Uno de los mayores obstáculos que tienes que superar para poder crear tu propio camino es el miedo al fracaso.
¿Y si no doy la talla?
¿Y si sale todo mal?
¿Y si me estoy equivocando y acabo en una situación peor que en la que me encuentro ahora mismo?
Este es el tipo de preguntas que inevitablemente te haces una y otra vez antes de tomar cualquier decisión importante con un resultado incierto.
En mi caso, hay personas que ven a dónde he llegado y se imaginan que soy una especie de súper héroe que lo hace todo bien, pero la realidad es muy distinta.
He fracasado, y he fracasado muchas veces.
Aquí tienes algunos ejemplos:
- En mis primeros experimentos en la bolsa cometí varios errores garrafales. En una ocasión tenía dos lotes de acciones, uno a corto y otro a largo plazo. Quería vender el que estaba a largo pero me equivoqué al hacer clic y elegí el que no era, perdiendo miles de euros en impuestos.
- No contento con esto, unos meses más tarde, compré 10.000 dólares de acciones de NOK porque pensaba que después de su caída “iban a subir sí o sí”. En una semana perdí la mitad de mi inversión.
- Una noche, en un bar de Granada, le dije a una chica que se levantase de la silla y se viniese conmigo a bailar. Su respuesta: “Ya estoy de pie, lo que pasa es que soy muy bajita”.
- Después de dedicarle casi 6 meses a Requisitos Policía Nacional, mi primer proyecto en Internet, me di cuenta de que nunca iba a funcionar y que había estado remando todo ese tiempo en la dirección equivocada. Para colmo, Google me cerró la cuenta de AdSense justo unos días antes de alcanzar los 75 euros, la cantidad mínima para que te paguen.
- Durante mi tercer año en Microsoft, en la revisión de mitad de año, mi jefe me llamó la atención y me puso una nota negativa porque no estaba haciendo nada y tardaba mucho en completar las tareas que me mandaba. Me dijo que, o cambiaban las cosas, o ya veríamos que pasaba con mi futuro (afortunadamente, seis meses más tarde conseguí darle la vuelta a la situación).
- Mi último proyecto online nunca llegó a dar beneficios y acabé perdiendo casi 3.000 euros.
- Y por supuesto, he tomado infinitas decisiones equivocadas que han hecho daño a otras personas, me han hecho perder dinero o me han metido en líos.
En multitud de ocasiones este miedo al fracaso nos paraliza, y al final acabamos por ir a lo seguro y no hacer nada. Nos comportamos como dice el refrán (que, por cierto, odio a muerte): “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Me da rabia ver a tanta gente bloqueada, incapaz de actuar o tomar decisiones, a causa de este miedo. Por eso, en este post quiero compartir contigo algunas reflexiones sobre el fracaso que he ido acumulando en los últimos años y que quizá te sirvan para desbloquearte o para ayudarte a gestionar tus errores cuando éstos ocurran.
¡Espero que te sean útiles!
1. ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Una noche, cuando todavía estaba barajando la posibilidad de dejar mi trabajo para irme a viajar por el mundo, me senté delante de mi cuaderno e hice dos listas: una con lo peor que me podía pasar si tomaba la decisión, y otra con lo mejor.
En la primera lista puse cosas como “gastarme todo mi dinero borracho en un casino” o “pillar una malaria y estar al borde de la muerte”.
En la segunda anoté frases como “vivir experiencias inolvidables”, “hacer amigos para toda la vida” o “encontrar la idea de negocio definitiva”.
Luego, junto a cada punto, escribí la probabilidad estimada de que algo así ocurriese.
Lo que me hizo ver este ejercicio es que lo peor que me podía ocurrir tampoco era TAN terrible –volver a casa con mis padres sin un duro–, y que además era bastante improbable. Por el contrario, tenía mucho que ganar si me iba bien en mi aventura.
Creo que, en la mayoría de los casos, sobredimensionamos las consecuencias de que las cosas no salgan bien. Nos imaginamos que si fallamos será el fin del mundo, y gracias a dios no es así. Por eso, a mí me ayuda mucho preguntarme: ¿qué es lo peor que podría pasar?
2. Falta de información
Me he dado cuenta de que muchas veces el origen del miedo al fracaso es la falta de información.
Cuando nos enfrentamos algo desconocido, que no hemos hecho antes, tendemos pensar que es más difícil de lo que realmente es, y por eso nos asusta más de lo que debería.
Es algo que me ha pasado una y otra vez, y la mejor manera de solucionarlo suele ser tirándose a la piscina, porque una vez que te pones manos a la obra te das cuenta de que no era para tanto.
En los casos en que tirarse a la piscina sea demasiado arriesgado, también puede ser útil preguntar a alguien que ya haya pasado por ahí para que te cuente su experiencia, o simplemente investigar sobre el tema.
Todavía recuerdo el día que entré en Microsoft. Estaba acojonado porque mis compañeros habían estudiado en las universidades más prestigiosas del mundo y pensaba que no iba a estar a su altura. Pero según pasaban las semanas fui dándome cuenta de que yo también podía hacer mi trabajo igual de bien que ellos y que no tenía nada que envidiarles.
3. Pasa del qué dirán
Si profundizas en el porqué de tu miedo al fracaso, puede que descubras que realmente no temes fracasar, sino los comentarios de la gente al respecto. Los famosos “ya te lo avisé” y “te está bien empleado”.
Vivimos en un país en el que no gustan los rebeldes. Al que abandona el rebaño en busca de algo mejor le esperan palos a su regreso si no le va bien, y si triunfa es sólo porque “tuvo suerte”.
Este fenómeno es inevitable y no tiene pinta de que vaya cambiar en los próximos años, así que lo mejor que puedes hacer es ignorarlo.
Para empezar, no puedes tomar decisiones basándote únicamente en qué dirán o pensarán de ti los demás. Tu vida es sólo tuya, y lo importante es que TÚ estés satisfecho y orgulloso de ella.
Segundo, hagas lo que hagas, nunca conseguirás contentar a todo el mundo. Es imposible, una batalla perdida. Así que mejor contentarte a ti mismo y elegir tu propio camino.
Por último, ignora los comentarios de aquellas personas que no significan nada para ti (compañeros de trabajo envidiosos, falsos amigos y demás calaña). No tienen ningún valor. Escucha sólo a tu círculo más cercano. Si de verdad te quieren acabarán aceptando tu decisión, y si te equivocas y luego no te va bien, te recibirán con palabras de ánimo y no con golpes.
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4. Todo es relativo
Llevo un buen rato utilizando la palabra fracaso, pero… ¿alguna vez te has preguntado qué significa realmente fracasar?
Como cuento en la introducción, mi primer proyecto online no me fue demasiado bien. Mis expectativas en cuanto lo que iba a ganar eran completamente erróneas, y estuve trabajando medio año para construir y posicionar una web que no daba dinero. Y por si fuera poco, Google me dio el golpe de gracia cerrándome la cuenta de AdSense.
Pero, a raíz de eso, descubrí el programa de afiliados de Amazon y creé comprarebookya.com, que estos últimos años me ha generado miles de euros y que todavía sigue dándome dinero.
Por lo tanto… ¿debería considerar ese primer proyecto como un fracaso? ¿O simplemente debería verlo como un paso necesario antes del éxito?
Al final, el concepto de fracaso es muy relativo. Hay que dejar que pase el tiempo antes de evaluar si algo fue realmente negativo o positivo.
Esto me recuerda la fábula favorita de Derek Sivers, que dice lo siguiente:
Un granjero tenía un solo caballo. Un día, el caballo se escapó.
Sus vecinos le dijeron, “Lo siento muchísimo. Qué mala suerte. Debes estar muy disgustado.”
El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
Unos días más tarde, el caballo regresó junto a otros 20 caballos salvajes que le seguían. El hombre y su hijo los metieron a todos en el establo.
Sus vecinos dijeron, “¡Enhorabuena! Qué buena noticia. ¡Debes estar muy feliz!”
El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
Uno de los caballos salvajes le dio una coz al único hijo del hombre y le rompió ambas piernas.
Sus vecinos dijeron, “Lo siento muchísimo. Qué mala suerte. Debes estar muy disgustado.”
El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
El país entró en guerra, y todos los adultos capaces fueron reclutados para combatir en el frente. La guerra fue terrible y la mayoría de jóvenes murieron, pero el hijo del granjero siguió con vida porque como tenía las piernas rotas no pudo ser reclutado.
Sus vecinos dijeron, “¡Enhorabuena! Qué buena noticia. ¡Debes estar muy feliz!”
El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
5. Salir a ganar
Si lees cualquier libro o vas a cualquier charla sobre emprendimiento, acabarás escuchando eso de que “fracasar es bueno”. Que hay que fracasar rápido y barato.
Pues yo no estoy de acuerdo.
Tener éxito y que las cosas te salgan bien es muchísimo mejor que fracasar, se pongan como se pongan los grandes gurús.
¿Que equivocarse y meter la pata no es el fin del mundo? Vale.
¿Que de los errores se aprende? Ok.
¿Que si vas a fracasar es mejor hacerlo rápido y gastando lo menos posible? Totalmente de acuerdo.
Pero la realidad es que, a pesar de todas las bondades del fracaso, si se puede evitar, mejor.
Digo esto porque veo a mucha gente que idolatra el fracaso y que lo ve como algo necesario, inevitable e incluso honorable. Que ya están pensando en lo mal que les va a ir todo antes de empezar. Y en mi opinión, esto es un error.
SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, hay que salir a ganar. Con humildad y sin falsas expectativas, pero intentando evitar el fracaso a toda costa.
¿Que luego no consigues el resultado que querías? Bueno, en ese caso intenta sacar el máximo partido de la experiencia, pero tu objetivo inicial siempre debe ser triunfar.
6. Una cuestión de probabilidades
Por muy buena que sea tu actitud, habrá veces que fracases. Es inevitable.
Esto es así porque la vida es como una casa de apuestas en la que cada resultado tiene una probabilidad asociada.
Por ejemplo, si mañana decides empezar un blog, no puedes saber con certeza si te irá bien o mal porque hay demasiados factores a tener en cuenta. Pero sí que puedes hacer una estimación y decir que tienes un 80% de probabilidades de éxito y un 20% de fracaso.
Lo interesante de este modelo es que puedes tomar una buena decisión (>50% de éxito) y fracasar, o tomar una mala decisión (>50% de fracaso) y tener éxito.
Por lo tanto, no deberías tener miedo al fracaso sino a tomar malas decisiones.
Si, después de evaluar todos los pros y los contras y hacer una estimación realista de tus posibilidades de éxito, llegas a la conclusión de que lo que vas a hacer es una buena decisión, ¡adelante! Luego puede que tengas mala suerte y fracases, pero si pusiste toda la carne en el asador no te afectará tanto porque te irás a la cama sabiendo que hiciste lo correcto.
7. Gestionar tus fracasos de manera saludable
El mayor peligro del fracaso radica en no ser capaz de pasar página. En dar vueltas en la cabeza a lo ocurrido, como si estuvieses encerrado en un cine viendo la misma peli mala una y otra vez, y fustigarte sin descanso por lo tonto que fuiste y lo mal que hiciste las cosas.
Un par de ideas para evitar esta situación:
- Imagínate a tu primito de un año que está empezando a andar. ¿Acaso cuando se cae al suelo le gritas que es un inútil y que no vale para nada? No. Le regalas palabras de ánimo y le ayudas a levantarse para que siga intentándolo. ¡Pues no seas tan duro contigo mismo y aprende a tratarte bien cuando seas tú el que se cae!
- Cuando me preguntan si me arrepiento de algo yo siempre digo que no, porque en ese momento hice lo que creía mejor sabiendo lo que sabía. Ahora soy una persona diferente y quizá hubiese hecho otra cosa, pero su día actué lo mejor que supe. Por eso no tiene sentido arrepentirse. Esta creencia me ayuda mucho a superar los fracasos y pasar página.
También te recomiendo que releas el artículo que escribí sobre la falacia del costo hundido, ya que tiene mucho que ver con todo esto 🙂
8. Que no vuelva a ocurrir
Después de perder miles de dólares en la bolsa por no saber lo que estaba haciendo, me prometí a mí mismo que eso no me volvería a ocurrir.
Todavía con el sabor amargo de los números de 4 cifras en color rojo, compré en Amazon varios libros sobre finanzas personales y los estuve leyendo para adquirir unos conocimientos mínimos sobre inversiones.
Desde entonces, me ha ido mucho mejor gestionando mi dinero. Sigo sin ser Warren Buffet, pero al menos he aprendido a no especular con acciones ni intentar buscar el pelotazo rápido.
Los fracasos de la vida, aunque escuezan bastante, pueden servirte como una bofetada de realidad para que te pongas las pilas y tomes las medidas necesarias para no volver a tropezar otra vez con la misma piedra. En ese sentido, pueden ser muy positivos y ahorrarte un disgusto mucho mayor en un futuro (en mi caso, por ejemplo, invertir y perder el dinero de mi familia o una suma todavía mayor de la que perdí).
9. Valiosas lecciones
Quiero que pienses en algunos de tus grandes errores. Equivocaciones que te hicieron pasarlo realmente mal.
Si te diese la oportunidad de eliminarlos de tu vida, ¿lo harías?
Yo no.
En cierto modo, cuando miro atrás, veo todos mis fracasos como lecciones valiosas y necesarias que tuve que recibir. Experiencias importantes que me han llevado a ser quien soy y que ahora forman parte de mí. No quiero renunciar a ellas.
Esta idea enlaza con muchas de las anteriores, y de alguna manera resume cómo veo yo el fracaso:
- Es relativo. Algo que en un principio parece muy malo, puede ser incluso positivo en el futuro.
- No hay tomárselo demasiado en serio. Fracasar nunca es tan terrible como imaginamos.
- Es un buen maestro. Siempre tiene algo que enseñarnos.
Por eso, cuando algo te salga mal, pregúntate: ¿Qué puedo aprender de esta experiencia? ¿Cómo puedo darle la vuelta para que me aporte algo positivo?
10. Tú también te vas a morir
La semana pasada, cuando llegué a Cáceres después de la Fiesta VAM, mi bandeja de entrada estaba llena de correos felicitándome por el evento y preguntándome que cuándo iba a organizar el siguiente. Sin embargo, entre todos estos e-mails felices, había otro de un conocido que me informaba de que la madre de un buen amigo se había muerto esa mañana.
Este tipo de noticias siempre me dejan tocado, especialmente cuando afectan a alguien cercano, y me hacen recordar que nuestro tiempo aquí es limitado y que no tenemos nada que perder.
La muerte siempre me ayuda a poner las cosas en perspectiva y a eliminar de raíz los miedos estúpidos. ¿Qué importancia tienen el qué dirán o el fracaso al lado de la pérdida de un familiar cercano?
Por eso, quiero cerrar este post con un fragmento del discurso de Steve Jobs que siempre tengo presente cuando el miedo me paraliza:
Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque casi todo –todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso– todo eso desaparece a las puertas de la muerte, y solamente queda aquello que es realmente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para no caer en la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No tienes ningún motivo para no seguir a tu corazón.
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Y a ti, ¿qué te gustaría añadir? ¿Cuál es tu reflexión sobre el fracaso? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
La foto es en el piso de mi amigo Rober, con su gata. Como el post de hoy trataba sobre reflexiones profundas, la foto tenía que ser en blanco y negro 🙂