En el episodio #3 de “Una vida a tu medida”, mi paisana Beatriz Magro explica en detalle cómo ha conseguido crear un marca de kombucha que se vende en toda España.
Y una de las cosas que cuenta, es que la base de su éxito ha sido la calidad de su producto.
Antes de abrir la empresa, ella y su socia Nuria se pasaron varios meses probando y experimentando hasta encontrar la receta de kombucha perfecta.
Luego, invirtieron varios miles de euros en una consultoría privada con la mayor experta del mundo en kombucha para perfeccionar su fórmula todavía más.
Y sólo entonces, empezaron a vender.
Durante el año y medio de vida que tiene la empresa, Bea y Nuria siempre han usado la misma receta.
Una y otra vez.
No decidieron cambiar la fórmula a los 3 meses, sino que cada día siguieron exactamente el mismo proceso de fermentación para producir los cientos de miles de litros que han producido hasta ahora.
En este post quiero hablarte de esa idea de “encontrar una fórmula que funciona y aplicarla miles de veces”, porque me parece muy importante.
Y es que no sólo es la clave para tener éxito con una empresa de kombucha, sino para tener éxito cualquier negocio o aspecto de tu vida:
- ¿Quieres perder peso? Elige una dieta que funcione y síguela todos los días
- ¿Quieres aprender inglés? Elige un método que funcione y aplícalo de forma regular
- ¿Quieres hacer crecer tu negocio online? Elige una estrategia de crecimiento que funcione y úsala constantemente
Date cuenta de que la parte más costosa del proceso siempre es la primera –encontrar la fórmula, la manera correcta de hacer las cosas– ya que normalmente requiere de un proceso de aprendizaje y de prueba y error, y de una inversión económica para que alguien con más experiencia te ayude.
Sin embargo, donde falla la mayoría de la gente es en la segunda parte.
La historia suele ser algo así:
Ejemplo #1: Perder peso
Ana se interesa por la dieta paleo.
Lee varios libros, busca recetas por Internet, y empieza a seguirla.
Los resultados no se hacen esperar, y en un mes pierde 5 kilos. Además, se siente mejor que nunca.
Sin embargo, a los 3 meses llega a la conclusión de que está cansada de comer tanta carne y pescado con verduras, y que es mejor comer “lo que le apetezca, pero con mesura”.
Poco a poco vuelve a sus antiguos hábitos alimentarios y recupera el peso que había perdido.
Ejemplo #2: Aprender inglés
Mario quiere aprender inglés.
Investiga por Internet y decide aplicar un método muy sencillo que recomiendan varios políglotas: crear cada día 25 flashcards y memorizarlas junto con las flashcards antiguas que toquen ese día.
Empieza a aplicarlo y en sólo un par de meses aprende más que en todos sus años de instituto.
Sólo hay un problema: Mario está aburrido de crear flashcards y repasarlas todos los días.
Le apetece más probar métodos diferentes que sean más divertidos, así que empieza a hacer otras cosas: una semana usa Duolingo, otra ve películas subtituladas, otra se estudia un libro que recomendaban en un foro…
Su aprendizaje se estanca y, unos meses más tarde, decide dejarlo porque está desmotivado por la falta de resultados.
Ejemplo #3: Crear un negocio online
Pepe lleva tiempo queriendo crear un blog para compartir lo que sabe con el mundo, ayudar a otras personas y en un futuro vender sus cursos de pago, así que decide invertir 200€ en el curso Idea2Blog y dedica varios meses a estudiarlo a fondo y aplicarlo para crear su blog. Luego, se marca como objetivo publicar 2 posts de calidad cada semana.
Al principio, sus artículos son muy malos, porque no tiene experiencia escribiendo. Pero con el paso del tiempo van mejorando… y los resultados empiezan a llegar.
El tráfico va aumentando, los suscriptores también, y recibe su primer e-mail de un lector que quiere contratar sus servicios.
Todo va bien, hasta que Pepe asiste a un webinar en el que hablan de un método para hacer crecer tu negocio a través de las Redes Sociales. Compra el curso, empieza a experimentar con eso, y deja de publicar posts.
Un mes más tarde, se cansa de las Redes Sociales porque no ve resultados y compra un curso de Facebook Ads que le promete visibilidad sin crear contenido. Lo prueba y no tampoco obtiene los resultados esperados, no porque el método no funcione sino porque no tiene la experiencia necesaria.
La historia se repite hasta que, quemado de la falta de tracción, decide abandonar su proyecto y centrarse en su trabajo de 9 a 6.
***
Si te fijas, en todos estos ejemplos los protagonistas invirtieron un montón de tiempo (y en algunos también dinero) en encontrar una “receta” que les funcionaba, que les daba los resultados que buscaban… pero luego, inexplicablemente, dejaron de usarla.
La pregunta es: ¿por qué?
Esclavos de lo nuevo
Hay dos grandes motivos que nos llevan a dejar de hacer algo que hemos comprobado que funciona y que, en muchos casos, nos ha costado tiempo y dinero descubrir.
El primer motivo es que no estamos dispuestos a pagar el precio. Decimos que queremos un cierto resultado, pero a la hora de la verdad no estamos dispuestos a hacer las tareas necesarias para conseguirlo porque tenemos otras prioridades.
Esto es algo de lo que hablé a fondo en este post.
El segundo motivo, que es el que del que quiero hablarte hoy, es que nos aburrimos de hacer siempre lo mismo.
Los seres humanos amamos la variedad. Amamos lo nuevo:
- La nueva dieta
- El nuevo método de aprendizaje
- La nueva técnica de ventas
Nos atrae como polillas a la luz.
En nuestra cabeza, nuevo es igual a mejor, porque empezar algo nuevo siempre es divertido e ilusionante.
Estás descubriendo por primera vez algo que no conoces, y eso te permite olvidarte de las experiencias pasadas e idealizar las cosas maravillosas que están por venir.
Por eso, empezar una nueva relación amorosa es una experiencia tan intensa y tan bonita. Porque te hace soñar con que “esta vez sí”, e imaginarte un futuro perfecto con esa persona.
Pero además de todo lo anterior, la novedad resulta tan atractiva porque te hace creer que puedes tener éxito sin esfuerzo.
Mientras que cuando conoces algo ya sabes todo lo que hay detrás, tanto lo bueno como lo malo, cuando te imaginas saliendo con esa nueva persona, siguiendo esa nueva dieta o aplicando ese nuevo método, en tu cabeza todo es fácil y estupendo.
Desgraciadamente, no existen las píldoras mágicas.
Si quieres resultados, vas a tener que currar… elijas el camino que elijas.
La magia de lo nuevo se va diluyendo con el tiempo, y al final lo que queda es el día a día, con sus alegrías y sus dificultades.
¿Que la variedad es divertida y excitante? Por supuesto.
Pero también tiene un coste.
Ya vimos que “encontrar una receta que funcione” y llegar al punto en el puedes sacarle verdadero partido requiere una inversión de tiempo y dinero, y cambiar continuamente de receta significa desaprovechar esa inversión.
Es como partirse el lomo para plantar un campo de manzanos, esperar a que los árboles crezcan y, cuando por fin dan frutos, recoger unos pocos y marcharte a plantar un campo de cerezos porque estás cansado de manzanas.
Normalmente no es una buena idea… aunque todo dependerá de lo que busques.
Si tu prioridad es el chute de ilusión y de motivación que trae el empezar algo nuevo, ¡adelante! No seré yo el que te diga que te prives de ello.
Pero si lo que buscas son resultados, lo más probable es que te compense seguir aplicando esa fórmula que ya sabes que funciona… aunque no sea tan cool ni divertido.
Una historia real: cómo encontré la receta para tener éxito adelgazando
En enero de 2009, después de un evento que me marcó, decidí que tenía que empezar a comer sano para perder peso y recuperar mi forma habitual.
Uno de los desafíos a las que me enfrentaba para conseguirlo era la hora del almuerzo.
Todos los días comía en el trabajo, y cuando comes fuera no tienes todo el control que te gustaría sobre lo que te metes en el cuerpo. Y si encima curras para una empresa americana, ya ni te cuento.
Durante varias semanas, estuve haciendo distintas pruebas para tratar de encontrar una solución que funcionase:
- Primero pensé en cocinar en casa y llevarme tuppers al trabajo, pero lo descarté rápidamente porque no me gusta cocinar y, conociéndome, sabía que no iba a durar mucho.
- Luego traté de comer en la cafetería, pero eligiendo una opción sana dentro de las distintas estaciones de la cafetería. A veces esto era posible, si por ejemplo tocaba una “comida mexicana” y tenían pollo con verduras y guacamole, pero otras veces tocaba italiano y sólo podías elegir entre pasta, pizza o lasaña. También descarté esta opción.
- Lo siguiente que intenté fue comer ensalada todos los días. A primera vista parecía una buena solución, porque es algo muy sano y el bar de ensaladas que había en la cafetería tenía de todo, pero enseguida me di cuenta de que no iba a ser capaz de comer algo frío 5 días a la semana. Sencillamente, no era sostenible.
- Finalmente, descubrí un puesto fijo en el que servían sándwiches. Tenían algunos prediseñados, pero también te los podías preparar a tu gusto, y tenían muchos ingredientes sanos. Así que creé el “sándwich Ángel”, compuesto por pan integral, lechuga, tomate, pepino, pimientos asados, peperoncino, aguacate, pechuga de pollo a la plancha y tapenade, y decidí darle una oportunidad.
Este último experimento salió genial.
El sándwich estaba riquísimo, tenía una cantidad correcta de calorías, y me dejaba satisfecho pero no lleno.
Después de varios meses de pruebas, había encontrado “mi receta para almorzar sano sin tener que cocinar”, así que hice lo que más lógico en esa situación: aplicarla.
Durante 4 años seguidos, estuve comiendo cada día el mismo sándwich.
Día sí y día también.
Y la estrategia funcionó.
No sólo perdí peso, sino que resolví ese aspecto de mi vida. Lo puse en piloto automático y pude dedicar mi tiempo y energía a otras tareas, como por ejemplo, a crear mi primer negocio online.
Como te puedes imaginar, mi decisión de comer sólo lo mismo durante 4 años no despertaba precisamente pasiones entre mis amigos y conocidos, sino todo lo contrario.
Cuando se lo contaba a la gente, se echaba las manos a la cabeza y me decían cosas como “¡qué aburrimiento!” o “¡no es sano comer el mismo sándwich todos los días!”.
Y tenían su parte de razón.
Comer siempre el mismo sándwich no es lo más divertido del mundo, y seguramente existían maneras más sanas de alimentarse (por ejemplo, las ensaladas).
Pero el sándwich era fácil, lo suficientemente sano y me ayudaba a perder peso, y eso era justo lo yo buscaba.
Resultados, no variedad.
Mi enfoque: cómo compatibilizar pragmatismo y diversión
Ahora que espero haberte convencido de las bondades de repetir lo que funciona, me gustaría cerrar este artículo con algunos consejos prácticos para aplicar lo que te acabo de contar y encontrar el equilibro necesario entre pragmatismo y diversión.
1. Resuelve los problemas una vez y reutiliza la solución el resto de tu vida
No reinventes la rueda.
Dedica el tiempo y dinero que necesites para desarrollar/encontrar una fórmula que te funcione para hacer algo.
Investiga, compara, prueba, experimenta… pero, una vez que tengas esa fórmula, cambia el foco y pregúntate:
Ahora que he encontrado una manera de conseguir los resultados que busco, ¿cómo puedo asegurarme de la aplico consistentemente en mi vida o mi negocio?
Para esto último, te aconsejo encontrar la manera de sistematizar la aplicación de la fórmula.
En estos posts tienes más información sobre el tema:
- Haz esto y conseguirás tus objetivos de manera natural e inevitable
- Cómo crear sistemas que trabajen por ti y conseguir resultados extraordinarios
2. Como regla general, si algo funciona, no lo toques
Mientras la “receta” que desarrollaste siga funcionando y produciendo los resultados que buscas, no hay necesidad de cambiarla ni de buscar una receta diferente.
¡Evita la tentación de perseguir el último objeto brillante que se cruce en tu camino!
(Hacer pequeños ajustes y optimizaciones sí está bien, pero no cambiar por completo de estrategia)
Recuerda que, elijas el método que elijas, siempre tendrás que esforzarte y superar dificultades, y que cambiar de fórmula tiene un coste importante.
Ese coste hace que en la mayoría de los casos no merezca cambiar tu manera de hacer las cosas por una nueva… incluso si la nueva es mejor.
Por ejemplo, imagínate que actualmente haces las cosas siguiendo la estrategia A, que ya dominas, y que te reporta 9 unidades de beneficio al mes, pero oyes hablar de una estrategia B que te reportaría 10 unidades de beneficio al mes. Sin embargo, necesitarías dedicar 12 meses a dominar la estrategia B antes de que empezase a funcionar.
Cambiar A por B significaría perder 9 x 12 = 108 unidades de beneficios + ¡IMPORTANTE! todos los beneficios derivados de dedicar esos 12 meses a mejorar otros aspectos de tu vida o de tu negocio.
¿Te compensa por tanto esta supuesta mejora?
Probablemente no.
De ahí que sea tan importante pensárselo bien antes de sustituir una fórmula que funciona bien por otra diferente.
3. Encuentra motivación más allá de la novedad
Es cierto que el cambiar y empezar algo nuevo siempre supone un chute de energía, pero la novedad no es la única fuente de motivación y diversión que existe.
Además, no es una fuente especialmente buena, porque dura poco.
Si te aburre hacer siempre las cosas de la misma manera, día tras día, trata de buscar otras cosas que te ilusionen más allá de las tareas que estás realizando.
Por ejemplo, pueden motivarte y animarte a continuar…
- Los resultados que estás consiguiendo
- La gente a la que estás ayudando
- El deseo de convertirte en el mejor en lo que haces
Hay muchas opciones.
Sólo necesitas elegir la tuya y conectar con ella.
4. Introduce un poco de variedad dentro de la rutina (si lo necesitas)
Aunque seguir siempre el mismo proceso probado sea lo más efectivo en términos de resultados, es importante recordar que somos personas, no robots, y algunas veces necesitamos quitarnos el gusanillo de la variedad.
La clave es hacerlo en pequeñas dosis.
Por ejemplo:
- Seguir una dieta que te funciona para todas tus comidas, y un par de veces por semana comer lo que quieras
- Aplicar el método de inglés de las flashcards de lunes a sábado, y el domingo probar algo diferente
- Usar la receta secreta de la kombucha para todos los pedidos de clientes, y dedicar un 5% de tu tiempo a experimentar con nuevas recetas y sabores
También hay estrategias que de manera natural permiten la variedad dentro de la rutina.
Por ejemplo, puedes publicar 2 veces por semana en tu blog durante años, pero esos posts pueden tratar temas diferentes o tener una estructura totalmente distinta.
O puedes hacer Crossfit regularmente, y cada día hacer un entrenamiento diferente.
Obviamente, en términos de resultados, lo ideal sería seguir la misma fórmula el 100% de las veces.
Sin embargo, soy de la opinión de que, si sientes la necesitas de variar de vez en cuando, no hay nada de malo en ello.
Siempre que sigas haciendo lo que funciona el 90% de las veces, tus resultados apenas se verán afectado.
5. No intentes optimizarlo todo
Por último, es importante que distingas entre actividades que haces para conseguir un resultado concreto y actividades que haces sólo por placer.
Para las primeras, sé disciplinado y haz lo que tienes que hacer.
Para las segundas, cambia y prueba todo lo que quieras, porque lo único que cuenta es que te diviertas, y para conseguir ese objetivo la variedad es siempre una buena idea.
Por ejemplo, si te gusta hacer montañismo, puedes hacer una ruta diferente cada semana aunque unas veces consumas menos calorías que otras, porque el objetivo no es perder peso sino disfrutar de la caminata.
Conclusión
Russell Brunson, uno de mis marketers favoritos, contaba en una conferencia que, uno de sus empleados, después de verle trabajar durante unos meses, se le acercó y le dijo:
“Russell, estoy un poco decepcionado contigo. Cuando entré en la empresa creía que iba a descubrir las técnicas secretas que usas para tener éxito, pero me he dado cuenta de que lo único que haces es utilizar 2 o 3 estrategias muy simples, pero que funcionan, y repetirlas una y otra vez.”
Este fue un comentario que me marcó, porque creo que resume perfectamente la clave del éxito:
Encuentra una fórmula que funciona, y aplícala una y otra vez.
Eso es lo que hace Russell, lo que hace Bea con su kombucha, y lo que hice yo en su día con el sándwich, y es lo que hacen todas las personas a las que les va bien en algo.
La buena noticia es que tú también puedes hacer lo mismo si te lo propones.
Sólo tienes que:
- Descubrir una fórmula que funcione para conseguir algo – Hay muchas, y puedes aprenderlas en libros y cursos
- Encontrar la forma de aplicar esa fórmula constantemente en tu vida o en tu negocio – Sistematízalo o conviértelo en un hábito
- No dejarte distraer por los objetos brillantes – Recuerda: si funciona, no lo toques
No hay más misterio.
Quizá no sea el camino más espectacular ni divertido del mundo, pero… qué es lo buscas tú, ¿diversión o resultados?
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Ahora te toca a ti 🙂
¿Hay algún aspecto de tu vida en el que deberías estar aplicando esa fórmula que ya sabes que funciona, pero no lo estás haciendo por aburrimiento? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!