Sabes bien a qué me refiero.
Es una especie de angustia permanente. Un nudo en la garganta. Un hueco en el estómago.
Te sientes solo. Perdido y sin rumbo. No te apetece hacer nada. No tienes sueños ni ilusiones. No ves una buena razón para continuar.
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Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos sentido ese vacío existencial. Puede que fuese al llegar a casa después de un trabajo que nos anulaba, nada más salir de una relación larga o simplemente un domingo por la tarde.
Es una sensación que te come por dentro y que, personalmente, no me gusta nada: la sensación de sentirse vacío por dentro. Yo –y creo que todo el mundo– lo que quiero es estar feliz, ilusionado y satisfecho. Por eso, en los últimos años he tratado de entender por qué a veces me encuentro tan mal cuando no me siento feliz y he ido desarrollando mis propias técnicas para evitarlo.
Sé que no soy psicólogo, pero hoy me gustaría compartir contigo algunas de mis ideas favoritas para estar contento el máximo tiempo posible y superar los baches cuando lleguen.
¡Espero que te sean de utilidad!
1. Márcate objetivos
Varias de las mejores épocas de mi vida han coincidido con temporadas en las que estaba enganchado a algún videojuego.
Mi única meta durante esos meses era llevar a mi paladín a nivel 70 o conseguir la espada legendaria definitiva. En el recreo discutía con mi amigo Carmelo sobre cuál era la mejor estrategia para farmear oro, y el fin de semana madrugaba para aprovechar el día a tope y hacer cuantos más Mefistos mejor.
Todo giraba en torno a ese gran objetivo, y me despertaba ilusionado cada mañana.
Pero también he tenido esa misma sensación sin necesidad de matar orcos. Una de las ocasiones más recientes fue cuando estaba creando un negocio pasivo para poder dejar mi trabajo e irme a viajar por el mundo. Creo que nunca he tenido tanta energía ni me he sentido tan satisfecho.
Lo que he aprendido de estas experiencias es que trabajar todas las semanas en pos de un objetivo le da un propósito a tu vida, y eso ayuda a que estés bien. Es necesario tener una razón para levantarse de la cama y sentir que vas avanzando en tu camino particular. Porque la vida es movimiento, y cuando te quedas quieto te pudres, como el agua de un pantano.
Por eso, si te encuentras perdido y sin saber qué hacer con tu vida, márcate una meta que sea importante para ti, que sea difícil (pero no demasiado difícil) y que tenga un final claro.
Si no sabes qué hacer, te recomiendo algún reto físico como correr una media maratón. Me gustan mucho este tipo de desafíos porque tienes que dedicarles tiempo de forma regular, vas viendo progresos importantes cada semana y tienen una fecha de finalización clara.
Marcarte objetivos, aunque sólo sean deportivos, puede ayudarte a salir del estado de apatía en el que caemos a veces y ‘arrancar’ en otras áreas de tu vida.
2. Escucha a tu corazón
¿Alguna vez has tenido una idea que no te deja dormir?
¿Una de esas ideas que te viene a la cabeza una y otra vez, y que no puedes olvidar?
¿Una visión de la persona en la que te podrías convertir, del trabajo que podrías realizar, de la aventura que deberías vivir?
Puedes llamarlo musa, destino, señales, llamada divina o simplemente cabezonería, pero cuando la vocecita que tienes dentro te dice que hagas algo, tienes que escucharla.
A mí me pasó con Vivir al Máximo. Poco a poco fue creciendo en mi interior la idea de que tenía que crear una plataforma online para compartir una serie de cosas, hasta llegar a un punto en que no había día en que no pensase en ello. Cuando iba en el coche de camino al trabajo reflexionaba sobre el nombre del proyecto; cuando me tomaba un café en el Starbucks me llevaba un cuaderno para definir mi público objetivo. Era casi una obsesión.
Creo –y es algo muy personal– que este tipo de llamadas surgen por algo, y que si las ignoramos nos hacemos un poquito más grises. Por el contrario, si las seguimos, la magia se pone de nuestra parte y aparecen puertas donde antes sólo había muros. Steven Pressfield, autor de La guerra del arte, va más allá, hasta el punto de sugerir que este tipo de señales nos muestran nuestra misión en el mundo y que si hacemos caso omiso de ellas nuestras vidas no vividas pueden causarnos enfermedades graves como un cáncer.
En cualquier caso, creas lo que creas, la próxima vez que tengas una de esas ‘ideas persistentes' trata de llevarla a la práctica. Puede que te haga más feliz o puede que no (yo opino que sí), pero al menos así te quitarás de encima el gusanillo de no saber qué hubiese pasado si lo hubieses intentado.
3. Encuentra (o crea) un buen trabajo
Tu trabajo es importante. No sólo es una parte de tu vida a la que le vas a dedicar muchas horas y que va a suponer tu principal fuente de ingresos, sino que también es tu manera de expresar quién eres.
Uno de los motivos más grandes de insatisfacción hoy en día es precisamente ese. Es normal sentirse vacío cuando tienes un empleo que odias, en el que te sientes estancado y que además te roba, literalmente, 5 días de tu vida, porque cuando llegas a casa apenas te quedan fuerzas ni para meterte en la cama.
He sido muy afortunado en el ámbito laboral, ya que Microsoft es un lugar fantástico para trabajar y encima tuve la suerte de tener jefes buenísimos, pero aun así decidí dejarlo porque no me veía allí toda la vida ni sentía que lo que hacía era una expresión de mí mismo. Lo que quería realmente era crear algo propio.
Yo seguí ese camino, pero el tuyo puede que sea diferente. No tienes que montar un blog o empezar una empresa si no es algo que te llama. También puedes ser feliz trabajando como empleado.
La clave no es tanto empleo o emprendimiento, sino encontrar un trabajo en el que sientas que:
- Se te valora como mereces
- Estás haciendo algo útil, algo en lo que crees
- Puedes tomar tus propias decisiones
Y por supuesto, que no te genere estrés y que te deje tiempo para el resto de áreas de tu vida 🙂
En este sentido, veo igual de negativo tener un jefe que no te dé un respiro y te diga continuamente lo que debes hacer, que unos clientes a los que no aguantas y que te exigen continuamente realizar tareas que te cabrean.
Resumiendo: para sentirte más satisfecho con tu vida, busca o crea un empleo que te haga sentir que estás trabajando CON tu empresa o CON tus clientes, en vez de PARA ellos.
4. Sé congruente con tus valores
Cuando contraté a Marina para que me ayudase a escribir la guía sobre el ayuno intermitente se me presentó un gran dilema: ¿debía ponerla a ella como autora o decir que lo había hecho todo yo?
A Marina no le importaba hacer de escritora fantasma, así que la elección era sólo mía.
Después de pensarlo durante un tiempo, opté por ir con la verdad por delante. No sabía si esa decisión sería buena o mala para las ventas, pero para mí era más importante ser sincero que ganar varios cientos de euros más.
Tus valores representan aquello que consideras importante en tu vida. Aquello en lo que crees. Son prioridades que te indican cómo actuar en cada situación y cuál es la mejor manera de invertir tu tiempo.
En mi caso, la honestidad y la paz interior son dos de mis valores principales, y por eso actué como actué. Jamás me cambiaría por nuestros políticos corruptos por mucho dinero que tengan en Suiza, porque para mí es más importante poder dormir por las noches o ir a un partido de baloncesto sin que todo el estadio me llame ladrón.
Si traicionas tus valores puede que obtengas algún beneficio inmediato, pero te estás traicionando a ti mismo y a la larga pagarás por ello con remordimientos e insatisfacción.
Por eso, cuando te sientas vacío infeliz, pregúntate si estás siendo fiel a tus valores. ¿Opinas que la violencia es mala pero trabajas para una compañía de armas? ¿Piensas que la salud es lo más importante pero comes todos los días en restaurantes de comida rápida? En definitiva: ¿estás siendo congruente con aquello en lo que crees?
La falta de congruencia es muchas veces la causante de ese profundo vacío que sentimos en el estómago.
5. Acepta la realidad
Si me preguntases por la lección que más me ha ayudado a ser feliz, sin dudarlo te diría que ha sido la siguiente:
Céntrate únicamente en aquello que puedes cambiar. Acepta el resto y adáptate a ello.
Fue algo que aprendí cuando me dejó mi primera novia (hacía ya mucho que no la mencionaba jaja) a pesar de que hice las cosas lo mejor que sabía.
Sé qué esto parece simple, pero continuamente me encuentro a gente frustrada porque son incapaces de aceptar que el mundo es como es y no como les gustaría que fuese, y no consiguen entender que, por mucho que quieran, hay cosas que no pueden cambiar.
Con el clima es obvio. Nadie se enfada porque llueva o haga sol (o al menos no demasiado), ni intenta cambiar el tiempo con hechizos mágicos o con una máquina especial. Sin embargo, no es tan sencillo trasladar esta manera de pensar a otras áreas de nuestras vidas.
Un buen ejemplo son las relaciones personales. Podemos influir en el comportamiento de los demás con nuestros actos, pero no podemos controlarlo. Al final, cada cuál va a hacer lo que le dé la gana, y cuanto antes lo asumas mejor.
Eso quiere decir que aunque seas el mejor novio del mundo, puede que tu pareja te deje; que aunque le hayas inculcado unos ciertos valores a tu hijo, puede que cuando sea adulto haga justamente lo contrario; o que, aunque escribas un blog con toda tu buena intención, puede que haya lectores que te odien y te insulten porque sí.
Lo difícil en estos casos es entender que el comportamiento de la otra persona no es culpa tuya. Aceptar que, hagas lo que hagas, no puedes convencerla de que está equivocada ni obligarla a rectificar.
Otro ejemplo son las injusticias. Nos gusta creer que en el mundo existe una justicia divina y que todo el mundo recibe lo que se merece. Que si hacemos un buen trabajo todo irá bien y seremos recompensados.
El problema es que las cosas no funcionan así. Graduarse con 20 matrículas de honor no te garantiza un buen empleo, y en el trabajo no siempre ascienden al mejor, sino que a veces la promoción se la lleva el que mejor se vende o el amiguete del jefe. Esto nos frustra, nos cabrea y nos estresa. Nos cuesta aceptar que esa es la realidad.
Muchas veces nos sentimos vacíos o infelices a causa de sucesos sobre los que no tenemos control. Le damos vueltas y vueltas a nuestras acciones buscando dónde nos equivocamos, y nos fustigamos por nuestros supuestos errores.
La próxima vez que te ocurra algo así, considera que, a lo mejor, lo que pasó no fue culpa tuya.
Acéptalo, no te lo tomes como algo personal, y pasa página.
Si no te gustan las reglas del juego y no puedes cambiarlas, sólo te queda una posibilidad: adaptarte a ellas.
6. Conecta
Cuando salimos de una relación duradera, o incluso cuando nos despedimos de alguien importante a quien no vamos a ver durante un tiempo, experimentamos una profunda sensación de vacío. Es como si de pronto nos faltase algo.
Mi teoría es que nos sentimos así porque quedamos desconectados del mundo. Me explico.
Imagínate que eres un generador con muchos cables conectados. Los cables son las relaciones que tienes con otras personas (e incluso con otros aspectos de la vida, desde lugares especiales hasta hobbies). Cuanto más fuerte la relación, más grueso es el cable porque lleva más energía.
Si te arrancan un cable de los gordos, vas a sufrir un gran bajón de energía que, inevitablemente, te va a generar esos sentimientos desagradables.
¿Cuál es la solución?
Reconectar. Instalar nuevos cables o hacer que los cables existentes se vuelvan más gruesos.
Por eso, se suele decir que lo mejor que puedes hacer después de una ruptura amorosa es pasar todo el tiempo que puedas rodeado de buenos amigos y haciendo actividades que te gusten. Si te encierras en casa puede que tus niveles de energía se reduzcan tanto que llegues a un punto en el que necesites ayuda para poder arrancar, como cuando un coche se queda sin batería.
Pienso que hay dos tipos de conexiones que son necesarias para que nuestro «motor» funcione correctamente.
El primer tipo son las conexiones con los demás. En mi caso, me he dado cuenta de que después de pasar un mes viajando sin compañía empiezo a sentirme solo. Aunque conozco a gente nueva continuamente, suelen ser relaciones muy superficiales y que apenas duran unos días. Son cables muy finitos que apenas llevan energía, y echo de menos el pasar tiempo con un buen amigo al que no tenga que explicarle en qué países he estado ni a qué me dedico.
El segundo tipo son las conexiones con uno mismo. Esto incluye todas las actividades que te gustan y te importan. Cuando descuidas estas conexiones te sientes agobiado, estresado e incluso bloqueado, como me pasó a mí este año en Buenos Aires. Recuerda que eres la persona más importante de tu vida.
Ambos tipos de conexión son imprescindibles, pero en función de la clase de persona que seas (introvertido o extrovertido) necesitarás más de un tipo o del otro.
7. Cuídate
¿Sabes cuándo te sientes vacío sí o sí?
Cuando estás de resaca.
Te sientes fatal, estás apático y lo único que te apetece es tumbarte en la cama y esperar a que llegue el día siguiente.
Tampoco sueles tener ganas de nada cuando estás enfermo, has dormido poco o has comido algo que no te ha sentado bien.
La salud influye muchísimo en nuestro estado de ánimo. Por eso, es imprescindible que cuando estés un poco off cuides al máximo alimentación, ejercicio, y sueño, y que no abuses del alcohol.
Aquí tienes algunos recursos de utilidad para mejorar cada una de estas áreas.
ALIMENTACIÓN
Lee Fitness Revolucionario, el blog de mi colega Marcos. Si no tienes suficiente con su contenido gratuito y quieres profundizar más y seguir un plan de comidas más específico, hazte con una copia de su guía de alimentación.
Muy recomendables también los libros de Centinel, que además valen sólo 3 euros:
- Lo que dice la ciencia sobre dietas, alimentación y salud
- Lo que dice la ciencia para adelgazar
- El cerebro obeso
Ah, y por supuesto, si dedicas demasiado tiempo a la comida o te cuesta seguir dietas estrictas, echa un vistazo a mi guía sobre el ayuno intermitente 😉
EJERCICIO
Sé que soy un pesado y que lo digo en uno de cada tres posts, pero es que no puedo hacer suficiente hincapié en la importancia de hacer deporte. Es algo que mejora instantáneamente el resto de aspectos de tu día a día, y que a mí literalmente me cambió la vida.
Puedes ir al gimnasio, jugar al fútbol, hacer yoga o simplemente salir a caminar todos los días, pero lo importante es que hagas algo y te muevas.
Si andas pillado de tiempo, a mi me gusta mucho el programa de ejercicios Desencadenado. Sólo requiere 30 minutos al día, 4 veces por semana, lo puedes hacer en casa o cuando viajes, y tiene varios niveles de dificultad por lo que es para todos los públicos. Síguelo y te pondrás como un toro 🙂
SUEÑO
Sobre esto no puedo dar lecciones, porque sigue siendo mi asignatura pendiente. No consigo adaptarme a los horarios españoles y últimamente no duermo tan bien como me gustaría 🙁
Aun así, de todos los libros que he leído hasta ahora sobre el tema, mi favorito es este: Sleep Smarter.
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Y tú, ¿qué haces para evitar sentirte vacío? ¿Qué consejo añadirías a la lista? ¿Sabes qué hacer cuando te sientes solo?
Foto: en el valle del Cocora, Colombia, un lugar mágico.