Lo reconozco: no he podido resistirme a escribir un post con el número 28 en el título por mi 28 cumpleaños. Se llama “28 miedos, fracasos e historias sobre mí que no conocías” y es un ejercicio de autenticidad hacia ti y el resto de lectores. Algunas de las cosas que te voy a contar a continuación son tan personales que no las conocen ni mis padres.
Creo que ser auténtico es una cualidad muy importante, tanto en los negocios como en la vida. En un mundo globalizado, las empresas y las personas auténticas salen adelante mientras que aquellas que tienen segundas intenciones y ocultan la verdad acaban cayendo tarde o temprano.
Es obvio que me gusta la gente auténtica y honrada que va siempre con la verdad por delante, a mí y a todos. Pero el verdadero motivo por el que la autenticidad funciona va mucho más allá de este simple hecho de llevar la verdad como bandera.
Entonces, ¿por qué es importante ser auténtico?
Porque ser auténtico y mostrarte tal y como eres, con tus defectos y tus virtudes, sin máscara, te hace humano y permite a los demás conectar contigo a un nivel más profundo.
Esa es la verdadera importancia de la autenticidad.
Mucha gente me sigue porque les parezco un tío cercano a pesar de que mi día a día es totalmente diferente al suyo. Les caigo bien. Me consideran un amigo y me escriben e-mails súper personales a pesar de que no me conocen de nada. Pero eso no es verdad, porque en el fondo saben mucho de mí.
Saben por ejemplo que tuve una novia llamada Ana que me dejó por comportarme con ella como un perrito faldero; saben que estuve gordo como un tonel durante casi un año; saben que no estaba contento con mi trabajo y saqué el valor para dejarlo e irme a recorrer el mundo; saben que hay temporadas en las que estoy perro y no me apetece escribir, pero aun así publico mis dos posts semanales. Son conscientes de que aunque sólo me conocen a través de un blog, tienen amigos con los que mantienen una relación más superficial.
En Internet hay mucha gente brillante que escribe mejor que yo, y mi única manera de competir con ellos es siendo más auténtico. Es lo que hay.
Nunca he querido ir de gurú ni de sabelotodo. Cuando algo me ha ido bien lo he contado, y cuando he metido la pata también. Quien me ha escrito un mensaje privado sabe que, aunque a veces tarde unos días, respondo a todo el mundo. Jamás he vendido humo ni he intentado sacar dinero a costa de mis lectores; sólo he querido compartir con ellos todo lo que sé y creo que les puede beneficiar. Siempre he sido Ángel, en el blog y en persona, y siempre lo seré. Esa es una de las cualidades que me diferencian de la competencia en todos mis proyectos.
Hoy quiero seguir en esa línea y compartir contigo algunas historias muy personales. Algunas son ridículas, otras son aspectos de mí que quiero cambiar y otras desvelan heridas que aun llevo conmigo del pasado; pero todas forman parte de mí, para bien o para mal, y no me avergüenzo de ninguna.
Mira, todos estamos heridos y hemos pasado por malos momentos. Pero también sé que cuanto más profunda es la herida, más común es, así que es posible que te sientas identificado con alguno de los puntos que encontrarás a continuación…
Estoy un poco nervioso porque no sé qué te parecerá este post, pero creo que eso es una buena señal. O al menos lo ha sido hasta ahora.
Ahí va mi lista. ¡Espero que te guste y que te sirva para conocerme un poquito mejor!
28 miedos, fracasos e historias sobre mí que no conocías
1. Mi coordinación es terrible
Me hace mucha gracia que mis amigos extranjeros asuman que soy un gran bailarín sólo por el hecho de ser español. La realidad es que mi coordinación deja mucho que desear, y aunque he ido varias veces a clases de salsa sigo sin saber bailar bien.
Cuando estuve en Villamarchosa, hubo una noche en la que celebramos la Feria de Abril y nos enseñaron a bailar sevillanas. Teníamos que organizarnos por parejas chico-chica y yo me puse con la que era mi novia por aquel entonces, Ana Vera. En una de las canciones teníamos que adelantar una pierna y levantar el brazo contrario al mismo tiempo, pero cada dos por tres me equivocaba y movía la pierna y el brazo del mismo lado. Llegó un punto en el que Ana se pensó que lo estaba haciendo a propósito para reírme de ella y se marchó de la tienda cabreada.
A pesar de todo, me encanta bailar, aunque reconozco que prefiero el freestyle 😉
2. Con el pelo largo parezco el rey león

Aunque no lo parezca, mi pelo es bastante rizado. Durante los años que lo tuve largo siempre lo llevaba en una coleta porque si me lo dejaba suelto quedaba súper abultado, hasta el punto de que mis amigos se referían a mí como Frodo o Simba.
3. Me dan pánico las agujas
Cada vez que tengo que hacerme un análisis de sangre o ponerme una vacuna lo paso fatal. Sé que es una tontería y que no duele nada, pero los días anteriores me pongo muy nervioso sólo de pensar en lo que va a ocurrir. Uno de mis mayores miedos es que algún día me tengan que ingresar y ponerme un gotero.
4. No me gustan los perros
De pequeño me encantaban, hasta que un día uno me mordió. Luego mi amigo Fran se compró un bóxer llamado Thor y cada vez que iba a su casa se me subía a la pierna y me roía el calcetín. Creo que me rompió tantos calcetines que me acabó creando un trauma 😛
Estos últimos años he ido recuperando poco a poco mi amor por los perros, pero a día de hoy no tendría uno en casa. No me gusta su olor, ni los pelos que dejan por todas partes, ni el que haya que sacarlos a pasear todos los días.
5. Soy un poco friki
Siempre me han gustado los video-juegos. Cuando tenía 12-13 años y mis amigos empezaron a salir con chicas, yo seguía prefiriendo el Baldur's Gate 2. Además de esa obra maestra, los juegos a los que más me he viciado (cientos de horas) han sido el Warcraft 2, el Diablo 2, el Ultima Online y el World of Warcraft. Hoy en día sigo jugando al League of Legends con mi hermano pequeño.
También tuve una época en la que jugaba mucho a las cartas Magic. De hecho, sigo conservándolas todas. Mis mazos favoritos fueron Fires, Affinity, Madness, Landstill y Fish. Me clasifiqué dos años seguidos para el campeonato de España pero luego allí me dieron pal pelo 🙂
6. Mi dieta no es tan sana como me gustaría
Aunque soy muy consciente de lo importante que es alimentarse bien, no siempre actúo en consecuencia. Debería beber menos café y tomar más fruta, y hay veces que como demasiado, abuso de los dulces o me tomo alguna copa de más.
Estos días en la India, por ejemplo, estoy probando todos los curris y panes que caen en mis manos y haciendo muy poco ejercicio y estoy seguro de que he ganado algún kilo. Pero bueno, ¡prometo ponerme las pilas en cuanto regrese!
7. Pierdo muchísimo el tiempo
Cuando sé que tengo que hacer algo que requiere esfuerzo, como por ejemplo escribir este post, me pongo a responder e-mails, limpiar la habitación o hacer cualquier otra cosa sin importancia para posponerlo lo máximo posible. Luego, cuando por fin he empezado, cada vez que me atasco con algo me echo la siesta, me pongo a leer las noticias deportivas o a mirar Facebook.
8. He fracasado muchas veces
Algunos ejemplos:
- Al acabar el curso de monitor de campamento, el profesor me mandó un e-mail diciendo: “te hemos aprobado, pero si esto fuese la liga de fútbol tu estarías en posición de descenso.” Literal.
- Fui a dos concursos de programación con la universidad de Extremadura y en ambas ocasiones quedamos los últimos después de resolver CERO problemas.
- Antes de Vivir al Máximo, tuve otros dos blogs que abandoné por el camino: angelosoinamerica.blogspot.com y dandolalata.es.
- He perdido miles de dólares en bolsa, a veces por tonterías como pulsar el botón equivocado y vender el lote de acciones que tenía a corto plazo en vez de a largo.
… y un largo etcétera.
9. Soy muy fan de las canciones de Disney
Mis favoritas son Gastón de La Bella y la Bestia, Un mundo ideal de Aladín y Bajo el mar de la Sirenita. Esta última la canté 4 veces cuando fuimos a un karaoke en Japón.
10. Soy demasiado perfeccionista
A veces intento hacer las cosas demasiado bien y acabo perdiendo horas y horas en detalles sin importancia que sé que no van a tener un impacto importante en el resultado final. Por ejemplo, suelo tardar una media de 4-5 horas en escribir un post y 1 hora en editarlo. Es mi virtud y mi maldición al mismo tiempo.
11. Me cuesta delegar
Relacionado con el punto anterior. Mis estándares de calidad son tan altos que muchas veces soy incapaz de delegar en otras personas porque creo que no van a hacer su trabajo suficientemente bien. Ha habido ocasiones en las que he contratado a freelancers y he acabado rehaciendo su trabajo porque había detalles que no acababan de convencerme. Es un área en el que todavía tengo mucho que aprender.
12. Mi sentido de la orientación es NULO
No sé si es que he nacido sin la parte del cerebro que se ocupa de esas funciones, pero soy pésimo orientándome 🙂
Si me sacas un poco de mi zona soy incapaz de recordar el camino para volver a casa, utilizo el GPS para ir a todas partes (tardé 3 meses en aprenderme la ruta para llegar al trabajo) e incluso ha habido veces que me he pasado media hora buscando mi coche porque no recordaba donde lo había aparcado. Mi amigo Luís siempre dice que si digo con tono seguro “¡es por aquí!” significa que hay que ir en la dirección opuesta (y hasta el momento ha tenido razón).
13. Me da miedo ser incapaz de vivir en pareja
Durante estos últimos años viviendo y viajando solo me he vuelto tan independiente que ahora temo no ser capaz de compartir mi vida con otra persona. Mi tiempo y mi libertad son importantísimos para mí, y me aterroriza la idea de perderlos por una pareja o incluso por un hijo.
14. Mi grito de guerra es ¡¡Windows 8!!
Cuando necesito animarme o un chute de energía, grito ¡¡WINDOWS 8!! mientras agito los brazos.
Esta tradición nació una noche de Halloween hace 5 años, cuando mi compañero de piso Amadeo y yo volvíamos del trabajo en su coche. Había un atasco en el puente de la 520 y nos pusimos a ver vídeos en Youtube, incluido uno de Steve Ballmer en una conferencia sobre Windows 7 en el que salía agitando los brazos y gritando “¡¡Windows 7, Windows 7!!”. Nos hizo tanta gracia que una noche lo empezamos a gritar de camino a los bares y a partir de ahí empezamos a usarlo más y más. Cuando salió Windows 8 tuvimos que actualizarlo en consecuencia.
15. No tuve suerte en el mundo de la música
A mi madre le encanta la música. Toca el piano, la guitarra y la flauta, y también canta en el coro de la iglesia. Uno de sus sueños siempre ha sido tener un hijo al que le gustase la música tanto como a ella, así que cuando tuve 8 años me apuntó al conservatorio.
Elegí el violonchelo, nadie sabe muy bien por qué. Era el instrumento que más me llamaba la atención y lo tuve claro desde el primer momento. Sin embargo, no tuve mucha suerte… En segundo me tocó una profesora llamada Cecilia que durante los primeros 20 minutos de las clases individuales me dejaba solo practicando mientras ella se iba al bar a intentar ligarse a un profesor que le gustaba. Cuando volvía me decía que tocase, y al acabar me gritaba que lo había hecho, fatal, que era un inútil y que no valía para nada. Yo tenía sólo 9 o 10 años y hubo una tarde que no puede aguantar las lágrimas y salí de clase llorando. No fui el único alumno que sufrió algo parecido y gracias a dios echaron a esa mujer al acabar el curso, pero en mi caso el daño ya estaba hecho. Al año siguiente, aunque me tocó un profesor muy bueno, no quería saber nada más del violonchelo y en cuanto llegó Junio dejé el conservatorio.
16. A veces meto la pata y digo cosas inapropiadas
Aunque soy un tío muy racional, hay momentos en los que no mido el alcance de mis palabras y la cago bien cagada, haciendo incluso daño a otras personas.
Podría darte mil ejemplos, pero son demasiado dramáticos así que mejor te cuento una historia graciosa.
Hace tres años en un bar de Granada, agarré a una chica de la mano y le dije “ponte de pie y vamos a bailar, que esta canción es muy buena” a lo que ella respondió “ya estoy de pie, es que soy muy bajita”. Por unos segundos deseé que me tragase la tierra. Luego no se lo tomó mal y acabamos haciéndonos amigos, pero aun así hice bastante el ridículo 😛
17. Me encantan las pecas
Si me preguntas por mi estereotipo de chica perfecta te diré sin dudarlo que “pequeñita, rubia y con pecas (unas poquitas por la zona de la nariz-mejillas)”. A pesar de eso, mis novias han sido siempre morenas… aunque pequeñitas y con pecas.
Así que por favor, chicas-a-las-que-no-os-gustan-vuestras-pecas: dejad de obsesionaros con ellas porque estáis guapísimas 😉
18. Mis habilidades sociales todavía dejan mucho que desear
He recorrido un largo camino desde aquel Ángel al que le daba vergüenza llamar a un albergue para ver si tenían habitaciones libres, pero aun así me sigue dando mucho palo hablar con desconocidos. Hay ocasiones en las que me gustaría acercarme a un grupo de gente para conocerlos y hacer nuevos amigos, pero el miedo me paraliza y me quedo clavado sin hacer nada.
19. El libro que más veces he leído es El principito
Por lo menos ocho.
Me encanta todo de ese libro, desde la historia hasta las ilustraciones. La boa que se ha comido un elefante, el cordero dentro de la caja, el zorro amaestrado… Creo que voy a tener que volver a leérmelo de nuevo muy pronto 😀
20. No sé mentir
Soy una de esas personas transparentes a las que se les puede leer la cara como si fuese un libro abierto, y cuando miento se me nota a la legua. Además, es algo que me cuesta muchísimo porque me hace sentir fatal.
Esto me causó algunos problemas con mi ex, que me preguntaba si me gustaba su vestido nuevo y yo, después de 10 segundos de silencio incómodo, respondía algo en plan “bueno… si te digo la verdad… esto… no es mi favorito.”
21. Hay días en los que el e-mail me sobrepasa
Recibo un media de 30 a 40 e-mails al día. Si por algún motivo durante un tiempo no puedo limpiar mi bandeja de entrada, se me acumulan los correos rápidamente y mis niveles de estrés aumentan. En más de una ocasión me he pasado cuatro horas seguidas respondiendo e-mails y al acabar mi buzón seguía sin estar a 0.
Hay días en los que siento que GMail controla mi vida y que no me deja tiempo para centrarme en el trabajo que de verdad importa.
Y hablando de e-mails… tengo un montón de ellos pendientes de responder, así que por favor ¡te pido un poco de paciencia!
22. Nunca aprendí a atarme bien los cordones de los zapatos
Me enseñó mi padre de pequeño con el método de las “orejas de conejo” -–hacer dos lazos y atarlos con un nudo normal– y es el que sigo utilizando hoy en día porque nunca fui capaz de aprender a hacer el nudo bueno. Las orejas de conejo no son muy resistentes y por eso llevo los cordones desatados habitualmente.
23. Pedí la apostasía pero nunca me la concedieron
Nací en una familia católica. Estoy bautizado, he hecho la primera comunión y siempre iba a misa los domingos. Sin embargo, a partir de los 13 años, empecé a pensar por mi cuenta y llegué a la conclusión –después de leer El anticristo y los argumentos de algunas webs ateas– de que dios no existe. Esto supuso un gran alivio para mí, ya que me molestaba mucho que me dijesen que había aprobado los exámenes “gracias a dios” cuando yo me había matado a estudiar.
Como después de eso ya no me sentía cristiano, decidí enviarle una carta al obispo de la diócesis Coria-Cáceres solicitando la apostasía. Nunca obtuve respuesta, pero como en el fondo tampoco me importaba tanto no insistí.
24. Las conversaciones difíciles se me dan fatal
Muchas veces, cuando hay algo de otra persona que me molesta o que quiero que cambie, o simplemente cuando necesito hablar con alguien sobre algún tema íntimo o personal, acabo por no hacer nada para evitar un posible conflicto.
Esto es una receta para el desastre, porque yo sigo dándole vueltas en mi cabeza al tema, mi comportamiento refleja inconscientemente mi cabreo y la otra persona se mosquea porque de pronto empiezo a portarme con ella de manera diferente.
Llevo intentando corregir esta faceta de mí desde hace años y, aunque he mejorado bastante, todavía sigo haciéndolo vez en cuando.
25. Mis películas favoritas son las de mafiosos
No sé por qué, ¡¡pero me encantan!! El padrino, Scarface, Sospechosos habituales, Érase una vez en América, Una historia del Bronx… Las he visto todas 😀
26. Soy un desastre a la hora de mantener el contacto con la gente que me importa
Hay personas las que me gustaría escribir más a menudo, aunque sólo fuesen un par de líneas, pero no lo hago. Siempre me surge alguna tarea más urgente y acabo dándole prioridad sobre lo verdaderamente importante.
27. Cuando estoy muy contento canto y bailo
Y no sólo en la ducha o dentro de mi casa. Más de una vez me he puesto a bailar al ritmo de Los Delinqüentes en el gimnasio, he rapeado rimas de Rapsusklei de camino a casa o me he puesto a cantar a grito pelao canciones improvisadas por una avenida principal (para vergüenza de mis acompañantes, que entre esto y lo de ¡¡Windows 8!! los pobres no dan abasto).
Creo que todos deberíamos cantar y bailar más a menudo. El mundo sería un lugar mejor.
28. No tengo ni idea de que será de mí de aquí a un año
No sé dónde viviré. No sé con quién. No sé a qué me dedicaré. ¡Y eso me encanta! Si lo tuviese todo súper claro sería un aburrimiento 🙂
***
Y bueno, ¡ese soy yo!
Como ves, a pesar de ser exigente conmigo mismo y de mi continuo afán de superación, todavía me queda un largo camino por recorrer. ¡Espero no haberte decepcionado!
Si te ha gustado este post, sólo te pido un favor: que no me dejes solo y escribas un comentario contando algo sobre ti para te conozcamos mejor.
¡Ah!, y si todavía no has participado en el concurso que organicé con motivo de mi cumpleaños, todavía estás a tiempo. Me haría mucha ilusión leer tus respuestas.
Hasta el próximo lunes, que lleves una vida auténtica 🙂
Ángel.-