No soy religioso.
Tampoco me considero una persona espiritual.
En la universidad estudié Ingeniería Informática, y tengo la mente más lógica y estructurada que te puedas imaginar.
Sin embargo, a pesar de todo eso, creo firmemente en lo que yo llamo “las señales del universo”, que es algo anticientífico e imposible de demostrar.
Te confieso que he dudado mucho sobre si debería escribir este post.
No es el tipo de artículos que suelo publicar, y tampoco quiero que pienses que estoy loco.
Pero finalmente he decidido hacerlo porque Isa me ha insistido mucho y porque –quién sabe– a lo mejor te puede ayudar.
¡Así que ahí va!
A continuación te voy a explicar qué es esto de “las señales del universo”, por qué creo que son importantes y cómo puedes identificarlas.
Ya me contarás qué te parece 🙂
Mi modelo de la realidad
La mayoría de la gente da por hecho que vivimos en un universo compuesto de materia y energía.
Un universo estático. Inanimado.
Que no tiene consciencia de tu existencia y que tampoco se preocupa por ti.
Yo, sin embargo, creo que la realidad funciona de otra manera.
En mi opinión, el universo sí que tiene “vida propia”, por así decirlo.
Sí que se fija en lo que haces y sí que está pendiente de tus acciones.
Pero además de todo eso, el universo tiene la capacidad de comunicarse contigo y enviarte “pistas” para ayudarte a navegar por la vida o a tomar mejores decisiones.
Eso sí: no lo hace directamente, hablándote o mandándote un e-mail, sino mediante señales.
Es como una chica a la que le gustas. No se acerca un día y se declara, sino que te lo hace ver mediante pequeños gestos.
Por ejemplo, en el año 2014, cuando trabajaba para Microsoft, pasé por una época en la que no sabía qué hacer con mi vida.
De puertas para afuera lo tenía todo: un buen trabajo, buenos amigos, una novia que me quería…
Pero por dentro me sentía vacío y no sabía por qué.
Durante meses estuve buscando una solución.
Por mi cabeza pasó la posibilidad de cambiar de puesto dentro de la empresa, de buscar otro trabajo…
¡Incluso me planteé la posibilidad de comprarme una casa pensando que eso me haría feliz!
Y justo en ese momento, cuando más perdido estaba, el universo me mostró el camino.
Lo hizo a través de un libro: La semana laboral de 4 horas de Tim Ferriss.
Si te soy sincero, no recuerdo como llegué hasta él.
No sé si fue a través de un anuncio, o a través de un enlace en alguna web.
Lo que sí recuerdo es que fue por casualidad, que no lo estaba buscando conscientemente, y que justo unas semanas antes ya había estado leyendo algo sobre ese libro y lo había ignorado porque me había parecido un timo.
Por eso, cuando “La semana laboral de 4 horas” volvió a aparecer en mi vida pensé:
“Hmmmm, otra vez el dichoso libro. Quizá el universo me está tratando de decir algo…”
Y lo compré.
A día de hoy, tengo claro que el universo quería que me leyese el libro de Tim.
El universo estaba observándome y sabía perfectamente lo que necesitaba.
Pero date cuenta de que no me lo mandó por correo ni me llamó por teléfono para decirme que lo comprase.
En vez de eso, fue mucho más sutil.
Se limitó a llevarme a la web de “La semana laboral de 4 horas” por segunda vez, a ver si entendía el mensaje.
Por suerte lo entendí, y eso cambió mi vida para siempre.
Los tipos de señales que nos envía el universo (y por qué a veces duelen)
En mi experiencia, el universo nos manda sus señales de muchas maneras.
A veces nos las envía en forma de coincidencias o casualidades, como en la historia que te acabo de contar. Un libro o un blog que aparece en nuestra vida varias veces seguidas, una persona a la que llevamos tiempo queriendo contactar y que de pronto nos encontramos por la calle…
Otras veces, las señales llegan como noticias o eventos inesperados: una invitación a participar en algo interesante, una oferta para empezar un proyecto o trabajar con un cliente top…
Pero también es muy común que el universo nos mande sus mensajes en forma de lo que a primera vista parece una desgracia, como por ejemplo un divorcio, un despido o incluso una enfermedad grave.
Recuerdo cuando a los 20 años, en el verano de 3º de carrera, la que en aquel momento era mi novia me dejó.
Pasé unas semanas horribles: llorando, sin ganas de comer, sin salir de casa…
Pero cuando lo superé, llegué a la conclusión de que era el momento de un cambio.
Vi claramente que lo que me había ocurrido era un mensaje del universo que me estaba diciendo que necesitaba salir de Cáceres después de haber pasado toda mi vida allí.
Así que, en cuanto empezó el nuevo curso, solicité todas las becas que encontré para estudiar en el extranjero, algo que nunca me habría planteado en caso de haber seguido con mi ex.
Al final, me concedieron una beca Bancaja para estudiar en Estados Unidos, y no sólo viví uno de los años más divertidos de mi vida sino que conseguí un trabajo en Microsoft que cambió por completo el rumbo de mi futuro profesional.
En el caso de Mireia, la última invitada al podcast, su señal llegó en forma de despido.
Aunque llevaba años creando sus propias joyas y vestidos e incluso había probado a venderlos en pequeños mercados, esta actividad nunca había sido más que un hobbie.
Su verdadera profesión, la que había estudiado en la universidad y la que le daba dinero, era la arquitectura.
Hasta que un día, con la llegada de la crisis económica, el estudio en el que trabajaba cerró y de una día para otro se vio de patitas en la calle.
Ahí Mireia se vio obligada a elegir entre dos opciones: buscar trabajo como arquitecta fuera de España o tratar de convertir su pasión por los productos handmade en un negocio de verdad.
Y aunque lo fácil hubiese sido elegir la primera, entendió que el universo le estaba diciendo que era el momento de lanzarse y apostar por sus sueños.
Gracias a eso, hoy tiene su propia marca de vestidos de novia, 7 personas a su cargo y ha facturado más de 1 millón de euros con sus diseños.
Puedes escuchar la historia completa de Mireia aquí
Como digo, a veces las señales del universo duelen.
Pero… ¿por qué nos querría hacer daño el universo? ¿Que gana haciéndonos sufrir?
La respuesta es sencilla:
No es que el universo nos quiera putear, sino que sabe lo que nos conviene y por eso no nos da lo que queremos sino lo que necesitamos.
Y a veces lo que necesitamos son cosas que no comprendemos en ese momento y que nos causan dolor.
Puedes verlo de la siguiente manera.
Imagínate que en una dimensión paralela hay un señor con bigote y una bata blanca en una especie de sala de mandos.
En esa sala de mandos hay una gran pantalla, a través de la cual el señor del bigote lleva observándote 24 horas al día desde que naciste, y también un montón de palancas y botones con los que puede hacer que ocurran cosas en tu vida, en tu realidad.
Este señor te conoce bien y te tiene muchísimo cariño, porque te ha visto crecer.
Es tu mejor amigo.
Y como sabe qué es lo que te conviene y quiere siempre lo mejor para ti, a veces se ve obligado a mandarte eventos que inicialmente no te gustan y te hacen daño, pero que a la larga te van a venir bien.
Por eso me parece tan acertada la fábula de los caballos que menciona Derek Sivers en su blog (aquí la tienes traducida al español).
Y por eso, cuando ocurre algo malo en mi vida, algo que no me gusta, intento siempre preguntarme:
- ¿Cuál es la lección que el universo me está tratando de enseñar aquí?
- ¿Qué está tratando de decirme?
De esta manera, consigo cambiar el foco del problema a los aprendizajes y a la solución, y soy capaz de gestionar mejor la situación.
La importancia de escuchar los mensajes del universo
Como has podido ver hasta ahora, las señales del universo no son órdenes.
El universo no te dice qué es lo que tienes que hacer ni tampoco te obliga a hacerlo.
Simplemente se limita a señalarte sutilmente caminos que considera que podrían ser interesantes para ti, y eres tú el que debe decidir si quiere explorarlos o no.
En mi experiencia, suele ser una buena idea aceptar estas invitaciones y “tirar del hilo”, porque pueden llevar a lugares interesantes o desencadenar eventos que te hagan crecer.
Pero insisto: es algo opcional.
Sin embargo, existe una excepción a esta regla.
Hay algunos casos concretos, cuando el universo ve que te estás desviando demasiado de la buena senda, en los que te demanda que le hagas caso.
Y si no lo haces, te sigue mandando señales cada vez más fuertes hasta llegar a un punto en el que no te quede más remedio que obedecer.
Eso fue justamente lo que me pasó a mí en 2013.
Me acababa de mudar a los Estados Unidos para trabajar en Microsoft y, ese cambio tan grande en mi vida, sumado a que de pronto tenía dinero para ir a restaurantes y a que la comida americana no es la más sana del mundo, hizo que empezase a engordar.
Poco a poco fui ganando kilos, y según mi peso iba en aumento, las señales comenzaron a llegar.
Primero fue una pequeña lesión de rodilla.
Luego sentirme triste, cansado y sin energía.
Después de eso los comentarios de mis amigos, diciéndome amablemente que me estaba poniendo como una bola.
Las señales estaban ahí, pero yo las ignoraba, así que al universo no le quedó más remedio que darme un toque de atención.
Todo ocurrió un domingo.
Mi compañero de piso Amadeo estaba aburrido y me propuso ir a jugar al racquetball (la versión americana del squash), y yo, que siempre he sido muy deportista, le dije que sí.
Nos metimos en la pista y empezamos a darle a la pelota, y la cosa iba bien hasta que llegamos a un punto que se alargó más de la cuenta y que me obligó a correr varias veces de un lado a otro de la pista.
En condiciones normales, esto no hubiese supuesto ningún problema. He jugado mucho al tenis y estoy acostumbrado a esprintar. Sin embargo, en esa ocasión, después de la tercera carrera me puse rojo y empecé a toser.
Tuve que parar el punto porque no me encontraba bien, y como la tos no se me quitaba, no nos quedó más remedio que cancelar el partido.
Amadeo se fue a la ducha y yo me quedé esperándole sentado en un banco que había cerca de la pista, y mientras le esperaba recuerdo perfectamente lo que pensé:
“Tengo 22 años. El universo me ha dado un cuerpo maravilloso capaz de correr, saltar y moverse, y yo, en vez de aprovecharlo, lo estoy maltratando. Estoy escupiendo al universo a la cara. Este ataque de tos ha sido una colleja para que reaccione, así que de aquí en adelante las cosas van a cambiar”.
Al día siguiente de hacer esta reflexión empecé a ir al gimnasio. Poco a poco fui recuperando mi peso ideal y mi energía, y desde entonces no he dejado de entrenar.
Por suerte, escuché la señal que me mandó el universo y actué en consecuencia, porque si no hubiese hecho nada, sé que tarde o temprano habría recibido un mensaje mucho más fuerte en forma de lesión grave o enfermedad que me obligase de una vez por todas a reaccionar.
Al final, el universo se comporta un poco como si fuese tu padre.
Te deja jugar libremente, explorar…
De vez en cuando te dice “mira esto” o “no hagas lo otro”.
Y si ve que te empiezas a meter en líos, te avisa: “ey, cuidado con eso, no vayas por allí”.
Si pasas de él, te grita cada vez más alto, hasta que llega un punto en el que, si sigues ignorándole, se levanta, te da un bofetón y te trae a casa agarrado de la oreja.
Obviamente, lo ideal es no tener que llegar nunca a ese punto.
Mejor ahorrarse el mal trago, ser un buen chico y hacerle caso al universo a la primera cuando se pone serio 🙂
Cómo reconocer e interpretar las señales del universo
Ya hemos hablado de qué son las señales del universo.
También te he explicado qué formas suelen tener y por qué es importante escucharlas.
Veamos ahora cómo saber si un evento concreto es o no es una señal. Porque técnicamente casi cualquier cosa podría serlo…
Para mí, hay dos claves para reconocer correctamente las señales del universo.
La primera es no caer en el error de trivializar el concepto.
No puedes pasarte la vida preguntándote si todo lo que te ocurre –por pequeño que sea– es un mensaje del universo.
Igual que se suele decir que “si todo es prioritario, nada es prioritario”, si piensas que todo es una señal, nada es una señal.
De la misma manera, tampoco puedes vivir esperando a que el universo te diga qué es lo que tienes que hacer.
En la mayoría de ocasiones vas a ser tú el que tenga que decidir qué hacer con tu vida, sin ningún “universo” que te ayude, y es bueno que sea así.
Así que en vez de obsesionarte con las señales, lo que tienes que hacer es dedicarte a vivir, y plantearte la posibilidad de que el universo te esté mandando una señal sólo cuando te ocurra algo importante, que te sorprenda o que realmente capte tu atención.
Esa es la primera clave.
La segunda clave para reconocer correctamente las señales del universo es prestar especial atención a dos tipos de eventos muy concretos:
1. Sincronicidad
Una sincronicidad (o sincronía), según el psicólogo Carl Jung, es “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal”.
O dicho de otra manera: son aquellas situaciones que seguro que has vivido más de una vez en las que…
- Aparece algo en tu vida varias veces en poco tiempo
- Te ocurren dos cosas que no tienen ninguna conexión entre sí pero que apuntan en la misma dirección
- Llega por casualidad a tu vida algo que está íntimamente relacionado con un tema importante que tienes en tu cabeza en ese momento
Siempre que detectes una sincronicidad, considera la posibilidad de que el universo esté tratando de decirte algo, e intenta tirar del hilo para ver hacia dónde te lleva.
En mi caso, gracias a las sincronicidades me he leído algunos de los libros que han tenido un mayor impacto en mi vida, como La semana laboral de 4 horas o Antifrágil. Este último, por ejemplo, me lo compré porque de la noche a la mañana empezaron a hablar sobre él varias personas en mi timeline de Twitter.
También fue una sincronicidad la que hizo que entrevistase a Mireia Solsona: la chica de los productos handmade de la que te hablaba antes. Un día navegando por Internet me topé con su historia, y como me gustó mucho apunté su nombre en mi lista de “posibles invitados”, y sólo unas semanas más tarde va y me llega un e-mail suyo ofreciéndose como voluntaria para participar en mi podcsast. Obviamente le dije que sí.
Por último, gracias a las sincronicidades he contratado a mi último mentor. Desde hace unos meses tengo un reto importante en mi negocio que no soy capaz solucionar, y por muchas vueltas que le doy no consigo dar con la tecla. Recientemente, me dio por abrir mi aplicación de podcasts en el móvil para ver qué novedades había y… ¡boom! Lo primero que me encuentro es un episodio que trata justo sobre el problema que estoy tratando de resolver. Lo descargué, escuché a la invitada y me di cuenta de que lo que decía era justo lo que yo necesitaba, así que seguí tirando del hilo, entré a su web y he acabado contratándola.
2. Sustos, fracasos y malas noticias
Además de a las sincronicidades, también te recomiendo que prestes mucha atención a los sustos, a los fracasos y a las malas noticias.
Ante este tipo de situaciones negativas, lo que yo te recomiendo es que te preguntes si el universo está tratando de decirte o de avisarte de algo.
¿Es esto un mensaje invitándome a cambiar?
¿Me está dando el universo un toque de atención?
En mi caso, como te he contado en este artículo, fue una ruptura amorosa lo que me llevó a estudiar 5º de carrera en los Estados Unidos, y también fue un pequeño susto en un partido de racquetball lo que me llevó a cambiar mi alimentación y empezar a hacer ejercicio, pero ha habido muchos casos más.
Y es que no lo olvides: muchas veces los eventos más dolorosos acaban siendo los mejores regalos.
Conclusión: las ventajas de creer en las señales
Después de leer este artículo, puede que estés pensando que todo lo que te he contado son cuentos chinos, y que lo que yo llamo “las señales del universo” no son más que simples coincidencias, las consecuencias lógicas de tus acciones o el producto de tu entorno.
¿Y sabes qué?
Que quizá tengas razón.
Pero aun así, yo prefiero verlas como señales, porque eso hace que tenga una mejor relación con la realidad.
Y es que, cuando crees que el universo quiere lo mejor para ti e incluso te manda mensajes para guiarte en este mundo tan complejo, vives más relajado, con los ojos más abiertos y aceptas mejor todo lo que te ocurre.
Justo lo contrario a esas personas que viven amargadas y con miedo porque creen que el universo está en su contra y que todo lo malo les pasa a ellos.
Dicho esto, quiero dejar claro que mi objetivo con este post no es convencerte de que pienses como yo.
Para nada.
Sólo me apetecía compartir contigo esta manera de entender la realidad tan personal, por si te sirve de algo, y también animarte a reflexionar.
Más concretamente, me gustaría que por un minuto imaginases que todo lo que te he contado es cierto, y que el universo está pendiente de lo que haces y puede comunicarse contigo.
Si esto fuese así…
- ¿Dirías que estás escuchando al universo?
- ¿Qué te está tratando de decir?
- Y lo más importante de todo: ¿le estás haciendo caso?
Te dejo que pienses en ello 🙂