Este es un post invitado de Cintia Castelló,
autora del blog Cintia's Love in Action
“Cintia, tus niveles de litio en el cerebro son muy bajos y deberías empezar a ir al psiquiatra”
Cuando escuché esas palabras de la boca de mi doctora no me lo podía creer.
Recuerdo perfectamente mi cara de perplejidad, mi estado de “shock” al oír aquello. Era una broma del Universo ¿o qué?
Yo, que siempre había sido una chica alegre, feliz y dicharachera, ahora tenía que ir al psiquiatra.
¿Cómo había llegado a ese punto?
En 2006, cuando me enteré de que había aprobado las oposiciones de maestra, me sentí como en una nube.
Acababa de conseguir el trabajo de mis sueños y tenía resuelta mi vida a nivel económico con un sueldo mensual asegurado.
Mis amigos me felicitaban, mis padres estaban orgullosos de su hija y yo no podía estar más contenta.
Durante los 6 años siguientes estuve dando clases en varias escuelas, y fue una etapa muy bonita de mi vida de la cuál tengo muy buenos recuerdos.
Disfrutaba como una enana con mis alumnos, tenía unas compañeras de trabajo maravillosas y constantemente se me planteaban nuevos retos que me hacían sentir viva.

Sin embargo, en 2012 se empezaron a torcer las cosas.
Empecé a sentirme cansada y mis niveles de energía empezaron a bajar drásticamente.
Entré en ese amargo sabor a rutina y subsistencia, a vivir para el fin de semana y descansar para recuperarme y empezar el lunes de nuevo.
Pasé de ser una chica joven y feliz, a sentir que los días se me hacían largos e insufribles. Pero, aun así, yo seguía haciendo un esfuerzo sobrehumano para “cumplir con mi deber”.
Mi salud física y mental empezó a resentirse, y en el año 2014 empezó el hundimiento…
Mi carácter empezó a cambiar. Empecé a sentirme apática, tenía menos ganas de salir y de ver a mis amigos. Estaba tan cansada que se me había ido el brillo de los ojos. Y empecé a enfermar…
Al principio empezaron a manifestarse síntomas “leves”, pero como yo seguía sin escuchar a mi cuerpo, los síntomas de enfermedad fueron a más. Empecé a tener vértigos, insomnio, problemas cervicales y se me alteró la tiroides.
Pero lo que estaba por llegar era mucho más fuerte aún: entré en una depresión devastadora, lo cual se convirtió básicamente en la crisis existencial más fuerte que había tenido nunca.
Dejé de poder valerme por mí misma y tuve que volver a casa de mis padres para que ellos cuidaran de mí. No podía ni cocinar, ni ir a comprar, ni lavar. Me pasaba el día entero tirada o durmiendo en mi cama, y no me quedó más remedio que pedirme una baja laboral.
Yo no entendía nada. Me miraba al espejo y no me reconocía.
¿Dónde quedaba aquella Cintia que había sido siempre?
Sentía un dolor muy intenso en mi corazón. La vida me dolía y me desgarraba por dentro.
Así que empecé a reflexionar…
Lo primero que tuve que admitir (y lo más duro) es que no era feliz. Que la vida que hasta ese momento me había dado tantas alegrías, ya no me llenaba.
Empecé a cuestionármelo todo. Absolutamente todo.
¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi objetivo nº1 en la vida? ¿Cuáles son mis sueños? ¿Qué es el amor? ¿Qué cambios necesito? ¿Qué clase de amigos quiero a mi lado? ¿Hacia dónde puedo dirigir mi futuro?
Tuve que ser muy honesta conmigo misma. Algo que es muy doloroso, por cierto.
Si yo apagaba la mente y me preguntaba a mí misma: “¿Qué es lo que desearía con todas mis fuerzas en estos momentos?” sin pensarlo dos veces de dentro me salía un… “¡Cogerme un año sabático! ¡Irme a viajar!”
Sin embargo, en ese momento ignoré lo que me decía mi corazón porque el miedo todavía era superior a mí.
Hasta que llegó el detonante.
Aquel bendito día (luego entenderás por qué digo esto) en que la doctora me dijo que tenía los niveles de litio en el cerebro bajo mínimos y que tenía que ir al psiquiatra.
Yo sabía que mi caso no era de psiquiatras. Muy en el fondo, era consciente de que mi problema no se iba a solucionar con pastillas “mágicas”, sino tomando decisiones drásticas e importantes para cambiar mi vida.
Así que me negué y le dije a la doctora que NO. Que yo no iría a ningún psiquiatra.
En ese momento vi claro que debía tomarme ese anhelado y soñado año sabático.
O me iba de allí e iniciaba mi propio camino de acuerdo con los deseos de mi alma, o estaba condenada a vivir una vida que no me llenaba plenamente, en un sistema en el cual no creo.
Ahí fue cuando empecé a activar lo que yo llamo el “protocolo año sabático”.
Le conté mis planes a mis padres, le dije al dueño de mi piso de alquiler que me iba, puse todos los muebles a la venta, empecé a ahorrar dinero… y en cuestión de 4 meses estaba subiendo al avión que me llevaría al viaje de mi vida, ¡a la transformación más grande que jamás había experimentado!
En mi blog siempre digo que jamás deberías tomarte un año sabático para huir de tus problemas, sino para afrontarlos y solucionarlos. Y eso mismo hice yo.
Lo mío no fue ninguna huida, sino una apuesta por mi as de oros: la libertad.
Con una decisión inquebrantable, después de casi 10 años trabajando de maestra lo mandé todo a la mierda: adiós a mi trabajo de funcionaria, al sueldo que me daba seguridad y al sueño americano.
Como tomarme un año sabático me cambió la vida
Lo que pasó después de mandarlo todo a la mierda fue maravilloso.
El primer y gran paso fue que me cogí una excedencia laboral de dos años y me fui a recorrer el Sudeste Asiático.
Mi viaje empezó en Sri Lanka. Allí pasé un mes y medio en un centro de meditación, donde viví una experiencia que transformó mi vida para siempre. Pero eso no es nada con todo lo que estaba por llegar…
Aquello fue el inicio de mil aventuras y viajes más que ahora no te puedo contar y que, si quieres conocer, puedes encontrar en mi blog, la comunidad nº1 de años sabáticos de lengua hispana 😉
Mis dos años de excedencia fueron… ¡el inicio de mi pre-jubilación a los 33!
Y esa experiencia cambió mi vida a todos los niveles:
A nivel personal
He encontrado dentro de mí la verdadera felicidad (la interna y real, esa que es independiente de lo que suceda en el exterior), he ganado foco y dirección, he tomado consciencia de quien soy yo y he llegado a conocerme a mí misma a niveles que jamás hubiera imaginado que llegaría.
Me he empoderado, he perdido el miedo a ser yo misma o a decir lo que pienso, y he soltado creencias limitantes que no me ayudaban a evolucionar. Y, sobre todo, he aprendido a vivir en el momento presente.
Siento que estoy en el lugar y en el momento correcto, y siento una infinita tranquilidad al saber que si muriera mañana, moriría en paz.
Ha salido a la luz la Cintia más brillante, más consciente y más auténtica.
Vivo en coherencia con mis valores, y he dejado de sentir el conflicto interno que antes sentía debido a tener la mente y el corazón divididos.
Hoy en día me siento un ser libre… y, como yo siempre digo, ¡asquerosamente feliz!
A nivel profesional
Todos esos cambios a nivel personal han venido acompañados de grandes cambios en mi vida profesional.
Mientras viajaba se manifestó mi propósito de vida con total claridad. Dado que siempre me había gustado escribir y ayudar a otros a transformar sus vidas, creé un negocio online basado en mi blog, Cintia’s Love in Action, y he empezado a trabajar como coach.
Todo ello me está permitiendo realizar mil cosas que siempre había querido hacer: dar conferencias, crear mis propios cursos online, hacer entrevistas para difundir mi mensaje, organizar talleres presenciales y seminarios online, organizar viajes conscientes en grupo, escribir libros para seguir ayudando a despertar a más personas… ¡y un largo etcétera!
El empezar a trabajar para mí misma me hizo darme cuenta del sinsentido que es el pasar una vida entera trabajando para satisfacer las necesidades y los sueños de otros. A partir de ese momento decidí que tan sólo trabajaría para mí y para ayudar a otras personas a ser más libres.
Por eso, he tomado una decisión muy importante y seguramente nada convencional: no quiero ser funcionaria y regresar a la escuela.
¡Adiós a mi sueldo Nescafé!
No quiero dejar en manos del gobierno y de cuatro políticos tarados y corruptos el futuro de mi vida, ya que me he dado cuenta de que todo lo que yo no haga por mí misma, nadie lo hará.
El precio a pagar por ello ha sido que he pasado de cobrar 1600 euros mensuales a vivir durante mucho tiempo en una situación de inestabilidad económica mientras logro que mi negocio funcione, pero el sueño de pensar en convertirme en una persona libre hace que afronte esta nueva etapa con la máxima fuerza e ilusión.
En mi manera de ver el mundo
Por último, estar fuera del sistema viviendo mi propia vida de manera auténtica y escuchando los mensajes de mi alma en todo momento ha cambiado radicalmente mi manera de ver el mundo.
He comprendido que es importante (y muy necesario) tomar distancia del sistema para poder saber quiénes somos realmente.
Viéndolo todo desde fuera, veo claramente que hay una gran conspiración entre los líderes que gobiernan el mundo, a los cuáles sólo les interesa entretenerte, mantenerte ocupado, adoctrinarte y que consumas para así seguir alimentando el sistema capitalista.
Mientras tanto, nosotros vamos perdiendo nuestro poder y el control de nuestras vidas.
Y yo, cada día tengo más claro que no quiero seguir jugando a este juego, y que en la medida de lo posible crearé mis propias reglas para vivir de acuerdo a mis valores y con total integridad.
***
Resumiendo: tomarme un año sabático me cambió la vida.
Es justo lo que necesitaba para conocerme de verdad a mí misma, descubrir qué quería hacer con mi vida, darle un sentido y volver a ser feliz. Y puede que sea también lo que tú necesites.
Por eso, en este artículo voy a explicarte exactamente qué es un año sabático, cómo saber si es lo que te hace falta y cuáles son los pasos que debes dar en caso de que finalmente decidas seguir mis pasos 🙂
Qué es realmente un año sabático
Un año sabático es un año que te regalas a ti mismo alejándote de tu trabajo, estudios o rutina diaria por un tiempo, para hacer otras cosas que te gustan y que revertirán positivamente en tu vida y tu futuro, tales como:
- Dedicar tiempo a tu crecimiento personal
- Reflexionar acerca de qué cambios necesitas o qué puedes hacer con tu vida
- Dedicarte a actividades que te gustan y para las cuales en tu vida cotidiana no tienes tiempo
- Viajar y conocer mundo
- Reinventarte tanto a nivel personal como profesional
- Dejar de vivir una vida rutinaria para conocerte a ti mismo en otras facetas
Lo que tú hagas durante tu año sabático es asunto tuyo, pero insisto mucho en que le des a tu año sabático un enfoque de crecimiento personal.
¿Por qué? Pues porque corres el riesgo de irte, pasar un año fenomenal, conocer un montón de gente y ver un montón de lugares chulos, pero volver “con las manos vacías”, al mismo lugar y la misma rutina de siempre.
Si no vuelves habiendo hecho un proceso de transformación interior, no dudes que tu vida seguirá siendo la misma de antes.
La clave está en que te preguntes: ¿Qué quiero yo? ¿Cuál es mi prioridad nº1? ¿Cuál es el cambio de vida con el que sueño?
La mayoría de personas deciden emplear ese año sabático para irse a viajar, como hicimos por ejemplo Ángel o yo. Pero quiero que te quede claro que irte a Tailandia de mochilero no es la única opción. ¡Ni muchísimo menos!
No tienes que irte de viaje y no tienes que irte a Asia, si ese no es tu gran deseo. Hay mil opciones, con y sin viaje, todas ellas totalmente válidas. Tú tienes que descubrir cuál es la tuya.
Aquí te hago algunas propuestas de actividades a las que podrías dedicarte durante tu año sabático:
- Profundizar en tu crecimiento personal (leyendo libros, dedicando tiempo a la meditación, asistiendo a seminarios y conferencias, escribiendo un diario personal…)
- Formarte en masaje tailandés o ayurveda, estudiar cocina, sacarte el título de profesor de submarinismo…
- Replantearte tu futuro profesional (decidir si quieres dejar tu trabajo o no, si quieres seguir dedicándote a lo mismo pero en otra empresa o lugar, si te gusta el sector al que te dedicas pero quieres hacer un cambio de trabajo, plantearte la opción de emprender tu propio negocio…)
- Hacer un voluntariado internacional o en tu ciudad
- Dedicarte a la crianza de tus hijos o cuidar de tus padres
- Escribir un libro
- Pasar una temporada en otra ciudad
- Disfrutar de una beca de estudios
- Dedicar tiempo a algo que te gusta, por ejemplo, las manualidades, el arte, la música…
- Descansar, cuidar de tu salud, hacer deporte…

Sea cuál sea el plan que elijas para tu año sabático, esto te permitirá darte tiempo para hacer realidad todos esos sueños que tienes desde pequeño y hacer cambios importantes en tu vida para que te lleven hacia la libertad y felicidad que mereces.
Aunque la mayoría de la gente que se toma un año sabático lo hace antes de empezar la universidad, yo pienso que deberías tomártelo en el momento en que así lo sientas, sin importar tu edad o estado profesional.
Lo importante es vivir una vida diferente, aunque sea sólo por un tiempo.
Es imprescindible desintoxicarte de todas esas creencias limitantes que has “mamado” desde pequeño para que no te conviertas en un borrego más y hagas lo que todo el mundo hace sin cuestionarte el porqué.
Aclarar también que un año sabático no tiene que ser necesariamente un año.
Tu “año sabático” puede durar 9 meses, medio año, 3 meses o 2 años, y en todos los casos estoy segura de que marcará un antes y un después.
En mi opinión, recomiendo que cuanto más tiempo estés fuera, mejor. Tendrás tiempo para cuestionarte más cosas y los cambios serán más profundos si te vas un año que si te vas tres meses.
Pero ante la tesitura de no irte, o irte poco tiempo, sin duda… ¡vete!
Cuáles son los beneficios que un año sabático te puede aportar a ti
Tomarte un año sabático puede ayudarte a encontrar la solución a varios de tus problemas y puede aportarte muchos beneficios.
Estos son los más importantes:
Conocerte a ti mismo, descubrir quién eres y decidir hacia dónde dirigir tu vida
Es posible que te encuentres en una situación en la que tienes varias opciones a tu disposición pero no sabes cuál elegir, y que eso te esté causando un montón de dudas y ansiedad.
Sientes que necesitas tomarte un tiempo de introspección para decidir hacia dónde quieres ir en tu vida. Sin embargo, todo se mueve demasiado rápido y te resulta imposible encontrar un momento para pararte a reflexionar sobre tu futuro.
En ese caso, un año sabático puede ser lo que necesitas, ya que te dará todo el tiempo del mundo para sumergirte en tu mundo interior, descubrir quién eres y afrontar todos esos problemas que arrastras desde hace años y que todavía no has solucionado.
Un reciente estudio de The American Gap Association afirma que los estudiantes que realizaron un año sabático antes de empezar a la universidad no solo demuestran mejores resultados en sus expedientes académicos, sino que el 75% se declaran más felices con su vida y afrontando su futuro post-universitario con más optimismo.
Y es que, como siempre digo, encontrar la respuesta a la pregunta “¿quién soy yo?” es un factor clave que te llevará directo a la felicidad.
Aprender todo lo que jamás aprenderás en la universidad, desarrollar tus talentos y convertirte en un genio
Todo lo que aprendes en la universidad son contenidos académicos, muy a menudo poco útiles para la vida real.
Lo verdaderamente importante no se aprende en la universidad, sino en la calle, trotando mucho y enfrentándote tú solo a situaciones que la vida te pondrá delante.
Yo que he sido maestra de primaria y que además he estudiado dos carreras universitarias y un postgrado, sé muy bien de lo que hablo.
El sistema educativo no educa en lo verdaderamente importante: esto es, en la gestión de las emociones, en el autoconocimiento profundo y verdadero de quienes somos, en el control de nuestra mente, y lo peor de todo, en el pensamiento creativo, crítico y divergente.
Creo que “hay que salir de ahí” antes de que el sistema te influencie tanto que te lo acabes creyendo todo.
Por ello, ¡tómate ese año sabático y saca a relucir al genio que llevas dentro!
Lee, mantén conversaciones profundas con otras personas que te estimulen intelectualmente, dedica tiempo a tocar ese instrumento que tanto te gusta, implícate activamente en la construcción de una sociedad mejor, muestra al mundo tu capacidad de liderazgo… ¡brilla!
Y cuando vuelvas, tu ejemplo será lo mejor que nos puedas ofrecer a todos.
Borregos ya hay unos cuantos billones. ¡Necesitamos más líderes positivos como tú que inspiren al mundo!
Dejar de ser quien eres, construir un nuevo yo y hacer un cambio de vida que te marcará para siempre
Hay una teoría aplastante que debes entender: si no dejas ir lo viejo, no puede entrar lo nuevo.
Esa persona que eres ahora debe morir (metafóricamente) para dejar que tu nuevo yo nazca.
¿Recuerdas cuando te comentaba en mi historia que yo también tuve que empezar a cuestionármelo todo y dejar ir antiguas creencias?
Pues eso.
Lo mismo le pasó a Ángel cuando dejó su trabajo en Microsoft para irse a viajar por el mundo; lo mismo le ha pasado a muchos emprendedores que he conocido los cuales han dejado sus trabajos para reinventarse también en el mundo de los negocios online, el blogging y el coaching; y lo mismo es lo que me ha pasado a mí y te estoy contando en esta historia.
Suelta tanto cuanto puedas y ábrete a lo nuevo, sea lo que sea que tenga que llegar.

Aviso a navegantes: Este proceso puede dar un miedo horrible, porque sientes que estás cambiando tanto, que a veces, no te reconoces ni a ti mismo. Si duele, adelante, es que vas por buen camino 🙂
Cómo saber si necesitas tomarte año sabático
Como has podido ver, tomarse un año sabático tiene multitud de beneficios y puede marcar un antes y un después en tu vida.
Sin embargo, puede que todavía no estés seguro de si es lo que necesitas en tu situación actual.
Para saberlo, la primera pregunta que tienes que hacerte cuando empiezas a plantearte si eso de un año sabático es una buena opción para ti o no, es la siguiente: ¿deseas tomarte un año sabático con toda tu alma?
Si tu respuesta es “sí”, entonces, sin duda alguna, será una buena opción para ti porque por los motivos que sea hay algo en tu interior que te está llamando profundamente para vivir esa experiencia.
Y puedes tener por seguro que durante la misma aprenderás muchas cosas importantes para tu desarrollo personal.
Pero, además, un año sabático es una buena opción para ti si…
- Quieres vivir experiencias nuevas y sientes que tu vida cotidiana no te lo permite
- Tu trabajo no te llena, no te ves trabajando de lo mismo hasta que te jubiles y necesitas reinventarte profesionalmente
- Sientes que te has instalado en una rutina de vida y lo odias
- Te encanta viajar, pero no tienes tiempo de viajar tanto como quisieras
- Sientes que te gustaría hacer mil cosas y tienes mil proyectos, pero los aplazas una y otra vez porque nunca tienes tiempo para ello
- Tienes ganas de conocerte más a ti mismo y estás dispuesto a ir hacia adentro
- Estás “quemado” con la sociedad, no te identificas con lo que hay a tu alrededor y necesitas hacer cambios en tu vida, pero aún no sabes por dónde empezar
- Has acabado los estudios secundarios y no tienes claro qué estudiar o si quieres ir a la universidad
- Sientes que tu familia, tu pareja o tus amigos te influencian demasiado en el camino que ellos quieren que sigas y quieres darte un tiempo a ti mismo para auto-conocerte, fortalecerte interiormente y encontrar el tuyo propio
Como puedes ver, un año sabático es algo muy necesario para la mayoría de personas, y no me cabe la menor duda de que si finalmente decides tomártelo, a ti también te irá genial.
Miedos y creencias limitantes que pueden surgir y cómo superarlos
Ante la idea de tomarte un año sabático, lo más seguro es que surjan todo tipo de miedos. Al fin y al cabo, te estás planteando salir de tu zona de confort y hacer algo nuevo.
Yo siempre digo que hay que aprender a frenarle los pies al miedo: el mayor asesino en serie que existe, o de lo contrario acabará ganando él en tu vida.
Estos son algunos de los miedos a los que tendrás que enfrentarte y algunos consejos para superarlos.
Miedo a no tener un salario y a dejar tu trabajo
Uno de los problemas que muchas personas tienen a la hora de tomarse un año sabático es que no tienen el dinero suficiente.
Entiendo que este tema te inquiete a ti también, pero ahora lo que vamos a hacer es centrarnos en las soluciones y en ampliar la mirada en cuanto al tema del dinero para poder verlo desde otras perspectivas.
Obviamente, dependiendo tus circunstancias personales, lo tendrás más fácil o más difícil en este sentido.
Pero, en cualquier caso, quiero que seas consciente de que tu actitud es lo que determinará el resultado final.
Tengo un conocido de casi cuarenta años que lleva años diciendo que quiere irse de casa de sus padres y comprarse un piso él solo.
Este chico no tiene problemas económicos porque al vivir toda su vida en casa de sus padres ha podido ahorrar y él mismo confesó que tenía dinero en el banco suficiente como para comprarse un piso “a toca teja” o dar una entrada más que generosa.
Después de muchos años diciendo que se quiere ir, visitando pisos y ahorrando… ¿por qué motivo no lo ha hecho todavía?
Pues porque su actitud no es la correcta. Sus miedos pueden más que él y prefiere seguir en su zona de confort.
Esto te lo cuento para que tengas presente que a veces tener el dinero, o el apoyo, o las circunstancias ideales, no lo es todo. Si te falla la mente, te falla lo esencial.
Por eso, con un cambio de mentalidad, lograrás todo lo que te propongas.
Para ello, te recomiendo que empieces a leer libros, ver vídeos en YouTube o asistir a talleres y conferencias para formarte en libertad financiera.
Aquí te dejo algunas propuestas:
- Cómo atraer el dinero. Video en Youtube de Lain Garcia
- Piense y hágase rico. Napoleón Hill. Resumen del libro en Youtube
- El código del dinero. Raimon Samsó
- Padre rico, padre pobre. Robert Kiyosaki
- Los secretos de la mente millonaria. Harv Eker
Aparte de este reset de creencias limitantes, y ya más a nivel práctico, ¿qué puedes hacer?
Pues lo más importante es que te pongas a ahorrar como un desesperado.
Es decir, que minimices tus gastos y aumentes tus fuentes de ingreso (en la medida en que te sea posible).
Si lo que de verdad deseas es un año sabático, te va a tocar apretarte el cinturón y prescindir de muchas cosas que tal vez ahora crees que “necesitas” pero que deberías renunciar si lo que de verdad quieres es ahorrar dinero e irte.
¡No queda otro remedio, my friend!
Respecto al tema de dejar tu trabajo (para los que tienen), voy a ser un poco radical:
¡Déjalo sin miedo! ¡Con un par de narices!
Pero eso sí, no lo dejes hasta que no tengas ahorrado todo el dinero que necesites. Una vez lo tengas, mi consejo es que te lances y lo dejes.
Mucha gente se pregunta: ¿Y si dejo este trabajo y luego no encuentro otro?
A lo que yo suelo responder: ¿De verdad crees que cuando vuelvas no habrá otro trabajo para ti?
Este artículo de El País titulado “Cómo un año sabático multiplicará tus opciones de empleo” explica que las empresas cada vez reciben más currículums de candidatos con amplios estudios y dominios de idiomas, y que además valoran cada vez más las soft skills o “habilidades blandas”, tales como: la capacidad de liderazgo, las habilidades comunicativas, la flexibilidad y capacidad de improvisación, habilidades de trabajo en equipo…
Este es el tipo de habilidades que se desarrollan viajando y enfrentándote a situaciones diferentes, y por este motivo, tener en tu currículum “un año sabático” es algo que hoy en día se valora mucho.
Como ves, tomarte un año sabático no sólo no arruinará tu futuro laboral, sino que te abrirá la puerta a nuevas oportunidades, y además de eso te permitirá desarrollar la cualidad más importante que necesitas para tener éxito profesional.
¿Y si no se abren esas nuevas oportunidades laborales que esperas?
Pues una vez más, como ya he hablado de esto en otros temas, el mundo no se acabaría ahí y tampoco sería un drama. Te tocará empezar a buscar trabajo de nuevo, y ya está.
Resumiendo, mi plan de acción sería: decidir cuánto tiempo más tienes que seguir trabajando para ahorrar el dinero que necesitas y cuando sea el momento oportuno, plantarte en el despacho de tu jefe y comunicarle tus planes.
No hay otra.
Miedo a decírselo a tu familia
¿Qué me dirán? ¿Les parecerá bien mi decisión? ¿Y si se enfadan conmigo?
Otro comecocos más.
Superar el miedo a decepcionar a nuestros padres por no ser lo que ellos esperan de nosotros es un gran reto.
Pero debes ir haciéndote a la idea de que cada persona es un mundo, y que habrá familiares cercanos que no aprobarán tu decisión ni te felicitarán por tu valentía.
Yo te recomiendo que se lo digas a tu familia cuando ya tengas todo el plan diseñado (ahora te contaré más en detalle cómo puedes hacerlo), para que vean que tienes las ideas claras y que no estás tomando decisiones precipitadas sin haber reflexionado sobre ello.
Vamos, que les demuestres que no eres un niño.
Cuando les comuniques la decisión a tus padres, intenta mostrarte seguro de ti mismo, y sobre todo, plantéalo de manera que no parezca que les estás pidiendo su permiso: simplemente les estás comunicando tu decisión.
¡Que no se te olvide que tus padres quieren lo mejor para ti, y lo que más quieren es que estés seguro y no te pase nada!
Cuando ellos ponen impedimentos lo que te están mostrando es su amor por ti (aunque a ti te cueste verlo así).
Sé un poco inteligente cuando abordes esta conversación.
Verás que el resultado dependerá mucho del modo en que tú se lo plantees y de cuál sea tu estado emocional.
Miedo al qué dirán
Hace poco leí un artículo muy interesante que se podía resumir en la siguiente frase:
No pidas opiniones a nadie que no sea un experto en el tema o que no sepa de qué va tu propuesta.
Por ejemplo: si quieres abrir un negocio online y le pides “opinión” a tus padres y amigos que no tienen ni puñetera idea de negocios, marketing online y temas de estos… ¿qué crees que te van a decir? Que estás loco, que se te va la olla, que es muy arriesgado, que con la crisis que hay… y cosas por el estilo.
Mi consejo, por tanto, es que no tengas demasiado en cuenta lo que opinen la gente de tu entorno, ya que lo más probable es que nunca se hayan tomado un año sabático. En muchos casos, consciente o inconscientemente, proyectarán en ti sus miedos, celos, envidia o sus propias frustraciones, así que no son buenos consejeros.
En vez de eso, habla con otras personas que ya hayan hecho algo parecido a lo que tú quieres hacer, con viajeros o con grupos de personas afines a tu manera de pensar.
Seguro que sus recomendaciones serán mucho más realistas y de mayor utilidad para ti.
Miedo a ser demasiado mayor
¡Mientras estés vivo no te des por vencido nunca!
En mi opinión, nunca se es demasiado mayor para nada. Si por lo que fuera no te lo tomaste un año sabático antes de entrar a la uni o con veinti-pocos años, ¡tómatelo en cuanto puedas!
Tal como te he contado, yo me lo tomé a los 33 años a pesar de que según lo socialmente establecido ya era “demasiado mayorcita” para andar haciendo locuras por el mundo, y más siendo mujer.
Además, por aquél entonces todas mis amigas estaban ya en la fase de ser mamás, y supuestamente lo que me tocaba a mí también era centrarme en encontrar pareja y tener hijos, ¿no?
Afortunadamente, ignoré la opinión de la sociedad y me marché igualmente, y acabó siendo la mejor decisión de mi vida.
En ningún momento me sentí demasiado mayor ni tuve ningún otro problema relacionado con la edad, sino todo lo contrario: viajando me encontré con muchísimas personas que estaban en la misma situación que yo.

Si aun así sigues creyendo que “ya no estás para años sabáticos”, te recomiendo que leas la historia de María Luisa Becerra, una gran mujer que vive viajando a sus 70 años.
¡Espero que después de conocer su historia se te hayan ido todos los pájaros de la cabeza! 🙂
Miedo a sentirte solo, que te pase algo a ti o a algún familiar tuyo, o no hablar el idioma del país
Yo tengo claro que la soledad no existe. El sentimiento de soledad nace de un estado de desconexión de ti mismo que te lleva a necesitar constantemente personas a tu alrededor.
¿No te ha pasado nunca eso de estar rodeado de mogollón de gente y por dentro sentirte solo?
¿Y no te ha pasado nunca eso de encontrarte tú solo en medio de la naturaleza o haciendo algo que te gusta y que te dé un subidón de energía?
Pues eso demuestra que lo que pasa fuera no tiene nada que ver con nuestro estado interno.
Lo que sentimos dentro depende única y exclusivamente de nosotros. Y si todavía rechazas la soledad, ¡es que todavía tienes que aprender a estar solo contigo mismo!
En cualquier caso, aquí tienes una guía completa para viajar solo sin quedarte solo que eliminará todos tus temores 🙂
Además de preocuparte por la posibilidad de sentirte solo, al tomar la decisión de irte por una temporada también puede asaltarte el miedo de que te pase algo a ti o a los tuyos.
Mi opinión sobre este tema es que dejar escapar un sueño por miedo a que pase algo que no tiene por qué ocurrir es un precio demasiado elevado.
Los accidentes forman parte de la vida, y eso es algo que te puede pasar viajando y tropezándote nada más salir de tu casa. Que estés lejos no quiere decir que te vayan a pasar más cosas.
Yo estuve 2 años viajando y no tuve que ir al médico ni una sola vez (tan sólo a la farmacia a por algún medicamento esporádico), y en cambio, más de una de mis amigas o conocidos han tenido que recurrir a médicos en múltiples ocasiones.
Para ir tranquilo, siempre es recomendable llevar un buen seguro de viaje que te cubra frente a la mayoría de situaciones que te puedan surgir si estás fuera de tu país. Esto es muy importante que lo tengas en cuenta.
Si pasara algo grave, siempre podrías pillar un vuelo de emergencia y volver, pero creo que dar poder a este tipo de pensamientos tampoco te beneficiaría en nada. Céntrate en disfrutar y, si pasara algo, ya tomarás decisiones en el momento oportuno.
Vivir es para valientes. ¡Los cobardes se quedan en casa mirando el show!
Por último, si te preocupa no hablar el idioma del país donde vas, piensa que siempre puedes prepararte estudiando unos meses antes de partir.
De todas formas, lo más normal es que con el inglés te puedas apañar. Aquí tienes un montón de ideas, recursos y apps para aprender.
¡Y tranquilo, que nadie se ha muerto todavía en ningún sitio por no hablar el idioma nativo! 🙂
Si en algún momento te ves en la situación de necesitar algo, te sorprenderá tu capacidad para conseguirlo a pesar de que nadie entienda lo que dices.
Miedo a quedarte colgado luego y al qué pasará después del año sabático
Sé que te preocupa que cuando vuelvas de tu aventura no seas capaz de adaptarte de nuevo a tu entorno.
Que temes que al regresar de tu año sabático te veas desplazado de tu grupo de amigos, que la vida que llevabas antes de marcharte ya no te llene, o que no sepas cómo enfocar tu futuro profesional porque durante tu aventura te has dado cuenta de que tu profesión no te gusta.
Y aunque entiendo perfectamente todos tus miedos, te recomiendo que no te obsesiones con estas preguntas porque nadie puede decirte con certeza qué es lo que ocurrirá después de tu año sabático.
Cuando vuelvas serás una persona diferente, así que no tiene sentido el pensar en el futuro con tu punto de vista actual.
Lo que es importante para ti hoy puede que no lo sea mañana.
Por ejemplo, para mí era muy importante conservar mi puesto de maestra al volver de mi viaje y, sin embargo, cuando volví decidí renunciar a mi plaza fija porque ese trabajo ya no me importaba.
Por eso, lo mejor es que te quites este tipo de miedos de la cabeza.
Sea lo que sea que ocurra a tu regreso, es algo con lo que te encontrarás y tendrás que gestionar en su momento, sin más.
Tienes que aprender a convivir con la incertidumbre. ¡No hay otra alternativa!
Eso sí, te aseguro que tus peores miedos nunca se van a cumplir y siempre tendrás recursos para gestionar las nuevas situaciones que te presente la vida, aunque ahora el miedo te paralice y no lo veas nada claro.
Confía en ti. Estoy segura de que encontrarás el camino a seguir.
Cómo preparar tu año sabático paso a paso
Si has llegado hasta este aquí, es que te has dado cuenta de que un año sabático es para ti. ¡Enhorabuena!
Ahora que ya sabes cómo enfocarlo y has eliminado todos tus miedos y obstáculos, es el momento de pasar a la acción y hacer esos planes realidad.
Para ello, tendrás que seguir los siguientes pasos:
Paso #1. Define tu plan de acción
Lo primero que tienes que hacer es definir cuánto tiempo te gustaría irte. No es lo mismo irte un año que irte 3 meses, y también en función del tiempo que te vayas, podrás decidir dónde quieres ir y qué te gustaría hacer.
Piensa en qué es lo que más te apetece:
- ¿Recorrer Sudamérica?
- ¿Visitar Tailandia de mochilero?
- ¿Irte a Londres a estudiar inglés?
- ¿Participar en algún proyecto de voluntariado en África?
- ¿Irte a un monasterio a meditar?
Cuando tengas esto claro, podrás hacerte una idea del presupuesto que necesitas para tu aventura.
Paso #2. Diseña un plan de ahorro que te permita ahorrar el dinero que necesitas
Una vez que sepas aproximadamente cuánto dinero te hace falta, toca ponerse a ahorrar como un desesperado.
Como te decía antes, la clave está en gastar menos y ganar (o ahorrar) más.
A partir de ahí, cómete la cabeza un buen rato y empieza a pensar de dónde podrías sacar más dinero.
Anota en un papel cuanto podrías ahorrar mensualmente y multiplícalo por 12 para calcular tu margen de ahorro anual. De esta manera, sabrás cuantos meses tienes que seguir trabajando y ahorrando antes de empezar poder empezar tu año sabático.
Paso #3. Comunica la decisión a tus familiares y amigos
Después de decidir dónde vas a ir, qué vas a hacer y que plan de ahorro vas a seguir, llega el momento de decírselo a los tuyos.
Tal como te comentaba antes, hazlo seguro de ti mismo y no dejes que las opiniones de los demás te influencien demasiado.
Paso #4. Comunica tu decisión a tu jefe
Además de a tu familia, debes comunicar en tu trabajo que te vas, y para ello, tienes que darle a tu jefe o a tu superior la noticia.
Te interesa ir de buen rollo con la empresa porque eso tal vez te deje las puertas abiertas a tu regreso.
Si tienes claro que quieres volver, plantéaselo a tu jefe y habla con él de la opción de renegociar una posible reincorporación cuando termines tu año sabático.
En caso de que tengas derecho a una excedencia voluntaria, lo tienes mucho más fácil.
Y en el caso de que se lo tomen mal y no quieran volver a verte por allí, pues… ¡c’est la vie!
Paso #5. Empieza con los preparativos
Después de contarle tu decisión a todas las partes “afectadas”, estás listo para empezar a organizar de tu año sabático.
Dependiendo de si te vas de viaje o no, los preparativos serán unos u otros, pero de modo general te tocará…
- Ponerte las vacunas necesarias
- Tramitar visados
- Renovar el pasaporte
- Fotocopiar documentos importantes que deberás llevar encima
- Comprarte una guía de viaje y leerla
- Confirmar que tu tarjeta de crédito está operativa en el extranjero y qué comisiones te cobrarán
- Reservar la primera noche de hotel
- Inscribirte al curso que querías
- Subir a Dropbox los documentos importantes
Preparar todo bien antes de un gran viaje puede llevar unas semanas, así que ¡tómatelo con calma! Y sobre todo, planifícatelo bien, prevé con antelación que gestiones y trámites tendrás que hacer para que no se te olvide nada importante.
Paso #6. Despídete de tus amigos y familiares
Cuando te falte poco para irte, y dependiendo del tiempo que te vayas, lo lógico es que te despidas de tus amigos, familiares, colegas de trabajo y demás haciendo una cena juntos o quedando para tomar un café.
Yo recuerdo que fueron varias semanas en las cuáles progresivamente me iba despidiendo de cada uno de mis grupos de amigos, y la sensación fue brutal porque a cada despedida, con cada abrazo, a cada lágrima que me caía al decirles adiós, cada mensaje o postal que recibía, iba tomando consciencia de la gran decisión que había tomado y del inminente cambio de vida que estaba a punto de empezar. Sentir que me faltaban días para que llegara ese momento que llevaba toda una vida esperando, ¡es indescriptible!
Paso #7. Empieza tu año sabático
Y finalmente habrá llegado el gran día. Ese día que llevabas tanto tiempo esperando.
Sonará el despertador y dirás: “¡no me lo puedo creer!”
Pero sí, será real.
En ese momento empezará una de las experiencias más importantes de tu vida, y puedo asegurarte que el cóctel de emociones es muy fuerte.
Felicidades por haber llegado hasta aquí, ¡valiente!
Cómo afrontar el regreso después de tu año sabático

Como ya sabes, todo lo que empieza acaba, y tu año sabático llegará a su fin en algún momento.
¿Cómo sabrás que ha llegado el momento de volver?
La respuesta es que lo sentirás.
Bien porque el dinero ya se te esté acabando, porque sientas la llamada de volver a casa, o por mil motivos más: una oferta de trabajo, un nuevo proyecto que tengas en mente, algo inesperado que haya ocurrido, una relación…
En mi caso, el motivo por el cual decidimos regresar fue porque recibimos la noticia de que iba a nacer la sobrina de mi pareja, y tuvimos claro que era el momento de volver pues no queríamos perdernos su nacimiento.
En cualquier caso, tendrás claro que la aventura ha llegado a su fin.
Dependiendo del tiempo que hayas estado fuera, el impacto será mayor o menor. Pero por norma general, el regreso de un año sabático no acostumbra a ser fácil.
Cuando regreses pasarán muchas cosas, pero sobre todo sentirás que tú has cambiado un montón, pero a tu alrededor todo sigue igual.
Probablemente ya no te apetecerá hablar de los mismos temas, ir a los mismos lugares o seguir exactamente la misma vida que tenías antes, porque tus prioridades habrán cambiado. Y eso tendrás que aprender a gestionarlo para que no te afecte.
En cualquier caso, seguramente tendrás que encontrar de nuevo “tu lugar en el mundo”.
Para ello, tendrás que cambiar cosas y tomar decisiones, vamos, crear un nuevo lifestyle.
Tal vez tengas que seleccionar mejor a tus amigos y dejar ir a los que te hayas dado cuenta que verdaderamente no lo son.
O quizá te toque empezar a asistir a nuevos eventos o actividades que estén más alineados con tu nueva manera de pensar, estudiar algo nuevo que te hayas dado cuenta que es tu verdadera pasión, o incluso cambiar tu lugar de residencia moviéndote a un lugar más tranquilo y cerca de la naturaleza.
¡El reto es que te mantengas fiel a tus valores!
La clave nº1 para afrontar el regreso sin miedo es que vuelvas con un plan motivador en marcha.
Lo ideal es que durante tu año sabático hayas trabajado en los objetivos que pretendías alcanzar, y que a tu regreso sigas trabajando en ese proceso de cambio de vida, porque eso hará que afrontes la vuelta con motivación e ilusión y que no te entre una depre chunga 🙂
Conclusión
En este artículo te he contado como el dejar mi puesto de funcionaria para tomarme un año sabático cambió por completo mi vida, y he compartido contigo mis mejores consejos sobre el tema por si algún día tú decides hacer lo mismo.
La decisión que tomé en su momento no fue nada fácil, pero todo lo que he vivido ha hecho que haya merecido la pena. Es más: antes de marcharme jamás me habría imaginado que iban a pasarme ni la mitad de cosas alucinantes que han pasado.
Eso me ha hecho darme cuenta de que vivir es cosa de valientes, y que si uno quiere ser libre y feliz, debe tomar decisiones y salir de su zona de confort.
El fracaso no existe para el que tiene un objetivo claro al cuál dirigirse y por el cual luchar.
A partir de lo que aquí has leído, te toca reflexionar y tomar tus propias decisiones.
No quiero de ninguna manera venderte el tomarse un año sabático como una fórmula mágica o la solución a todos los problemas, sino que insisto en que debes ser tú quien analice si el hacer algo así es para ti o no.
Tal vez un año sabático sea lo que más te convenga en tu situación. O quizá todavía no haya llegado tu momento.
En cualquier caso, te animo a que escuches honestamente a tu interior e intentes descifrar qué es lo que tu alma te está pidiendo a gritos. Y si por lo que sea ves que ese año sabático te está llamando pero los miedos te impiden avanzar, recuerda que ese no eres tú realmente, ese es tu ego.
Sé consciente de tus miedos y bloqueos, y diseña una estrategia para superarlos. Pero sobre todo recuerda, que ningún obstáculo desaparece por arte de magia a menos que lo trabajes conscientemente.
Te deseo de todo corazón una gran vida.
Hagas lo que hagas y elijas lo que elijas, no te olvides de ser siempre el protagonista ella. ¡No dejes que nadie ocupe tu lugar!
Por último, decirte que me encantará saber de ti y que compartas conmigo tus sueños, dudas e inquietudes. Estoy aquí para lo que necesites.
Un fuerte abrazo… y que seas (asquerosamente) feliz 🙂
###
¡Ahora te toca a ti!
¿Te has tomado alguna vez un año sabático? En caso afirmativo, ¿cómo fue tu experiencia? En caso negativo, ¿te gustaría hacerlo? ¿Por qué sí y por qué no? ¿Tienes algún miedo u obstáculo que te lo impida? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!