Han pasado ya 5 años desde que dejé mi trabajo en Microsoft para convertirme en nómada digital, es decir, para vivir viajando por el mundo mientras me gano la vida por Internet.
En todo este tiempo, he estado en más de 25 países diferentes donde he vivido experiencias inolvidables:
- He visitado el palacio del Dalai Lama en el Tíbet
- He visto a España (perder) en el Mundial de Brasil
- He estado en una boda India de 3 días
- He comido en los mejores restaurantes del mundo en Perú
- O he subido a la cima del Kilimanjaro en Tanzania, entre otras cosas
Además de eso, he tenido la oportunidad de vivir durante una temporada más o menos larga en ciudades como Chiang Mai, Medellín, Barcelona, Budapest o Praga.
Y mientras tanto, mi negocio no ha dejado de crecer.
Hoy en día, Vivir al Máximo tiene más de 200.000 lectores mensuales, más de 80.000 subscriptores y más de 1.500 alumnos, y mis productos y artículos le han cambiado la vida a miles de personas, lo cual es algo de lo que me siento muy orgulloso.
Poder llevar este estilo de vida durante los últimos años ha sido un verdadero sueño para mí.
La considero una de las mejores etapas que recuerdo y no la cambiaría por nada del mundo.
Pero todo inicio tiene su final, y aunque me cueste mucho reconocerlo, siento que ha llegado el momento de decirlo:
Me he cansado de vivir viajando
Mientras que antes el cuerpo me pedía novedad, conocer, descubrir, moverme de un lado a otro, ahora me pide todo lo contrario: rutina, estar tranquilo en un lugar que me guste, y disfrutar de todo lo que me puede ofrecer una vida más estable. Y he decidido escucharle.
En este post te voy a contar cuáles son los motivos que me han llevado a tomar esa difícil decisión.
Son motivos personales, que tienen que ver con cambios en mi personalidad y en mis circunstancias, pero que han hecho que el vivir viajando deje de tener sentido para mí en este momento de mi vida.
Además de eso, al final del artículo, te contaré cómo voy a afrontar el tema de los viajes a partir de ahora y cuáles son mis planes para el futuro próximo.
Espero que te guste y, sobre todo, que te haga reflexionar 🙂
Por qué he decidido dejar de vivir viajando
1. Ya no tengo las mismas ganas de viajar que antes
Recuerdo que cuando dejé Microsoft tenía unas ganas locas de viajar.
No había nada que me apeteciese más en el mundo.
Nunca había estado fuera de casa más de 3 semanas seguidas y tampoco había hecho ningún viaje en solitario, y necesitaba vivir esa experiencia.
Quería conocer nuevas personas y nuevos lugares, probar cosas diferentes…
Así que eso fue lo que hice.
Me subí a un avión con destino a Bangkok sin billete de regreso.
Hoy, 5 años y muchos kilómetros después, siento que ha llegado el momento de pasar página.
Ya he sido mochilero, he viajado todo lo que quería viajar y he hecho todo lo que quería hacer, y ahora estoy listo para cerrar esa etapa de mi vida y empezar otra nueva.
Sin arrepentimientos ni tristezas.
No sé tú, pero yo pienso que a lo largo de la vida todos vamos evolucionando de manera natural.
En cada etapa hay que hacer lo que toca, lo que te pide el cuerpo, y creo que es importante no resistirse ni negarlo:
- Si toca viajar, viaja
- Si toca estar soltero, disfruta de la soltería
- Si toca trabajar como un animal para sacar adelante un proyecto, trabaja como un animal
Sólo así podrás pasar a la siguiente etapa y estar en paz contigo mismo, sin añorar el pasado porque viviste bien lo que tenías que vivir.
También creo que es importante saber cuándo una etapa se ha agotado y no intentar aferrarse a ella, por muy feliz que te haya hecho años atrás.
Esto lo viví yo hace no mucho con los videojuegos.
Como siempre me habían encantado, quería que me siguiesen encantando, y me compraba alguno de vez en cuando esperando que me enganchase como antes.
Pero no funcionaba.
Me aburría como una ostra y sentía que estaba perdiendo el tiempo.
Finalmente, tuve el valor de aceptar que ya no me gustaba jugar al ordenador ni a la Xbox, y cambié esa afición por la de emprender, que también es un juego, pero mucho más divertido y con mucho más sentido en ese momento de mi vida.
Ahora mismo siento que estoy en un punto parecido.
Vivir viajando ya no me apetece ni me llena como me llenaba antes, y lo mejor es aceptarlo, cerrar esa etapa y empezar una diferente.
2. Me he cansado de «resetear» mi vida una y otra vez
La mayoría de actividades requieren de una cierta continuidad para poder hacerlas bien y disfrutarlas.
Por ejemplo, pongamos el Crossfit o en general cualquier deporte.
Las dos primeras semanas después de un parón son horribles, porque vas a entrenar y al día siguiente tienes unas agujetas que no te puedes ni mover.
Pero poco a poco, según vas completando más clases, vas recuperando la forma y te empiezas a encontrar mejor.
Ya no tienes agujetas (o al menos no son tan terribles), puedes ir al box con más frecuencia y los entrenamientos son más satisfactorios.
Y entonces, cuando todo marcha sobre ruedas, te vas de viaje.
3 semanas en Asia, regreso a casa y vuelta a empezar: agujetas, baja forma, pereza…
Así hasta que vuelves a recuperar la rutina y, una vez más… te vuelves a marchar de viaje.
Pues esa ha sido mi vida en 2017.
«Reseteos» regulares no sólo en mi rutina de entrenamiento, sino también en mi rutina de trabajo, mi rutina de escritura y cualquier otra rutina que he intentado mantener.
En el pasado, como viajaba solo y durante periodos largos, me las apañaba más o menos bien en este aspecto.
Me organizaba para escribir todos los días al menos 1.000 palabras, y siempre intercalaba periodos de ver cosas con periodos de rutina en una ciudad que conocía bien como Chiang Mai, para equilibrar.
Sin embargo, cuando haces varios viajes cortos al año con diferentes personas, es muy difícil tener ningún tipo de continuidad, porque tus horarios varían y los planes no dependen sólo de ti.
Al final me he cansado de llevar este ritmo.
Es agotador dedicar tanto esfuerzo a conseguir que la bola eche a andar y, cuando por fin se está moviendo, pararla y volver a empezar.
Ahora lo que busco es todo lo contrario: una continuidad en mi vida que me permita funcionar al 100% todos los días, y aprovechar esa inercia para construir cosas que merezcan la pena.
3. Me apetece dedicar mi tiempo a proyectos que requieren estar en un mismo lugar
El último trimestre de 2017 ha sido un periodo de mi vida muy reflexivo en el que me he hecho varias veces la siguiente pregunta:
«¿Qué haría si no tuviese que preocuparme del dinero y pudiese hacer lo que me apeteciese?”
No voy a entrar en profundidad en las respuestas que me vinieron a la cabeza, pero algunas de ellas fueron…
- Hacer un curso de programación web y crear herramientas que pienso que deberían existir (sí, me apetece mucho volver a programar)
- Crear productos y artículos que resuelvan problemas complejos para los que ahora mismo no hay una buena solución
- O aprender a hablar checo con fluidez
Si te das cuenta, todos estos proyectos requieren esa estabilidad o continuidad de la que hablaba en el punto anterior.
Y es que, para aprender un idioma, escribir un libro o crear una aplicación web necesitas tener una rutina.
Necesitas sentarte a estudiar, a escribir o a programar todos los días.
Necesitas rendir al 100%, y no puedes permitirte el estar media semana KO por el jet lag ni perder tiempo en hacer y deshacer maletas, reservar Airbnbs o buscar el supermercado más cercano.
Además de eso, está el tema de mi novia, que es otro «proyecto importante que requiere estar en el mismo sitio» (en este caso, en la ciudad donde viva ella).
Porque para que una relación funcione es necesario dedicarle tiempo regularmente. Si estás todo el día por ahí y tu pareja no viaja contigo es imposible que eso llegue a buen puerto, así que llega un punto en el que tienes que elegir.
Ya me vi en esa encrucijada en su día y escogí vivir viajando.
En aquel momento, recorrer el mundo era mi prioridad absoluta (muy por delante de la relación) y el ser nómada digital era el estilo de vida perfecto para hacer realidad mi sueño.
Sin embargo, ahora que mis prioridades han cambiado, el viajar varios meses al año se ha convertido más en un lastre que en una ventaja.
De ahí que haya tomado la decisión de parar y llevar un tipo de vida diferente.
4. Quiero estar presente al 100% en mis viajes
Uno de los mayores retos al que me he enfrentado en estos años recorriendo el mundo con mi portátil ha sido el de compatibilizar trabajo y placer.
Para la gente que tiene un trabajo normal es muy sencillo: cuando estás en tu casa trabajas y cuando estás de viaje disfrutas sin preocupaciones.
Sin embargo, cuando tienes que gestionar tu negocio mientras estás de viaje (porque siempre estás de viaje), la cosa no es tan sencilla y tienes que organizarte.
Si viajas solo, puedes montártelo como mejor te venga sin dar explicaciones a nadie.
Por ejemplo, puedes…
- Trabajar por la mañana y estar libre por la tarde
- Trabajar por la tarde y estar libre por la mañana
- Trabajar siempre que tengas un hueco
- Trabajar a tope varios días de la semana y estar libre el resto
- Trabajar mucho un mes y otro mes casi nada
… o cualquier otra combinación que se te ocurra.
El verdadero problema viene cuando viajas con gente.
Salvo que todos tus acompañantes sean nómadas y organicéis viajes de varios meses durante los cuales vayáis juntos al coworking, el tener que currar mientras tu novia o tus colegas están de vacaciones es un auténtico incordio.
Porque claro, ellos quieren aprovechar y hacer cosas contigo, no estar 4 horas delante del portátil en una cafetería, como es normal…
Hasta hace poco, mi manera de resolver esta situación era sacar tiempo de donde fuese para cumplir con mis obligaciones laborales.
Me borraba de algún plan intencionadamente para quedarme en el albergue currando, me ponía a responder e-mails mientras desayunaba o me levantaba antes para ponerme a escribir un artículo.
Y aunque esto me funcionaba más o menos bien, tenía el gran inconveniente de que no me dejaba desconectar.
Mis responsabilidades estaban siempre en mi cabeza, y nunca podía estar completamente presente en lo que estaba haciendo.
Por ese motivo, y dado que últimamente viajo acompañado, he decidido cambiar mi manera de viajar.
En vez de vivir viajando y tirarme varios meses fuera cada año en «modo nómada», con mi atención dividida entre trabajo y viaje, prefiero pasar más tiempo «en casa» con mi atención puesta al 100% en el trabajo y en mis proyectos, y hacer viajes puntuales que me apetezcan mucho y disfrutar de ellos sin preocupaciones.
Este último verano he probado a viajar sin portátil por primera vez durante 5 años y ha sido una experiencia increíble.
No sólo he disfrutado mucho más de mis vacaciones con mis amigos, sino que he vuelto a casa con la cabeza fresca y llena de ideas y con ganas de trabajar.
5. Mi cuerpo ya no es lo que era
Cuando empecé a vivir viajando, allá por 2013, tenía 27 años recién cumplidos y era indestructible.
Me daba igual meterme 18 horas de avión con 3 escalas, dormir en albergues de mala muerte con personas roncando o quedarme hasta las 5 de la mañana tomando cervezas, que a la mañana siguiente funcionaba sin problemas.
Desgraciadamente, con el paso del tiempo mi «resistencia» ha ido empeorando de manera progresiva, y donde más lo he notado ha sido en el sueño.
Si no duermo bien una noche, cuando me levanto no soy persona.
Me paso todo el día en modo zombi, y ni soy productivo ni disfruto de lo que hago.
Por eso ya casi nunca me alojo en habitaciones compartidas—sé que como me toque un roncador o alguien llegue borracho en medio de la noche y me despierte estoy vendido, y cada vez me dan más pereza los viajes transoceánicos con jet lag de 8 horas.
También he notado un gran cambio en cómo me afectan las salidas nocturnas.
Una noche de empalmada es un suicidio.
No sólo porque el día siguiente sea un día perdido, sino porque realmente me machaca a nivel físico.
Por ejemplo, estas Navidades ha sido salir 2 veces de madrugada e inmediatamente ponerme malo con fiebre las dos.
Un desastre.
Y bueno, como beba ya ni te cuento…
Ahora las resacas duran 2 o 3 días y son peores que nunca :S
Ojo, que esto no quiere decir que me haya vuelto un viejuno que lo único que quiere es quedarse en casa frente al televisor. ¡En absoluto!
Estoy con más ganas de hacer cosas y con más energía que nunca.
Sin embargo, sí que me he dado cuenta de que el coste de viajar y cometer excesos cada vez es más elevado, así que me toca moderarme en ambos aspectos para poder seguir disfrutando.
¿Y ahora qué?
En la mayoría de entrevistas que me han hecho en estos últimos años, después de contar mi historia, el entrevistador me hacía la siguiente pregunta:
«Bueno, Ángel, ¿y qué tienen que hacer las personas que nos están oyendo para vivir como tú?”
Y yo siempre le respondía lo mismo:
«Vivir viajando no es la panacea. Tiene sus pros y sus contras, como cualquier otra opción. Por eso, pienso que en primer lugar deberían plantearse si ese es el estilo de vida que les va a hacer felices, y sólo en ese caso ir a por ello.»
Hoy en día mi opinión sobre este tema sigue siendo exactamente la misma.
Aunque yo haya decidido dejar de ser nómada digital por los motivos que te acabo de explicar, sigo pensando que es un estilo de vida fantástico para muchas personas y un milagro que sea posible el vivir así.
Así que si de verdad eso es lo que quieres… ¡adelante!
Te animo a que luches por ello con todas tus fuerzas (aquí tienes mis mejores consejos).
Para mí, esta ha sido una de las etapas más bonitas de mi vida, en la que he aprendido muchísimo, he vivido experiencias que me han definido como persona y he conocido a algunos de mis mejores amigos, y estoy muy feliz de haber hecho lo que hice.
De igual manera, si sientes que eso de ir cargado con el portátil mientras viajas no es para ti, no pasa nada de nada.
Puedes viajar igualmente, y no vas a ser menos cool por no ser nómada digital.
De hecho, pienso que para la mayoría de la gente que quiere vivir viajando, es mejor idea el tomarse un año sabático que les permita viajar sin preocupaciones y luego volver a su trabajo, empezar su propia empresa o lo que sea, que meterse en el lío de gestionar un negocio mientras viajan.
En cuanto a mí… no voy a dejar de viajar, eso está claro 🙂
Viajar es una de mis pasiones, y creo que lo será durante toda mi vida.
Simplemente voy a viajar menos y voy a hacerlo de otra manera.
Mi idea es vivir la mayor parte del año en un sitio fijo (ahora mismo Praga, a partir de marzo seguramente Barcelona), y hacer varios viajes puntuales (menos que antes) con mi novia y con mis amigos en los que pueda desconectar completamente y no tenga que llevarme el portátil conmigo.
También quiero que sepas que no voy a dejar de escribir.
Vivir al Máximo nunca ha sido un blog de viajes ni de nómadas digitales, sino un blog para ayudarte a definir qué es lo que tú quieres y crear una vida a tu medida, y eso es lo que seguirá siendo.
De hecho, mi decisión parte justamente de esa idea. De tener claro qué es lo que te apetece y te hace feliz en cada momento, y alinear tu vida en esa dirección.
¡Resumiendo!
Que este 2018 empieza una nueva etapa de mi vida.
Una etapa diferente.
Una etapa que no sé a dónde me llevará, pero que seguro que vendrá cargada de buenos momentos.
Mil gracias por formar parte de ella y por acompañarme a través de este blog 🙂
Un abrazo grande,
Ángel.-
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