Levanta la mano si te sientes identificado con alguna de las siguientes frases:
- Llevo casi un año trabajando en mi blog, pero apenas tengo visitas
- Voy al gimnasio todas las semanas, pero no he logrado ganar casi nada de músculo
- Salgo todos los fines de semana de fiesta, pero no me como un colín
Apuesto a que más de una vez te has visto en una situación similar.
Una situación en la que llevas meses dedicando tiempo y esfuerzo a un objetivo, y aun así sigues como cuando empezaste.
Te lo has currado, pero apenas has avanzado nada.
Y eso hace que te sientas frustrado, cabreado y sin saber qué hacer.
Normalmente, en este punto es cuando tiras la toalla.
Te dices a ti mismo algo en plan «¡yo no valgo para esto!», y ante la falta de resultados renuncias a aquello que querías conseguir.
Sin embargo, en el 99% de los casos el problema no es que no valgas, sino que estás cometiendo un error de ejecución en el que todos caemos en mayor o menor medida (yo el primero).
En este post quiero hablarte de cuál es ese gran error, de por qué ocurre y de lo más importante de todo: cómo solucionarlo.
Estoy convencido de que después de leerlo, tu tiempo y tu trabajo empezarán a reportarte muchos mejores resultados que antes, así que presta mucha atención.
Los 3 tipos de acciones que existen y su impacto en tus resultados
Todos los seres humanos, consciente o inconscientemente, nos marcamos objetivos.
Siempre hay un nuevo proyecto que queremos sacar adelante, algún aspecto de nuestra vida que nos gustaría mejorar o algún logro que nos apetece conseguir.
Aun así, rara vez nos paramos a pensar en qué es un objetivo y qué hay que hacer para conseguirlo.
A su nivel más básico, cuando te marcas un objetivo, lo que estás diciendo es que quieres ir de un punto A en el que te encuentras a un punto B al que quieres llegar.
Y para ir desde A hasta B, siempre vas a tener que realizar una serie de acciones, que son las que te van a llevar a tu destino.
Según mi experiencia, las acciones que realizamos para conseguir un objetivo se pueden clasificar en tres tipos:
-
Acciones fundamentales. Acciones que son imprescindibles o muy importantes para conseguir tu objetivo. Cada vez que las ejecutas te acercas un poquito más a la meta.
Algunos ejemplos de acciones fundamentales:
- Hacer crecer un blog: publicar contenido de valor y ponerlo delante de tu audiencia
- Ganar músculo: levantar suficiente peso, ingerir más calorías de las que consumes y descansar bien
- Encontrar pareja: conocer a gente nueva y proponerles planes
-
Acciones complementarias.Acciones que contribuyen a la consecución del objetivo, pero que no valen para nada si no van acompañadas de acciones fundamentales, ya que su función es habilitar, optimizar o mejorar el rendimiento de las mismas. Normalmente, son útiles sólo en ciertas etapas del proceso.
Algunos ejemplos de acciones complementarias:
- Hacer crecer un blog: ser activo en las Redes Sociales o rediseñar tu tema de WordPress
- Ganar músculo: seguir una rutina de entrenamiento concreta o tomar suplementos
- Encontrar pareja: aprender a contar mejores historias o mejorar tu apariencia física
-
Acciones inútiles. Acciones que no te acercan a tus objetivos. En ocasiones tendrás que hacerlas porque no te quedará más remedio, pero en la mayoría de los casos son voluntarias.
Algunos ejemplos de acciones inútiles:
- Hacer crecer un blog: presentar impuestos, instalar el plugin de las cookies
- Ganar músculo: publicar fotos tuyas en el gimnasio en Instagram
- Encontrar pareja: discutir con tus amigos sobre lo guapa que es una chica sin acercarte a hablar con ella
Pues bien, en esencia, el motivo por el que no progresas ni ves resultados a pesar de que te estás esforzando en conseguir tus objetivos es que estás dedicando demasiado tiempo a acciones complementarias o inútiles y demasiado poco a las acciones fundamentales.
Te lo pongo otra vez porque es importante:
El motivo por el que no progresas ni ves resultados a pesar de que te estás esforzando en conseguir tus objetivos es que estás dedicando demasiado tiempo a acciones complementarias o inútiles y demasiado poco a las acciones fundamentales.
Es posible que no me creas.
Que estés convencido de que tú no estás desatendiendo tus acciones fundamentales.
Sin embargo, puedo asegurarte que no es así.
Si no avanzas a pesar de que te lo estás currando, es porque estás fallando en las acciones fundamentales, lo que pasa es que no te has dado cuenta hasta ahora o no lo quieres reconocer… y en la próxima sección te lo voy a demostrar.
Por qué no dedicas suficiente tiempo a las acciones fundamentales
Existen distintos motivos por los cuales dedicamos demasiado tiempo a acciones complementarias o inútiles y demasiado poco a acciones fundamentales.
A continuación, me gustaría explicarte cuáles son y de dónde vienen, de forma que puedas ser más consciente de su existencia y de cómo te afectan en tu día a día.
1. Tienes unas expectativas que no son realistas
De vez en cuando, alguno de mis alumnos de Idea2Blog me escribe para contarme que no consigue que su blog crezca a pesar de que está siguiendo mi estrategia de crear contenido épico que aporte valor a su audiencia (una acción fundamental para conseguir tráfico y subscriptores).
En estos casos, lo primero que hago es ir a la web de esa persona y comprobar cuantos posts ha publicado.
Y el 99% de las veces, lo que me encuentro son menos de 10 posts, la mayoría de una calidad muy mejorable y publicados a lo largo de varios meses (en vez de al ritmo de 2 por semana, como recomiendo en el curso).
Luego, le pido que me diga cuántos artículos invitados ha publicado en otras webs (una acción complementaria, pero tremendamente útil cuando empiezas un blog).
La respuesta siempre suele ser la misma: cero.
¿Que tu blog no tiene visitas? ¡Claro que no tiene visitas!
¡Lo raro sería que las tuviese!
Sin embargo, esta persona se convence de que mi estrategia no funciona, y al poco tiempo se apunta al primer curso que encuentra que le promete miles de seguidores sin tener que crear contenido con un nuevo método secreto.
Siento tener que decirte esto, pero las cosas llevan tiempo y esfuerzo.
Igual que no vas a convertirte en Arnold Schwarzenegger yendo con un mes de gimnasio, tampoco vas a crear un blog de éxito en 3 meses publicando un post mediocre de vez en cuando, por mucho que el publicar contenido sea una acción fundamental.
Además, si tienes poca experiencia escribiendo, vas a avanzar más lento porque tu habilidad es baja.
Necesitas practicar mucho para desarrollarla y ser capaz de crear mejor material.
En casos como este, lo que existe es un problema de expectativas.
Estás realizando acciones fundamentales, pero esperas conseguir resultados que no son realistas en poco tiempo.
Y la raíz del problema es que no quieres esforzarte.
Si te encuentras en esta situación, lo que necesitas es aceptar la realidad.
Darte cuenta de que no hay atajos, y que en algunos casos lleva tiempo avanzar aunque hagas lo correcto.
2. Tienes una visión equivocada de la realidad
Hace unas semanas me topé con un artículo que me encantó.
Era un artículo sobre nutrición en el que el autor argumenta que si llevas tiempo intentando perder grasa pero no lo consigues a pesar de estar esforzándote y poniendo todo de tu parte (entrenando duro, cenando ensaladas todas las noches, bebiendo menos alcohol…) el motivo es que estás comiendo demasiado.
¡Lo que pasa es que no te estás dando cuenta porque estás calculando a la baja las calorías de los alimentos que te zampas!
Como tu visión de la realidad es errónea, piensas que estás realizando la única acción fundamental necesaria para perder peso, que es ingerir menos calorías de las que consumes, pero en realidad no es así.
Al final, asocias tu falta de resultados a alguna acción complementaria que no estabas realizando (seguir la dieta paleo, comer suficiente proteína, tomar cierto suplemento) e intentas reconducir la situación de esa manera…
Sin resultados, claro.
Este mismo fenómeno se repite en otras muchas áreas, porque una cosa es lo que creemos que hacemos y otra muy diferente lo que hacemos en realidad.
Por ejemplo, está demostrado que somos malísimos estimando a qué dedicamos nuestro tiempo.
A lo mejor nos imaginamos que hemos estado programando u haciendo otra tarea importante durante 4 horas, cuando en realidad sólo hemos estado escribiendo código 1 hora y el resto del tiempo lo hemos dedicado a escribir e-mails y mirar el Facebook.
Lo mismo ocurre con el dinero.
Creemos que nos gastamos sólo 100 euros al mes en caprichos, cuando realidad gastamos 3 veces más.
Y luego nos preguntamos por qué los proyectos no salen adelante o por qué no conseguimos ahorrar para invertir en fondos índice…
La mejor manera de evitar cometer este error es tener siempre en cuenta la famosa navaja de Ockham, que dice que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”.
Es decir, que, si no avanzas, lo primero que deberías hacer es asegurarte de que realmente estás realizando las acciones fundamentales y que las estás haciendo durante el tiempo que necesitas.
Pero ojo: midiéndolo objetivamente, no confiando en tus estimaciones.
Es muy probable que lo que descubras te sorprenda.
3. Te estás engañando a ti mismo
Cuando vivía en Seattle y salía con mis amigos de Microsoft a algún bar, siempre se quejaban de era muy difícil ligar en la ciudad porque la gente era muy fría.
Y mi respuesta siempre era la misma:
— “¿Con cuántas chicas has intentado hablar en la última semana?”
No sé si será estadísticamente cierto que los seattlelites son más distantes que la mayoría de americanos.
Sin embargo, lo que sí sé con certeza es que si eres hombre y cuando sales no intentas entablar conversación con nadie, vas a ligar muy poco, tanto en Seattle como en la Conchinchina.
Existen muchas maneras de engañarse a uno mismo.
Una es la que te acabo de contar: evitar las acciones fundamentales necesarias para alcanzar tus objetivos y luego justificar tu falta de avances con excusas variadas.
Otra es dedicarte a hacer cosas de cara a la galería para mantenerte ocupado y sentirte bien, a sabiendas de que no estás realizando ningún avance real porque son todo acciones complementarias o inútiles.
Es el caso de esos runners que se gastan 500€ en un equipo profesional, pero que luego apenas salen a correr, o de los «emprendedores» que leen y hablan mucho pero luego no hacen nada.
Y hay otra, mi favorita, que consiste en utilizar la falta de preparación como excusa para no tener que enfrentarse a las acciones fundamentales.
Sí, estoy hablando de todas esas personas que sueñan con ser freelance o montar su propio negocio, pero que llevan haciendo cursos durante 4 años porque «todavía no están listos», a pesar de que tienen conocimientos de sobra para empezar.
O de aquellas que quieren un empleo, pero que como no saben muy bien qué hacer ni les gusta el mercado laboral que les espera, se meten en un master argumentando que les ayudará a encontrar un buen puesto de trabajo (falso en la mayoría de casos).
En realidad, el motivo por el que todos nos auto-engañamos es que tenemos miedo de enfrentarnos a las acciones fundamentales que sabemos que nos tocan, porque son incómodas e implican exponerse y la posibilidad de fracasar.
Así que, en vez de eso, nos refugiamos en excusas variopintas, tareas cómodas pero irrelevantes o en la seguridad de un aula.
Lo mejor que puedes hacer si te estás auto-engañando es ser honesto contigo mismo, porque el único que tiene algo que perder eres tú.
Reconoce lo que está ocurriendo, y o bien empieza de una vez a hacer lo que sabes que tienes que hacer o bien abandona ese objetivo que dices querer, porque en realidad no es tan importante para ti.
La decisión es tuya.
4. Te pierdes en los detalles
A los seres humanos nos encantan los detalles.
Nos pasamos horas y horas buscando el tema de WordPress perfecto, discutiendo sobre cuál es el porcentaje óptimo de proteínas para ganar músculo, o eligiendo la colonia definitiva para ligar.
¿Y sabes cuál es el problema?
Que todas esas cosas tienen un impacto mínimo o nulo en el resultado final.
Son acciones complementarias (o incluso inútiles) que lo único que hacen es quitarte tiempo de lo que verdaderamente te va a hacer avanzar: las acciones fundamentales.
¡Ojo! Eso no quiere decir que el tema que utilices en tu blog, la cantidad de proteínas que consumas o tu olor corporal no importen.
¡Claro que importan!
Si tu blog tiene un fondo amarillo fosforito con letras enanas, nadie lo va a leer.
Si comes 0 gramos de proteínas al día, no sólo no vas a conseguir los pectorales de Cristiano Ronaldo, sino que vas a tener problemas de salud.
Y si no te has duchado en una semana, lo más normal es que la gente a la que te acerques huya de ti.
Sin embargo, una vez cumplas unos mínimos (un tema limpio y que se lea bien, una alimentación sana y equilibrada, una ducha diaria) todo el tiempo adicional que dediques a esas acciones va a reportarte muy pocos beneficios—especialmente si estás en una fase inicial del proceso.
Te cuento esto desde la experiencia, porque soy una persona muy perfeccionista y continuamente me pierdo en detalles absurdos.
Por ejemplo, en más de una ocasión he dedicado varias horas –e incluso días enteros– a buscar una herramienta que funcione exactamente como yo quiero (a pesar de usarla no va a tener ningún impacto en los resultados respecto a la herramienta actual), o a ajustar el margen de una página web (a pesar de que soy la única persona que lo va a notar).
¿El motivo?
Pues siéndote sincero, pienso que la mayoría de las veces el invertir tanto tiempo en «tonterías» es una manera de posponer aquellas tareas que requieren más esfuerzo y que no nos apetece hacer, que son justamente las acciones fundamentales.
Como quedarnos de brazos cruzados y no realizarlas nos haría sentir mal, lo que hacemos es centrarnos en otras acciones más cómodas y que nos dan una falsa sensación de progreso.
Porque claro, es mucho más fácil probar herramientas que sentarte a escribir, o discutir en foros de musculación que ir al gimnasio.
Al final, perderse en los detalles no deja de ser otra forma de autoengaño. Y es importante conocerla para poder corregirla cada vez que caigamos en ella.
5. Quieres correr antes de aprender a andar
Todos los proyectos u objetivos pasan por diferentes etapas.
A lo largo de esas etapas, las acciones fundamentales necesarias para avanzar suelen ser siempre las mismas.
Sin embargo, las acciones complementarias y su efectividad varían mucho de etapa en etapa.
Por ejemplo, si tu meta es montar un negocio online, las acciones fundamentales que vas a tener que realizar para conseguir los resultados que buscas son dos: ofrecer productos y servicios que solucionen un problema, y encontrar a personas que estén interesadas en comprar esos productos y servicios.
Pero además de esas acciones fundamentales, tendrás que realizar otras acciones complementarias (e incluso alguna inútil):
- En tus inicios, tendrás que crear una web y buscar una formación básica que te permita arrancar. También es muy posible que te toque buscarte la vida para conseguir tus primeros clientes, haciendo llamadas a puerta fría o recorriéndote España de conferencia en conferencia para establecer relaciones
- Más adelante, si el negocio sale adelante y empieza a generar ingresos regulares, tendrás que darte de alta como autónomo y empezar a declarar impuestos. Puede que también te interese contratar a tus primeros empleados o colaboradores, invertir en mejorar alguno de tus activos como tu web, y formarte en temas más avanzados
- Cuando tengas un volumen de negocio considerable, empezarán a tener sentido cosas como automatizar y optimizar algunos de tus procesos. También te interesará invertir en herramientas más complejas, segmentar a tu audiencia y empezar a aplicar otras técnicas avanzadas
- Y así sucesivamente
Como ves, cada etapa tiene sus acciones complementarias. Acciones que, realizadas en el momento oportuno y acompañadas de las acciones fundamentales, van a acelerar tu progreso, o que incluso pueden llegar a ser imprescindibles si quieres seguir evolucionando.
El problema que comete mucha gente es que quieren ir demasiado rápido, y en vez de centrarse en las acciones fundamentales y compaginarlas con las tareas adicionales que correspondan en ese momento, pierden el tiempo en acciones complementarias demasiado avanzadas para ellos y descuidan lo verdaderamente importante en el proceso.
Por ejemplo, un clásico en el mundo de los negocios online son los «emprendedores» que dedican semanas enteras a investigar sobre cómo pagar impuestos o cómo cumplir la ley de protección de datos cuando no han hecho ni una sola venta.
O los que quieren segmentar a una audiencia de 100 personas o automatizar un proceso de ventas que no funciona.
En vez de estar creando valor y consiguiendo clientes, están perdiendo el tiempo con acciones que son muy atractivas (¡quiero un negocio automático que me dé ingresos pasivos!) pero que no tienen sentido en la fase en la que se encuentran.
Están queriendo correr antes de haber aprendido a andar.
Detrás de este comportamiento se encierra lo mismo de siempre: el miedo a realizar las acciones fundamentales (leer sobre impuestos es más cómodo que exponerse a fracasar con un negocio) y la ilusión de que es posible encontrar un atajo y conseguir resultados avanzados sin pasar previamente por las etapas anteriores (crear un negocio automatizado sin crear primero un negocio).
6. Quieres hacerlo todo
En Essentialism, uno de mis libros favoritos, Greg McKeown habla de un fenómeno llamado «la paradoja del éxito», que viene a decir que tener éxito puede hacer que dejes de tener éxito.
¿Cómo ocurre esto?
Muy sencillo.
Un día decides empezar un nuevo proyecto, y durante los primeros meses te centras en una serie de acciones concretas que hacen que te vaya bien.
Cuánto más conocido y más exitoso se vuelve tu proyecto, más oportunidades llegan a tu puerta: entrevistas, colaboraciones, congresos…
Y tú las aceptas todas, claro, porque son buenas oportunidades y no quieres dejarlas escapar.
Pero en vez de mejorar, ocurre todo lo contrario, tu proyecto empieza a caer en picado, porque, sin darte cuenta, todas esas nuevas actividades te han distraído de las acciones que te hicieron tener éxito en primer lugar.
Fascinante, ¿no te parece?
Y todo se reduce al mismo principio que estoy intentando transmitirte con este post: que sin acciones fundamentales no hay progreso.
En este caso, el error está en querer realizar cualquier acción que te aporte algún tipo de beneficio, que sería una muy buena estrategia si nuestro tiempo y energía fuesen ilimitados…
Desgraciadamente, no lo son, lo cual nos obliga a priorizar e invertir nuestros recursos sólo en aquellas acciones que mayor rendimiento nos vayan a reportar, que son las acciones fundamentales.
¡Ojo, ten en cuenta que no necesitas tener un proyecto ni tener éxito para caer en este error!
El querer hacerlo todo es algo que nos pasa a todos en nuestro día a día.
Por ejemplo, seguro que alguna vez has aceptado algún compromiso, y más adelante te has arrepentido porque te ha impedido realizar otra actividad que te apetecía más.
O a lo mejor has dicho que sí a demasiadas cosas, y al final las has tenido que hacerlas mal y con prisas y no has disfrutado de ninguna tanto como podrías haberlas disfrutado.
Pues bien, ahora ya sabes cuál es el problema: que las acciones complementarias para tu felicidad te están quitando tiempo de las acciones fundamentales.
La solución pasa por un cambio de paradigma.
En vez de querer hacerlo todo, céntrate en realizar sólo lo correcto.
7. Has identificado mal las acciones fundamentales
«He enviado más de 100 currículums pero no me llaman de ningún lado.»
Seguro que has escuchado (o has vivido) esto alguna vez.
Alguien se dedica a buscar trabajo durante meses, mandando su currículum a cientos de empresas a través de todas las plataformas posibles e incluso entregándolo en mano, y aun así no le invitan ni a una mísera entrevista.
Pero… ¿por qué ocurre esto?
¿Qué es lo que está haciendo mal esta persona?
El motivo por el que mucha gente no consigue encontrar trabajo (o todos los que encuentran son una porquería) es porque han identificado mal las acciones fundamentales para dicho objetivo.
A diferencia de lo que se dice por ahí, el secreto para conseguir un buen empleo no es que tu currículum destaque por su diseño ni presentarse al máximo número de ofertas posibles, sino centrarse en algo muy diferente:
- Volverte muy bueno en aquellas habilidades que necesite la empresa para la que quieres trabajar
- Conseguir que la persona responsable de contratar en esa empresa sepa que eres muy bueno en eso que necesitan
Y si te fijas, el mandar CVs como un loco ni te ayuda a mejorar tus habilidades ni es la mejor manera de que el responsable de decidir a quién contratar sepa qué es lo que le puedes ofrecer.
Cuando eliges mal tus acciones fundamentales, tanto a la hora encontrar trabajo como para cualquier otro objetivo, estás perdido, porque por mucho empeño que pongas de tu parte los resultados que vas a conseguir no van a ser buenos.
Por ejemplo, si crees que las acciones fundamentales para crear un negocio son participar en concursos de emprendedores, ir a conferencias, o leer libros de marketing, y dedicas a eso la mayoría de tu tiempo, puedo garantizarte que te vas a estampar.
O si piensas que la clave para perder peso es hacer 6 comidas al día o llevar una dieta con un coeficiente de macro-nutrientes determinado, e ignoras las calorías que ingieres, no tendrás mucho éxito.
La solución, lógicamente, pasa por identificar correctamente las acciones fundamentales desde el primer momento, algo que te explicaré a continuación.
Cómo enfocar tus esfuerzos en la dirección adecuada
Ya has visto que existen múltiples motivos por los cuales puedes acabar descuidando las acciones fundamentales y lastrando tus progresos, y que detrás de cada uno de ellos suele esconderse siempre el miedo a exponerse o el querer conseguir resultados sin esfuerzo.
Aunque en la sección anterior he intentado explicarte brevemente cómo lidiar con las distintas «variantes» del problema, me gustaría completar el artículo con algo un poco más práctico.
Por eso, he preparado una lista de pasos que podrás aplicar la próxima vez que empieces un proyecto o te marques un objetivo para lograr sacarle el máximo rendimiento a tu tiempo.
Son los siguientes:
Paso #1: Identifica las acciones fundamentales
Siempre que quieras conseguir algo deberías empezar haciéndote la misma pregunta:
“¿Cuáles son las acciones fundamentales que más me van a hacer avanzar? ¿Qué tareas van a tener un impacto real en mis resultados?”
Sólo así podrás determinar en qué actividades necesitas invertir la mayor parte de tu tiempo.
Para responder a esta cuestión correctamente, es importante que ignores lo que ya sabes, porque puede que no sea cierto.
Y es que, en muchas ocasiones, la estrategia que conocemos y que aplica la mayoría de la gente no es la más adecuada (buscar trabajo), o queremos que la respuesta sea una cuando en realidad es otra.
De ahí la importancia de arrancar desde cero.
La mejor manera de identificar las acciones fundamentales necesarias para alcanzar un objetivo es analizar lo que han hecho otras personas que ya han conseguido lo que tú quieres conseguir.
Cuando lo hagas, recuerda ir más allá de las tácticas (el «cómo») y fijarte en el papel que cumplen esas tácticas (el «qué»).
Por ejemplo, si estudias a distintas personas que han conseguido perder peso con éxito, te encontrarás con que han usado distintas tácticas:
- Hacer más ejercicio
- Practicar el ayuno intermitente
- Seguir distintas dietas (paleo, ketogénica…)
Sin embargo, si te paras a pensar en la función que cumplen todas estas acciones, descubrirás que es la misma: aumentar el número de calorías que gastas o reducir el número de calorías que ingieres para crear un déficit calórico.
Lo mismo es aplicable a crear una audiencia para un blog.
Existen miles de tácticas para hacerlo (marketing de contenidos, Redes Sociales, Facebook Ads…), pero detrás de todas ellas se encuentran los mismos dos principios: publicar contenido de calidad y ponerlo delante de las personas correctas.
Una buena manera de verificar si has identificado correctamente las acciones fundamentales es preguntarte si podrías conseguir lo que tienes en mente (o al menos avanzar mucho) realizando únicamente estas acciones de la manera más sencilla posible.
Por ejemplo, ¿podrías perder grasa creando un déficit calórico a base de no de comer durante una semana?
¿O podrías crear una audiencia si únicamente te dedicases a crear contenido de valor para tu público (artículos, podcasts, vídeos) y dejases que Google, iTunes y YouTube se lo mostrasen a las personas adecuadas?
La respuesta en ambos casos es sí.
Quizá los métodos no sean no sean los más efectivos, pero podemos comprobar que vamos bien encaminados.
Como ves, la idea es profundizar y profundizar hasta quedarse sólo con lo esencial. Con aquello que no puede faltar.
Y no te voy a engañar: a veces esto no es una tarea sencilla.
No existe una «hoja de instrucciones» para descubrir las acciones fundamentales de cualquier proyecto, y a veces necesitarás tiempo y experiencia para separar el grano de la paja.
Aun así, merece la pena, porque no sólo deberíamos dedicar tiempo a trabajar duro en nuestros proyectos y objetivos, sino también a entender cómo funciona realmente eso que queremos conseguir.
Paso #2: Decide cómo vas a aplicar esas acciones fundamentales
Una vez que tengas claras cuáles son las acciones fundamentales necesarias para conseguir el objetivo que te has marcado, tienes que decidir cómo vas a aplicarlas. Es decir, las tácticas que vas a usar.
Para tomar esta decisión debes hacer dos cosas.
En primer lugar, informarte sobre las distintas tácticas que existen para aplicar cada acción fundamental, ya sea leyendo, investigando o analizando lo que han hecho aquellas personas que ya están donde tú quieres llegar.
En segundo lugar, elegir la o las tácticas más adecuadas en tu caso en base a varios criterios:
- Eficacia. ¿Cómo de eficaz es esta táctica? ¿Realmente te va a ayudar a conseguir los resultados que buscas en el menor tiempo posible o tienes mejores opciones?
- Ejecución. ¿Tienes las habilidades necesarias para poder ejecutar esta táctica correctamente? ¿Vas a necesitar formarte previamente?
- Presupuesto. ¿Necesitas invertir dinero para poder aplicar esta táctica? ¿Te lo puedes permitir?
- Coherencia. ¿Te va a gustar realizar esta táctica? ¿Está alineada con tus valores y tus intereses?
- Sostenibilidad. ¿Vas a poder ejecutar esta táctica de manera regular o vas a quemarte a los dos días?
En mi opinión, el criterio más importante de todos es el último: la sostenibilidad.
Conseguir resultados suele llevar tiempo, y vas a tener que realizar tus acciones fundamentales una y otra vez.
Por eso, necesitas asegurarte de que las tácticas que eliges son compatibles con tu vida y tus características personales.
De nada sirve que sigas una dieta extrema durante dos semanas, por muy bien que funcione, si no vas a poder mantenerla más tiempo y vas a terminar recuperando la grasa perdida.
Paso #3: Ejecuta las acciones fundamentales una y otra vez
Ahora que ya has identificado las acciones fundamentales y has elegido las tácticas que vas a usar para aplicarlas, estás listo para pasar a la acción.
Eso significa integrar esas acciones fundamentales en tu rutina y realizarlas varias veces por semana.
El tiempo que les dediques cada día dependerá de cuál sea tu objetivo y de lo rápido que quieras progresar.
Lo importante es que les dediques tiempo y que las hagas correctamente.
Este último detalle es clave, porque como expliqué anteriormente, hay veces que creemos que estamos realizando una cosa y en realidad estamos haciendo otra:
- Creemos que estamos ingiriendo 1.500 calorías al día, cuando en realidad estamos ingiriendo el doble
- Creemos que estamos levantando más peso que la semana anterior en el gym, cuando en realidad estamos levantando el mismo
- Creemos que estamos escribiendo 4 horas al día, cuando en realidad estamos perdiendo el tiempo respondiendo e-mails y en las Redes Sociales
La solución es intentar fiarte lo menos posible de «tus impresiones» o «tus estimaciones», y en vez de eso medir la calidad de tu ejecución con datos objetivos.
Por ejemplo, medir en detalle las calorías que ingieres, al menos durante una temporada, para comprobar si realmente estás creando un déficit calórico.
Anotar el número de series, repeticiones y peso de cada ejercicio, para asegurarte de que estás obligándote a hacer un esfuerzo cada vez mayor.
O utilizar una aplicación como Toggl o Rescue Time para medir el tiempo que realmente estás dedicando a tus acciones fundamentales, para ver si es tanto como crees.
El secreto no es sólo ejecutar, sino asegurarte de que realmente estás ejecutando bien.
Paso #4: No te distraigas
Por último, para que todo lo anterior valga para algo y logres conseguir los resultados que buscas, es importantísimo que no te distraigas.
A lo largo de tu camino te verás tentado por nuevas tácticas milagrosas o por acciones complementarias que son más «fáciles» que las acciones fundamentales que estás realizando.
También te entrarán ganas de dedicar menos tiempo a lo que estás haciendo y centrarte en otras tareas más avanzadas.
¡No lo hagas!
Recuerda que tus avances dependen de que ejecutes las acciones fundamentales de manera regular, así que céntrate en exclusiva en eso y di que no a todo lo demás.
Conclusión: Todo es mucho más sencillo de lo que crees
Existe la falsa creencia de que para tener éxito con cualquier proyecto u objetivo necesitamos realizar un montón de acciones complejas.
De hecho, de eso es de lo que nos intenta convencer un mercado que cada dos días nos ofrece un nuevo método secreto con el que por fin conseguiremos lo que queremos.
La realidad es que todo es mucho más sencillo.
En su mayor parte, el éxito depende de ser capaz de realizar una serie de acciones fundamentales una y otra vez.
Así que si sientes que estás esforzándote y trabajando duro y aun así no consigues resultados, seguramente el problema sea que no estás dedicando suficiente tiempo a las tareas que realmente marcan la diferencia.
Porque tengo más que comprobado que, si te centras en exclusiva en las acciones fundamentales y eres constante, es muy difícil que te vaya mal.
Un buen ejemplo de esto es Joan Boluda.
En un mundo tan complejo como el de los negocios online, en el que existen millones de herramientas y posibilidades, él se ha centrado únicamente en crear contenido de valor.
Cada día, añade una nueva lección a su biblioteca privada de cursos que vende por 10€ al mes.
Además, todas las semanas publica varios podcasts y otro material gratuito para darse a conocer.
¡Eso es todo!
Joan apenas se preocupa del diseño de su blog, de tácticas de marketing, ni de si debería utilizar Mailchimp o Active Campaign. De hecho, el tío no tiene ni formularios de subscripción en su web
Su foco está en producir, producir y producir.
Y le va muy bien.
Lo mismo que a Jose, un amigo de Cáceres que hace un par de años empezó una página nicho de cafeteras y que se ha centrado en publicar 5 artículos nuevos por semana, en vez de dedicar su tiempo a «hacer SEO».
Desde entonces, su web no ha parado de crecer y a día de hoy le da un buen sueldo extra todos los meses.
Lo que quiero que veas es que en el fondo el conseguir buenos resultados es muy simple:
- ¿Quieres perder grasa? Come menos y/o haz más deporte
- ¿Quieres ganar músculo? Entrena duro, come bien y descansa
- ¿Quieres visitas? Crea contenido de calidad
- ¿Quieres ligar más? Conoce a más gente y propón más planes
Hay más cosas que influyen, por supuesto, pero lo básico es eso.
Fíjate en que ninguna de estas acciones es compleja.
Lo difícil es realizarlas todas las semanas, porque requieren esfuerzo, disciplina y exponerse a fracasar.
Por eso, me gustaría que después de leer esto te olvidases por una temporada de los atajos, los detalles y las técnicas avanzadas, y te centrases en identificar las acciones fundamentales y en ejecutarlas.
Que en vez de caer en los errores que he explicado en este post, te dedicases a crear, a producir y hacer aquello que te resulta incómodo.
Los buenos resultados no tardarán en llegar
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¡Tu turno!
¿Alguna vez te has esforzado en algo y aun así no has conseguido resultados? ¿A cuál de los 7 errores que he descrito en este post se ha debido? ¿Qué acción fundamental estabas dando de lado? Cuéntanoslo en los comentarios 🙂
Foto: Concepto del fracaso y el rescate