Hace casi un año, cuando estaba viajando por Sicilia, mi amigo Alejandro Castrelo me recomendó insistentemente que me comprase un libro llamado How I Found Freedom in an Unfree World, de Harry Browne.
Alejandro es algo así como mi “camello de los libros”. El tío se pasa la vida leyendo y luego me pasa sólo lo mejor de lo mejor, y como le vi que estaba tan seguro de que este título me iba a gustar decidí hacerle caso. ¡Y menos mal que se lo hice!
El libro me fascinó desde la primera página, porque a pesar de estar escrito en 1973 explicaba de una forma clara y razonada muchas que las ideas que desde pequeño han guiado mi vida, pero que hasta ese momento no había sido capaz de expresar con palabras.
Leerlo fue como escuchar a un hombre sabio desvelándome el funcionamiento del mundo.
Si sabes inglés, te recomiendo que te hagas con una copia para Kindle cuanto antes (la versión en papel ya no se publica y las copias de segunda mano se venden por más de 100€). Es uno de esos libros que merecen la pena, y que te harán reflexionar largo y tendido incluso si no está de acuerdo con algunas de las cosas que dice.
De todo el conocimiento que encierra How I Found Freedom in an Unfree World, hay dos principios fundamentales que destacan por encima de todos. En este post voy contarte cuáles son, y a darte tres reglas de oro que se derivan de ellos y que encierran el secreto para ser libre y feliz.
Sé que parece ambicioso, pero estoy convencido de que lo que voy a contar a continuación puede cambiarte la vida. Así que por favor, sigue leyendo y deja que te muestre las reglas de la felicidad de Harry Browne.
Principio #1: “Eres un individuo único”
Efectivamente, no existe nadie que sea exactamente como tú.
Tu identidad es una combinación de tus genes, experiencias, conocimientos, valores y actitudes, y es diferente de la del resto de seres humanos.
Este hecho tiene dos consecuencias importantes.
La primera es que no vas a reaccionar igual que otras personas ante una misma situación. Es decir, que lo que a ti te hace feliz no tiene por qué hacerme feliz a mi (y viceversa). Si nos vamos juntos a esquiar puede que tú te diviertas y yo no, y eso es perfectamente normal porque somos individuos distintos.
La segunda es que nunca vas a ver el mundo de forma objetiva, sino que vas a interpretar todo lo que te ocurra en base a tu identidad (y el resto de la gente va a hacer lo mismo). Ese es el motivo por el cual existen opiniones tan diversas en temas como la política o la religión, y algo que a ti te parece de sentido común a mi puede parecerme absurdo. Porque donde tú ves blanco yo veo negro, y realmente estamos viendo esos colores, no nos lo estamos inventando.
Aunque todo esto que te acabo de contar es obvio y puedes comprobarlo fácilmente en tu día a día, es fácil caer en el error de pensar que todos somos iguales. No lo somos.
Recuerda: tú eres tú, no otra persona.
Principio #2: “Todos los individuos hacen aquello que creen que les traerá mayor felicidad”
Todo, absolutamente todo lo que hacemos, tiene como objetivo último nuestra propia felicidad a corto o largo plazo. Buscamos sentirnos bien y alejarnos de aquello que nos hace sentir mal.
Y si no me crees, pregúntate “por qué” haces algo el suficiente número de veces:
- ¿Por qué vas a la universidad? Porque crees que te permitirá encontrar un buen empleo.
- ¿Por qué quieres tener un buen empleo? Porque crees que así ganarás un buen sueldo.
- ¿Por qué quieres ganar un buen sueldo? Porque crees que con ese dinero podrás comprarte un BMW.
- ¿Por qué quieres comprarte un BMW? Porque crees que eso te hará más feliz.
Al final siempre llegarás a la misma conclusión: porque crees que eso te hará feliz.
Incluso actos que a primera vista pueden parecer altruistas en el fondo buscan la propia felicidad. Nadie donaría dinero a una ONG o se iría a construir escuelas a África si se sintiesen peor haciéndolo que no haciéndolo.
Por eso, la próxima vez que veas a otra persona actuando de una forma que a ti te parezca absurda, recuerda que simplemente está haciendo aquello que creé que le hará feliz.
Puede que se esté equivocando, y que aquello que piensa que le va a hacer sentirse bien luego acabe trayéndole problemas, pero también puede que tenga unos gustos diferentes a los tuyos porque es un individuo diferente.
¡Tenlo en cuenta!
Cómo aplicar los principios de Harry Browne a tu vida: las 3 reglas de oro
Los dos principios fundamentales que te acabo de presentar son muy potentes, y te ayudarán a entender por qué el mundo funciona como funciona. A partir de ahora ya no te sorprenderá ver a la gente discutir como locos en la sección de comentarios de cualquier periódico online.
Eso está muy bien, pero ya sabes que a mí me gustan las ideas prácticas y accionables. Esas que puedes implementar en tu vida inmediatamente y ver resultados positivos. Así que hoy quiero ir más allá y darte tres reglas basadas en los principios anteriores que puedes aplicar a tu día a día.
¿Preparado para conocer las 3 reglas de la vida?
1. No dejes que nadie te diga lo que debes hacer con tu vida
Tú eres la única persona que sabe qué es lo que te hace feliz, porque sólo tú sabes cómo te sientes en cada momento.
Eso quiere decir que nadie puede tomar decisiones por ti.
Cuando tus padres te dicen que estudies medicina lo hacen con las mejores intenciones del mundo, pero el que ellos sean médicos o les hubiese encantado serlo en su día no quiere decir que en tu caso sea el camino correcto.
Lo mismo es aplicable a los expertos y gurús. Que ellos hayan encontrado la felicidad montando una empresa o yéndose a meditar a la India sólo quiere decir que han descubierto lo que les funciona a ellos, no lo que necesariamente va a funcionarte a ti.
Sí, escucha a todo el mundo, especialmente a aquellos que saben más que tú y que tienen más experiencia, pero nunca asumas que están en posesión de la verdad absoluta y les sigas a ciegas.
En vez de eso, evalúa las distintas opiniones y haz lo que tú consideres más conveniente.
Esta regla también funciona a la inversa: no impongas a los demás lo que deben hacer o cómo deben vivir. Aconséjales si te lo piden, pero acepta que luego tomen sus propias decisiones.
Esta es precisamente la filosofía que yo sigo con Vivir al Máximo. Expreso mis opiniones, pero sin tratar de convencer a nadie. Si lo que escribo resuena contigo y te resulta útil, ¡fenomenal! Aprovéchalo todo lo que puedas. Pero si no estás de acuerdo en cualquier cosa lo entiendo perfectamente. Coge lo que te sirva y descarta el resto.
Para ser feliz hay que ser libre, tomar tus propias decisiones y no estar condicionado 24 horas al día por el qué dirán, lo que piensen tus padres o lo que piense tu novia. Haz lo que TÚ quieras en tu vida.
2. No intentes ser alguien que no eres
Eres un individuo único, diferente a todos los demás.
En función de tu identidad habrá cosas que te harán sentir bien y cosas que te harán sentir mal, y eso algo que no puedes controlar porque forma parte de quién eres, de tu naturaleza.
Por eso, cuando desoyes a tus emociones y actúas en contra de ellas porque consideras que deberías sentirte de una cierta manera o debería gustarte algo, no estás siendo tú mismo sino alguien que realmente no eres.
Ese es justamente el caso de la chica modelo que va a la universidad, saca buenas notas, consigue un empleo prestigioso… pero a pesar de tenerlo todo, por dentro se siente vacía. Su familia le había dicho desde pequeña que ese era el camino a seguir, así que en vez de escuchar a sus sentimientos y aceptar que esa vida no es para ella, sigue insistiendo y trabajando más duro que nunca para no decepcionar a sus padres a costa de su felicidad.
O el caso del chico al que le encantan los mangas, pero como “eso es de frikis” abandona su afición favorita y se apunta a clases de baile, que es una actividad que no le gusta pero que es mucho más cool. Al final acaba con un círculo de amigos aficionados al baile que ni le van ni le vienen, aburriéndose todas las tardes, mientras que ahí fuera hay un montón de amantes del manga con los que hubiese congeniado perfectamente y que se ha quedado sin conocer.
Sea cual sea la situación, el renunciar a tu naturaleza siempre va a ser contraproducente. Vivir bajo una máscara quizá te permita ganarte la aprobación de otras personas, pero nunca de la más importante de todas: tú mismo.
Jamás te avergüences de quien eres ni intentes ser otra persona. En vez de eso, exprésate libremente en todo momento.
Tu identidad es tu activo más valioso porque es lo único que nadie puede replicar. Mostrándote tal y como eres no sólo evitarás tener que fingir, sino que atraerás automáticamente a las personas correctas a tu vida. Aquellas que quieren estar a tu lado por ser tú mismo.
Como dice el poema de Shel Silverstein que ilustra este post:
Ella tenía la piel azul.
Y él también.
Él la mantenía escondida.
Y ella también.
Buscaron el azul
Durante toda su vida,
Hasta que un día se cruzaron—
Y nunca lo supieron.
Por favor, no permitas que te ocurra esto.
3. No esperes que los demás se comporten como a ti te gustaría
Las personas con las que interactúas en tu día a día son individuos únicos, como tú, y van a hacer aquello que creen que les va traer mayor felicidad, exactamente igual que tú.
Por eso, es absurdo que esperes que los demás se comporten como a ti te gustaría, porque no va a ocurrir. Van a actuar siempre en base a su identidad y a sus intereses. Y dado que no puedes controlar sus ideas ni su naturaleza, lo mejor que puedes hacer es aceptarlos tal y como son.
¿Cuántas valiosas horas de tu vida has malgastado esperando a que los que te rodean hagan aquello que tú quieres que hagan?
Intentando que tu novia sea más cariñosa.
Esperando a que tu jefe se dé cuenta de lo mucho que vales.
Insistiendo a tu amigo para que se anime a viajar más.
En mi caso, he tirado a la basura decenas de horas respondiendo a comentarios y a e-mails de lectores que no estaban de acuerdo conmigo, confiando en que mis argumentos lógicos les convenciesen de que llevaba la razón.
Obviamente mi estrategia fracasó, porque tanto ellos como yo veíamos el mundo a nuestra manera, y por muchos motivos que les diese de que algo era rojo, si ellos lo veían azul iban a seguir defendiendo que era azul.
No merece la pena intentar cambiar a los demás.
Si bien es cierto que la gente cambia, lo hacen siempre a su manera y a su ritmo, y tratar de forzar el proceso es muy trabajoso y no suele dar buenos resultados.
Una alternativa más lógica es encontrar a alguien que ya sea exactamente lo que buscas.
Una chica a la que le gusten los abrazos.
Un jefe que sí entienda lo mucho que aportas al equipo.
Un amigo al que le apasione viajar.
El planeta Tierra tiene más de 7.000 millones de habitantes, así que estoy seguro de que puedes encontrar a alguien con el perfil que buscas.
Resumiendo todo lo anterior: cuando tengas que resolver un problema y puedas elegir entre distintas soluciones, elige siempre aquella que implique no tener que cambiar a nadie.
Conclusión
Ser libre no sólo consiste en disponer de suficiente tiempo y dinero para poder hacer lo que te apetezca. También trata de no auto-limitarse.
Muchas veces somos nosotros mismos los que renunciamos de forma voluntaria a nuestra propia libertad cuando dejamos que otras personas nos digan cómo vivir, cuando pretendemos ser alguien que no somos o cuando dejamos que nuestra felicidad dependa de que otros se comporten como a nos gustaría.
Cada vez que olvidamos los dos principios fundamentales de Harry Browne o rompemos alguna de las tres reglas de oro estamos apretando nuestras cadenas sin darnos cuenta, y si queremos ser felices tenemos que dejar de hacerlo.
Por eso, te animo a que en las próximas semanas prestes mucha atención a tus actos, y que cada vez que te sorprendas dejando que otros determinen lo que te gusta, luchando contra tu propia identidad o esperando que alguien se comporte como a ti te interesa pares en seco.
Haz de esto un hábito y te prometo que serás mucho más libre y más feliz.
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Y tu, ¿estás respetando las 3 reglas de oro? ¿Cuál ha sido el resultado cada vez que las has roto en el pasado? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
Foto: Masks, de Shel Silverstein