Desde hace ya bastante tiempo, pido a todos mis nuevos subscriptores que rellenen una encuesta de bienvenida en la que les pregunto –entre otras cosas– por cuál es el principal obstáculo que les impide vivir al máximo.
Más de 2.000 personas han respondido a esta cuestión con explicaciones de todo tipo y, después de dedicar varios días a analizarlas todas, he llegado a la conclusión de que existen dos grandes motivos por los que la gente no cambia de vida a pesar de que en el fondo de su corazón quieren hacerlo.
El primero es no querer pagar el precio, algo de lo que hablé a fondo en mi artículo sobre la falsa ambición.
El segundo es, sin lugar a dudas, el miedo.
Existen todo tipo miedos, y, si algún día decides abandonar el camino convencional para crear una vida a tu medida, tendrás que vértelas cara a cara con muchos de ellos.
Te cuento esto porque yo he estado ahí. Cuando dejé Microsoft para montar un negocio online que me diese la libertad que buscaba, tuve que enfrentarme a mil temores y lidiar con unas cuantas situaciones comprometidas. Más de una vez pensé en tirar la toalla, pero al final acabé sacando valor de no sé dónde y seguí adelante.
Esto es algo que hasta ahora sólo había tratado por encima en algunos posts pero que podría ayudar a muchas personas, así que he decidido empezar una serie de posts exclusiva sobre el miedo.
Siguiendo el ejemplo de Deb y sus artículos sobre las excusas, en cada entrega voy a hablar de un miedo diferente, y lo voy a hacer compartiendo mi experiencia personal con él y dándote mis herramientas favoritas para superarlo.
Además, he creado una pequeña encuesta para que me cuentes en detalle cuál es tu mayor miedo. Así podré hablar incluirlo en los próximos posts e intentar darte alguna idea útil 🙂
Si tienes un minuto te agradecería que la rellenases aquí:
Y bueno, después de esta larga introducción, entremos en materia con la primera entrega de la serie, que va a tratar sobre…
Cómo superar el miedo a fracasar y perder todo lo que tienes ahora
Uno de los motivos por los que me resultó tan difícil dejar Microsoft es porque estaba muy bien allí.
A diferencia de la mayoría de la gente que deja su trabajo, yo no tenía problemas ni con mi jefe ni con mis condiciones laborales, sino todo lo contrario: me pagaban fenomenal, nunca estaba más de 8 horas al día en la oficina, me gustaba lo que hacía y me llevaba estupendamente con todos los miembros de mi equipo.
Sabía que iba a renunciar a un puesto privilegiado, de los que no se consiguen fácilmente, y por eso mi mayor temor era que el plan de crear un negocio online fracasase y uno o dos años más tarde estuviese sin dinero, sin trabajo y sin novia, arrepentido por ser tan chulo y tan estúpido de tirar a la basura una vida perfecta.
Este miedo a que las cosas salgan mal y quedarte sin nada es uno de los primeros miedos a los que tendrás que enfrentarte si decides hacer cualquier cambio importante.
Y es que, en la mayoría de los casos, conseguir lo que quieres (trabajar por tu cuenta, mudarte a otro país, disfrutar más de tu tiempo libre) implica necesariamente renunciar a lo que ya tienes, que no te llena «pero podría ser peor» (un empleo mal pagado, una vida gris en tu ciudad de la infancia, amistades que ni fú ni fá pero que al menos te dan compañía), y al tratar de hacer ese cambio siempre existe el riesgo de que el tema se tuerza y acabes perdiéndolo todo.
Obviamente, lo ideal sería tener certeza absoluta de que todo va a salir bien, ya que en ese caso no sentirías ningún miedo a la hora de actuar, pero por desgracia esto es imposible. El miedo a perderlo todo es natural cuando haces un cambio y es imposible que lo elimines.
Siempre, siempre, siempre, va a existir un riesgo.
El secreto está en saber cómo reducirlo y en darse cuenta de que, en realidad, lo peor que te puede ocurrir tampoco es tan terrible.
1. Cuando no cambiar no es una opción
Desde el momento en que decidí que iba a dejar Microsoft empezaron a surgirme las dudas:
¿Estoy haciendo lo correcto?
¿Y si me va mal con el tema de los negocios online o esto de viajar no me gusta tanto como imagino?
¿Me he vuelto loco por leer un maldito libro y estoy cometiendo un error garrafal del que me arrepentiré toda la vida?
Estas preguntas y otras muchas se acumulaban en mi cabeza, y cobraban más y más fuerza según se iba acercando la fecha que me había marcado para presentarle a mi jefe la renuncia.
Tanto mi cerebro como la gente de mi alrededor me sugerían que abandonase el plan, que vivía muy bien y no tenía sentido arriesgar todo eso por un sueño improbable, y en más de una ocasión estuve a punto de hacerles caso y tirar la toalla. Sin embargo, acabé siguiendo adelante por un único motivo:
No me quedaba otra opción.
Si había una cosa que tenía clara era que el camino que estaba recorriendo en ese momento no me iba a llevar a la vida que yo quería.
Imaginaba mi futuro como programador de Microsoft y me veía a los 40 con un BMW descapotable, una casa de 3 dormitorios con perro y barbacoa y una cuenta corriente con muchos ceros, pero habiendo malgastado los mejores años de mi vida encerrado de lunes a viernes en una oficina. También me imaginaba con una familia, pero sin tiempo para ella debido a las demandas del trabajo.
El destino que me aguardaba no me gustaba nada, y para evitarlo tenía que hacer algo al respecto.
Eso del «más vale malo conocido que bueno por conocer» no iba conmigo, así que me comí mis dudas con patatas y me puse a plantar un limonero que pudiese darme los limones que buscaba. Al menos iba a intentarlo.
REFLEXIÓN #1
Párate por un minuto y piensa en cómo será tu vida dentro de 5, 10 o 20 años si todo sigue igual. ¿Es eso lo que quieres?
Es cierto que hacer cualquier cambio importante siempre entraña un riesgo, pero no hacer nada puede ser aún más peligroso.
2. Lo peor que te puede pasar
Muchas veces nuestros miedos son sólo un producto de nuestra imaginación, que ve las cosas mucho peor de lo que realmente son.
Cuando pensamos en un posible fracaso siempre nos viene a la cabeza el peor de los casos, la catástrofe total. Por suerte, en el mundo real suele ser muy poco probable que ocurra algo así, e incluso en caso de ocurrir no suele ser para tanto.
Esto es algo que descubrí haciendo uno de los ejercicios que propone Tim Ferriss en La semana laboral de 4 horas.
Una noche de invierno, me senté después de cenar delante de mi cuaderno e hice una lista de lo más terrible que me podía pasar si dejaba Microsoft para irme a viajar por el mundo con una mochila, junto con un número del 1 al 10 que indicaba la probabilidad de que se diesen estas situaciones.
Recuerdo que escribí cosas como «tener un accidente en Tailandia y que me tengan que operar en hospital cochambroso» o «gastarme todos mis ahorros en el casino».
Luego repetí la jugada con las cosas buenas.
Esta vez anoté frases como «hacerme millonario con mis negocios online», «vivir experiencias inolvidables» o «conocer al amor de vida».
Así fue como me di cuenta de que, para empezar, lo peor peor peor que podía pasarme era tener que volverme a Cáceres con mis padres y buscar trabajo de informático en España. Sí, eso supondría un paso atrás respecto a mi situación anterior, pero tampoco sería el fin del mundo. Muchos amigos míos estaban justamente en ese punto y les salía trabajo, así que yo que tenía la ventaja de tener un buen expediente, saber inglés y contar con 4 años de experiencia en una empresa como Microsoft seguro que algo encontraba. ¿Por qué iba a tener miedo a trabajar en Cáceres y vivir en casa si ya había estado haciendo lo mismo en Seattle en una empresa mucho más grande como Microsoft?
Por otro lado, siendo realista, la probabilidad de que me ocurriese eso era mínima. Había ahorrado suficiente dinero como para vivir en Asia sin trabajar durante más de 10 años, y muy mal me tenían que salir las cosas para no ganar un duro en todo ese tiempo cuando la página de ebooks que había creado en mi tiempo libre y sin tener ni idea me estaba dando más de 1.000 euros al mes.
Por último, los posibles beneficios de mi decisión eran enormes, ¡y además bastante más probables que las posibles desgracias!
Después de acabar el ejercicio de las listas y analizar mis respuestas con la mente fría, comprendí que estaba tomando la decisión correcta y que no tenía absolutamente nada que temer.
REFLEXIÓN #2
La mejor manera de vencer el miedo es definiendo en detalle aquello qué temes.
Haz una lista de lo peor que te podría pasar si tomas la decisión que te estás planteando, y etiqueta cada situación con un número del 1 al 10 que indique la probabilidad de que ocurra algo así. Luego haz lo mismo pero con lo mejor que te podría pasar.
¿Realmente se acabaría el mundo si fracasases? Siendo sinceros, ¿cómo de probable sería que ocurriese algo así? ¿Y si las cosas saliesen bien? ¿Cuánto tendrías que ganar?
3. No hay mal que por bien no venga
Por algún motivo, cuando pensaba en dejar Microsoft siempre lo veía como una decisión irreversible. Algo que, una vez hecho, no tendría marcha atrás.
Esto contribuía a aumentar la presión que tenía sobre mis hombros y a que me sintiese más nervioso de lo que ya estaba.
Sin embargo, desde un punto de vista lógico, esa idea no tenía ningún sentido.
Microsoft no tenía ninguna pinta de quebrar en los próximos años, y con la poquísima oferta de ingenieros informáticos que había seguramente seguiría contratando gente. ¿Y qué mejor que contratar a un ex-empleado que ya ha demostrado lo que vale y que conoce el producto, el equipo y la forma de trabajar?
Analizando la situación, todo indicaba que aunque dejase el trabajo siempre podría volver a Microsoft y, efectivamente, esa posibilidad se me presentó desde el primer momento.
El día en que envié mi e-mail de despedida, apenas una semana antes de dejar la compañía, varios managers me escribieron para desearme suerte y para recordarme que, si en algún momento quería volver, les mandase un e-mail porque siempre había hueco para gente buena.
Pero, además de eso, a los dos años de marcharme mi jefe me escribió por LinkedIn para informarme de que tenía un hueco en el equipo y que antes de ponerse a buscar a alguien nuevo quería preguntarme si quería volver (aunque imaginaba que le diría que no, que es lo que le dije).
El motivo por el que te cuento esto es para que te des cuenta de que muchas decisiones son reversibles, y que si metes la pata sólo tienes que aceptar tu error y volver a la situación en que te encontrabas antes sin mayor drama. De ahí que sea absurdo que en esos casos tengas miedo a equivocarte.
También hay ocasiones en que no puedes volver exactamente a la situación en que te encontrabas antes, pero sí que puedes volver a una situación similar o incluso más favorable. Y si no me crees, piensa en tu primera ruptura amorosa. Seguramente en su momento pensaste que «nunca encontrarías a alguien tan bueno como él». Sin embargo, mírate ahora. ¡No sólo encontraste a alguien tan bueno, sino que encontraste a alguien mejor! Pues lo mismo puede pasarte con un trabajo, una casa, una ciudad y muchas más cosas.
A veces el perder algo puede ser el primer paso para conseguir algo todavía mejor.
REFLEXIÓN #3
Revisa la lista de «cosas malas» que te pueden ocurrir si tomas la decisión que llevas tiempo meditando tomar.
¿Cuáles de ellas son reversibles? En caso de fracasar, ¿cuánto te costaría volver a la situación en la que te encuentras ahora o incluso a una más ventajosa?
4. Prepárate antes de dar el paso
Cuando decides cambiar de vida siempre existe la posibilidad de que tus planes salgan mal, pero si actúas con cabeza puedes reducir en gran medida tanto las probabilidades de que las cosas se tuerzan como los daños causados por un posible fracaso, lo cual reducirá a su vez el miedo y la ansiedad que sientes.
El secreto está en la preparación.
Igual que si tienes que dar una charla no se te ocurre presentarte en el auditorio sin haber practicado previamente, tampoco deberías afrontar un gran cambio sin haber hecho los deberes.
En mi caso, estuve más de dos años preparándome antes de dar el paso y dejar mi trabajo.
Durante esos meses me dediqué a ahorrar, para tener un buen colchón económico que me diese seguridad, y a crear mi primer negocio online rentable en mi tiempo libre. El objetivo de esto último era doble. Por un lado, quería tener una fuente de ingresos alternativa antes de renunciar a mi sueldo. Por otro, quería comprobar si realmente me gustaba el marketing digital y era algo que me apetecía hacer a tiempo completo.
El día que tuve la conversación trascendental con mi jefe, tenía varias decenas de miles de dólares en el banco y una página web que me estaba dando más de 1.000€ todos los meses. De no ser así, posiblemente no me habría atrevido a hacer lo que hice.
Además de ir bien preparado y probar el agua antes de lanzarte a la piscina, conviene que seas prudente y arriesgues sólo en un área al mismo tiempo.
Imagínate que tu vida es una silla con cuatro patas: trabajo, relaciones, dinero y salud. Pues bien, hacer un gran cambio en cualquiera de esas áreas es como reparar una pata. Y para que la silla no se caiga mientras duran las reparaciones, es fundamental que las otras tres patas sean lo más sólidas posibles.
Vamos, que no cambies de carrera si no tienes un duro y estás atravesando problemas de salud, porque vas a estrellarte ante la menor dificultad.
En vez de eso, ahorra, ponte sano y sólo entonces arriesga en el plano laboral, ya que si algo sale mal las tres patas restantes te sujetarán.
REFLEXIÓN #4
Para reducir tus probabilidades de fracaso y hacer que tu miedo desaparezca, aplica siempre las siguientes medidas:
- Evita hacer cambios radicales de la noche a la mañana. Es mucho más inteligente que pruebes tu nueva vida en paralelo a tu vida actual, tanto para ir preparándote para ella como para comprobar si eso es realmente lo que quieres (a veces las ideas son mejores que la realidad).
- Evita también hacer cambios en un área de tu vida si tienes problemas en cualquier otra. Es conveniente tener unos cimientos sólidos antes de sacudir el edificio.
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¡Espero que te haya gustado esta primera entrega sobre el miedo!
Por favor, si todavía no has rellenado la encuesta que he preparado, te pido que dediques 3 minutos a completarla aquí:
Tus respuestas me ayudarán a preparar los siguientes artículos de la serie.
¡Muchas gracias! 🙂
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Y tú, ¿qué estrategias utilizas para superar el miedo a fracasar y perderlo todo? ¿Tienes alguna receta mágica para saber cómo superar los miedos? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
Foto: pobreza