Estás en una habitación grande con una mesa en el centro. Sobre la mesa hay una caja negra de la que sale un haz de luz que se proyecta en la pared.
Te fijas con atención en las imágenes y, de pronto, te das cuenta de que eres tú. Apareces haciendo actividades cotidianas, como comer o ir al trabajo. Es una película sobre tu vida.
Sorprendido, te acercas a la caja misteriosa y la abres. En su interior encuentras una máquina extremadamente compleja, formada por miles de engranajes que se mueven al unísono produciendo el sonido suave y agradable de los mecanismos bien engrasados.
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Una película tradicional, de las anteriores a la era digital, es una proyección y, por lo tanto, es el resultado directo de los distintos sistemas que forman el proyector. Cuanto mejores sean estos sistemas, mejor será la calidad de la imagen proyectada.
Tu situación actual, dónde te encuentras en este preciso instante, sigue ese mismo principio. No es algo a lo que hayas llegado porque sí, sino que también es una proyección de los sistemas que has ido construyendo e incorporando a tu vida a lo largo de los años. Y cuanto mejores sean, mejor estarás ahora.
La mayoría de la gente no sé da cuenta de este hecho. Creen que sus problemas son eventos aislados, fruto de agentes externos como la economía, la mala suerte o su jefe, cuando la verdadera causa es que su proyector no está bien ajustado.
Una visión mecánica de la vida
Un sistema es una serie de procesos que, combinados, generan un resultado determinado de manera consistente.
Tu vida está llena de sistemas, y para comprobarlo sólo tienes que fijarte en un día cualquiera. Verás que, salvo pequeñas excepciones, la manera en la que te comportas y reaccionas ante distintas situaciones es consistente en el tiempo.
Por ejemplo, para lavarte los dientes utilizas un sistema. Siempre sujetas el cepillo de dientes con la misma mano, echas la pasta y lo mojas en el mismo orden, y empiezas a cepillarte por la misma parte de la boca.
Para alimentarte también tienes un sistema. Cuando vas a la compra tienes preferencia por ciertos ingredientes y determinadas marcas, sueles preparar las mismas recetas y comer a una cierta velocidad.
Tener sistemas es necesario porque cada día necesitas tomar miles de pequeñas decisiones, y si tuvieses que elegir conscientemente qué hacer en cada momento te volverías loco. Por eso, a lo largo de los años has ido creando consciente e inconscientemente “protocolos” que definen cómo debes actuar en cada situación, y que puedes ejecutar de manera automática cuando los necesitas.
Obviamente, eres libre de ignorar tus sistemas y hacer algo diferente si quieres, pero para ello necesitas recurrir a un recurso finito: tu fuerza de voluntad. Una vez que se agota, son tus sistemas los que toman el control.
Eso significa que la mayoría de los resultados que obtienes no son tanto el producto de las acciones que tomas conscientemente, sino de los sistemas que gobiernan tu vida.
Mejora tus sistemas. Mejora tu vida
¿Recuerdas los ejercicios de física del instituto en los tenías que representar con vectores la distintas fuerzas que se aplicaban sobre un objeto y calcular el resultante de todas ellas?
Pues tus sistemas funcionan exactamente igual. Son como fuerzas que te empujan en una cierta dirección, y la suma de todos es lo que determinará en qué punto acabarás en el futuro. Orienta tus sistemas hacia tus objetivos y llegarás allí de forma natural e inevitable.
Imagínate que abrieses “el proyector” de alguien con sobrepeso y sustituyeses todos sus sistemas relacionados con la nutrición por los de una persona sana, deportista y en su peso ideal. ¿Qué ocurriría? Que esa persona empezaría a comer correctamente, hacer ejercicio y dormir bien, y al cabo de unos meses inevitablemente y sin hacer nada especial habría perdido todos esos kilos que le sobran.
Por este motivo, la mejor manera de conseguir lo que quieres no es intentar llegar a tu destino a toda costa a base de fuerza de voluntad o de la última táctica secreta, sino dedicar tus recursos a ajustar tus sistemas para que apunten en la dirección adecuada y dejar que “las leyes de la física” hagan el resto.
¿Quieres escribir mejores posts en tu blog? Lee libros sobre escritura y oblígate a publicar dos veces por semana.
¿Quieres echarte novia? Habla con una chica diferente cada día e invítala a hacer algo contigo.
¿Quieres tener más oportunidades? Aporta valor a otras personas de manera regular y deja una puerta abierta para que te puedan contactar si lo desean.
Elige el camino correcto y echa a andar. Tarde o temprano llegarás a tu destino.
Un cambio de paradigma
Pensar en términos de “sistemas que producen resultados” o “sistemas resultadistas” en vez de en resultados aislados supone un cambio de paradigma que mejorará tu vida inmediatamente.
Dejarás de buscar la última píldora mágica y empezaras a construir estructuras sólidas y duraderas que no sólo te permitirán alcanzar tus objetivos sino también hacer esas ganancias permanentes y seguir expandiéndote.
Pararás de luchar contra ti mismo y orientarás todos tus esfuerzos en una misma dirección.
Te sentirás más seguro y en control de tu destino. Todo parecerá más predecible, más lógico.
Te animo a que durante la próxima semana pruebes a ver el mundo desde este punto de vista. Que prestes atención a los sistemas que existen actualmente en tu vida, evalúes si van a llevarte a dónde quieres ir y hagas los ajustes necesarios a partir de los paradigmas de mejora que hayas encontrado.
Luego, vuelve a este post y deja un comentario contándonos lo que has descubierto 🙂
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He querido cortar aquí para no desviarme de la idea principal del post, que me parece muy poderosa. La semana que viene te explicaré cómo crear sistemas tanto en tu vida personal como en tu negocio.
Foto: Proyector