Si sigues este blog y has leído posts como este o este, quizá pienses que viajar por el mundo es como tomarse unas vacaciones de larga duración, y que es todo playas, vivir experiencias increíbles y conocer a gente interesante.
Nada más lejos de la realidad.
Aunque es cierto que los tres meses que llevo en la carretera han estado llenos de momentos inolvidables, no siempre estoy cenando con pianistas virtuosos y bebiendo champagne francés en casinos. Sería imposible mantener por mucho tiempo el ritmo de «ver y hacer lo máximo posible en cada lugar.» En realidad, mis días están llenos de actividades mundanas:
- Trabajar. Los posts de este blog no se escriben solos, y los resúmenes de mi nuevo proyecto tampoco. En los albergues es muy fácil distraerse, así que normalmente escribo desde cafeterías con conexión a Internet.
- Pasear. Lo que más me gusta de viajar no son las atracciones turísticas, sino ver cómo vive la gente en los países a los que voy. A veces me paso horas y horas simplemente dando una vuelta por la ciudad, entrando a las tiendas y mercados, y observando todo a mi alrededor.
- Hacer ejercicio. Aunque las circustancias no siempre lo permiten, cuando tengo la oportunidad salgo a correr o voy al gimnasio a levantar pesas.
- Comer. Allá donde voy, me encanta descubrir nuevos restaurantes y probar la cocina local (aunque reconozco que todavía no me he atrevido con los grillos fritos). Siempre que conozco a alguien, le pregunto por sus lugares favoritos para comer e intento ir a conocerlos.
- Leer. Para mí es un placer poder pasarme toda la tarde tomando café y leyendo en mi Kindle. Además de libros de negocios, me gusta leer ficción, especialmente antes de acostarme. En estos momentos estoy acabando Musashi, una fascinante novela sobre el espadachín japonés más famoso de la historia.
- Hacer la colada. El sudeste asiático está lleno de lavanderías en las que, por 2 o 3 euros, te lavan la ropa y te la entregan seca y doblada. Como viajo sólo con una mochila, cuando lavo intento lavarlo TODO, y no me queda más remedio que pasarme el día entero en bañador y chanclas 🙂
Habrá quien opine que no estoy aprovechando el tiempo todo lo que debería, pero yo lo veo justo al contrario. Son las pequeñas cosas, como hacerme amigo de los empleados de mi cafetería favorita en Chiang Mai o descubrir el restaurante al que van todos los profesores de buceo en Koh Tao, las que hacen que esta aventura sea un VIAJE y no unas vacaciones. Viajar a playas o hacer locuras está muy bien, pero sin estas pequeñas cosas mi viaje no tendría ningún sentido para mí.
Y a ti, ¿cuáles son las experiencias que más te llenan cuando viajas?
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Estos últimos cinco días he estado con un ex-compañero de Microsoft en un apartamento a las afueras de Hong Kong, trabajando día y noche en el proyecto de los resúmenes. La foto es de nuestro «despacho».
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Ayer llegué por fin a China. Mis primeras impresiones: esto no es Hong Kong ni Macao…