Cuando en 2014 le dije a mis padres que iba a montar un negocio online para dejar Microsoft e irme a viajar por el mundo, no me tomaron demasiado en serio.
Me dijeron que me dejase de tonterías, y que cuidase el trabajo que tenía porque en España con la crisis estaba todo muy mal.
Cuando durante las siguientes semanas les seguí insistiendo en que iba a marcharme y traté de explicarles con argumentos lógicos que esto de los negocios online no era ninguna idea disparatada, siguieron sin apoyarme.
Y es más: no sólo no me apoyaban, sino que mi padre me mandaba de vez en cuando e-mails “disuasorios” con enlaces a noticias de parados que no tenían con qué alimentar a sus hijos, o de consultores de éxito que lo habían perdido todo y vivían en el parque, y con asuntos tipo «Para que valores lo que tienes…», confiando en que eso me hiciese reflexionar.
Finalmente, después de varias semanas de tira y afloja, decidí dejar de hablar de este tema con mi familia y cambié de estrategia.
Me di cuenta de que por muchos argumentos que les diese no les iba a convencer con palabras, así que lo que hice fue encerrarme a trabajar. Luego, unos meses más tarde, cuando ya tenía una página nicho que me estaba generando más de 1.000€ al mes, les envié un e-mail con un enlace a la web y el recibo del banco del último pago de Amazon.
Ese correo lo cambió todo.
A partir de ese día, mis padres dejaron de decirme lo de «no digas tonterías, pon los pies en la tierra», y su discurso pasó a ser «nos parece bien que quieras marcharte, pero primero ahorra un poco más y espérate a que te den la green card para que puedas volver».
Mi padre dejó de enviarme e-mails para meterme miedo, y empezó revisar los artículos de mi web y a sugerirme mejoras y correcciones.
Y cuando les contaba mis planes a mis amigos de España, ya no me miraban como si me hubiese vuelto loco, sino que me pedían que les explicase cómo podían hacer lo mismo.
Esta experiencia me enseñó una gran lección que nunca olvidaré:
Que las acciones, pero sobre todo los resultados, hablan mucho más alto que las palabras
Y es que, si quieres que alguien te apoye, confíe en ti o escuche tus ideas, lo mejor que puedes hacer es cerrar la boca y dejar que tus acciones y tus resultados hablen por ti.
Un ejemplo real: cómo lograr que miles de personas sigan tus consejos
Mi amigo Marcos Vázquez, el creador de Fitness Revolucionario, lleva más de 5 años publicando artículos sobre fitness y nutrición.
Sus recomendaciones suelen ser opuestas a lo que dice la sabiduría convencional, e incluso opuestas a lo que aconsejan los médicos y las asociaciones de salud. De hecho, su misión es cambiar la manera en que se alimentan y entrenan la mayoría de las personas hoy en día.
Sin embargo, en el episodio #7 de “Una vida a tu medida”, Marcos explica que no va por ahí diciéndole a la gente que está comiendo y entrenando mal, a pesar de que tiene estudios e información objetiva que demuestran que lleva razón.
Si lo hiciese, no le escucharían, porque a nadie le gusta que un desconocido le diga que lleva toda su vida equivocado.
En vez de eso, lo que hace Marcos es centrarse en escribir y crear nuevos programas, y dejar que los resultados de sus seguidores sean los que difundan su mensaje.
Porque cuando alguien –gracias a sus artículos y productos– pierde peso, se siente mejor o consigue cursarse de una enfermedad que hasta entonces había sido incapaz de curar con pastillas, la gente de su alrededor ve esos resultados y empieza a hacer preguntas:
- “Oye tío, qué bien te veo, ¿qué has hecho para conseguir esos músculos?”
- “Wow, ¡estás mucho más delgada! ¿Cómo lo has hecho?”
- “¿Qué ya no tienes alergia? ¿Y eso?”
Y ahí, en ese momento, sí que están dispuestos a escuchar.
Así ha sido como Marcos ha conseguido que cientos de miles de personas en todo el mundo sigan sus ideas a pesar de no ser médico, nutricionista ni entrenador personal.
Porque sus ideas funcionan y producen resultados.
Hechos, no palabras
Si has tomado la decisión de abandonar el camino convencional y crear una vida a tu medida, es normal que tus padres, tu familia y tu círculo social no te apoyen.
Es normal que por mucho que les expliques lo que haces y por qué lo haces, y por muy buenos argumentos que les des, no te entiendan.
Si ese es tu caso, no sigas insistiendo.
Es una batalla perdida.
En vez de eso, rodéate de los pocos que sí te escuchan (en este blog encontrarás a muchos) y céntrate en trabajar duro para demostrarles con resultados que hiciste lo correcto.
Porque cuando vean que tienes más tiempo para ellos, que estás más feliz y de mejor humor, y sobre todo que dinero para comer todos los días y que no vives debajo de puente (o que incluso ganas más dinero que antes) …
Entonces será cuando empiecen a creer en ti.
¿No puedes pasar a la acción porque no tienes claro qué es lo que quieres hacer con tu vida? No te preocupes. Podemos ayudar 🙂