Hace poco más de dos semanas que volví de mi viaje por Italia.
Curiosamente, ha sido mi primera visita al país transalpino porque siempre que he tenido la oportunidad de ir allí, como cuando me fui de Interrail, he acabado eligiendo otro destino diferente. El motivo es que como Italia es la típica excursión que haces con tu familia, pensaba que tarde o temprano acabaría yendo con mis padres. Desafortunadamente, eso nunca ocurrió, así que al final tuve que tomar cartas en el asunto y me fui yo sólo a la aventura 🙂
Recorrí Italia de norte a sur durante un mes y medio, pasando por los siguientes lugares:
- Milán
- Lago de Como
- Verona
- Bolonia
- Venecia
- Florencia
- San Gimignano
- Siena
- Pisa
- Roma
- Nápoles
- Palermo
Hubo partes en las que viajé con amigos y partes en las que viajé solo. También me encontré con lectores del blog que amablemente me acogieron y me enseñaron sus ciudades. Dormí en Airbnb’s, en albergues e incluso en una casa okupada. Pero disfruté de cada ciudad y cada pueblo, y volví enamorado de Italia, su comida y su cultura.
Como Italia es un destino turístico muy conocido, no voy a dedicar este artículo a contarte lo espectacular que es el David de Miguel Ángel o el duomo de Florencia. En vez de eso, quiero compartir contigo las 10 cosas que más me llamaron la atención y que no conocía antes de visitar el país. Y probablemente estas sean 10 cosas que no sabías de Italia hasta el momento en el que termines de leer este post.
Espero que te traigan buenos recuerdos, y que te animen a ir por primera vez o a volver a Italia 🙂
1. El gelato de pistacchio
Tenía muy buenas referencias sobre el gelato italiano antes de ir para allá, pero cuando por fin lo probé superó todas mis expectativas. Es sencillamente ESPECTACULAR. Lo describiría como «helado concentrado»: mucho más cremoso que el nuestro y con un gusto más intenso.
Según me explicaron algunos italianos, para juzgar la calidad de una gelatería hay que probar su gelato de pistacchio (mi favorito junto con el de nocciola). Es el sabor más difícil de conseguir, así que si está bueno, la heladería es de fiar.
La clave para distinguir un buen gelato de pistacchio es el color. Debería ser verde-amarillento (verde pistacho), como los pistachos de verdad, y no verde intenso, que es un indicativo de colorantes artificiales.
Una curiosidad: en Palermo y en el oeste de Sicilia, cuando hace mucho calor la gente come brioche -helado con pan- de primer plato en vez de pasta.
Mi gelatería favorita: Frigidarium, en Roma.
2. La pasta
Siempre he relacionado Italia con la pasta, como todo el mundo, pero he quedado alucinado cuando he visto la cantidad de la misma que se consume en el país.
Todos los restaurantes ofrecen varios tipos de pasta como primer plato. Hay tiendas en las que sólo venden pasta fresca. Y hay muchos italianos que comen y cenan pasta TODOS LOS DÍAS. Increíble.
Por lo que vi, les gusta la marca Barilla, la cocinan siempre al dente y tienen multitud de salsas diferentes. Mi favorita: la carbonara, que es típica de Roma y que no se prepara con nata sino con huevo y queso pecorino rallado. Probé una carbonara de espárragos (es decir, con espárragos trigueros en vez de con beicon) en este restaurante que me dejó extasiado.
3. Los gorrillas 2.0 de Nápoles
En muchas ciudades del mundo existe la figura del aparcacoches o «gorrilla»: una persona que se coloca en una zona donde es difícil aparcar, te ayuda a encontrar hueco y te cobra por «vigilar tu coche» (a pesar de que el parking debería ser totalmente gratuito).
Hasta ahora, todos los que había visto actuaban más o menos igual, pero en Nápoles esta actividad alcanza otro nivel.
Los gorrillas 2.0 napolitanos no trabajan con aparcamientos públicos, sino que tienen su propio parking privado (un descampado bien localizado). Si quieres aparcar tu coche, te abren la puerta para que entres al aparcamiento, te bajas del vehículo dejando la llave puesta, y ellos se encargan de todo. Cuando hayas terminado con tus recados, vuelves al parking, le dices al tipo de la puerta cuál es tu coche y él te lo saca amablemente… después de que le hayas pagado 2 o 3 euros, claro.
En este vídeo puedes verlos en acción:
Según mis estimaciones, el grupo de gorrillas 2.0 puede estar facturando fácilmente 500 o 600 euros al día. Sin duda un negocio rentable.
4. Los Smarts
Siempre había pensado que el Smart había sido un completo fracaso por parte de Mercedes, ya que en España apenas se ven por las calles. Sin embargo, Italia es otro rollo.
Todas las ciudades italianas están LLENAS de Smarts, especialmente Roma. No sé cuál es la proporción exacta, pero a veces jugaba a contarlos y era en plan 1 de cada 10. Una auténtica barbaridad.
Dicen los italianos que es porque hay pocos aparcamientos y el Smart es muy conveniente porque se puede aparcar en batería en una zona de parkings en paralelo. Es un teoría que tiene sentido, pero yo creo que además de eso les gustan los coches pequeños en general (y los productos de su país), porque el Cinquecento es otro modelo muy popular.
5. El café
Todos, absolutamente todos los italianos, tienen cafetera italiana. Algunos incluso tienen varias de distintos tamaños.
Yo también tengo una en casa, y la he usado alguna vez, pero cuando vi a mis anfitriones de Airbnb preparando café me di cuenta de que hasta entonces lo había hecho todo mal.
Estas son las tres reglas de oro:
- El agua se llena hasta arriba. No pasa nada incluso si un poquito se cuela por el filtro donde se pone el café.
- El café se echa en forma de montañita, ¡nada de aplastarlo! Ya se aplastará solo al cerrar la cafetera.
- NUNCA, NUNCA, NUNCA debes lavar la cafetera con lavaplatos. Si un italiano te va hacerlo puede que la tire a la basura y se compre otra. La cafetera se enjuaga con agua y ya está.
Imagino que si eres aficionado al café ya sabrías todo esto, pero como yo soy más de máquina de espresso me pilló por sorpresa 🙂
Ah, y otra curiosidad relacionada con el café: ¡no hay Starbucks en Italia (o al menos yo no he visto ninguno en mi viaje)!
6. Las gaviotas de Roma
Antes de ir a Italia creía que la gaviota era un pájaro exclusivo de lugares con mar, pero parece ser que me equivocaba porque en Roma… ¡hay gaviotas! Sí, sí, de las de verdad. Con sus picos afilados y su sonido característico.
No sé cómo han acabado en la capital, ni de qué se alimentan (¿de los peces del río?), pero las puedes escuchar de vez en cuando y ver volando por ahí.
En Roma también hay muchas palomas y, según me han contado, se llevan bastante mal con las gaviotas 🙂
7. La famiglia italiana
La cultura italiana es muy similar a la española y, al igual que aquí, allí la familia es un componente esencial. Sin embargo, me dio la impresión de que en Italia la familia es todavía más importante y tiene más peso en la vida de la gente, y que también es más tradicional.
Aluciné cuando una amiga romana me explicó que no podía salir esa noche porque su madre estaba fuera y no podía dejar a su padre cenar solo. Tenía que comprarle la cena y hacerle compañía como una buena hija. También me dijo que tenía que estar en casa cuando sus padres llegaban de un viaje para darles la bienvenida y ayudarles a subir las maletas.
Obviamente, no todas las familias serán iguales, pero escuché varias historias como estas y me parecieron sorprendentes.
8. Las contradas de Siena
Uno de los lugares que más me llamó la atención de Italia fue Siena, porque en cierto modo ir allí es como volver a la Edad Media.
El área de la ciudad que se encuentra dentro de las murallas está dividida en 17 contradas, que son una especie de barrios medievales. Cada contrada tiene el nombre de un animal (la contrada de la jirafa, la contrada del puercoespín…), un centro social donde se reúnen sus miembros, y un capitán que la lidera, y sólo puedes formar parte de ella si naces allí o si algún miembro te invita y el resto vota a tu favor. Las contradas también tienen una fuente en la que se bautiza a los nuevos «socios» en una ceremonia especial.
En verano tiene lugar el evento más importante de Siena: el Palio. La Piazza del Campo se convierte en un hipódromo improvisado, y 10 jinetes de 10 contradas diferentes compiten en una carrera a la que asisten más de 40.000 personas. Lo más curioso de la misma son las reglas: los caballos se asignan al azar, los jinetes corren sin silla de montar, y si un caballo llega a la meta sin jinete es válido. Aunque la carrera dura sólo unos segundos, los sieneses se vuelven locos con ella.
Existe una gran rivalidad entre las distintas contradas, ya que apenas se relacionan entre sí. No me quiero ni imaginar la que se debe liar parda cuando un chico de la contrada del caracol se enamora de una chica de la contrada de la oruga 😉
9. Las bicicletas de Bolonia
Uno de los lugares donde mejor me lo pasé en Italia fue Bolonia: una ciudad estudiantil con un toque hippie, más tipo Granada que Salamanca. Allí me recibió J, un lector del blog, que me hizo de guía y me estuvo explicando cómo es su vida como estudiante Erasmus (¡gracias J!).
De todo lo que me contó J, lo que más me llamó la atención fue el hecho de que en apenas 4 meses ya había tenido 6 bicicletas diferentes.
El motivo es que en Bolonia hay una mafia de pakistaníes que controlan las bicis de la ciudad. Por la noche se las roban a algunos estudiantes y luego se las venden a otros. ¡Pero lo más gracioso de todo es que los propios estudiantes también se roban las bicicletas entre sí! Si te roban la tuya y no quieres pagar a los pakis, lo que haces es alquilar una cizalla durante 24 horas y buscarte una nueva bici por cuenta (a costa de algún pobre chaval).
Por eso nunca verás una bici buena en Bolonia: porque no te va a durar mucho.
10. La pizza
En Italia la pizza no se considera «comida rápida» ni «comida basura», sino un plato respetado que se debe hacer respetando unas ciertas reglas. Especialmente en Nápoles la pizza es una religión, al nivel de la paella Valenciana.
Lo más importante, lo que hace que la pizza sea pizza, es que se cocina en horno de leña. De hecho, si la misma masa se mete en un horno eléctrico, no se llama pizza sino focaccia.
La gran mayoría de pizzerías italianas tienen un horno leña funcionando desde que abren hasta que cierran, pero algunas familias también instalan su propio horno pequeñito en el jardín. Y es que cocinar una pizza de esta manera hace que sepa mejor y que el pan quede en su punto: tostado y crujiente, sin quemarse. Además, tarda menos de 5 minutos en estar lista para comer 😀
Así que ya sabes, si quieres ir a una buena pizzería, busca una con horno de leña.
La mejor pizzería del mundo: Da Michele, en Nápoles. Curiosamente, sólo tienen dos tipos de pizza, margarita y marinara.
Mi pizza favorita últimamente: con anchoas y alcaparras.
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Ahora te toca a ti. ¿Qué fue lo que más te sorprendió de Italia? ¡Cuéntanoslos en los comentarios!
DISCLAIMER: Este post está basado en mis experiencias personales y mis recuerdos de Italia, así que puede que alguna de las cosas que comento no sea completamente cierta o que algunas cosas importantes de Italia (para la mayoría de la gente) ni hayan sido mencionadas.
Foto inicial: En la Bocca della Verità, con cara de asustado porque no sabía si me iba a quedar sin mano.