Este es un post invitado de Federico Bongiorno de positiveviajes.com.ar
Vivimos en un mundo dinámico. Lo que ayer funcionaba hoy no. Ser competitivo en el mundo profesional ya no se basa en tener una carrera, un máster y haberse graduado con honores. Somos muchos los jóvenes que no encontramos las herramientas adecuadas dentro de la universidad. Y eso nos inquieta.
Desde pequeños nos enseñaron que debemos tener estudios superiores para conseguir un buen trabajo. Nos repetían que todas las personas cultas se debían a la universidad. ¿Existe algún otro camino?
Afortunadamente sí.
Hoy es posible ganarse la vida y ser un profesional reconocido sin haber asistido a la universidad. De hecho, muchos millonarios como Steve Jobs, Bill Gates, Michael Dell o Richard Branson abandonaron sus estudios superiores.
Las empresas más disruptivas del mercado, como Google, ya no validan tus conocimientos en base a tus expedientes académicos. Van más allá. De hecho, demuestran que no ir a la universidad ya no supone ser menos.
Yo soy uno de estos “rebeldes” que decidió dejar la universidad. Gracias a esto, pude aprender más de lo que hubiese podido enseñar cualquier institución educativa.
En este post te quiero contar mi experiencia desafiando el statu quo y abandonando la universidad, y darte algunos consejos para que puedas tomar el mismo camino.
El problema de la educación tradicional
Es alucinante lo rápido que se mueve todo hoy en día. Por desgracia, las universidades no evolucionan al mismo ritmo.
Nos enseñan datos teóricos que en la práctica son casi imposibles de aplicar. Y si lo hiciéramos, aparecerían diez problemas y quince caminos diferentes para tomar. No nos enseñan a tener versatilidad.
En la educación tradicional nuestro conocimiento se traduce a una ecuación muy simple: si podemos responder las preguntas, quiere decir que “sabemos la lección”. Esto es peligrosamente incompleto, ya que no nos enseña a aplicar lo que hemos aprendido de manera efectiva.
Para completar el proceso de aprendizaje es necesario llevar éste nuevo conocimiento al mundo real. Transformar algo a nuestro alrededor, observar las consecuencias y descubrir los desvíos entre lo planeado y lo producido. Estos desvíos se transforman en un nuevo problema a resolver, por lo que la educación continúa constantemente.
Y hoy en día, el problema principal de la educación tradicional es la falta de proyectos reales en donde aplicar los conocimientos. Nos falta ese feedback que ofrece el mercado, y los raspones de caernos intentando llevar algo a la práctica.
Un conflicto de intereses
A los 17 años hice mi primer viaje al exterior. Fue una travesía familiar con destino Cuba que transformó mi manera de ver el mundo. Fue impactante ver como una sociedad latinoamericana como la mía vivía en condiciones tan diferentes. Se convirtió en mi primer choque cultural importante. Caminar por las calles y no ver ningún cartel de publicidad, o ir a la heladería y ver que sólo había dos sabores de helado fueron pequeñas inquietudes que me generó conocer otra cultura. Además, a lo largo del viaje conocí gente increíble de otros países (algo que experimentaba por primera vez).
Cuando llegué a mi casa me di cuenta que el mundo era mucho más grande de lo que me imaginaba. Como dice la frase: “Los pájaros que nacen en una jaula, creen que volar es una enfermedad”. Sentí la necesidad de que otras personas supieran esto que me sucedía. Necesitaba transmitir mis opiniones al respecto, por lo que decidí crear un blog de viajes.
Comencé a aprender del blogging y el marketing online para dar a conocer mi blog. A los 18 años realicé mis primeros viajes en solitario, y casi un año y medio después de haber comenzado el blog, recibí invitaciones de varios destinos para escribir sobre ellos.
Sin embargo, a pesar de mis ganas de viajar por el mundo, ya me encontraba en la universidad. Había tomado el camino que dicta la sociedad y estaba estudiando la licenciatura en turismo y hotelería.
Todos los días viajaba una hora y media para asistir a unas clases que no estaban cubriendo mis expectativas de educación. Me sentía decepcionado. Dentro de la universidad me estaban enseñando como tener una agencia de viajes o trabajar en un hotel, y yo no quería eso. Lo que yo quería era ir un poco más allá en el mundo de los viajes. No me interesaba aprender la definición de “producto turístico”.
En el instante en que se me presenta esta duda sobre mi educación, aparece un viaje largo que me proponía una cadena hotelera. Era un viaje por Chile y Costa Rica que no me quería perder de ninguna manera. Pero había un problema: sólo me permitían tener cuatro faltas por materia.
Ahí fue cuando, por primera vez, comencé a considerar seriamente la opción de abandonar la universidad de manera definitiva.
El día en que decidí seguir mi camino
Durante un mes estuve investigando formatos de educación a distancia que fueran compatibles con mis viajes a Chile y Costa Rica, y como no encontraba nada que se adecuara al estilo de vida que quería llevar, la “idea loca” de dejar la universidad comenzó a tomar fuerza.
Sin embargo, el miedo se apoderaba de mí. ¿Cómo se lo tomaría mi familia? ¿Cómo continuaría mi vida tradicional después de esto? ¿Tendría oportunidades profesionales sin ir a la universidad? Eran cosas que en ese instante no podía responder.
Todo ocurrió un jueves en el que estuve todo el día vendiendo rifas con un amigo. Llegué a mi casa a la 1 de la madrugada y debía despertarme a las 5 para asistir a la clase de economía. No fui. Ya llevaba un mes pensando en abandonar la carrera, así que aproveché que no había ido a la universidad esa mañana para tirarme a la piscina. “Para estudiar una carrera tengo toda la vida; para aprovechar las oportunidades tengo sólo un instante,” pensé.
Decidí contarle a mi madre la decisión que había tomado y, sorprendentemente, se lo tomó muy bien. Le dije que sentía que la universidad no estaba acompañando mis objetivos y que iba a dejar la carrera. Que me enseñaban información que no podía aplicar a mis proyectos. Que gastaba mucho dinero aprendiendo conceptos inútiles en la práctica, y que prefería reinvertir ese dinero en libros de expertos en temáticas que de verdad me ayudaran a afianzar mis emprendimientos. Y además, si algún día quería retomar la universidad podía hacerlo. Lo que había aprendido hasta ese día nadie me lo podía quitar.
No era la primera vez que hablaba de esto con mi madre y lo entendió rápidamente. Me apoyó en mi decisión y empujó mi espíritu autodidacta. Es más, cada vez que habla con otra persona sobre la decisión que tomé, explicaba que su hijo le había dado unos argumentos tan lógicos que le fue imposible decirme que no.
Mi primer día después de abandonar la universidad fue de lo más satisfactorio. Me desperté temprano, desayuné mientras escuchaba una charla TED de Elon Musk y empecé a planificar mi día: lectura, proyectos y objetivos. Me sentí bien y coherente conmigo mismo.
Unos días después, me subí a un avión con destino Costa Rica. Era el primer viaje después de haber abandonado la universidad. Salí del aeropuerto y comencé a caminar rodeado de árboles, respirando el aire puro de un país que ansiaba conocer. Me di cuenta que había tomado la decisión correcta: podía aprender de los mejores, seguir mi estilo de vida viajero y organizar el tiempo a mi gusto.
Nunca debes dudar de ti mismo, ni de tus decisiones. A lo largo de tu vida, vas a tomar muchas decisiones erradas. La clave está en seguir confiando. Como decía Steve Jobs: «los puntos sólo se pueden conectar hacia atrás». Confía en que tus decisiones serán correctas o te enseñarán algo en un futuro.
Sobre el miedo a dar el primer paso
El bungee jumping (puenting) es una actividad que a la gran mayoría le gustaría hacer alguna vez en la vida. Son muchas las personas que se animan a dar el primer paso hacia el vacío, sostenidos solamente por una cuerda. Pero son aún más las personas que se arriman al borde y no se animan a saltar.
Se acercan una y otra vez hasta el borde sin encontrar el coraje. Dejan pasar las oportunidades de hacerlo cada vez que dan un paso atrás y se retractan. El miedo se apodera de todo su cuerpo evitando que salten.
La única manera de encontrar el coraje, es acercarse al borde, cerrar los ojos y confiar en que todo saldrá bien. Saltar.
Cuando decidí dejar la universidad temía que mi familia pensara cualquier cosa de mí o que mi vida tradicional se fuese al demonio. ¿Qué pasaría si mis amigos me dejasen de llamar o si mi familia no me apoyara en ninguna de mis decisiones? ¿Y si no encontrase trabajo por la pérdida de relaciones profesionales?
Todos estos conflictos aparecían en mi cabeza cuando me asomaba al borde antes de saltar al vacío. Al final acabé lanzándome y…
Nunca sucedió nada de lo que imaginaba.
Mi familia siempre me apoyó. De hecho entendió que lo que yo planteaba era sumamente coherente y me ayudaron en cada paso. Puedo decirte que hoy en día me regalan libros que están en mi lista de pendientes para que continúe mi aprendizaje.
Mi vida tradicional se acomodó rápidamente. Hoy en día puedo manejar mis horarios y elegir lo que quiero hacer a cualquier hora del día. Puedo salir a correr a la mitad de la mañana o juntarme a tomar un café con alguien por la tarde.
Con mis amigos sigo en constante contacto gracias a herramientas como las redes sociales o Whatsapp, que me permiten hacer planes y quedar con ellos todas las semanas.
Si bien perdí potenciales conexiones profesionales que me brindaba estar en la universidad, encontré otras variantes que se convirtieron en algo mucho más interesante. Hoy en día utilizo la herramienta MeetUp que me permite encontrar eventos que reúnen a personas con los mismos intereses en un ambiente totalmente relajado y divertido. Gracias a esta herramienta conocí personas con las que hoy estoy desarrollando proyectos.
Los miedos van a aparecer siempre, pero las dudas son el principio de una gran solución. La clave es llevar tus sueños y metas más alto que tus miedos: por un instante de incomodidad no debes perder de vista tu objetivo más grande.
Cómo encontrar empleo sin tener un título universitario
Dejar la universidad para seguir mis sueños fue un acto muy romántico, pero lo cierto es que necesitaba un empleo para poder pagar mis gastos. Y generalmente, estos empleos requieren personas ya graduadas o que estén finalizando sus estudios.
En mi caso, me encontraba buscando un trabajo como escritor freelance para poder generar ingresos mientras viajaba. Empecé a investigar en Internet qué empresas del mundo de los viajes y turismo no tenían blog y me topé con una importante cadena de hoteles que tenía una buena presencia en las redes sociales pero que no tenía su propia plataforma digital, así que les diseñé un plan de publicaciones, ideas, costos y beneficios. Busqué el contacto de la persona de marketing y adivina qué: hace dos años escribo el blog de esta cadena hotelera.
Ser proactivo es una de las mejores maneras de encontrar trabajo, tengas o no tengas un título. Si puedes encontrar un espacio en blanco dentro de la empresa, propón una solución. Eso fue exactamente lo que hice yo: busqué una gran empresa que no tenía blog (pero que le interesaba tener presencia online) y les hice una propuesta con todas las soluciones que necesitaban. Quedaron fascinados.
Otra manera de destacarte de los profesionales con título universitario es crear un proyecto personal que te permita demostrar las habilidades que puedes ofrecer. Un currículum vitae ya no es garantía de nada. En cambio, tener un proyecto propio que te permita demostrar tus habilidades a tu futuro empleador es mucho más potente. Si quieres un puesto de chef, cocina y vende tus productos (o bríndales una muestra). Si lo que quieres es un puesto de vendedor de paquetes turísticos, escribe un blog mostrando lo que sabes sobre cada uno de ellos. Si quieres un trabajo de diseñador gráfico, haz un portfolio con ideas innovadoras para la empresa que te quieres postular. Muestra tus habilidades constantemente.
Olvídate del currículum vitae clásico. En vez de eso, enfócate en las necesidades y puntos débiles de la empresa a la que quieres acceder. Ofrece soluciones a problemas existentes y demuestra que tú tienes el perfil adecuado para resolverlos.
De nada sirve enviar tu CV a mil páginas para encontrar trabajo como Monster o Infojobs. El 99% de las personas hace esto, pero las mejores oportunidades no se encuentran ahí (por más que pongan nombres seductores a los puestos). Las mejores ofertas laborales llegan a través del boca a boca, cuando tomando una cerveza el director de una empresa la pregunta a su colega si conoce a un buen programador.
Abandonar la universidad no significa dejar de estudiar
Todo lo contrario. En mi caso, desde que dejé la universidad estudio mucho más que antes.
Cuando estamos en la universidad, todos los días aprendemos cosas que no podemos aplicar instantáneamente a ninguno de nuestros proyectos. Son conocimientos que retenemos hasta pasar el examen y que luego olvidamos para siempre. Esto no sirve para nada y es una pérdida de tiempo.
En cambio, si orientas tu aprendizaje hacia tus objetivos profesionales, el resultado del juego cambia. Te enfocas únicamente en desarrollar habilidades y conocimientos que puedes aplicar de manera inmediata en tu emprendimiento personal, y cuando llevas estos conocimientos a la práctica en la vida real obtienes un feedback que te genera nuevas dudas. Al resolver estas nuevas inquietudes, estás nutriendo aún más tu conocimiento.
No te quedes sólo con la teoría. Aprovecha las variables del mundo real para profundizar aún más tu aprendizaje.
Además, no es necesario asistir a instituciones formales para aprender. Puedes aprender lo que sea leyendo libros, investigando en Internet sobre el tema (en blogs y foros especializados) o yendo a cursos impartidos por profesionales con experiencia real y demostrable en su campo.
¿Quieres ser un diseñador gráfico freelance y ganarte la vida mientras viajas por el mundo? Lee e investiga las estrategias que utilizaron las personas que ya están haciendo lo que te gustaría hacer a ti. Entender qué les sirvió puede darte ideas para dar a conocer tu trabajo.
¿Te gustaría abrir un bar con dos socios en la ciudad donde vives? Aprende sobre restauración, stock, recursos humanos y llévalo a la práctica. Aprender y aplicar constantemente te llevará mucho más rápido al objetivo que pasar años estudiando y perder la oportunidad de acertar (o errar) en la vida real.
¿Tu objetivo es ingresar a trabajar en una importante multinacional? Investiga sobre su personal, qué hacen, qué saben y qué les faltaría. Comienza a estudiar las habilidades que no tienen para encontrar un punto fuerte por el cual destacarte.
Las posibilidades son infinitas: trabajando duro y siendo autodidacta puedes moldear el perfil profesional que deseas de cara al futuro.
En mi caso, cuando dejé la universidad y comencé con mis proyectos, me encontré con necesidades clave para aumentar mis resultados:
- Comencé mi blog de viajes y sólo me leían mis familiares y amigos. ¿Entonces? Me enfoqué en leer a los mejores blogueros de Marketing Online y aprendí a darle forma a mi estrategia digital. En 2 años pasé de 50 a +30.000 visitas mensuales.
- Empecé una startup que tenía una condición para funcionar: convertirse en algo viral. Si no la conocía mucha gente, simplemente no funcionaría. Por lo tanto, enfoqué mi aprendizaje en el mundo del Growth Hacking (estrategias de crecimiento). De esta manera pude entender cuales eran los factores que ayudaban a crear el bucle viral.
- Afronté varios proyectos en simultáneo y me di cuenta de que estaba siendo bastante desorganizado. ¿Qué hice? Compré libros sobre los personajes más destacados en el mundo de la administración y productividad. Los estudié a fondo y aprendí como ordenarme en mi vida offline. Apliqué inmediatamente estos conocimientos y los fui orientando a la medida de mis emprendimientos. Los resultados mejoraron notablemente.
Para comenzar tu auto-educación primero deberías plantear tus objetivos como profesional, y luego pensar en las habilidades que necesitarías para destacarte en tu campo. Cuando tengas claro cuáles son, busca quiénes son los profesionales más destacados en esa área. Finalmente, crea un plan de estudios que te permita aprender de ellos y sé muy riguroso a la hora de cumplirlo.
Es el momento de tomar las riendas de tu futuro
«Si sólo lees libros que todos leen, sólo puedes pensar lo que todos están pensando»
— Haruki Murakami
Vivimos en una sociedad que nos programa para hacer la vida típica de ir a la universidad que, si bien no es una mala opción, no es la única que puedes tomar.
En un mundo tan dinámico como el de hoy, la información se mueve mucho más rápido que la burocracia de la educación. Por lo tanto, si nos quedamos solamente con la opción que nos brinda la sociedad, es muy difícil destacarnos. Debemos ser más inquietos. Cuestionar y accionar constantemente para obtener resultados.
En el caso que decidas tomar el mismo camino que yo y aprender por ti mismo, te darás cuenta que no fue una decisión descabellada. En mi caso, fue la mejor decisión que pude tomar a mis 20 años. Quizás al principio te sientas un poco a la deriva debido a las inseguridades o miedos que puedan surgir, pero debes seguir adelante. Si tus sueños no te asustan, quiere decir que no son lo suficientemente grandes.
Y si todavía tienes miedo, inseguridades, o alguna duda dando vueltas por tu cabeza… ¡Escucha a éste niño de 12 años dándole una paliza a las mentes tradicionales y dile a esas mentes de una vez «no quiero ir a la universidad»!
Al fin y al cabo, las mejores historias fueron contadas por personas que se animaron a dar un paso hacia el frente cuando todos se quedaban en el lugar. Aquellos que desafiaron el status quo.
Como dijo Richard Branson: “Si optas por una vida segura, jamás sabrás qué se siente al ganar”.