba nada del otro mundo, pero cuando lo publiqué en Facebook inspiró a mucha gente.
Si shipeas lo que haces, tienes la oportunidad de ganar. Si no shipeas, no ganas. Es más, ni si quiera pierdes. No recibes las lecciones, ni el feedback, ni conectas con otra gente de tu mismo campo. No sientes la satisfacción y el subidón de shipear. Por eso, siempre que produzcas algo, shipéalo, compártelo con cuanta más gente mejor. Al fin y al cabo, ¿qué pierdes si la cosa sale mal?
Miedo a lo bueno
«Deja de tener miedo a que las cosas te vayan bien. Ve a por los grandes tratos y no dejes escapar las buenas oportunidades»
— Sebastian Marshall
Muchas veces somos nosotros mismos los que nos ponemos barreras para no conseguir lo que queremos. Hace poco, hablando con mí amiga Ana sobre sueldos, le dije que ella podría ganar 5000 euros al mes si quisiese, que tiene talento para ello. Reaccionó inmediatamente diciendo que soy un flipado, que eso es mucho dinero y que es imposible. Por supuesto, mientras ella lo crea así, será cierto. Inconscientemente se ha prohibido a sí misma ganar más de lo que ella considera posible.
A mí me pasaba algo parecido con las mujeres. Creía que, por ser un chico con un físico normal que viste normal, no podía ligarme tías buenas pijas de estas que la gente te mira por la calle cuando vas con ellas. Me autoconvencía a mí mismo diciéndome que «es que a mí no me gustan las pijas», cuando la realidad es que con esos vestidos era imposible que no me atrajesen. No hace falta que diga que no me comía un rosco con este tipo de chicas. Es más, ni lo intentaba porque no me sentía digno. Sin embargo, hace poco decidí cambiar esta creencia por otra más útil y beneficiosa para mí: que soy una persona valiosa, con muchas cosas que ofrecer, y que soy perfectamente digno de ligarme a pijas, modelos, camareras, relaciones públicas y cualquier tipo de mujer. Unos días después, boom! estaba besándome con una chica «fuera de mi nivel».
No tengas miedo a las mejores cosas de la vida. No te pongas barreras. Te mereces todo lo bueno que te ocurra.
Si no sabes qué hacer con tu vida…
«Es totalmente normal y no es algo malo el no saber qué quieres hacer con tu vida. Deja de preocuparte y empieza a construir con la esperanza de que lo acabarás averiguando. Lo acabarás averiguando. Y una vez que lo averigües, estarás contento de haber desarrollado habilidades y recursos, de haberte hecho amigo de personas excepcionales y de haber hecho cosas buenas.»
— Sebastian Marshall
Ahhh, la eterna pregunta: «¿y qué narices hago con mi vida?» Por algún motivo, creemos que todo el mundo lo tiene súper claro menos nosotros, y con eso lo único que hacemos es meternos más presión. Queremos una respuesta AHORA MISMO. Sin embargo, la realidad es muy diferente. En mi experiencia, muy poca gente sabe lo que quiere y la mayoría se siente perdida mientras vive con el piloto automático encendido.
Pero traigo buenas noticias. Es PERFECTAMENTE NORMAL el pasar por una época en la que no tienes ni idea de qué es lo que quieres hacer con tu vida, así que no te agobies. Lo importante es que confíes en que tarde o temprano lo acabarás averiguando y que, mientras tanto, te vayas preparando para ese momento. ¿Cómo? Sebastian nos da algunas ideas:
- Desarrolla tu propio sistema ético
- Haz buenos amigos, consejeros y mentores que sean personas fuertes y decentes
- Aprende habilidades universalmente útiles (negociación, escritura, hablar en público, artimética…)
- Consigue algunas referencias positivas
- Ahorra algo de dinero
- Estudia historia para saber qué es posible
- Establece buenos hábitos
- Ponte sano y en forma
- Aprende cómo pensar
Ahora mismo yo me encuentro en ese punto: no hay ningún trabajo o proyecto que me llame tanto la atención como para involucrarme en él al 120%. Sin embargo, sé que me gusta mucho viajar y sé que en el pasado ha sido algo muy beneficioso para mí, así que mientras averiguo en qué es lo próximo en lo que me meto voy a viajar por el mundo aprendiendo cosas útiles y conociendo a gente.
No entregues tu libertad
«Endeaudarse mutila la habilidad de un hombre para hacer lo que quiere con su vida. Mantente lejos de las deudas a toda costa»
— Sebastian Marshall
¿Pensando en pedir una hipoteca a 30 años para comprarte una casa? Piénsalo dos veces. ¿Acaso sabes dónde estarás y cómo será tu vida dentro de 10 años? ¿Y de 5? ¿Y de 1? ¡Pues imagínate dentro de 30! Comprarte una casa con una hipoteca significa endeudarte y renunciar voluntariamente a tu libertad durante los próximos 30 años, y eso es algo que no te conviene. ¿Que te ofrecen un trabajo mejor en otra ciudad? No puedes irte. ¿Que te echan del trabajo? O consigues dinero para pagar cada mes o te quedas sin casa.
Evita endeudarte A TODA COSTA o entregarás tu libertad a aquel a quien debes dinero. Y tu libertad es lo más valioso que tienes.
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Estas son sólo algunas de las ideas que encontrarás en las páginas de Ikigai. Si te han gustado y te han hecho reflexionar, te recomiendo encarecidamente que te leas el libro completo.
Si buscas Ikigai en español no lo encontrarás, sólo está disponible en inglés y en versión Kindle a través de Amazon USA. Puedes leer más sobre su autor, Sebastian Marshall, en su página personal.