Este es un post invitado de Antonio Herrero
de Ricosylibres.com
En el mundo hay personas que piensan en pequeño y personas que piensan en grande; personas que sólo ven problemas y personas que sólo ven oportunidades. Antonio es de las segundas. Es mi amigo “el de las ideas locas”, el que cada semana me propone algún viaje, me habla de algún nuevo proyecto o me sugiere que intente entrevistar a alguien inaccesible como Pablo Iglesias. Es el tipo que va a una conferencia y le ofrece al invitado famoso darle un tour por la ciudad, o el que escribe al CEO de una empresa que factura millones de euros para invitarle a comer… y lo consigue. Antonio es el vivo ejemplo de que, en la mayoría de ocasiones, sólo hay que pedirlo.
Nos conocimos en la primera quedada VAM que celebré en Madrid a finales de 2013. Apenas pudimos hablar 15 minutos, pero enseguida conectamos. Después de aquel día intercambiamos varios e-mails, nos volvimos a ver en la capital y acabamos haciéndonos súper colegas. Ahora, cada vez que quedamos, la tarde se nos hace corta y el vino escaso.
Tenía muchas ganas de que Antonio compartiese sus experiencias en Vivir al Máximo, porque es alguien a quien admiro profundamente y que tiene mucho que enseñarnos sobre la vida, y hoy por fin ese día ha llegado. Estoy muy orgulloso de poder contar con él como autor invitado y espero que disfrutes y aprendas tanto de sus palabras como lo he hecho yo.
¡Todo tuyo, amigo!
AVISO: Artículo largo a continuación, pero cada frase del mismo merece la pena.
***
El año en que conseguí la libertad. Historia de un pequeño emprendedor
“¿Fronteras? Nunca he visto una, pero he oído que existen en las mentes de algunas personas.”
Creo sinceramente que el explorador noruego Thor Heyerdahl, autor de esta frase, tuvo que tener un momento de inflexión en sus años de juventud en el que se dio cuenta de que, la vida, no era sino una especie de juego donde el nivel de dificultad lo podías elegir tú al abrir los ojos cada mañana.
La frase que lo cambió todo
Antes del verano del 2008 me gustaba viajar, pero no viajaba casi nunca. Me gustaba pasear despacito, y si me observabas bien podrías ver un matiz de placer en mi sonrisa y en mis ojos mientras caminaba, pero no podía hacerlo mas que los fines de semana o por las tardes después de una jornada cansada. Me gustaba pensar que podía tomar una cerveza con mi madre a cualquier hora de la semana, aunque sabía que no era verdad. Me gustaba decirle a un amigo que quedábamos para vernos pronto, aunque sabía que mis horarios, y los suyos, harían muy difícil ese encuentro. Incluso –por qué no– me gustaba tomarme unos vinos a media tarde en un martes cualquiera, juntarlos con la noche y acabar borracho y despreocupado cantando a Gardel, aunque, si mal no recuerdo, no dejaba de pensar en lo fatal que me sentiría al día siguiente en la oficina.
Entonces me encontré con un amigo. Uno de esos amigos que admiras, de esos que es ingeniero industrial, y viaja mucho, y habla muchos idiomas porque ha vivido en muchos sitios, y parece tener tiempo para todo, y parece estar siempre de buen humor, y… Y le comenté que se me había ocurrido irme a Cambridge, Inglaterra, a pasar el verano aprendiendo inglés. Le dije que me daba miedo y que no conocía a nadie que me acompañara, así que le pregunté que cómo iba a irme solo. “Creo que no has formulado la pregunta correctamente”, me dijo. “Lo que deberías preguntarte a ti mismo es que cómo no vas a irte solo. No dejes que nada ni nadie te impida ir a algún sitio. Si quieres hacer algo, simplemente hazlo.”
POR QUÉ QUERÍA COMPARTIR CONTIGO ESTE PUNTO
Es posible que seas una persona sin miedos y que seas capaz de saltar al vacío sin llevar paracaídas, pero si eres como era yo hace unos años y el miedo te hace no perseguir tus sueños, déjame decirte que hacer cosas solo como ir al cine, o a una exposición, o viajar a Tailandia, puede suponer el comienzo de una vida muy diferente.
Si sabes cómo vivir, puedes vivirlo todo
Por aquel entonces, estaba empezando los primeros días de los tres meses de prácticas en un pequeño estudio de diseño y, recordando las palabras de mi amigo, compré los billetes de avión para Inglaterra con fecha de salida al día siguiente de terminar las prácticas. Yo sabía que la empresa podría querer contratarme al terminar; sabía que podría ser una gran oportunidad para mi currículum; sabía que me gustaba más o menos ese trabajo; pero, ¿qué quería yo realmente? Irme a Cambridge. No dejaba de pensar que dejar la consecución de mis sueños en manos del destino o de una decisión ajena no era una buena idea. ¿NO TE PARECE UNA LOCURA?
El jefe me invitó a comer el último día de las prácticas y efectivamente me ofreció quedarme en su empresa con unas condiciones muy majas, a lo que yo, con una de las mayores sonrisas que he desplegado en toda mi vida, dije que me iba a Inglaterra al día siguiente y que nada podría detenerme. Para mi sorpresa, él me dijo que le parecía una muy buena idea, que disfrutara mucho, y que si cuando volviese aún tenía ganas y ellos podían, me contratarían.
Y así ocurrió: me contrataron al volver.
De esta experiencia aprendí dos valiosas lecciones:
- Si sabes como vivir, puedes vivirlo todo
- La gente me respeta más cuando estoy en movimiento y cuando tomo mis propias decisiones
POR QUÉ QUERÍA COMPARTIR CONTIGO ESTE PUNTO
Como respuesta quiero contarte dos historias, y además “recitarte” la parte de un poema que me encanta. Seré breve.
La primera historia es sobre mi amigo Mario. Mario trabajaba como informático de sistemas en telefónica, en un pequeño cuartito pegado a un ordenador esperando a que los usuarios le dijeran que no sabían como enchufar el ratón. Recuerdo como si fuera ayer nuestras conversaciones sobre lo gris que le parecía su vida, y recuerdo más aún como cuando yo le decía que lo que necesitaba era dejar ese trabajo y perseguir sus sueños él alegaba que no podía dejarlo porque no tenía estudios (ni si quiera la E.S.O – no era muy bueno en los estudios, o al menos eso creía él) y al volver no tendría nada. Al final, Mario dejó su trabajo y se fue a Inglaterra y a Escocia por un año. Luego volvió a Madrid pedaleando en su bicicleta desde Edimburgo y acto seguido estudió y aprobó la prueba de acceso a Bachillerato. Después estudió un grado medio de auxiliar de enfermería, y en la actualidad alterna su trabajo como profesor de Crossfit en un gimnasio con sus durísimas jornadas de estudio para las oposiciones de bombero. ¿Has visto alguna vez a una persona brillar?
La segunda historia es sobre la escena final de la película de BlackJack21, ¿la has visto? En ella, el chico accede a una prestigiosa beca de Harvard sólo después de contarle al director su increíble experiencia viajando a Las Vegas en numerosas ocasiones, asistiendo a fiestas y contando cartas ganando cientos de miles de dólares.
Por último, el poema es este:
El camino que no escogí
(…) Debería decir esto con un suspiro,
en algún momento, dentro de muchas eras;
dos caminos se bifurcaban en el bosque, y yo,
yo tomé el camino menos transitado.
Y eso ha marcado la diferencia.
Robert Frost
El año en que descubrí que era libre
Por favor, antes de continuar leyendo, échale un vistazo a este vídeo:
Creo que la libertad en ocasiones es sólo una cuestión de pensamiento. También creo que a algunas personas nos educan desde que nacemos para ser libres y a otras para ser esclavas y que, sólo en contadas ocasiones, tenemos la suerte y el valor de concedernos a nosotros mismos la preciada Rudis, esa espada de madera que recibían los gladiadores al obtener su libertad. Y es que la libertad a través de la historia ha ido cambiando de forma y de lugar, pero sigue estando al alcance de muy pocos.
Esta libertad de la que hablo a veces se consigue durante un viaje, o al terminar un libro, o al conocer a una persona. Sea como sea, se consigue a través de una experiencia que deja caer la venda que tienes en los ojos y te impedía verte a ti mismo desde la perspectiva adecuada, esa perspectiva donde ves cómo manejas el timón de un barco que es tu mente, unas olas que son tu cuerpo, y a través de un viento que son los azares de la vida.
Hacer algo por primera vez es meritorio; hacerlo por segunda vez, inercia. Después de mi primera experiencia en Cambridge me fue muy fácil tomar la decisión de irme una segunda vez meses después. La diferencia es que, en esta ocasión, en vez de tenerlo todo pagado y un dinero asegurado gracias a mi madre; en vez de tener miedo, mil preguntas sin respuesta y un billete de vuelta, decidí que 70 libras en el bolsillo, un portátil por si me salían trabajos de diseño y un suelo donde dormir en la habitación de un amigo eran herramientas y motivos suficientes. Al día siguiente de llegar encontré trabajo en un restaurante mexicano tras pedalear todo el día, lo cual me enseñó que la suerte aparece ante tu casa si le marcas el camino, e incluso es posible que se cuele en tu vida si le dejas la puerta abierta.
Estuve viviendo durante cinco meses más en Cambridge, durante los que trabajé en muchos y muy diferentes sitios, desde un restaurante de lujo lavando platos a un foodtruck vendiendo burritos en mitad de la nada. También adquirí un buen nivel de inglés y conocí a gente interesante, pero lo realmente importante fue que aprendí una valiosa lección: ya no estaba atado psicológicamente a España. Era libre para viajar por el mundo, trabajar en lo que pudiera, aprender cualquier idioma, conocer a quien se dejara y vivir las experiencias que anhelaba.
Volví a España, pero como siempre ocurre después de un viaje yo ya no era el mismo. Empecé a trabajar en una multinacional como diseñador gráfico. Ocho horas, horario partido y miradas a través de la ventana contemplado con tristeza a los pájaros volar. Pero, ¿sabes una cosa? Yo ya tenía mi Rudis y, por si no te lo han dicho ya, lo mejor de la libertad no es expresarla, sino saber que la puedes expresar o, dicho de otra manera: el hecho de estar en una cárcel no significa ser prisionero.
Las piezas de mi puzzle empiezan a encajar
Hace unos años otro buen amigo me atrapó una vez más con sus palabras. ¿Te han contado alguna vez la historia del puzzle y la vida?
Empieza a imaginar: el paisaje de tu vida está pintado en un gran puzzle que fue despiezado al nacer y que está esperanzado de volver a ser compuesto. Las diferentes piezas, que son nuestra familia, amigos, trabajo, experiencias, aficiones, ilusiones, amor, sueños… van girando y girando en el espacio, chocando unas con otras y dejando a menudo entrever un paisaje que no parece ser el que queremos contemplar. A veces parece que encajan, para luego volver a salirse para girar y seguir girando en el espacio. Sin embargo, mi amigo también decía que una vez escuchó, muy bajito, en letra pequeña y como si de un susurro se tratase, que en ocasiones hay dos piezas que se acoplan de tal manera que muestran una imagen clara y nítida de la película con esa trama feliz que puede llegar a ser tu vida.
Ese deporte que descubres, te enganchas y no te deja pensar en otra cosa. Esa pasión que llena todos los rincones de tu mente. Esa persona con la que simplemente no necesitas saber dónde estás para saber que estás en el lugar correcto. Ese trabajo que te hace despertarte, día tras día, con ilusión y energía…No sé si sabes de lo que hablo, ojalá que sí.
Durante años pensaba que yo tenía unas habilidades que no servían para mucho en el mundo laboral de oficina en el que estaba encajonado, y no dejaba de pensar en que, ¡¡por favor!!, algo tenía que ocurrir en mi vida que me permitiera finalmente expresarme a lo largo y ancho de este camino.
Me encantan las personas, conocerlas. Disfruto… qué se yo, ¿escribiendo, haciendo fotos y diseñando sin demasiadas pretensiones? Acostumbro a coger el teléfono con una sonrisa y me gusta saber que puedo elegir escribir “un abrazo” al final de cada email. Quería pensar que yo soy de esos que tratan de ayudar a cada persona pensando en qué necesita y no en cuánto dinero tiene. Quería ser yo, tal y como soy, pero quería ser yo a todas horas.
Quería ser yo por la mañana en la oficina y no dejar mi yo para más tarde. Quería ser yo con todas las personas que me cruzara en mi camino siempre y cuando yo quisiera ser yo. Quería permitirme la licencia de estar un día triste y quedarme en cama sin dar explicaciones o estar increíblemente contento y trabajar hasta la madrugada. Me gustaba pensar, sencillamente, que podía compartir las cosas buenas que creía que tengo con el resto del mundo. No es mucho pedir, ¿verdad? No lo sé. Quizá estaba muy negativo, pero todas estas cosas pasaban por mi mente un día cualquiera entre las cuatro paredes de una oficina.
Así es como a finales de 2010 empecé a trabajar por mi cuenta y nació el estudio de diseño gráfico NO SÓLO IDEAS. Se juntaron varias piezas del puzzle y empezó una nueva y emocionante etapa de mi vida.
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Creo que este punto podría ayudarte porque quizás tu también tienes algunas piezas en tu vida que forman un paisaje que no te gusta. Yo tenía muy claras cuáles eran las piezas que no encajaban en mi puzle, y no dejaba de pensar en ello día y noche. ¿Qué piezas te gustaría cambiar? Quizás sea la pieza de tus amigos: ¿estás buscando activamente el rodearte de gente con la que estés más a gusto? Quizás sea la pieza de las experiencias: ¿tienes una lista de sueños que cumplir, pero no haces nada por cumplirlos? O quizás sea la pieza de la familia: ¿has dicho te quiero a esa persona que necesitas decírselo, o has pasado todo el tiempo que te gustaría con ella?
Cómo pasé de tener un cliente cada varios meses a recibir varias llamadas al día
¿Recuerdas cómo encontré trabajo en unas horas pedaleando por todo Cambridge? Pues ahí aprendí una de las lecciones más valiosas, un aprendizaje que me hizo cambiar la forma de buscar trabajo.
Tengo que matizar que no tiene nada de heroico encontrar trabajo si estabas en Inglaterra en esa época, en la que había una oferta esperando en cada esquina. Incluso creo que todos los que viajamos y queremos conseguir trabajo hemos hecho más o menos lo mismo: cargarnos la espalda con currículums y llamar a puertas, ver caras, hablar con personas y ser la mejor versión de nosotros mismos. El caso es que yo pensé: ¿por qué no hacer eso mismo en España?
Me hice 2.500 tarjetas de visita y recorrí Madrid de norte a sur y de este a oeste, dejándosela a todos y cada uno de los establecimientos que me encontraba a mi paso. “¿Alguien tendrá que llamar, no?” pensé. Y llamaron los clientes. Con cuenta gotas, pero llamaron. Había abierto una puerta.
Mientras pateaba Madrid empecé a pensar que las tarjetas estaban muy bien, pero necesitaba algo más a largo plazo y sobre todo algo más cómodo. Normalmente la gente piensa que es útil tener una página web y todo el mundo parece necesitar una, aunque la gran mayoría no se dan cuenta de que son completamente invisibles y la única forma de llegar a ellas es tecleando la dirección exacta. Yo lo sabía muy bien, ya que había tenido una web invisible durante mucho tiempo, la cuál únicamente me reportó un cliente en 3 años (que más bien fue una sorpresa) pero que me hizo preguntarme cómo me había encontrado. Fue entonces cuando, después de indagar, empecé a crear páginas y más páginas con dominios y palabras clave que la gente buscaba. Sabía que sólo tenía que ser cuestión de tiempo que mis webs surcaran el mar de Google hasta llegar a los puertos más cotizados. Déjame decirte que con esa acción abrí la caja de Pandora.
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Actualmente, buscar trabajo en una empresa o encontrar clientes requiere de un buen plan y de muchísima creatividad. ¿Te has parado a pensar si estás haciendo todo lo que puedes? Si no, ¿a qué esperas? Si crees que sí lo haces y no consigues resultados, ¿por qué no buscas a gente que te ayude?.
¿Quieres ser conocido por algo? Focaliza y conviértete en cabeza de ratón
Dirijo un estudio de diseño donde, a decir verdad, lo único que dirijo es a mí mismo y a un par de plantas, algunos cuadros y últimamente un becario. Es una pequeña oficina, nada especial. Tampoco me considero un megadiseñador. Pero, sin embargo (y esto lo digo con todo el orgullo que cabe en Madrid), estoy el primero o de los primeros en las búsquedas de Google en prácticamente todo lo que hago. El teléfono suena muchísimas veces al día y me permite realizar un montón de trabajos para un montón de gente, viajar varios meses al año y sentirme realizado.
Prueba a buscar en Google “estudio diseño gráfico Madrid”, o “Impresión tarjetas de visita Madrid” o “Diseño flyers madrid”, o “diseño tarjetas de visita Madrid” o incluso… “Business cards Madrid” 😉
¿Ves a dónde quiero llegar? Sé el primero en algo, por pequeño que sea ese mercado.
POR QUÉ QUERÍA COMPARTIR CONTIGO ESTE PUNTO
Porque quizás a veces se te olvida que, pensar en pequeño, acaba suponiendo pensar en grande. Si no lo has hecho ya, léete “La vaca púrpura”, de Seth Godin, y… MAKE SOMETHING HAPPEN.
Por qué mis peores clientes fueron mis mejores maestros
¿Te han llamado alguna vez por motivos de trabajo a las 11:30 de la noche? ¿Escrito un whatsapp a las 2 de la mañana con elucubraciones nocturnas? ¿Pedido por favor que te desplaces a su oficina para pedirte un cambio en un trabajo que te podrían pedir por teléfono en 10 segundos? ¿Te han regateado hasta que te hagan plantearte los límites de tu aguante y cordura?
Esto me pasaba a menudo, hasta que un día me di cuenta de que la culpa no era de ellos, pobres gentes sin empatía, sino mía, paupérrima persona sin asertividad.
Encuentro apasionante este punto, ya que ellos me estaban regalando sin saberlo la mejor lección que una persona puede recibir, y que además disfrutaría los beneficios el resto de mi vida. Gracias a ellos escribí este artículo sobre las diez cosas que aprendí como autónomo y diseñador gráfico, y triunfó como los quicos.
Permíteme que te recuerde aquí un pequeño pasaje de Padre Rico Padre Pobre, de Robert Kiyosaki:
“Si aprendes las lecciones de la vida, te irá bien. Si no, la vida simplemente continuará empujándote de aquí para allá. La gente hace dos cosas. Algunos simplemente se dejan llevar de un lado a otro. Otros se enfadan y devuelven el empujón. Sin embargo, lo dirigen contra su empleo, su marido o su esposa. Ellos no saben que es la vida quien los está empujando.”
Ver las oportunidades. CREER EN TI MISMO
Cuando era un adolescente me di cuenta de que el hecho de poder besarte con una mujer o no dependía de tener oportunidades y, en última instancia, de cómo las aprovecharas. Empecé a pensar que hay tres clases de personas y quería identificar de qué tipo era yo:
- Están las personas que son capaces de crear oportunidades de la nada llevando una situación a su terreno para convertirla en favorable
- Luego están las personas que, viendo que existe una situación aparentemente favorable, son capaces de aprovecharla
- Y luego, finalmente, me encontraba yo. Era de esos héroes anónimos que ni la creaban, ni la veían, ni la aprovechaban. ¿Pero qué clase de vida era esa?
Desde entonces es así cómo veo la vida. Soy yo quien elige si ser espectador o actor.
Recibimos muchísima información al cabo del día, pero, ¿cuántas veces asociamos lo que percibimos con algo que nos pueda resultar beneficioso, del modo que sea?
Dejadme contarte una última historia para terminar, ya que a Ángel le llamó mucho la atención mi faceta social y el aprovechamiento de oportunidades.
Cada día de los últimos meses tengo la sensación de mirar el mundo con ojos diferentes. Creo que se debe a que me he embarcado en un montón de proyectos y leído decenas de libros, asistido a conferencias de gente que admiro, conocido a centenares de personas y viajado a unos cuantos países. Sergio Fernández lo llama “sitiar tu cerebro”, es decir, activarlo con diferentes estímulos provocando una mayor capacidad de asociación y quizás mayor viveza en el pensamiento.
Hace unos meses estaba disfrutando los post de Vivir al Máximo cuando me tope con aquellos sobre las páginas nicho. De repente me di cuenta de que yo tenía conocimientos sobre webs y sobre posicionamiento SEO debido a mi negocio, así que me puse manos a la obra y en poco menos de un mes creé 5 páginas nicho.
A esto le llamo estar atento a las oportunidades.
Mi página nicho más importante es sobre Discos Duros Externos (seguida por otra que tengo sobre Máquinas de Coser). ¿Qué suerte que un dominio tan bueno estuviera disponible, no? Pues no. Hice una rápida búsqueda en Google y descubrí quién era el dueño. Él no lo usaba por falta de tiempo, así que le hice una oferta contándole la pura verdad, y aceptó cedérmela con un precio muy reducido (30 €) más el regalo de otro dominio muy bueno.
A esto yo le llamo aprovechar las oportunidades.
Unos meses más tarde y después de muchos intentos, conseguí contactar con el bloguero de humor más grande de España, Fino Filipino. Después de aceptar hablar conmigo por Skype, me puso gratis un link en su web (una de las webs con más tráfico del mundo) durante un mes y medio.
Más adelante, otra de las webs más punteras de España, ganador durante años de Premios Bitácoras, referente en muchos sitios y con casi 400.000 seguidores, me colocó un banner gratis durante varios meses y me ayudó muchísimo en mi posicionamiento. Todo ello sólo porque mostré interés por él, por enseñarle lo que sabía, y por hablar sin nada que esconder.
Hace unas semanas, un cliente me pedía un descuento en un trabajo que ya de por sí estaba rebajado y con el que yo no tenía mucha ganancia. Hice una búsqueda rápida y vi que ese cliente tenía 3.000 seguidores en Twitter y cientos de contactos en LinkedIn, así que le propuse: “¿Por qué no hablas de mí en tus redes sociales y yo te hago esa rebaja?”
Allá por Diciembre, la periodista Mariló Montero pronunció una épica y desafortunada frase hablando sobre “los negritos” y, al leerla, un negrito llamado Amuda Goueli, cofundador y CEO de Destinia, una de las webs más grandes de viajes de España, escribió su ya famosa “Carta de un negrito a Mariló”. Cuando leí la carta me di cuenta de que contenía algunas pequeñas faltas de ortografía y, con todo el respeto que pude, le escribí un email a Amuda con el texto corregido y diciéndole que sería un gran placer conocerle y poder compartir un té y una conversación. Decidió quedar conmigo porque al parecer le llamé la atención y, aprovechando que Ángel estaba en Madrid, le invité también. Fue una de las tardes más increíbles que recuerdo, una conversación para los libros de historia y una sensación de plenitud. Comparo la experiencia de conocer a Amuda como aquella vez que conocí a Aristóteles, Séneca o Platón 😉
Entre otras cosas, Amuda me contó que en una semana recibió más de tres mil emails a causa de la publicación de su carta, pero, ¿sabes quién fue el primero en escribirle? Él dice que no quedó conmigo por ser el primero, pero, ¿habría sido la misma historia si le hubiera escrito una semana después?
Fue sólo hace unas semanas cuando escribí aquel artículo que mencionaba antes sobre lo que aprendí como autónomo. Lo mandé a Menéame con la sanísima intención de que lo leyera un gritón de personas. Parece que a la gente le gustaba mucho. Lo leían, lo meneaban con timidez y subía poco a poco la larguísima escalera hacia la página principal, pero aun así no era suficiente. Poco a poco mi texto fue quedándose relegado hasta perderse en el mar del olvido de interné 🙁
“Esto no puede estar pasándome”, me dije. Yo creía que mi artículo era muy bueno y que merecía la ansiada portada (si yo no creía en mí, ¿quién mondongos iba a hacerlo?), así que me puse a buscar perfiles de gente que había conseguido llegar allí. Busqué y busqué hasta que di con una persona a la que podía contactar por email, y le conté sin más ni menos lo que pasaba. Le dije que mi artículo era bueno y que si podía por favor echarle un vistazo. Le echó un vistazo, lo meneó, y se lo mandó a sus amigos meneantes. Mi artículo salió del anonimato, escaló posiciones y se acabó convirtiendo en candidata para subir a portada. Aún así, la competencia era feroz y era muy difícil subir.
Mientras todo esto ocurría, yo me encontraba en un evento de networking donde los moderadores te daban un minuto (tu minuto de gloria) para que expusieras tu trabajo con afán de conseguir clientes. En vez de intentar conseguir clientes y con permiso del moderador, les pedí a todos que se sacaran el móvil, teclearan menéame en sus pantallas y que, todos a la vez, menearan mi artículo. Lo demás es historia. Mi post subió a portada, me leyeron 36.000 personas en dos días y me compartieron más de mil quinientas veces en las redes sociales. Recibí muchísimos comentarios de agradecimiento por haberlo escrito y me quedé con una sensación de plenitud como pocas veces he tenido en mi vida. Sinceramente, yo lo que quería era creer en mí mismo.
Recuerda: PON TODO LO QUE ERES, EN TODO LO QUE HAGAS.
A esto yo le llamo crear oportunidades.
¿No trata de eso la vida? ¿no es precisamente el estar atento, el mirar donde otros no miran, el saber correr, saber estar parado, saber decir sí, o no, lo que marca nuestras vidas? ¿No es el saber hacer esa llamada, mandar ese email, dar esa tarjeta, iniciar esa conversación, acercar la cabeza para dar ese beso, lo que decide quiénes somos y cómo vivimos? Yo lo llamo tomar parte activa en mi propia vida, abrir los ojos.
Y hasta aquí llega esta pequeña historia de una persona emprendedora que nunca se rindió y que hoy es libre gracias a ello. Espero haberte podido ayudar a pensar en tu propia libertad y que, en un futuro cercano, pueda darte la bienvenida a esta comunidad de “emprendedores de la libertad”.
Antes de irme, te dejaré otra frase más para que veas la importancia que tiene todo en la vida:
“A veces, cuando considero las tremendas consecuencias de las pequeñas cosas… me siento tentado a pensar… que no hay cosas pequeñas.”
— Bruce Barton