Piensa en un objetivo que te gustaría cumplir en 2015.
Vender tu primer producto digital.
Aprender un nuevo idioma.
Ponerte en forma de una vez por todas.
Es algo que quieres conseguir, pero ahora mismo no está a tu alcance porque todavía no tienes los conocimientos necesarios.
¿Cómo puedes adquirirlos?
En el post de hoy quiero discutir contigo las distintas formas de aprender aquello que no sabes, y cuáles son los pros y contras de cada una. Es lo que yo llamo “la pirámide de la formación”.
1. Hacer un Google
La pirámide del aprendizaje online siempre comienza por Google.
Vivimos en la era de la información, y gracias a Internet tenemos acceso a artículos y vídeos sobre cualquier tema imaginable.
¿No recuerdas en qué año nació Napoleón? Consulta Wikipedia.
¿Tienes que plancharte la camisa para la cena de esta noche y no tienes ni idea? Ve un vídeo explicativo en YouTube.
Cuando queremos aprender algo que no sabemos, el primer paso es buscar en Google, que sabiamente nos ofrecerá una lista de soluciones a nuestro problema en forma de posts, tutoriales y páginas web.
Sin embargo, este método de aprendizaje tiene sus limitaciones.
Aunque es fantástico que todo el mundo pueda compartir libremente su conocimiento, hay que tener en cuenta que los blogs lo aguantan todo. Cualquiera puede escribir lo que le dé la gana, aunque no sea cierto, y que tú lo encuentres en Google. Por eso, es fundamental saber distinguir el grano de la paja.
El problema es que no es fácil, especialmente si se trata de un tema que desconoces, y puedes acabar perdiendo horas y horas probando soluciones que no son óptimas o que directamente no funcionan.
Luego está el hecho de que el material gratuito que te ofrece un buscador no tiene estructura ni profundidad. Es decir, te sirve para resolver algo muy concreto, pero flojea a la hora de llevarte desde un punto A (no sé francés) hasta un punto B (puedo hablar francés con fluidez).
En definitiva: aunque buscar en Internet está bien para cosas pequeñitas, cómo aprender a configurar un plugin de Wordpress o pelar un huevo duro en 10 segundos, se queda corto para tareas más complejas.
2. Cursos gratis
En el siguiente nivel, después de Google, tenemos los cursos gratuitos.
Un curso está compuesto por una serie de lecciones durante las cuales un profesor te enseña sobre un tema concreto, y tiene la gran ventaja frente a un post o a un vídeo suelto de que sí que cuenta con una estructura definida. Esto último te ahorrará horas y horas de búsquedas infructuosas.
A simple vista los cursos gratuitos pueden parecer la solución definitiva (no tienen los inconvenientes de «hacer un Google» y siguen siendo gratis), pero a mí personalmente no me acaban de convencer por varios motivos.
SUELEN SER DE BAJA CALIDAD
Cada cierto tiempo me escribe algún conocido para comentarme que ha visto un curso gratuito de SEO y marketing online al que le gustaría apuntarse. Adjunta el temario del programa y me pregunta que qué me parece. Sin embargo, ¡ni si quiera menciona quién es el profesor!
En un curso, el temario no dice mucho. Lo más importante es quién lo imparte.
Hacer un curso de SEO con Chuiso o Alex Navarro es muy buena idea, mientras que hacerlo con Perico el de los Palotes, que acaba de acabar un master de Social Media y no ha posicionado una web en su vida, no sólo es una pérdida de tiempo sino que puede ser incluso contraproducente.
La realidad es que, salvo en contadas ocasiones (Coursera), los profes de los cursos gratuitos no suelen ser demasiado buenos, porque los líderes en su campo no tienen por costumbre trabajar gratis.
LO GRATIS NO SE VALORA
En la Edad Media, cuando todavía no existían las grabadoras de CDs ni el chip para la Play, había que ahorrar durante meses para comprarse un juego nuevo para el PC o la consola.
Eso sí, una vez que lo tenías, lo exprimías al máximo. Te viciabas durante meses y no dejabas de jugar hasta que te lo habías pasado en todos los niveles de dificultad y habías completado todos los bonus y fases secretas.
Sin embargo, con la llegada de la piratería, podías grabarte un juego nuevo cada semana y eso hacía que se perdiese toda la magia. Ya no lo disfrutabas igual. Lo probabas un par de días y ya estabas pensando en el siguiente.
Pues lo mismo pasa con los cursos: cuando son gratis les hacemos poco caso. Es raro que los completemos y más aún que pongamos en práctica lo aprendido, porque siempre encontraremos algo más urgente e importante que hacer.
MANIPULAN EL MERCADO
Aunque la administración española ofrece cursos gratuitos (es decir, subvencionados con los impuestos de todos) con su mejor intención, pienso que al final es algo nocivo porque desvirtúa el valor de la formación en el mercado.
A raíz de esta práctica, hay mucha gente que se siente atracada cuando le pides 100 euros por entrar a una conferencia o 500 euros por un taller de fin de semana con un tío top, ya que en su cabeza tienen la idea de que la formación es gratuita.
Al final acaban apuntándose a un montón de cursos gratis impartidos por desconocidos sin experiencia, y perdiendo mucho tiempo y aprendiendo poco.
Pero bueno… ¡allá ellos!
3. Libros de no ficción
Pongo los libros por encima de los cursos gratuitos porque, en el 95% de los casos, prefiero leerme un buen libro a hacer un curso de baja calidad.
Un libro de no-ficción es un resumen de todos lo que sabe su autor sobre un tema muy concreto. Tiene una estructura lógica, con un principio y un final, y el contenido suele ser de calidad porque ha sido filtrado y editado previamente. Además, profundiza mucho en la materia, normalmente más que un curso.
Pero lo mejor de los libros es que te permiten aprender directamente de los mejores. Prácticamente todos los #1 en su campo han escrito un libro, y por apenas 10 euros tienes acceso directo a su cerebro. ¿Quién da más por menos? 😀
En el aspecto negativo, diría que a los libros de no-ficción suelen ser demasiado teóricos y no siempre es fácil aplicar sus enseñanzas en el mundo real. Te cuentan el qué, pero no tanto el cómo.
Y por si fuera poco, poner en práctica lo viene en un libro no está al alcance de todos porque requiere mucha fuerza de voluntad. Es algo que tienes que hacer tú por tu cuenta, sin nadie que te acompañe ni te resuelva tus dudas, y no existe ningún compromiso en forma de horarios o deadlines.
Esto es lo pasa con la industria del desarrollo personal. La gente tiende a consumir y consumir libros (fácil) sin poner nada en práctica (difícil), cuando con que aplicasen parte de lo aprendido en un sólo libro verían mejores resultado que leyéndose 20.
4. Cursos premium
Siguiente nivel: ¡los cursos de pago!
Ahora ya hay dinero de por medio y, aunque no lo parezca, esto es muy positivo para las dos partes implicadas.
Pagar por algo introduce un cierto nivel de exigencia por parte del consumidor. Por algo gratis no te puedes quejar, pero si has soltado 300 euros… es diferente.
Esto funciona a modo de filtro, eliminando del mercado los cursos malos porque no los compra nadie (sí, es posible vender cualquier cosa con el marketing adecuado, pero un mal producto siempre acabará desapareciendo) y haciendo que los profesores se pongan las pilas y den un mejor servicio. Además, como van a tener beneficios, pueden reinvertir parte de ese dinero en ofrecer mejores materiales y una mejor experiencia formativa en general.
Otra ventaja de pagar por un curso es que te permite trabajar con instructores top que nunca encontrarías en un programa gratuito, y recibir un soporte en condiciones por su parte (un tío que no cobra o que tiene un millón de alumnos NO va a responder tus preguntas en detalle).
Como punto negativo, el mismo de siempre: la falta de accountability. Aunque el pagar aumenta MUCHO las posibilidades de que completes el curso y pongas en práctica lo aprendido, al final es algo que depende de ti. El profesor no va a venir a tu casa con una pistola para obligarte a que apliques sus enseñanzas, así que corres el riesgo de comprar un curso y guardarlo en el cajón (o en el disco duro) para hacerlo «dentro de unos meses cuando tenga más tiempo», o ir a todas las clases pero luego no mover ni un dedo y seguir haciendo lo mismo que antes.
Personalmente, soy muy fan de los cursos online de pago por varios motivos:
- Son más baratos que los presenciales
- Puedo hacerlos a mi ritmo
- Puedo ver el material todas las veces que quiera y pausarlo para tomar notas
- Puedo hacerlos desde casa, sin tener que desplazarme
- Puedo devolverlos si no me gustan
Todos los años me gasto cientos de euros en este tipo de formación y seguiré haciéndolo. He aprendido un montón gracias a los cursos online. Sin embargo, ha habido ocasiones en las que he necesitado algo más personalizado… y eso es precisamente de lo que te voy a hablar a continuación.
BONUS: TRES CONSEJOS PARA ELEGIR UN BUEN CURSO
- El profesor es siempre lo más importante. Busca alguien de confianza y que ya haya conseguido lo que tú quieres conseguir
- Asegúrate de que tiene un enfoque práctico. No te interesa ver a un tío hablar durante varias horas, sino mancharte las manos. Recuerdas que como más se aprende es haciendo, no escuchando
- Escoge cursos que puedas aplicar inmediatamente a un proyecto real. Si no lo necesitas ahora, mejor no hacerlo
5. Trabajo guiado 1:1
En la cúspide de la pirámide se encuentra la forma de aprendizaje más potente: trabajar mano a mano con alguien.
Nada de compartir al profesor con otros alumnos. Lo tienes sólo para ti.
Nada de temarios pre-fabricados. Un plan de ataque personalizado y diseñado exclusivamente para que consigas tus objetivos.
La crème de la crème.
Estoy hablando de tener un entrenador personal que te prepara una rutina y una dieta específicas para ti, que te corrige mientras haces cada ejercicio y que te hace un seguimiento semanal, en vez del monitor de sala que te imprime el mismo programa de ejercicios que a tu vecino.
De contratar a un profesor particular de inglés con el que trabajar aquellas partes del idioma que peor se te dan, en vez de ir a una clase con otras 7 personas.
De tener a un experto a tu lado acompañándote en el difícil camino de crear un negocio online y resolviendo todas las dudas que te vayan surgiendo en el camino, en vez de hacer un cursillo sobre blogging.
No sólo alguien que te enseña, sino también alguien que te acompaña y que te empuja a hacer lo que sabes que deberías hacer pero que hasta ahora no habías hecho.
Pagar a alguien para trabajar con el 1:1 es la opción más cara, pero también la que ofrece mejores resultados más rápido. Es como un aprendizaje acelerado.
Estas son algunas de sus mayores ventajas:
- Tienes a alguien a quién debes dar explicaciones. Cuando trabajas de esta manera, tienes a una persona ante la que debes responder regularmente. No te puedes escaquear. Quedas con tu mentor cada cierto tiempo y no puedes faltar a tu cita, y todas las semanas te manda deberes que tienes que llevar hechos a la siguiente sesión, como en el cole. Si no cumples te caerá una buena repasata y quedarás muy mal.
- Tienes a alguien que “te da con el látigo”. Muchas veces el problema no es que te falten conocimientos, sino que no acabas de hacer lo que sabes que tienes que hacer. Bien por miedo, por algún tipo de barrera mental o simplemente por pereza. En estos casos ningún curso va a ayudarte, y la mejor manera de obligarte a mover el culo es tener a alguien que te anime a actuar siguiendo sus indicaciones porque está convencido de que todo va a ir bien.
- Es inminentemente práctico. Contratar a alguien para ti significa trabajar a medida. No vas a tener a un tío contándote cosas, sino que vas a estar interaccionando con él continuamente y avanzando en TUS objetivos. Nada de perder el tiempo.
- Disfrutas de un soporte súper-premium. Un curso con muchos alumnos significa turnos limitados y tiempos de espera largos para que el profesor responda tus preguntas. Sin embargo, cuando sólo sois tú y tu instructor, centrados en tu proyecto, puedes resolver tus dudas al instante. Además, este tipo de servicios suele incluir acceso preferente vía e-mail o teléfono.
- Te ofrece una perspectiva externa. Muchas veces estamos tan metidos dentro de nosotros mismos que no vemos con claridad. En esos casos, que alguien con experiencia analice la situación desde fuera y te dé feedback sincero no tiene precio.
Yo he contratado a mentores o profesores particulares varias veces (de hecho, ahora mismo estoy trabajando con Franck Scipion) y la experiencia siempre ha sido muy positiva.
Es cierto que el precio ha sido elevado, pero me ha merecido la pena porque he recuperado mi inversión con creces.
Y es que lo mejor de este sistema es que los resultados son exponenciales, porque lo que aprendes y mejoras durante el periodo de tiempo que estás trabajando 1:1 son beneficios que recogerás de ahí en adelante, posiblemente durante muchos años.
Por ejemplo, si consigues que tu negocio online genere 1.000 euros mensuales en 6 meses en vez de en 2 años, no sólo estás ganando 18.000 euros adicionales, sino que posiblemente cuando pasen esos dos años, habrás crecido y estarás generando 2.000 o 3.000. Los beneficios se disparan.
Dicho esto, debo decir que este método de aprendizaje no es para todos los casos ni para todo el mundo.
Requiere de una fuerte inversión de dinero, tiempo y esfuerzo por tu parte, y hay ciertas situaciones en las que simplemente no merece la pena y conviene más leerse un libro o hacer un curso.
Sin embargo, si quieres llevar tu proyecto al siguiente nivel y conseguir tus objetivos lo más rápido posible, trabajar de forma individual con un experto de confianza es tu mejor opción.
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Yo ya tengo mis objetivos marcados para el 2015, y pienso ir a por ellos con unas ganas locas.
Así que atento al post de mañana. Tengo algo que presentarte. Pero tan sólo 3 personas podrán apuntarse este año 2015…
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Y ahora cuéntame tú: ¿con qué tipo de formación has pensado trabajar en 2015 para acercarte más a tus sueños? ¿Qué opinas de mi pirámide de aprendizaje?