Aunque muchos de mis lectores tienen más de 25 años y ya han terminado sus estudios, también tengo un grupo importante de seguidores que están ahora mismo en la universidad o que van a empezarla en breve.
En el pasado, algunos de estos chavales me han escrito para pedirme consejo sobre qué carrera elegir o sobre cómo sacarle el máximo partido a su etapa universitaria, y desde entonces llevo dándole vueltas a la idea de condensar en un post toda mi “sabiduría” sobre el tema.
La verdad es que la universidad siempre se me dio bien. Acabé Ingeniería Informática en 5 años con una media de 9.207, el mejor expediente de mi promoción, y aun así tuve tiempo de salir todo lo quise, ir al gimnasio, sacarme el título de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas, viajar por España y Europa, clasificarme 2 veces para el campeonato de España de Magic e incluso tener una novia en otra ciudad. ¡Ah! Y antes de graduarme tenía un puesto de trabajo como desarrollador en Microsoft esperándome.
Para poder conseguir todo esto seguí una estrategia poco convencional, y hoy, aprovechando que el nuevo curso está a punto de empezar; voy a compartirla públicamente por primera vez en este artículo, porque estoy convencido de que mis ideas le resultarán útiles a más de uno.
Como te puedes imaginar, lo que voy a contar a continuación va dirigido a jóvenes que están a punto de entrar en la universidad o que ahora mismo están estudiando un grado universitario. No obstante, me gustaría que siguieses leyendo incluso si completaste tus estudios hace años.
¿Por qué? Porque creo que el post te hará recordar tu paso por la uni con una sonrisa, porque puede que aprendas algo nuevo que te sea útil en otras facetas de tu vida, y porque me haría mucha ilusión que aportases tu granito dejando un comentario al final con el consejo #1 que le darías a tu “yo” de 17-18 años recién salido del instituto.
Mi objetivo es crear la guía que a todos nos hubiese gustado leer antes de empezar la carrera, y para eso necesito tu ayuda 🙂
¡Muchas gracias y espero que te guste!
IMPORTANTE
Las recomendaciones de este post están basadas en mi experiencia personal estudiando Ingeniería Informática en España, y las he escrito asumiendo que el lector pertenece a una familia de clase media y que puede dedicarse a estudiar sin tener que preocuparse por el dinero porque sus padres le cubren todos sus gastos.
Soy muy consciente de que algunos de mis consejos no serán aplicables a tu situación personal, a tu país o a tu carrera, así que no es necesario que dejes un comentario diciéndome que “todo es muy fácil cuando tienes dinero” o que “en Bellas Artes las cosas funcionan de otra manera”. En vez de eso, trata de ser constructivo y quédate con lo que te sirva y descarta lo que no.
Cómo elegir qué carrera estudiar en la universidad
A medida que vayas acercando al final del instituto, empezarás a hacerte la pregunta del millón:
“¿Qué carrera voy a estudiar en la universidad?”
Y no sólo empezarás a preguntártelo tú, sino que también empezarás a escucharlo de boca de tus padres, profesores, amigos y del resto de tu círculo social.
El problema de esta pregunta es que da por hecho que quieres estudiar una carrera, cuando lo más probable es que nunca te hayas parado a pensar si realmente es eso lo que te apetece ni si esa es la mejor opción para ti.
Ir a la universidad supone una inversión de al menos 4 años de tu vida y de varios miles de euros, así que no es algo que debas tomarte a la ligera.
Por eso, antes de ponerte a elegir la carrera que vas estudiar, deberías hacerte algunas preguntas previas.
¿Para qué quieres ir a la universidad?
Es muy importante que seas consciente de que la universidad no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar un fin.
Estoy convencido de que si quieres estudiar un grado no es por placer o por hobbie, sino porque crees que el hacerlo te va a ayudar a conseguir un futuro mejor.
Pero, ¿te has parado a pensar qué pinta tiene ese futuro?
Si todavía no lo has hecho tienes un problema, porque hasta que no tengas claro tu destino tampoco podrás saber cuál es el camino correcto para llegar allí.
Por eso, la primera pregunta que deberías hacerte a la hora de planear tu etapa post-instituto no debería ser “¿qué carrera quiero estudiar?” sino “¿qué estilo de vida me gustaría llevar?”.
Fíjate que he dicho estilo de vida, no profesión.
Buscar únicamente un puesto de trabajo o un sueldo concreto es un error, porque estás olvidando el resto de aspectos de tu vida, como tu lugar de residencia, tus horarios o tus relaciones sociales, que son tan importantes (o más) que el aspecto profesional.
Quizá te apetezca mucho trabajar diseñando aviones, pero… ¿estás dispuesto a mudarte a una de las ciudades en las que se encuentran las empresas que se dedican a ello?
Esta es la pregunta que se debería haber hecho este chaval antes de estudiar Ingeniería Aeroespacial. Así se hubiese ahorrado el hacer el ridículo con comentarios como el de la foto:

La manera de evitar que te pase lo que le ha pasado a Víctor, es definir el estilo de vida que quieres llevar y luego tomar las decisiones necesarias para hacerlo realidad.
Si todavía no tienes claro cuál es tu estilo de vida ideal, te recomiendo que dediques unos minutos a hacer mi ejercicio favorito. Cuando termines lo verás todo mucho más claro.
¿Deberías ir a la universidad?
Ahora que ya sabes que la universidad es sólo un medio para conseguir un fin, y que ese fin es tu estilo de vida ideal, me gustaría que te dieses cuenta de otro hecho importante:
Estudiar una carrera no es la única manera de crear el estilo de vida que buscas. Y en tu caso particular, puede que tampoco sea la mejor.
Sé que esto es impensable para muchas personas en España, que todavía creen que si no tienes una carrera eres menos que los demás y nunca encontrarás trabajo, pero es la realidad.
La universidad es una institución educativa que ofrece un cierto tipo de formación, y en función de lo que estés buscando y de tus objetivos te convendrá contratar sus servicios o elegir otra alternativa más apropiada.
Por ejemplo, si quieres ejercer como arquitecto y vivir y trabajar en España, no te quedará más remedio que estudiar Arquitectura, porque sin el título no puedes firmar proyectos. Sin embargo, si lo que quieres es dedicarte a la fontanería, no tiene sentido que vayas a la universidad, porque no ofrece ese tipo de formación.
Esto parece obvio, así que veamos un caso más controvertido.
Imagínate que has decidido que en el futuro quieres disponer de libertad geográfica, y que para conseguirlo vas a ganarte la vida creando tus propias aplicaciones web o trabajando como programador web freelance en remoto.
¿Deberías o no deberías ir a la universidad?
La mayoría de gente te dirá que sí, que te matricules en el Grado de Informática. Lo que no tienen en cuenta es que el grado dura 4 años, apenas incluye asignaturas relacionadas con programación web y además es bastante difícil.
Por suerte, esa no es la única alternativa.
En vez de estudiar Informática, podrías hacer el bootcamp de desarrollo web de IronHack, un curso intensivo de 8 semanas sobre HTML5, CSS3, JavaScript y Ruby on Rails.
Dura menos de 2 meses y tiene como objetivo enseñarte –con un enfoque muy práctico– todo lo que necesitas para trabajar como programador web en el mundo real. Nada de cálculo y física, lenguajes de programación anticuados ni herramientas obsoletas.
Al terminar, un equipo de expertos te ayuda a encontrar trabajo, y la mayoría de los alumnos no tiene problema en encontrar un buen puesto en una startup del sector.
Una vez colocado, empezarías a acumular experiencia en una empresa de verdad participando en proyectos de verdad, que es la formación perfecta para, más adelante, trabajar en remoto con tus propios clientes y hacer realidad ese estilo de vida que te habías fijado como objetivo.
Obviamente Ironhack no es la panacea, y también tiene sus desventajas frente al Grado en Ingeniería Informática. Lo que quiero es que te des cuenta de que existen caminos alternativos a estudiar una carrera, y que en según qué casos, te podrán interesar más o menos que pasar 4 años en la universidad.
En general, para poder tomar una buena decisión te recomiendo que hagas lo siguiente:
- Haz una lista de todas las maneras de alcanzar tu estilo de vida ideal. En vez de limitarte a la vía que elige la mayoría de la gente, contacta con otras personas que ya estén donde tú quieres llegar y pregúntales qué harían para llegar a donde están ahora si mañana tuviesen que empezar de cero.
- Piensa en tu personalidad, tus cualidades y tus defectos, y evalúa cuál de las opciones del punto anterior encaja más contigo. Si eres poco disciplinado y tienes poca fuerza de voluntad, no trates de ser autodidacta; si se te da mal estudiar y memorizar, piénsatelo dos veces antes de matricularte en una carrera; etc.
- Analiza los pros y los contras de las distintas alternativas. ¿Cuál es el coste en tiempo de cada una? ¿Y en dinero? ¿Qué probabilidad de éxito ofrecen? ¿Tienen algún plus interesante, como conocer gente o vivir en el extranjero? ¿Cuál encaja más contigo?
Teniendo en cuenta lo anterior, podrás tomar una decisión consciente e informada, algo que muy pocas personas hacen. Y si después de eso llegas a la conclusión de que ir a la universidad es la mejor opción para ti, ahora sí que estarás en condiciones de plantearte la pregunta inicial.
Entonces… ¿qué carrera deberías estudiar?
Si has reflexionado y has respondido a todas las preguntas que te he ido planteando hasta ahora, lo más probable es que ya tengas claro qué carrera elegir.
En caso de que no fuese así, hazte la siguiente pregunta para tomar tu decisión:
“¿Cuál de estas carreras me va a resultar más útil para crear mi estilo de vida ideal?”
¡No caigas en el error de elegir la carrera que más ilusión le hace a tus padres, la que tiene mejores salidas, la que más te apasiona o la que te haya recomendado tu orientador en base a un test de personalidad!
Son criterios equivocados que pueden llevarte a un futuro muy distinto del que quieres para ti.
Está bien estudiar lo que te gusta y que papá y mamá se sientan orgullosos de ti, pero también debes pensar en tu futuro, porque es muy duro el pasarse varios años atrapado en el paro o el tener que levantarse cada día para vivir una vida que odias.
Por último, si estás dudando entre varias carreras que cumplen las condiciones, mi consejo es que elijas aquella sobre la que más te apetezca aprender. Y recuerda que el que no estudies algo en la universidad no quiere decir que no puedas seguir formándote sobre ese tema. No necesitas ser graduado en Ciencias del Deporte para hacer ejercicio ni para estudiar sobre nutrición y fitness.
Cómo sacar buenas notas en la universidad
Nunca olvidaré mi primer examen como universitario.
Se trataba de una asignatura de primero, Sistema Digitales, a cuyas clases íbamos unas 20 personas.
Yo –inocente de mí– esperaba que a la prueba nos presentásemos más o menos los mismos que asistíamos semanalmente a las lecciones. Sin embargo, cuando llegué al aula me encontré con más de 200 personas, muchas de ellas con barba e incluso canas, y con pinta de tener unos cuantos años más que yo.
Ahí me di cuenta que ya no estaba en el instituto, donde prácticamente aprobaban todos los alumnos y los dos o tres repetidores eran los guays de la clase; sino en la universidad, donde lo común era suspender unas cuantas y tardar 6 o 7 años como mínimo en terminar una carrera de 5.
Aunque ser universitario es muy divertido, y sin duda una época de tu vida que debes disfrutar, imagino que no quieres demorarla más de lo necesario.
Por eso, en esta sección voy a compartir contigo una serie de estrategias que te ayudarán a aprobarlas todas sin sufrir y sin tener que matarte a estudiar. Son las mismas estrategias que utilicé yo en su día, y aunque el sistema haya cambiado un poco desde entonces con el Plan Bolonia, estoy convencido de que a ti también te funcionarán.
Entiende de qué va el juego
Si quieres aprobar y sacar buenas notas en la universidad, lo primero que tienes que hacer es entender cómo funciona el sistema.
Contrario a lo que muchos piensan, en la carrera no te evalúan en base a lo que has aprendido, sino en base a una o varias pruebas obligatorias que haces durante el transcurso de la asignatura.
Es cierto que en teoría el objetivo de esas pruebas es verificar que has asimilado una serie de conocimientos y que eres capaz de utilizarlos para resolver problemas complejos. Sin embargo, en la práctica lo que suelen medir es que has sido capaz de memorizar una serie de datos que cualquiera puede consultar en un libro o que sabes aplicar los pasos de un método con nombre extranjero aunque no sepas muy bien lo que estás haciendo.
Aquí podríamos a entrar a filosofar sobre el sistema educativo, y si es mejor hacer las cosas de tal o cual manera, pero sería perder el tiempo.
La realidad es que las cosas son como son, y ni tú ni yo podemos cambiarlas (al menos en un futuro próximo).
Por eso, si quieres que te vaya bien en la universidad, lo que tienes que hacer no es aprender mucho sino convertirte en un experto en hacer exámenes.
Personalmente, yo te recomiendo que también aproveches tus años de carrera para aprender todo lo que puedas. Pero no olvides que tu prioridad es aprobar todas las asignaturas, y que eso implica superar las pruebas que te pongan.
Ahora que tienes claro que debes centrar todos tus esfuerzos en los exámenes, déjame darte algunos consejos para que puedas preparártelos de la mejor manera posible.
Ve a clase y toma tus propios apuntes
Sé que seguramente estabas esperando un consejo diferente, pero es que uno de mis secretos para sacar buenas notas en la universidad siempre ha sido ese: ir a clase y tomar mis propios apuntes.
Muchos alumnos creen que ir a clase y tomar apuntes es una pérdida de tiempo, especialmente si el profesor es de los que sólo dictan y no explica, o si los apuntes se pueden descargar por Internet, pero están equivocados.
El hecho de escuchar a alguien hablando sobre un tema y tomar tus propias notas, incluso si en ese momento no estás prestando mucha atención, te va a ser de gran ayuda para preparar la asignatura.
Escuchar y escribir son maneras de aprender. Sin darte cuenta, toda esa información se graba en tu subconsciente y hace que prepararte el examen te resulte mucho más fácil. Además, estudiar utilizando tus propios apuntes es mucho más efectivo que estudiar con los apuntes de otros o con una fotocopia, porque tu cerebro reconoce tu letra más fácilmente.
Soy consciente de que ir a clase supone una pequeña inversión de tiempo, pero piensa que es tiempo que ahorrarás en la época de exámenes, que es cuando más lo necesitarás, y que si lo haces no tendrás que repasar todas las tardes en casa. Además, la alternativa a no ir a clase suele ser quedarse en el bar tomando un café, así que tampoco te estás perdiendo nada.
Las únicas asignaturas a las que no fui a clase fueron Cálculo y Física de primero, porque me resultaban demasiado confusas y desde el primer día supe que iba a necesitar ayuda con ellas. Lo que hice fue sustituirlas por clases particulares en una academia, donde sabía que me iban a preparar desde el primer día para aprobar el examen final.
Conoce a tu profesor y entiende qué es lo que quiere
Como te expliqué hace un rato, lo más importante para tener éxito en la universidad es saber hacer bien los exámenes. Y para poder hacer bien un examen lo único que necesitas es entender bien lo que quiere tu profesor, que es quien te va a evaluar, y dárselo. ¡No tiene más misterio!
Si te paras a pensarlo, un examen es algo bastante subjetivo porque depende en gran medida de un ser humano.
Es un ser humano quien decide qué preguntas van a entrar en la prueba y también quien las va a corregir. Y todos los seres humanos tenemos nuestras manías, nuestras preferencias y nuestros criterios.
Eso tiene dos implicaciones importantes:
- Es más probable que entren ciertos temas o tipos de preguntas a que entren otros, porque tu profesor los considera más importantes o simplemente le gustan más
- Tu profesor espera que respondas a sus preguntas o a sus ejercicios de una cierta manera. Quizá le gusten más las respuestas elaboradas, o a lo mejor prefiere que vayas más al grano o que apliques un método determinado. Pero si haces las cosas “a su manera”, lo mirará con mejores ojos
Si eres un poco espabilado, puedes aprovechar los dos puntos anteriores para sacar mejores notas estudiando menos, que es justo lo que hacía yo en mi época.
Por ejemplo, yo jamás me estudiaba el temario completo de una asignatura.
Para prepararme un examen, lo primero que hacía era buscar exámenes de otros años. A veces estaban disponibles en la web de la asignatura o en reprografía, otras veces tenía que pedírselos al profesor y otras veces tenía que acudir a antiguos alumnos. Pero en el 95% de las veces se podían conseguir.
Una vez tenía los exámenes en mi poder, analizaba el tipo de preguntas que caían y buscaba patrones. Normalmente era fácil darse cuenta de que había un ejercicio de un cierto tipo que caía siempre o casi siempre, o de que algunas preguntas se repetían casi todos los años mientras que había otros temas que nunca aparecían.
En base a eso organizaba mi estudio. Daba prioridad a lo que más probabilidades tenía de aparecer en el examen, y después si tenía tiempo me miraba lo demás.
Recuerdo una asignatura de tercero, Sistemas de Comunicación de Datos, que era uno de los huesos de la carrera. Había que estudiarse un libro de 250 páginas más denso que el tráfico de Yakarta, y eso era algo para lo que mi cerebro no estaba preparado, así que tuve que buscar un Plan B.
Lo que hice fue conseguir los exámenes de los últimos 10 años, hacer un inventario de todas las preguntas que habían caído en ese tiempo ordenadas por frecuencia de aparición y estudiarme sólo las más comunes, que en total ocupaban 10 páginas.
Acerté y saqué matrícula de honor con sólo un par de días de estudio, mientras que otros compañeros más aplicados se pasaron dos semanas empollando y no les fue tan bien.
Además de analizar las preguntas antiguas, otra cosa que hacía mucho era preguntar a los alumnos de años superiores cómo corregía ese profesor y cómo le gustaba que los alumnos hiciesen sus exámenes. Luego, adaptaba mi estilo en base a las preferencias del profesor igual que Mourinho adapta la táctica de sus equipos en función del rival al que se enfrenta, porque es obvio que no puedes jugarle igual al Levante que al Barcelona.
Ese pequeño detalle me ayudaba a sacar mejores resultados en las preguntas subjetivas, como las de desarrollar un tema, porque aunque en teoría cualquier respuesta correcta debería valer, lo que quiere el profesor es que respondas con “su respuesta correcta”.
Practica lo mismo que te vayan a pedir en el examen
En mi experiencia, la mayoría de los jóvenes no saben estudiar.
Se miran el temario detenidamente, tratan de memorizarlo mientras lo leen, y repiten este proceso varias veces.
Esto es un error, porque cuando llegues al examen nadie te va a pedir que memorices nada.
Lo que te van a pedir es que recuerdes cierta información, desarrolles un tema o resuelvas un problema. Por lo tanto, lo que deberías hacer antes del examen es practicar justamente eso: recordar información, desarrollar temas o resolver problemas.
Piénsalo.
¿Cómo te preparas el test del carnet de conducir? Haciendo test.
¿Cómo me preparé las entrevistas de Microsoft? Resolviendo en una pizarra el tipo de problemas que me iban a preguntar los entrevistadores, y explicando en alto lo que estaba haciendo, igual que si estuviese en la entrevista de verdad.
¡Es de cajón!
Estudiar debe ser siempre una tarea activa. Tienes que estar escribiendo continuamente, igual que vas a tener que escribir en el examen.
Empieza por escribir en una hoja en blanco lo que estás intentando memorizar, o por hacer un ejercicio siguiendo los pasos que tienes en los apuntes. Luego, intenta hacer lo mismo sin mirar el libro o tus notas, y al acabar comprueba qué tal lo has hecho.
Tienes que repetir este proceso una y otra vez hasta que seas capaz de recordar los datos, desarrollar los temas o hacer los ejercicios de forma casi automática y sin errores. Ahí es cuando estás preparado de verdad.
La mejor manera de aplicar este método de estudio es utilizar los exámenes de otros años y los ejercicios que hayas visto en clase, aunque también puedes ponerte a ti mismo preguntas y ejercicios.
En cualquier caso, el principio siempre el mismo: practicar lo mismo que te vayan a pedir en el examen.
Estudia siempre para el 10
Tu objetivo en cualquier examen debe ser sacar un 10.
Tienes que estudiar y prepararte siempre con esa meta en mente, y llegar el día del examen con opciones reales de sacar matrícula de honor.
La ventaja de esta actitud frente a la de “estudiar para aprobar” que siguen tantos estudiantes, es que si vas a por el 10 tienes un margen de error tremendo.
Si te sabes todos los temas y sabes hacer todos los ejercicios es casi imposible suspender, porque muy mal tiene que ir la cosa para que te equivoques en el 50% de las preguntas. Sin embargo, si vas a por el 5, el más mínimo error te condena al suspenso. Además de que como no sabes qué preguntas te van a caer, es muy difícil calcular lo que tienes que estudiarte para sacar un 5.
En la universidad y en la vida (y también en el fútbol, por supuesto) hay que salir siempre a ganar, no a empatar.
Ve siempre a las reclamaciones
Justo después de publicar las notas de una asignatura, el profesor está obligado a establecer un periodo de reclamaciones durante el cual los alumnos pueden ir a su despacho a revisar la corrección de su examen.
Yo siempre iba a revisar los míos, excepto si sacaba un 10, y te recomiendo que tú hagas lo mismo.
¿Por qué?
Porque es algo que te va a llevar sólo 5 o 10 minutos y que puede tener un impacto importante en tu nota final.
Para empezar, los profesores son humanos y a veces se equivocan al sumar las notas de los distintos ejercicios.
Recuerdo una asignatura en la que había sacado un 9. Era una buena nota y además tenía sentido, porque, aunque el examen me había salido bien, el profesor perfectamente me podía haber descontado un punto aquí y allá en las preguntas de teoría.
La mayoría de la gente en mi lugar habría aceptado ese 9 como bueno y se habría quedado en casa, pero yo no.
Fui a la reclamación a revisar mi examen, y resulta que en realidad tenía un 10 y que el profesor se había equivocado al sumar.
Gracias a dedicar 5 minutos a esa asignatura, pasé de tener un sobresaliente a tener una Matrícula Honor (y los créditos gratuitos que eso supone).
Además de detectar posibles errores de aritmética, durante una reclamación puede que detectes errores de corrección. Y es que, como te expliqué antes, la corrección de un examen es siempre algo muy subjetivo.
¿Cuál es la respuesta correcta a “La poesía del siglo XVIII en España”?
¿Cómo deberían puntuarte un problema de 4 puntos en el que sólo te has equivocado en la última suma?
Puede que cuando el profesor corrigiese tu examen tuviese hambre o estuviese de mal humor, y te pusiese una nota más baja de la que debería; así que tiene sentido ir a la revisión y cuestionar todas las correcciones que sean debatibles.
Al fin y al cabo, ya has dedicado varios días a prepararte para sacar la mejor nota posible, y ahora puedes aumentarla en un 5%, 10% o incluso más en un rato y sin apenas esfuerzo. ¡Sería de tontos no aprovechar esa oportunidad!
En cualquier caso, incluso si tu reclamación no tiene un impacto en tu nota final, te será muy útil para entender mejor cómo corrige ese profesor (puede que vuelva a darte clase más adelante o que te corrija también la recuperación si has suspendido) y para entender dónde te has equivocado y mejorar de cara al futuro.
Trata el Trabajo Fin de Grado como una asignatura más
Con la nueva normativa de Bolonia, en el último año de carrera necesitas hacer un Trabajo Fin de Grado (TFG) y presentarlo frente a un tribunal.
Muchos estudiantes se toman este trabajo como algo “especial” y acaban dedicándole varios meses completos o incluso años, lo cual no tiene ni pies ni cabeza. El TFG es sólo una asignatura más, un mero trámite para que te den el título, y deberías tratarlo como tal.
Si en tu carrera el TFG son 6 créditos y cada crédito equivale a 25-30 horas, eso significa que tienes que elegir un proyecto que puedas terminar en 150-180 como máximo, así que… ¡no te flipes!
Para no atascarte en la recta final de la carrera lo más importante es que elijas al tutor correcto. Alguien que no pretenda que cambies el mundo con tu TFG, y que disponga de suficiente tiempo como para ayudarte cuando lo necesitas.
Conozco a muchos amigos que hicieron su Proyecto Fin de Carrera con profesores que siempre estaban ocupados o que les exigían demasiado, y estuvieron bloqueados durante meses.
Por lo tanto, aplícate el cuento: primero sácate la carrera y luego ya cambiarás el mundo si quieres.
Cómo aprovechar al máximo tu época universitaria
Soy de la opinión de que la vida se divide en etapas, y que cada etapa tiene una función que hay que respetar.
Tus años de universidad son una de esas etapas, y además se trata de una etapa muy especial por varios motivos:
- Estás sentando las bases de tu futuro. Lo que hagas durante este periodo de tiempo tendrá un profundo impacto en el resto de tu vida
- Tienes libertad y tiempo libre. Tu única responsabilidad es estudiar, y (generalmente) no tienes que preocuparte de cuidar a tus hijos, alimentar a tu familia ni ese tipo de historias
- Tu cuerpo está en su mejor momento. Puedes salir tres noches seguidas sin problema, las resacas sólo duran unas horas y eres capaz de funcionar relativamente bien con pocas horas de sueño
- Estás rodeado de gente de tu edad que se dedica a lo mismo que tú. Eso hace que sea muy sencillo conectar con otras personas y hacer buenos amigos.
En base a todos estos puntos, creo que durante tu paso por la universidad deberías centrarte únicamente en dos cosas:
- Prepararte lo mejor posible para que tu vida post-universidad se acerque lo máximo posible a tu estilo de vida ideal
- Divertirte y disfrutar lo máximo posible
Para mí eso es lo que significa “aprovechar al máximo tu época universitaria”, y a continuación voy a darte algunas recomendaciones para conseguirlo.
Vete a estudiar al extranjero al menos durante un año
Una de las grandes ventajas que ofrece la universidad frente a otro tipo de formaciones, es la posibilidad de irse a estudiar fuera durante una temporada.
Existen todo tipo de becas y de programas para pasar un cuatrimestre o un año completo en una universidad extranjera (las más conocidas son las becas Erasmus pero hay muchas más opciones), y si puedes permitírtelo económicamente es algo que deberías hacer sí o sí porque te cambiará la vida.
No sólo te lo pasarás como los indios, harás grandes amistades y puede que incluso encuentres el amor, sino que aprenderás cosas importantísimas que no se enseñan en un aula, como el buscarse la vida en un entorno desconocido. Además, puede que aprendas un idioma o que incluso encuentres trabajo como me pasó a mí.
A la hora de elegir destino, mi recomendación es que pases de Portugal y de Italia, y te vayas a un país que sea muy diferente a España y en el que no podrías o no te irías a estudiar en condiciones normales. Si además tienes la oportunidad de practicar tu inglés, mejor que mejor.
Mis destinos favoritos son Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y las grandes potencias asiáticas: Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Japón.
Aquí en Europa me quedaría con los países nórdicos a pesar de no haberlos visitado aún. Pero vamos, que si te tienes que ir a Rumanía o Lituania tampoco pasa nada. Y a las malas pues a Roma o Florencia, que aprenderás italiano y quizá te vuelvas con un Paolo o una Isabella del brazo 😉
Lo más importante es que te vayas a algún lado, y que cuando te vayas no hagas la típica españolada de juntarte todo el tiempo con españoles.
En vez de eso, búscate un piso o una residencia universitaria en la que puedas convivir con autóctonos y hacer vida de autóctono, y empápate de la cultura local lo máximo posible.
Ya tendrás tiempo de hablar español y comer jamón cuando vuelvas a casa.
Empieza a prepararte para el mundo real desde el primer día
Como hemos visto al comienzo de esta sección, uno de los principales objetivos durante tus años de carrera debería ser el prepararte para lo que te espera una vez te gradúes.
Desgraciadamente, la universidad como tal no te va a ayudar demasiado en este aspecto por dos motivos.
El primero es que la universidad y el mundo real funcionan de manera totalmente diferente.
En la carrera todo está diseñado para que ganes. Las reglas de juego están bien definidas, hay unos jueces relativamente justos, y existe una relación directa entre esfuerzo y resultados. Además, no tienes que competir con nadie, porque lo que hagan los demás no te influye. Y si por lo que sea te equivocas y suspendes, puedes volver a intentarlo una y otra vez hasta que consigas tu título.
Por el contrario, en el mundo real a nadie le importa un pimiento el que ganes o pierdas. Es la jungla y todo vale. La competencia es feroz, y mientras que unos ganan millones otros sufren en el paro. El que logra los mejores resultados no es necesariamente el mejor o el que más sabe, sino el que mejor sabe promocionarse o mejores conexiones tiene, y los errores siempre tienen un precio.
Como ves, son universos completamente distintos, y si sales al mercado creyendo que sigues en la universidad y que alguien te debe algo, te van a dar palos hasta en el carnet de identidad.
Eso fue lo que le pasó a Benjamín Serra, que creía que por tener dos carreras y un máster se merecía un buen trabajo y acabó limpiando váteres en Londres.
El segundo motivo por el que no puedes confiar en que la universidad te vaya a preparar para lo que viene después, es que suele existir una profunda desconexión entre lo que se explica en la carrera y lo que se utiliza en el mundo real.
Esto ocurre porque la gran mayoría de los profesores universitarios han dedicado toda su vida a la enseñanza y a la investigación, y como nunca han formado parte del mercado laboral actual desconocen las habilidades y herramientas que se demandan en el mismo.
Por eso, es muy posible que muchas de las cosas que aprendas estén obsoletas o que no te sean de ninguna utilidad para crear tu estilo de vida ideal.
La mejor manera de cubrir estas carencias de la formación universitaria es interaccionando con el mundo real desde el primer día, en vez de esperar a terminar los estudios como hace la mayoría de la gente.
Por ejemplo, imagínate que estás estudiando Diseño y que en el futuro te gustaría poder ganarte la vida como freelance mientras viajas por el mundo.
¿Por qué esperar a acabar la carrera para tener tus primeros clientes? ¡Puedes empezar a buscarlos mucho antes!
Quizá al principio tengas que trabajar gratis porque tus habilidades todavía no son demasiado buenas, o te toque ofrecer tus servicios en Fiverr por 5€. Pero eso es lo de menos, porque tu objetivo ahora no es ganar dinero.
Lo que te interesa es enfrentarte al problema de conseguir clientes cuanto antes, y empezar a ver cómo funcionan las cosas en el mundo real.
Esto no sólo te servirá para aprender un montón de cosas y para crecer como persona, sino que también te valdrá para verificar que el estilo de vida ideal que te has marcado como meta, es realmente algo que te hará feliz.
Además de empezar pequeños proyectos personales mientras haces la carrera, cuando te manden algún tipo de trabajo o proyecto en la universidad intenta planteártelo como si fuese un proyecto real.
Trata de crear algo útil, que aporte valor a otras personas, y piensa en cómo hacérselo llegar una vez lo hayas terminado. ¿Puedes venderlo a través de alguna plataforma o subirlo a Internet para que todo el mundo pueda acceder a él?
Te interesa sobre todo recibir feedback de gente que no te conozca y que te den su opinión honesta sobre lo que has creado, porque cuanto antes pases por el mal trago de que alguien te diga que lo que has hecho es una basura, mejor.
Por último, busca la posibilidad de colaborar o hacer prácticas con una empresa privada mientras estudias la carrera, aunque sólo sea durante unas semanas. Te valdrá para hacerte una idea de cómo funciona por dentro tu sector, cómo se trabaja, qué herramientas se utilizan y si te gustaría dedicarte a algo parecido en el futuro. A veces la mejor motivación para sacar adelante un negocio online es experimentar de primera mano la experiencia de currar para una cárnica.
Desarrolla tus habilidades transversales
Además de los conocimientos sobre un campo específico que vayas a adquirir durante la carrera, es conveniente que aproveches tus años en la universidad para desarrollar otra serie de habilidades más universales que te resultarán extremadamente útiles tanto a nivel profesional como a nivel personal.
Mis favoritas son las siguientes:
- Espabilismo. La capacidad para buscarte la vida. Puedes leer más sobre esta habilidad y cómo desarrollarla en este post.
- Inglés. En un mundo globalizado, no saber inglés es como ser analfabeto. Es imprescindible que domines este idioma para poder acceder a los mejores recursos formativos y comunicarte con personas de cualquier país del mundo. Las Escuelas Oficiales de Idiomas suelen ser una buena opción para aprender, pero si eres de los que prefieren ser autodidactas, aquí tienes algunos consejos para aprender inglés por tu cuenta.
- Tecnología. Los ordenadores, el software y los widgets electrónicos son cada vez más potentes y pueden hacer más cosas por nosotros. Sentirte cómodo con ellos y saber utilizarlos bien te facilitará mucho la vida, y te dará una gran ventaja profesional sobre aquellos que les tienen alergia. La mejor manera de dominar la tecnología es perdiéndole el miedo y empezando a trastear con ella. Cuando tengas que hacer algo “tecnológico” y no sepas cómo, intenta aprender cómo se hace buscando información en Google y YouTube, y trata de hacerlo tú en vez de pedir ayuda. Poco a poco irás sintiéndote más y más cómodo, y te darás cuenta de que muchas tareas que antes creías imposibles no son tan complicadas como pensabas.
- Oratoria y Redacción. Te dediques a lo que te dediques, vas a tener que comunicarte con otras personas, y es importante que sepas hacerlo lo mejor posible. Todas las horas que inviertas en mejorar tus habilidades de redacción y de hablar en público será tiempo bien invertido. Una de las mejores maneras que conozco de mejorar tu escritura y al mismo tiempo empezar a familiarizarte con algunas herramientas online súper útiles es crear un blog y publicar en él regularmente. Si en algún momento te apetece empezar el tuyo, en este trainig gratuito te explico exactamente cómo hacerlo.
- Negociación. Negociar bien consiste en ser capaz de resolver los problemas que se te presenten de una manera en la que tú consigas lo que quieres y que el resto de partes también queden satisfechas. Es un arte, y una habilidad que te resultará extremadamente útil en todo tipo de situaciones. Si quieres desarrollarla, te recomiendo que empieces por este libro.
- Marketing y ventas. Para que tus clientes o tu empleador te elijan a ti en vez de a cualquiera de las otras empresas o candidatos que tienen a su disposición, vas a tener que aprender a promocionarte y a venderte aunque no te guste. Existen millones de libros sobre estos temas, pero mis favoritos son los de Seth Godin, por su enfoque honesto y centrado en aportar valor, y porque son muy divertidos de leer.
- Finanzas personales. El dinero es un recurso con el que vas a tener que convivir toda tu vida, y que por desgracia nadie te enseña a manejar. Una mala decisión financiera puede esclavizarte la vida y arruinarte, así que es muy importante que aprendas cuanto antes los conceptos básicos sobre finanzas personales e inversión. Si no has estudiado nada sobre este tema, un libro como Padre Rico, Padre Pobre te abrirá los ojos.
Este tipo de habilidades que comúnmente se conocen como “habilidades transversales”, son las que te darán un perfil único que te permitirá diferenciarte de todos tus competidores.
Piensa que dentistas hay muchos, pero dentistas que sean excelentes comunicándose con sus pacientes, que dominen la tecnología y que sepan de marketing y ventas, hay muchos menos.
Tu época de universitario es la etapa perfecta para empezar a adquirir estas y otras habilidades transversales, y puedes hacerlo de muchas maneras además de las que ya te he sugerido:
- Asignaturas optativas
- Actividades extraescolares
- Experiencias (como irte de Erasmus)
- Cursos online
- Libros
- …
No quiero entrar en más detalles porque queda fuera del alcance de este artículo, pero si tienes interés en saber más sobre algunas de estas habilidades en concreto haz una búsqueda en el Archivo del blog porque puede que haya escrito sobre el tema en el pasado.
Utiliza tu tiempo sabiamente
En la sección sobre cómo sacar buenas notas expliqué que lo más importante para tener éxito en la universidad es saber cómo hacer bien los exámenes, no aprender. Sin embargo, eso no quiere decir que no debas aprender, sino todo lo contrario.
Mi recomendación es que aprendas todo lo que puedas… pero sólo aquello que merezca la pena aprender.
El resto tómatelo como un trámite amargo que tienes que superar. Quítatelo de encima lo más rápido posible e invierte ese tiempo en otras actividades más provechosas, que como has podido ver son muchas.
¿Qué es exactamente lo que te merece la pena aprender?
Pues básicamente todo aquello que no puedas encontrar fácilmente en Wikipedia o en un libro y que te vaya a resultar útil para crear tu estilo de vida ideal.
Es decir, cómo resolver problemas complejos dentro de tu área de conocimiento.
Cuando te topes con asignaturas y profesores que te obliguen a desarrollar esta valiosa habilidad, aprovecha sus clases lo máximo posible e intenta aprender todo lo que puedas.
Por el contrario, cuando tengas que memorizar por memorizar o estudiar algo que sepas que es completamente inútil o que está obsoleto, trata de invertir en ello el mínimo tiempo posible (a ser posible ninguno).
Eso fue lo que hice yo cuando un profesor nos dijo que teníamos que memorizar unas tablas que no valían para nada y que además estaban en Wikipedia sólo “porque son parte del temario y es lo que hay”. Me negué a estudiármelas, y utilicé esas horas para hacer otras cosas más productivas. En el examen saqué un cero en esa pregunta, pero sin duda mereció la pena (en Selectividad hice lo mismo con la pregunta de Literatura).
Pásatelo bien
La universidad es, ante todo, una etapa para disfrutar.
Eres joven y eres libre. ¿Qué más puedes pedir?
Haz amigos, sal de fiesta, enamórate, viaja, prueba cosas nuevas, experimenta, ¡¡VIVE!!
Más adelante vendrán los jefes, los hijos, las hipotecas y las resacas de 2 días. Así que aprovecha ahora mientras puedas y haz que tus años de universidad sean inolvidables.
Sólo hay una condición que debes cumplir…
No seas capullo
Si tienes la suerte de que tus padres te lo paguen todo mientras estás en la universidad para que tú no tengas que trabajar y puedas centrarte en la carrera, ten un mínimo de madurez.
Sé consciente del sacrificio tan grande que están haciendo por ti y devuélveselo sacando adelante tus estudios.
No seas uno de esos imbéciles que se van fuera a estudiar y que no pisan la facultad y las suspenden todas porque están siempre de cachondeo mientras sus padres se desloman en el trabajo haciendo horas extras.
Hay tiempo para todo, para divertirse y para currar.
Compórtate como un adulto, que ya tienes más de 18 años, y si quieres hacer el capullo que sea con tu dinero.
¡Tu turno!
Estos son los consejos que me habría dado a mí mismo cuando estaba a punto de terminar 2º de Bachillerato y empezar la universidad. Espero que el artículo te haya gustado y te haya resultado provechoso 🙂
Antes de que te vayas, me gustaría pedirte un favor.
Quiero que este post se convierta en la guía definitiva para todos los jóvenes con “mentalidad Vivir al Máximo” que estén ahora mismo en la universidad o a punto de empezarla, y para ello me gustaría que aportases tu granito de arena dejando un comentario:
- Si ya has terminado la universidad, ¿cuál sería el consejo más importante que le darías a tu “yo” de 17-18 años?
- Si eres universitario o estás pensando en serlo, ¿qué preguntas tienes que no haya cubierto en el artículo?
Y por último, si conoces a alguien a quien le sería útil este post, no olvides compartirlo con él o con ella 🙂
¡¡Muchas gracias!!
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Foto: Alumno estudia duro para graduarse