El post de hoy va de física. Sí, has oído bien: de física. Y más concretamente del primer principio de la dinámica de Newton, también conocido como principio de la inercia. Seguramente te suene de tus años de instituto. Dice así:
«Todo cuerpo en reposo tiende a seguir en reposo y todo cuerpo en movimiento tiende a seguir en movimiento a menos que una fuerza externa actúe sobre él.»
Esto significa que tanto para poner un cuerpo en movimiento como para pararlo es necesario aplicarle una fuerza. Es decir, si un coche está en marcha y dejas de apretar el acelerador, el coche seguirá moviéndose debido a la inercia hasta que una fuerza externa (el freno o el roce generado por el movimiento) le haga detenerse. Igualmente, si intentas empujar un coche que está parado y en punto muerto, necesitas hacer un gran esfuerzo inicial para vencer la inercia y que el coche se empiece a mover. Una vez echa andar, es mucho más sencillo mantenerlo en marcha.
Y qué tiene que ver todo esto conmigo, te preguntarás. Pues mucho más de lo que crees. Porque aunque a Newton se le olvidó indicarlo explícitamente, la inercia también te afecta a ti.
Tres casos demasiado comunes
Por favor, avísame si alguna de estas historias te suena familiar:
- Jose acabó la carrera en el mes de Junio. Sólo le faltaba presentar el Proyecto Fin de Grado para que le diesen el título, pero tenía todo el verano por delante así que no iba a tener ningún problema para conseguirlo. Sin embargo, Jose recientemente encontró un puesto trabajo y decidió aceptarlo a pesar de tener el PFG a medias. Desde entonces, no encuentra ganas ni tiempo para dedicarle al PFG y ahora su intención es presentarlo en Diciembre. Veremos a ver qué pasa…
- María está muy triste porque le ha dejado su novio. No tiene ganas de hacer nada y pasa de ser una chica social y activa a quedarse encerrada en casa. Deja de hacer deporte, de ver a sus amigos y apenas come. Entra en un círculo vicioso y cada día se siente más desconectada del mundo hasta que llega un día en que no puede más y acude al psicólogo en busca de ayuda. Le diagnostican depresión.
- Carlos decide que necesita ponerse en forma de una vez por todas y se apunta al gimnasio. Aunque le da una pereza terrible, se propone ir 4 veces a la semana PASE LO QUE PASE. Si son las 10 de la noche y todavía no ha completado su rutina, aprieta los dientes y se va para allá porque sabe que no se puede acostar sin haber cumplido. Los primeros días son muy duros y apenas puede dormir a causa de las agujetas, pero poco a poco el hacer ejercicio empieza a resultarle cada vez más sencillo. Al cabo de unos meses, el ir al gimnasio forma parte de su rutina y no le supone apenas esfuerzo. Es más, si no lo hace lo echa en falta.
También podría hablarte de lo duro que es volver al trabajo después de un mes de vacaciones o de lo difícil que es pasárselo bien de fiesta justo después de discutir con alguien, pero creo que has pillado la idea.
Igual que ocurre con los coches, a los humanos lo que más esfuerzo nos cuesta es arrancar (y detenernos una vez estamos en marcha).
Utiliza este principio a tu favor y te ahorrarás muchos esfuerzos innecesarios, ya que hacer las cosas por inercia facilita el no tener que aplicar la misma voluntad y trabajo a cada uno de tus proyectos.
Aplicaciones prácticas de la inercia
Como soy una persona pragmática a la que le gusta ver resultados reales, no podía terminar este artículo sin antes compartir contigo algunas aplicaciones prácticas de todo lo que te acabo de contar. Son lecciones basadas en mi experiencia personal (la mayoría errores que cometí en su momento), pero estoy convencido de que las encontrarás útiles. ¡Ahí van!
1. Antes de empezar un nuevo proyecto, termina el anterior
¡En serio! No lo dejes al 95%, especialmente si sabes que tarde o temprano tendrás que acabarlo. Lo único que conseguirás es posponer lo inevitable y cuando por fin tengas que sentarte a hacerlo te costará 10 veces más de lo que te hubiese costado en su momento porque tendrás que empezar por re-aprender lo que ya sabías.
Este tipo de situaciones se dan mucho en la universidad. Mucha gente deja a medias los estudios porque les sale un trabajo o para hacer otra cosa y ya nunca los acaban pese a que sólo les queda una o dos asignaturas. Y es que cuando por fin deciden ponerse con ello, se dan cuenta de que no era tan fácil como pensaban. Su mente está centrada en otros asuntos y recuperar el ritmo de estudio requiere de un esfuerzo BRUTAL.
2. Si te das cuenta de que vas por el camino equivocado, corrige el rumbo cuanto antes
Seguro que conoces a algún compañero de universidad que empezó la carrera contigo y un año más tarde se dio cuenta de que no era lo suyo o no era lo que esperaba. En vez de reconocer que se había equivocado y rectificar lo antes posible se empeñó en acabarla a cualquier precio porque «ya había invertido un año». Cada año que pasaba su inversión de tiempo y esfuerzo era más grande, y le resultaba más difícil dar marcha atrás. Hasta que un día se graduó y entonces se dio cuenta de que por fin había llegado a la playa, pero él donde quería ir era a la sierra.
Hacer algo por inercia, cuando no es realmente lo que quieres hacer, no te ahorrará esfuerzos. Tan solo te provocará problemas y acabar hundido por haber desperdiciado horas, días, semanas, meses o años de tu vida en algo que no te servirá para nada a largo plazo.
Esta situación también es muy común en el mundo de los negocios, donde no es fácil reconocer que te has equivocado. En vez de eso, muchos prefieren invertir más tiempo, dinero y esfuerzo en un proyecto que no tiene ningún futuro. Grave error.
Si te has equivocado, te has equivocado, y punto. Acéptalo y no hagas el agujero más grande de lo que ya es. En vez de eso, cambia de rumbo cuanto antes porque debido a la inercia cuanto más tardes en hacerlo más difícil te resultará frenar (y más metros tendrás que recorrer en la dirección opuesta).
3. Evita mezclar actividades lógicas y creativas
Si estás en un bar discutiendo de política con tus colegas y de pronto pasa una chica guapa a tu lado, no puedes pretender pararla y ser capaz de entablar una conversación divertida con ella. Hablar de política es una actividad lógica y flirtear una actividad creativa, así que un cambio tan radical como ese sería el equivalente a ir marcha atrás y cambiar de un golpe a 5ª: NO ES UNA BUENA IDEA.
El secreto está en primero calentar el motor. Igual que los futbolistas calientan antes de un partido porque vienen de estar sentados en tu casa, tú puedes calentar antes de empezar una actividad creativa para coger la inercia. Te pongo un ejemplo.
Yo cuando me siento a escribir normalmente vengo de hacer actividades lógicas como responder e-mails o leer algo, y me cuesta horrores enfrentarme a la hoja en blanco. No se me ocurre ninguna idea, mi mente empieza a decirme que tengo hambre y sueño a pesar de que he comido hace una hora y he dormido perfectamente, etc. En esos casos, lo que hago es empezar a pensar sobre el papel. Empiezo a escribir: «Bufff, no me apetece NADA escribir. Tengo hambre, tengo sueño y no se me ocurre ningún tema para el post de mañana. A ver, sobre qué podría ser…» Y empiezo a enumerar las cosas en las que he estado pensando esos últimos días o cualquier otro tema que me venga en la cabeza. Poco a poco mi mente va entrando en modo creativo y la cosa empieza a funcionar.
¿He hecho magia? ¿He convertido mis ganas de comer en ganas de escribir porque soy un gran escritor? No. Simplemente lo hice por inercia, ya que al ponerme a teclear cualquier cosa comencé a calentar para la actividad que quería hacer: escribir un post.
4. No frenes cuando estés acelerando
Imagínate que estás en tu coche. Si vas a 10 km/h y dejas de apretar el acelerador el coche se para casi instantáneamente. Sin embargo, si vas a 120km/h por la autovía y dejas de acelerar, el coche sigue moviéndose durante un buen rato gracias a la inercia que lleva.
Incorporar un nuevo hábito en tu vida es como poner el coche a 120km/h para esa actividad concreta, lo cual te permite realizarla casi sin esfuerzo. Pero claro, antes de llegar a ese punto tienes que apretar el acelerador sin levantar el pie del pedal hasta poner el coche a 120, que equivale a realizar esa actividad durante un tiempo determinado sin saltarte ni un solo día. Saltarse un día es como frenar en medio del proceso de aceleración: no tiene sentido.
Dicho esto, si por lo que sea te lo saltas un día, ¡vuelve a acelerar cuanto antes! El que haya disminuido tu velocidad no significa que tengas que frenar en seco. Retoma la rutina lo más rápido y continúa. No seas como esas personas que hacen dieta durante 3 semanas, un día comen helado y en vez de aceptar el error y volver a comier bien dicen «ufff, es que yo no valgo para esto, es muy duro» y vuelven a sus hábitos pasados, tiran todo el esfuerzo que habían hecho por la borda.
5. Si algo te parece complicado, empiézalo y se volverá más fácil
Muchas veces, cuando tienes que hacer algo por primera te sientes abrumado. La tarea en cuestión te resulta tan lejana y extraña que no sabes por dónde empezar, y eso te produce miedo. Al final acabas diciendo algo en plan «es que yo no sé hacer eso» o «es demasiado difícil para mí» para justificarte y abandonas antes de intentarlo. ¿Te ha ocurrido alguna vez, verdad?
La próxima vez que te veas en una situación como esa te aconsejo que simplemente empieces. Así de simple. Empieza por donde puedas, por algo muy pequeñito para coger inercia. Lo más complicado es arrancar y empezar a moverte en una dirección, pero una vez lo hayas hecho no tardarás en habituarte a la carretera y lo verás todo mucho más claro.
Recuerda alguna situación en la que hayas actuado así y verás que tengo razón. Te lo digo porque me ha pasado mil veces: cuando empecé a interesarme por los negocios pasivos y no sabía ni lo que era WordPress; cuando en Microsoft me tocó arreglar unos errores en Windows Media Center y no conocía ni el código ni el lenguaje de programación; cuando tuve que mudarme de casa por primera vez… Al principio me veía incapaz de hacer todas esas cosas, pero una vez que arranqué todo empezó a volverse más fácil como por arte de magia.
Así que ya sabes, el mejor remedio para el agobio es EMPEZAR.
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Y tú, ¿cómo aprovechas la inercia en tu vida?
La foto es escapando de un terrible monstruo japonés que me perseguía. Tuve suerte de que justo me pillase haciendo footing, porque la inercia que llevaba me ayudó a escapar.